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martes, 10 de marzo de 2020

No hay aplazaos ni escalafón




CAMBALACHE PETROLERO: 


LA NUEVA APERTURA DE “PDVSA AD HOC”




¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao.
Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón.
“Cambalache” / Enrique Santos Discépolo 1934 [i]

En mis dos trabajos anteriores, “Cerco y Aniquilación”[1] y “Vuelan los Rebullones”[2], hice referencia a las “nuevas” propuestas de política petrolera que comienzan a florecer frente a la desastrosa situación de nuestra industria petrolera.
En el primero de ellos, refería que “2020 comienza con una creciente proliferación de las propuestas aperturistas y privatizadoras, apelando a todos los medios de presión y de convencimiento de la inevitabilidad de las mismas, tanto si se mantiene en funciones el actual gobierno, como si se dan los escenarios políticos alternativos y se implantan los programas prediseñados desde los centros de difusión del pensamiento neoliberal como CEDICE y las Universidades norteamericanas.  Vuelan los rebullones
Destacaba allí la relación que se hacía de una supuesta “propuesta de consenso”  de 10 de las principales empresas petroleras mundiales, para solucionar los problemas  de ese sector en Vene4zuela.
En dicha propuesta se resumen tanto las magnitudes  como las condiciones que debía cumplir Venezuela para obtener la “ayudita” de esas corporaciones: Reviving Venezuela’s Oil Sector; The Role Of Western Oil Majors / Lisa Viscidi & Nate Graham
Este informe…  busca comprender mejor el desafío que perciben las compañías petroleras extranjeras y las condiciones que serían necesarias para atraer la inversión privada a Venezuela bajo un nuevo gobierno.
Para… aumentar en 10 años la producción petrolera venezolana en 2 millones 600 mil barriles diarios, con una inversión de 90 mil millones de dólares en gastos de capital y 122 mil millones en gastos de operación, que incluyen la perforación de 13.400 pozos adicionales.
Remito al lector al enlace copiado para detallar el proyecto. Y llamo la atención sobre un agradecimiento de Interamerican Dialogue[ii], con un subrayado cuya pertinencia percibirá fácilmente el lector más adelante:
We would like to thank Francisco Monaldi of Rice University’s Baker Institute for Public Policy; Osmel Manzano of the Inter-American Development Bank; and David Voght, Patricia Ventura, and Joel Guedes of consulting firm IPD Latin America.
En el segundo de los artículos citados “Vuelan los rebullones…” hice referencia a toda nuestra historia de planificación ilusoria, de “pajaritos preñados” con ruinosos resultados, productos de una combinación de malicia interesada e ignorancia tecnocrática que ha sufrido nuestra industria petrolera desde 1979 hasta nuestros días: Vuelan los rebullones
De manera particular, destaqué allí la “apertura petrolera de los años 90 del siglo pasado, conducida por Luis Giusti”… y entonces me encuentro con la presentación que él mismo se hace, en una carta a sus compañeros petroleros, en la cual resume  su exitoso desempeño conduciendo ese proceso, difundida por Luis A. Pacheco, Ph.D.,[iii] “Presidente de la Junta Directiva ad hoc de PDVSA” y Nonresident Fellow en el Center for Energy Studies,  Baker Institute at  Rice University.
Como crítico contumaz de la planificación de “pajaritos preñados”, ya sabía que el Dr. Pacheco había sido uno de los tantos ingenieros Directores Ejecutivos de Planificación Corporativa de PDVSA y por tanto, corresponsable de los sucesivos fiascos reseñados en mis trabajos. Por ello, decidí estudiar sus propuestas y me encontré con su trabajo “Venezuela’s Oil Mythologie Have Hindered Its Development”[iv]
Para mi sorpresa, en seis cuartillas, el Dr. Pacheco hace tabla rasa con toda la producción intelectual venezolana en materia de historia, política económica y sociología, y reduce todo a unos supuestos ocho  mitos, sobre los cuales, sus descerebrados responsables apenas llegaron a balbucear unas impensadas e incoherentes consignas:
  • El petróleo destruyó la economía agrícola. (Alberto R. Adriani)
  • Debemos “sembrar” los ingresos del petróleo para asegurar riqueza futura (Arturo Uslar Pietri)
  • Debemos ahorrar petróleo para las generaciones futuras. (Celestino Armas)
  • El petróleo es el excremento del diablo. (Pérez Alfonzo)
  • Debemos separarnos de la OPEP. (Sosa Pietri)
  • Los negocios autónomos de PDVSA son escondidos en una caja negra.
  • Es preferible que PDVSA invierta las rentas del petróleo en vez de que los políticos las desperdicien. (PDVSA y otros).
  • Ahora, el petróleo es verdaderamente nuestro. (Rómulo Betancourt, Pérez Rodríguez, Chávez Frías y otros).
El combate al irrespeto tecnocrático de “nosotros, quienes sabemos cómo se hacen las cosas”,  y a  la simplificación matemática de las ciencias sociales a pura paja inoficiosa, ha sido algo que me ha llevado a enfrentarme en muchas oportunidades, tanto desde los tiempos meritocráticos como en los actuales, con personalidades como Humberto Peñaloza, padre del dicho “PDVSA es una empresa de ingenieros para ingenieros”, Alberto Quirós Corradi, Calderón Berti, Luis Giusti, entre otros [v], hasta el “espía Salazar”[vi] rojo-rojito que en sus escritos de refutación, con la excelencia técnica  y la razón política que le asistía, a mis ignaras y ofensivas opiniones, en “Aporrea”, develó mi carácter de contrarrevolucionario infiltrado en el BCV, junto a no se sabe cuántos más…
Pero en esta oportunidad, con Pacheco, el nivel de simplificación e irrespeto llegan a niveles apoteósicos. Si este es el “Presidente de PDVSA Ad-Hoc”, podemos inferir lo que se nos viene encima.
Suponer que Adriani, nuestro primer economista, sólo levantó un mito agrarista, o que Juan Pablo Pérez Alfonzo consideraba al petróleo como un “excremento del Diablo [vii] es una falta de respeto insólita, algo que sólo puede ser producto de una ignorancia supina.
Pero llevarse en los cachos a diez generaciones de estudiosos y analistas socioeconómicos venezolanos, de todas las tendencias y con todas sus aciertos y limitaciones, es algo digno de alguien al que le han practicado una lobotomía y le han insertado todas las historias racistas y anacrónicas de Trucutú, Tarzán de los Monos, Superman, Los Picapiedras, Mandrake el Mago y El Fantasma que Camina, como sus referencias históricas y sociológicas, con postgrados televisivos como “Yo quiero a Lucy” y “The Big Bang Theory”, amén de rudimentos de la “Common Law” y de las técnicas de negociación de futuros en Wall Street.
Esa lista de “mitos” fue lo que trajo a mi memoria -sin alusiones a las respetables personalidades inconsultamente citadas- la letra del tango Cambalache, de Enrique Santos Discépolo, donde “no hay aplazaos ni escalafón” y donde da lo mismo -para colocar las mezclas del “cambalache” argentino de los años treinta en nuestra  contemporaneidad- el filósofo Yogui Berra (“el juego no termina hasta que termina”) y la teoría de la relatividad de Albert Einstein, Juan XXIII y Mussolini, Mozart y Daddy Yanqui, García Márquez y Delia Fiallo.
Sólo como referencia parcial del nivel de la insolencia, y con el perdón de muchas omisiones, producto de mis desviaciones profesionales, cito casi de memoria  a algunos de los implicados en la relación de los mitos venezolanos:
Alberto Adriani, Gumersindo Torres, José Antonio Mayobre, Ernesto Peltzer, Manuel Egaña, Néstor Pérez Luzardo, Román Cárdenas, José Rafael Pocaterra, Rufino Blanco Fombona, Tomás Enrique Carrillo Batalla, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Mariano Picón Salas, Rodolfo Quintero, Jóvito Villalba, Felipe Pazos, Salvador de la Plaza, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Andrés Eloy Blanco, Eduardo Arcila Farías, Luis Villalba V., Rufino González Miranda, Federico Brito Figueroa, Domingo Felipe Maza Zavala, Manuel Pérez Guerrero, Hugo Pérez La Salvia, César Balestrini, Francisco Mieres, Gastón Parra Luzardo, Pedro Esteban Mejía, Aníbal Martínez, Rigoberto Lanz, Hernán Méndez Castellanos, Chi Yi Chen, Ludovico Silva, Irene Rodríguez Gallad, Janette Abouhamad, Asdrúbal Baptista, Armando Córdova, Pbro. Manuel Pernaut, Manuel Caballero, Héctor Silva Michelena, Héctor Malavé Mata, Orlando Araujo, Carlota Pérez, Bernardo Ferrán, Pedro Miguel Pareles, Max Flores Díaz, Emeterio Gómez, Germán Carrera Damas, J. A. Silva Michelena, Diego Luis Castellanos, Arévalo Guzmán Reyes, Francisco Álvarez Chacín, Rubén Sader Pérez, Domingo Alberto Rangel, Eduardo Acosta Hermoso…
Protagonistas, o relatores y críticos de nuestra historia económica y social, a diversos niveles y desde las más variadas posiciones ideológicas y políticas, incluso antagónicas, contribuyeron a la gesta de nuestro actual ordenamiento  socioeconómico, constitucional y legal en materia de hidrocarburos.
Por cierto, y valga la aclaratoria, no ninguneo ni excluyo de esa lista a la autodenominada  “Gente del Petróleo” meritocrática, sino que ellos tienen suficientes medios para presentarse, tal como estamos viendo.
A la pulverización de ese ordenamiento anacrónico, -¡válgame Dios, hasta se remonta al Decreto sobre la propiedad de las Minas del Presidente de Colombia en 1829!-  incompatible con los nuevos tiempos, se encaminan  los proyectos aperturistas y abiertamente desnacionalizadores del clan “ad-hoc”, Giusti, Pacheco, Szabo, Calderón Berti,  con sus nuevos espadachines, como Gustavo Baquero, Leopoldo López y José Ignacio Hernández, “testigo experto independiente de derecho venezolano” utilizado por Cristallex en su demanda contra Venezuela y su “alter ego” Citgo, travestido ahora en “Procurador General de la República Ad Hoc”. Todos ellos sostenidos  por la prosapia neoliberal de nuestros Ph.D. criollos en  las universidades norteamericanas e inglesas, y en las nativas –públicas y privadas- munidos con la orientación CEDICE, centro de difusión de esa escuela de ese pensamiento económico.
Los simplones y malintencionados “mitos” de Pacheco deberían avergonzar al prestigioso Baker Institute que los publica y hablan muy mal de la excelencia académica de los Phylosophus Doctors  de la Rice University.
Pero sobre todo, dicen mucho de la calidad de la política petrolera que adelantará la“Junta Directiva Ad Hoc de PDVSA”.
Pero  la lluvia meritocrática aperturista no cesa. A estas alturas del presente escrito, me topo con otra buena nueva milagrosa:
Sale a la luz ahora Juan Szabo al frente del Plan País en materia petrolera:
“Aquí está el plan para que Venezuela vuelva a producir 3.000.000 de barriles diarios de petróleo”
alnavio.com/noticia/20517/informe-confidencial/aqui-esta-el-plan-para-que-venezuela-vuelva-a-producir-3.000.000-de-barriles-diarios-de-petroleo.html
Este plan se incorpora al festín de propuestas funambulescas a los cuales me he referido desde los años 80:
El plazo ahora es de 8 años, se perforarán 11.000 pozos en 4 años y la inversión requerida de 120.000 millones de dólares.
La desproporción, incluso con el proyecto de “consenso” de las transnacionales, antes citado por Interamerican Dialogue, es aplastante: 400.000 barriles diarios más, en dos años menos con una inversión de 90.000 millones de dólares menos.
El Plan País, presentado en Madrid ante un grupo de empresarios, establece requerimientos de inversión por 120.000 millones de dólares. Esos recursos no los tiene PDVSA. Ese dinero está en el mercado internacional. Ese dinero lo tienen las multinacionales. Y la empresa privada local. Para Juan Szabo, lograr el objetivo depende de una masiva participación de compañías privadas, tanto nacionales como internacionales.
Para estimularlas a que entren de lleno a operar, hay que cambiar de manera obligatoria el marco regulatorio y otorgar beneficios fiscales, y establecer reglas claras de juego.
El fuego graneado del “Plan País” es constante. Revisando la web encuentro su presentación en México por el  “Presidente de la Comisión Especial del Plan País Para Venezuela”  que, entre otras cosas, muestra la tendencia al otorgamiento indiscriminado de títulos presidenciales   para sus voceros.
La recuperación de la industria petrolera venezolana sería factible sólo con condiciones fiscales y esquemas que apoyen la mayor participación privada posible y adaptadas a las nuevas realidades de ese país, afirmó el representante de la Asamblea Nacional, Diputado Juan Andrés Mejía, durante la presentación del “Plan País” para Venezuela, este fin de semana en la Ciudad de México.
“Venezuela tiene la costumbre[de nuevo, ¡Válgame Dios!] como muchos países de Latinoamérica, de que sea el sector público el que lleve la bandera del sector petrolero. Nosotros queremos cambiar esa realidad; modificar la ley de hidrocarburos para permitir que el sector privado pueda invertir sin ningún tipo de restricciones.” Mejía recalcó que Venezuela necesita de unos 60 mil millones de dólares, por los próximos cinco años, para sacar al país adelante.
Por lo visto, a la hora de citar cifras mil millonarias no hay ninguna restricción entre los proponentes de esta nueva apertura, ahora de puertas completamente abiertas.
Las condiciones siguen siendo las mismas:
Ellos las imponen y tú te callas. Luego te tocará pagar la deuda adquirida, para la cual tienes al Banco Mundial y al FMI listos para “auxiliarte” y amarrarte por los próximos 30 años, cuando ya no esté saliendo petróleo de esos nuevos pozos y se descubra, al fin, que la tasa interna de retorno de esas inversiones es negativa y que su saldo será una acumulación de deudas mil millonarias que deberán ser pagadas por las próximas tres o cuatro generaciones… quien sabe hasta cuándo.
Ya para entonces, ni yo ni  la mayoría de los proponentes de tales desaguisados, estaremos vivos para dirimir quién tenía la razón. Confiemos en la benevolencia y capacidad de perdón de nuestros descendientes.
Pero veamos otros “detalles” de este proyecto..
Los supuestos de ese “Plan País Petrolero” son tan auspiciosos, según Szabo, puesto que
Venezuela no logrará nunca sacar del subsuelo todo el petróleo que tiene en reservas. Pero se puede aprovechar una buena parte de ello, tomando en cuenta que el costo de producción de un barril no pasará de los 10 dólares. “Es un costo muy competitivo”, asegura.
Al parecer, el tiempo que ha pasado fuera de la gestión petrolera directa ha afectado su capacidad de reconocer los cambios que se han generado en la estructura de la producción petrolera venezolana, cada vez más pesada y extrapesada, en franca declinación por abandono de los yacimientos convencionales, cada día más complicada su reactivación, amén de  los cambios que también se han producido en el mercado petrolero mundial.
En este último aspecto, tanto por el lado de la oferta, con la plétora del “shale oil” norteamericano, el presal brasileño, los noruegos Johan Sverdlup ya en pleno desarrollo y Johan Catsberg inicíandose, las crecientes posibilidades del petróleo convencional Guyanés y las auspiciosa expectativas sobre el futuro desarrollo de los campos de Uganda,  enfrentadas todas a una competencia feroz, dadas las declinantes  perspectivas del crecimiento de la demanda global, que apenas superará el 1 millón de barriles diarios para el próximo año,  iniciando una irreversible tendencia al paulatino decrecimiento en períodos  subsiguientes, hasta alcanzar la meseta a partir de la cual se iniciará, por efectos de la transición energética en puertas, la declinación definitiva de ese indicador.
Corresponde ahora hacer aquí un inserto de actualidad que pone tintes dramáticos a esta argumentación y la que sigue: Las noticias sobre el desencuentro entre la OPEP y sus asociados rusos, quienes se niegan a aumentar el nivel de unos recortes que ellos tampoco han cumplido realmente, está conduciendo a un desmoronamiento brutal de los precios de futuro de los principales crudos marcadores, alcanzando al momento de escribir un nivel sólo visto hace más de 4 años, precisamente en marzo de 2016: 31,49 $/bl., para el West Texas y 34,89 para el Brent.
¿En dónde se ubicarán, dentro de cuatro años según el “Plan País”, los 2,2 millones de barriles diarios de petróleo que se producirán en los siguientes cuatro?
¿Declararemos una guerra petrolera simultánea contra la capacidad cerrada de Arabia Saudita, Kuwait, la Zona Neutra, Irak, Irán, Noruega, Brasil, Guyana, Uganda, Rusia y los Estados Unidos?
Pero sigamos:
Miente a mansalva Szabo cuando afirma que costo promedio de la producción de crudos venezolanos es de menos de 10 dólares.   Tanto como han mentido sus antecesores:
Esa es una  reiterada fábula, contada desde los tiempos de la apertura y repetida, sin pausa, durante los 20 años recientes. Un ectoplasma nunca materializado y mucho menos comprobado por ningún cazafantasmas…
La significación política y económica de estas presentaciones tramposas me induce a pedir la venia de los lectores para adelantar una exposición detallada de mis argumentos, sometiéndome a las seguras refutaciones de los técnicos puros, incontaminados de sandeces sociológicas:
Basta con revisar las estimaciones sobre el precio requerido en las distintas áreas del mundo para justificar una nueva inversión, el muy mentado punto de equilibrio o “breakeven value”, que publican las principales agencias analistas del mercado petrolero mundial, y la posición que en esas presentaciones ocupan los crudos extrapesados y convencionales venezolanos:
Desde luego, las anteriores son estimaciones, que en el caso venezolano se refieren  a la suma de costos, impuestos y tarifas de la producción de petróleo extrapesado.
Pero veamos el “optimismo”  o la capacidad de engaño de nuestros operadores, sostenidos por la “razón técnica que les asiste”, quienes sí saben  lo que hacen porque han tenido al petróleo en sus manos y reconocen sus olores y colores…
En 2016, la estimación del entonces Ministro, Eulogio Del Pino, era de un costo promedio de 13 dólares el barril:
El ministro del Poder Popular de Petróleo y Minería y presidente de Petróleos de Venezuela, S.A., (Pdvsa), Eulogio Del Pino, aseveró que el costo promedio de producción de petróleo en Venezuela es de 13 dólares por barril.
Del Pino explicó que este promedio incluye los costos de producción de distintos campos petroleros, que van desde un monto inferior a los 5 dólares por barril, y otros más altos, que incorporan recuperación mejorada y mejoramiento de crudos.[3]
Estos 13 dólares de Del Pino en 2016 ocultaban una minimización de los costos reales, incrementados por la creciente declinación de los campos convencionales, acentuada por décadas de abandono para privilegiar el “escenario Faja”,  y la complejidad, y por ende, mayores costos implícitos de los procesos de extracción y los procesos adicionales de dilución o mejoramiento y transporte de los crudos extrapesados de esa Faja.
Pero, ¿cómo producen esas cifras optimistas?  Reduciéndolas todas al costo del “levantamiento” del crudo, omitiendo todos esos costos adicionales requeridos para llevarlos a puertos y refinerías.
Ahora, en  2020, la estimación de la excelencia meritocrática Szabo, de un costo de producción menor a 10 dólares el barril, como promedio, para la producción total venezolana, es sólo una nueva añagaza demagógica, una más irreal que las anteriores.
Para tener una idea de la magnitud del bulo, es pertinente analizar la última presentación del Rystad Energy sobre los diversos niveles de cotización del crudo Brent, requeridas como “breakeven value”, precio de equilibrio para justificar la inversión en los campos actualmente en producción en el mundo y las posibilidades de incremento de la producción en regiones ordenadas por su nivel de factibilidades:
Veamos:
En el eje de las abscisas, vale decir en el ancho de cada franja, se representan, expresadas en miles de millones de barriles, las cantidades de recursos de hidrocarburos líquidos recuperables en cada una de las localizaciones consideradas.
En las ordenadas, el alto de las franjas, están registrados los niveles máximos, mínimos y promedio del precio de equilibrio, estimado en términos del marcador Brent, correspondiente a dichas localizaciones, sobre el cual se fundamentan los volúmenes estimados
De tal suerte, Rystad Energy estima que, en los campos actualmente en producción en el mundo, existen unos 800 mil millones de recursos remanentes, que requieren un “break-even Price” promedio de 26 dólares por barril para el crudo marcador Brent, dentro una franja que marca un mínimo de 10 y un máximo de 40 dólares el barril para ser desarrollados.
A ese precio promedio del Brent, esos 800 mil millones permitirían la producción de 110 millones de barriles diarios durante 20 años, justamente más que suficientes  para cubrir la demanda total actual y estimada en ese lapso.
Sucesivamente, se presentan los  niveles del precio de equilibrio promedio  requerido para hacer viable producciones nuevas en distintas áreas, ordenadas según su factibilidad.
Así, se tiene que en los campos en tierra del Medio Oriente, los menos costosos en el mundo,  el precio de equilibrio del Brent que justificaría nuevos desarrollos allí, es de 42 dólares el barril. Y el ancho de la franja representa unos 124 mil millones de barriles, que permitiría a esos países producir 17 millones de barriles diarios adicionales durante 20 años.
Sorpresivamente, como lo registran los comentaristas de esta presentación, el petróleo de las lutitas norteamericanas (el light tight oil) con 46 dólares el barril de crudo Brent, sería el segundo  nivel en cuanto a la justificación de nuevas inversiones.
En la escala de probabilidades y precios aparecen sucesivamente, plataforma continental, con 49$/bl, aguas profundas con 58$/bl, Rusia en tierra con 59 $/bl  y  los crudos extrapesados, vale decir Faja Petrolífera, también con 59$/bl.
Analizando la gráfica en la amplitud de la abscisa correspondiente, es posible apreciar que la estimación de factibilidad que presenta Rystad  para este de crudo, es del orden de los 20.000 millones de barriles de recursos recuperables, suficientes para producir 2,8 millones de barriles diarios durante 20 años.
¡Y aquí es donde quería llegar!:
Si la mitad extrapesada de los tres millones de barriles que “planifican” producir los gestores del “Plan País” requieren  un precio de equilibrio promedio Brent de 59$ /bl, sea cual sea el mínimo  calculado para la otra mitad convencional y tomando en cuenta que, como ya se señaló, que para los crudos ya en producción en el mundo el breakeven price  promedio es de 26$/bl,  ¿De dónde sale ese nivel promedio de “menos de10$/bl” para los crudos venezolanos?
Conclusión:
Se trata de un ejercicio descarado de demagogia,  para alimentar sueños de un público desinformado por voluntad de sus dirigentes de todos los bandos, cada uno interesado en vender su propio paraíso terrenal.
¿Cómo se sostienen las ofertas de tirios y troyanos que todavía creen que reimpulsarán a la industria petrolera para “apalancar” el rescate de la economía nacional?
Lo triste del caso, para un economista, cochinamente interesado en la rentabilidad de los negocios  propios y los de su familia extendida, es que estos proyectos ruinosos hundirán más al país y serán pasto para el enriquecimiento privado de los pícaros proponentes que siempre estarán del lado de los que cobrarán financiamientos y ayudas desinteresadas, durante las próximas décadas.
Aunque ahora creo que ni para eso alcanzará…
Contemplando las circunstancias del momento, me viene a la memoria las imágenes de “Cuando el destino nos alcance”, protagonizada por Charlton Heston y Edward G. Robinson: la humanidad alimentándose de “Soylent Green” galletitas hechas con restos de otros humanos, muertos programadamente al cumplir los sesenta años.
Carlos Mendoza Pottellá
09/03/2020
[i] Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también;que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafáos, contentos y amargaos, valores y dublé. 
Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue,vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao…
Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón.
¡Pero que falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón.
Siglo veinte, cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil.
¡Dale nomás, dale que va, que allá en el horno nos vamo a encontrar!
¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de los otros, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley. Enrique Santos Discépolo, 1934
Carlos Mendoza Pottellá: Vuelan los Rebullones…Sobre el petróleo venezolano
[ii] Interamerican Dialogue:  
[iii] Luis A. Pacheco, Ph.D., is a nonresident fellow at the Baker Institute Center for Energy Studies. He has more than 35 years of experience in the energy industry, including 17 years at Venezuela’s national oil company PDVSA, where he held a number of senior positions, such as CEO of BITOR, PDVSA’s heavy oil affiliate, and executive director of corporate planning. He was special advisor on strategy and energy to the president of Venezuela’s CANTV from 2005 to 2007 as well as advisor of the National Hydrocarbons Agency in Colombia. From 2004 to 2007, he was co-owner and president of a management consulting firm, working with companies such as Repsol, Pemex and the World Bank, amongst others. From 2008 to 2016, he was senior vice president of planning and information technology at Pacific Exploration & Production, formerly Pacific Rubiales Energy [Antes de la quiebra inducida por la asesoría meritocrática venezolana, Giusti, Pantin y… Pacheco] , the largest private oil and gas company in Colombia and Peru.

jueves, 22 de agosto de 2019

PODER Y MERITOCRACIA



PODER Y MERITOCRACIA

Carlos Mendoza Pottellá
Agosto 2019

En mis anteriores y más recientes trabajos[1] he estado regresando al pasado con viejos argumentos en la disputa sobre el carácter nacional,  patrimonio colectivo,  de los recursos de hidrocarburos depositados hace 100 millones de años en el subsuelo del territorio que hoy conocemos como Venezuela.

Ahora reincido, con nociones veladas en la niebla de los tiempos a mi primer profesor en la materia, el doctor César Balestrini y a los textos del doctor Rufino González Miranda, amén de las correciones de mis dislates jurídicos de mi más reciente ductor en la materia, Álvaro Silva Calderón, a quien, por amistad, le estoy ninguneando su innegable categoría de doctor.

El carácter nacional de las minas, heredado de la tradición absolutista hispánica que las consideraba patrimonio real, tal como fue establecido al ser constituído este territorio como Capitanía General por el Rey Carlos III en 1777, fue transferido a la República de Colombia en 1829 –de la cual la Provincia de Venezuela formaba parte- por decreto del entonces Presidente, Simón Bolívar, y heredado en 1830 por la escindida República de Venezuela.

Ese sistema es diferente al establecido en otros países, tales como Estados Unidos, donde impera la noción extraída del Código Civil  napoleónico, de que los recursos del subsuelo pertenecen al propietario del suelo, vale decir al ciudadano, quien por esa condición tiene derecho al voto.

En nuestro país, esa tradición hispánica dio origen al sistema de otorgamiento de concesiones por parte del Estado republicano a las personas que quisieran extraer productos del subsuelo de cualquier naturaleza y a la obligación de los beneficiarios de pagar a ese Estado una fracción del valor de lo extraído, la regalía, que conserva ese nombre, vinculado a lo que se le pagaba al Rey para la explotación del subsuelo.

Con marchas y contramarchas, avances y retrocesos, ese fue el sistema imperante en Venezuela hasta 1976, año en el cual, con las galas de una “nacionalización” inducida por las propias concesionarias extranjeras, se inició un proceso en donde el interés público, nacional, comenzó a ser minado desde adentro por la casta de “bebés de Rosemary” que ellas mismas dejaron incubada en la matriz de la industria petrolera “nacionalizada”:

Cuatro meses antes del “decreto nacionalizador”, Exxon creó a Lagoven, Shell creó a Maraven, Mobil creó a Llanoven, Chevron creó a Boscanven, Texas creó a Deltaven, Phillips creó a Roqueven, etc., las 14 “operadoras” , en total, que las sustituirían, encabezadas por los gerentes nativos de sus propias filiales, tales como Alberto Quirós Corradi, Presidente de la Compañía Shell de Venezuela y Guillermo Rodríguez Eraso, Vicepresidente de Creole Petroleum Corporation.

Allí nace lo que he denominado el “poder petrolero” y que he descrito en mi libro, editado por el Concejo Desarrollo Científico de la UCV en 1995, “El Poder Petrolero y la Economía Venezolana”.[2]



De esa obra he considerado pertinente traer al contexto del debate contemporáneo algunas consideraciones que, en mi particular percepción, no han perdido vigencia.

Las aporto a la indispensable evaluación de nuestra historia, que habrá de realizarse para encontrar el camino de recuperación de nuestra industria petrolera y nuestro país, eludiendo las soluciones improvisadas y motivadas por intereses particulares, ajenas al interés colectivo.

Ese “Poder Petrolero” ha sido multiforme y ha adquirido nombres diversos en distintas oportunidades.

Generalizadamente se autodenomina como “meritocracia”, haciendo mención a que la gerencia pública no petrolera es corrupta y partidizada –lo cual no deja de ser cierto-  pero eludiendo al hecho de ser un sistema de promoción basado en la lealtad corporativa absoluta y muchas veces en la humillación y en las horcas caudinas de los “favores” a los jefes en cada escalafón, una escala donde privan tanto los méritos como la complacencia, que se refleja cada año en una maléfica campana de Gauss, donde descubres que vas a ser promovido o eres candidato al degredo, a la congelación eterna (flotaven en la jerga post-nacionalización) o al despido: meritocracia pura.

Más recientemente, hace sólo 17 años y a raíz de los conflictos desatados por la designación de una Junta Directiva de PDVSA con  la inclusión  “agentes externos” que no calzaban los puntos de la meritocracia, ésta se renombró además como la ”Gente del Petróleo”, birlando una denominación común de todos los venezolanos vivos actualmente que, de alguna manera, somos todos gente del petróleo.

En la contemporaneidad, uno de sus principales epígonos, creador de AGROPET, la asociación de gerentes que impuso el carácter de “Sociedad Anónima” a Petróleos de Venezuela, salivando ante los catastróficos resultados actuales y previsibles en nuestra industria petrolera, anuncia que ha llegado una segunda oportunidad para la “gente del petróleo”, refiriéndose justamente a esa meritocracia que quiere volver a ser poder petrolero.

Sin más  transcribo los textos ya referidos:


El "Poder Petrolero" y sus manifestaciones

En tanto que en la segunda hipótesis de este trabajo hemos atribuido al conglomerado de intereses económicos y políticos que denominamos Poder Petrolero[3] el carácter de promotor principal de las políticas expansionistas a todo trance dentro de la industria petrolera, y habiendo iniciado su caracterización en el capítulo correspondiente a los fundamentos conceptuales de nuestra investigación, corresponde ahora aportar otros elementos, que terminan de definir los rasgos de ese factor esencial de la política petrolera venezolana:

Su núcleo matriz, como ya dijimos, lo constituyeron los "hombres de confianza" de las antiguas concesionarias, quienes, contando con el poderoso instrumento de los contratos de asistencia técnica y comercialización suscritos con sus antiguas casas matrices, -con la absoluta aceptación gubernamental de los términos presentados por éstas- se convirtieron en garantes del mantenimiento de los vínculos dependientes de la nueva empresa estatal con el capital petrolero extranjero.[4]

Esos vínculos dependientes, han dejado su impronta hasta en la estructura organizativa de nuestra empresa estatal, la cual, después de un confuso inicio con 14 operadoras, es sometida a procesos de "racionalización" para concluir con cuatro operadoras "integradas", Lagoven, Maraven, Llanoven y Meneven, que inician proyectos paralelos de exploración, explotación y refinación, garantizando la participación  de sus respectivas ex-matrices, Exxon, Shell, Mobil y Gulf, en los negocios que tales proyectos comportan: Cuatro cambios de patrón de refinación, cuatro frentes de operación en la Faja, cuatro matrices de asesoría tecnológica... La situación es tan evidente que, cuando en los Estados Unidos desaparece la Gulf, en Venezuela se liquida a Meneven.

Pues bien, estos cónsules de la transnacionalidad generan, en el seno de las operadoras, una mentalidad corporativa antiestatal, amparados en la necesidad de operar con criterios "técnicos" y no político-partidistas, estableciendo artificiosas separaciones entre "el mundo político" y "la industria", sintiéndose, al igual que sus antecesores extranjeros del enclave petrolero, "una empresa del primer mundo en un país del tercer mundo", rodeándose de una aureola de eficiencia no siempre justificada por los hechos, pero si escudada en la inmensa capacidad generadora de renta del producto que manejan, designando como "meritocracia" a un proceso de asignación de cargos gerenciales cargado de subjetivismos y exigencias de incondicionalidad:

La meritocracia es un vocablo que las nuevas generaciones petroleras oyen mencionar hasta el cansancio en cursos, discursos y seminarios, pero que en la práctica no se aplica por ninguna parte. Todo lo contrario. En la medida en la cual el individuo es competente y capaz, en la medida en que demuestre tener un alto potencial, en esa misma medida los directivos lo excluyen porque representa, en el corto y mediano plazo, el reto a la competencia que ellos, por su incapacidad, no están en condiciones de enfrentar [5]

5  Lorenzo Monti, Venezuela Hoy, Pág. 72-75  "Cuidar es Querer". Por cierto que lo señalado por Monti, un veterano de 25 años en la industria, es la primera constatación documental de lo que es motivo frecuente de quejas verbales entre la gente de la industria en tiempos de evaluación: la arbitraria utilización del método de la campana de Gauss para estratificar al personal supervisado entre óptimos, buenos, regulares y malos, con la consiguiente generación de "cadenas de complacencia" entre los distintos escalones jerárquicos. 

La sobrevaloración de sus méritos, el percibirse como ejecutivos de una empresa mil millonaria que figura en los primeros puestos del ranking mundial,  ("PDVSA has targeted an aggressive strategy of expansion to assume an increasing role in the global market as a world class major energy corporation") [6] los conduce a exigir privilegios de "Nueva Clase", como refiriera un articulista de El Universal en respuesta a otro, uno de los más connotados miembros del Poder Petrolero. [7]

 Aún cuando no negamos que quien maneja miles de millones de dólares deba recibir un tratamiento adecuado a la delicadeza y complejidad de sus responsabilidades, pensamos que tales pretensiones están vinculadas al olvido -mas que olvido, negación- de su condición de servidores públicos pues, con igual o mayor nivel de responsabilidad y legitimidad, podrían exigir tales privilegios el Presidente de la República, sus Ministros, y las cúpulas de los demás poderes públicos.

A tal punto se comportan como empresarios privados  nos lo demuestran los numerosos pliegos conflictivos introducidos por los trabajadores petroleros en las zonas operativas de oriente y occidente, motivados fundamentalmente porque esa remuneración privilegiada se detiene en las cúpulas, ante la necesidad de "racionalizar los costos".

Estas referencias a la mentalidad corporativa privatista que impera en Petróleos de Venezuela pueden parecer anecdóticas o folklóricas, sin embargo, constituyen parte fundamental de la razón de ser del expansionismo petrolero y a ellas haremos referencias en los diversos capítulos donde tratamos específicamente los resultados de los proyectos surgidos bajo esa concepción.

Por lo pronto, es oportuno mencionar algunos ejemplos del funcionamiento de ese espíritu corporativo: Las campañas alarmistas sobre los peligros a que se enfrentaría la industria petrolera si se produjera una disminución muy pronunciada de su flujo de caja como consecuencia de la aplicación de políticas "fiscalistas", el reclamo constante de "autonomía  operativa" y cese de controles e interpelaciones, la exigencia -ya aceptada por todo el espectro político nacional- de eliminar los Valores de Exportación. El recurrir a argumentos que parten de comparaciones con las grandes empresas privadas transnacionales para proclamar que la nuestra es la empresa que "paga más impuestos", olvidando  que, en el caso de Petróleos de Venezuela, son  precisamente los impuestos la materialización del beneficio neto del propietario de los activos: el Estado.

En el ejercicio de su condición, el poder petrolero apela a todos los medios a su alcance, utilizando recursos considerables para la promoción de los escenarios más convenientes a sus intereses. En ello ha tenido un resonante éxito, al convertir sus "presentaciones" en la encarnación viva y  generalmente aceptada de "la verdad petrolera".

Sus esfuerzos han ido desde  las campañas institucionales y el adoctrinamiento de los periodistas que cubren la fuente, hasta la "toma" de "El Nacional" por uno de sus más destacados espadachines: Alberto Quirós Corradi.

Ni los más radicales se han salvado del masaje ablandador y, además de la particular indiferencia por estos temas que se ha generado en ellos, del dejar el problema a "los técnicos",  no es ya extraño ver, de vez en cuando, a algunos de los más destacados declarando sobre la exagerada presión fiscal que aqueja a PDVSA y la urgencia de eliminar los Valores Fiscales de Exportación, o la necesidad de "ponerle comillas a la OPEP"  [8].[1]

Hace unos seis años, durante nuestra última visita-almuerzo en el Pent-House de PDVSA, -en tal oportunidad como miembro de una delegación de profesionales y técnicos del MAS- tuvimos la desagradable necesidad  de manifestar, de viva voz, nuestro desacuerdo con otro miembro de la delegación, quien inquiría al complacido Directorio de la Casa Matriz con un enfático  "¿Hasta cuándo vamos a quedarnos en la OPEP?" que hablaba muy bien de la moderación y modernidad de los técnicos de ese partido.


El otro ejemplo que queríamos referir respecto a esta manera de presentar las cosas, no se contrae a una cita, sino a toda una trayectoria documental y declarativa en ese sentido. Nos referimos a Humberto Peñaloza, Ex-Directivo de PDVSA y maestro de las "presentaciones", desde la época de "Los Grandes Números de la Industria Petrolera Nacionalizada":

"...los recursos financieros que PDVSA y sus filiales proporcionan al fisco nacional por vía de impuestos..."

"...una industria tipo primer mundo en un país empeñado en mantenerse en el tercermundismo."

"...la IPN ha venido cumpliendo a cabalidad las misiones que le fueron asignadas en el acto nacionalizador, y ha seguido con rigor y disciplina los lineamientos emanados del Ministerio de Energía y Minas en representación del Ejecutivo Nacional.
De modo que no tiene asidero alguno la especie de que la industria petrolera se comporta como un Estado dentro del Estado."

"...el Estado, dueño del negocio, toma para sí las dos terceras partes del ingreso por venta de hidrocarburos. Después de pagos al fisco y de cubrir los costos y gastos de operaciones, la IPN apenas retiene como ganancia el 10% de esos mismos ingresos por ventas, una retención estructuralmente insuficiente para una industria que, como la petrolera, es intensiva de capital y exigente de tecnología." [9]

[1] Humberto Peñaloza, "Ideas Preliminares para la Formulación de una Estrategia Petrolera Venezolana a Más Largo Plazo". Ponencia presentada a la Comisión Asesora del Presidente de la República en Asuntos Petroleros. Agosto de 1991. Págs., 44-46, 58.

"El Gobierno ha irrespetado la autonomía financiera de PDVSA. Ese irrespeto no sólo está dado por la desviación de los recursos en dólares que, en calidad de reservas, poseía PDVSA en el exterior ganando buenos intereses sino por la insoportable tasa impositiva." [10] .

[1] H. Peñaloza, El Universal, 18 de febrero de 1992

La manipulación es más burda y descarada mientras más nos alejamos de las fechas en que se levantaron aquellos polvos que hoy producen estos lodos y así, para dos de sus ex-presidentes y su actual presidente, PDVSA aparece como una pobre víctima, que se debate

"entre el endeudamiento y la voracidad fiscal...hoy parece cada vez más afectada por la crisis financiera y fiscal que sacude al sector público venezolano y a su economía toda." [11]

[1] El Universal, 13 de marzo de 1993, loc. cit.

[1] "La aplicación de ese régimen fiscal ha determinado que, vía Valores Fiscales de Exportación (VFE), el fisco nacional le ha escamoteado a la IPN durante el período 1976-1990 el equivalente a todo el aporte legal (13.166 MM$) más una ñapa de 4.154 MM$, para un total de 17.320 MM$".

Humberto Peñaloza, Ideas Preliminares Para la Formulación de una Estrategia Petrolera a Más Largo Plazo, Caracas agosto de 1991. Vers. Mimeog.

[1] "Sector privado solicita eliminar Valor Fiscal de Exportación a PDVSA" /...Fedecámaras, Colegio de Ingenieros de Venezuela, las cámaras Petrolera, de la Construcción y de Empresas Consultoras, y la Asociación de Industriales Metalúrgicos y de la Minería de Venezuela manifestaron su apoyo firme al planteamiento del Ministerio de Energía y Minas, MEM, y Petróleos de Venezuela en cuanto a que los fondos necesarios para los programas de nuestra principal industria surjan de la eliminación gradual del VFE.

/... La eliminación del Valor Fiscal de Exportación se ha convertido en punto de honor de la dirigencia petrolera, la cual considera que es una camisa de fuerza a su crecimiento y operación.

/ Ana Díaz, El Nacional, 18-12-91, Pág. D-7.

Con lo anterior estamos reafirmando una posición sostenida por años, como lo demuestra un artículo escrito en noviembre de 1982 y que transcribimos íntegramente por su carácter inédito y porque encaja exactamente en la argumentación que venimos realizando, titulado "El Conflicto BCV-PDVSA:  Petróleo, Poder e Intereses Nacionales" .    Aclaremos previamente que algunas de las circunstancias descritas en el texto han sufrido modificaciones, pero el problema planteado sigue siendo sustancialmente el mismo.

 La suscripción de un nuevo convenio cambiario entre el  BCV y el Ministerio de  Hacienda, que condujo a la centralización de las divisas del país en las arcas del instituto emisor, ha provocado un vendaval de reacciones de variado tono y calibre. Y ello no es gratuito porque la cuestión tiene una entidad suprema: se trata del PODER con mayúsculas, se pugna por el control de los excedentes del negocio petrolero.

Para un grueso sector de la opinión la cuestión se resume diciendo que el Gobierno le ha quitado las divisas a Petróleos de Venezuela, de lo cual se coligen las más ominosas consecuencias para la gallina de los huevos de oro.

Desde nuestro punto de vista, por el contrario, lo anómalo era la situación anterior, que permitió la conversión de la industria petrolera en un Estado dentro del Estado, con una autonomía supranacional que le permite no rendir cuentas a nadie. El Poder de ese ente paraestatal es tan grande que se ha permitido mostrar públicamente su resistencia a la medida ejecutiva, tornándose intransigente en la suerte de comisión de avenimiento que hubo de constituirse para negociar la aplicación del referido convenio. Los voceros de la industria han proclamado la inconveniencia de todo control externo sobre sus operaciones mercantiles internacionales. Externo en este caso es el Banco Central, pero también lo serían la Contraloría General de la República y el Congreso Nacional si alguna vez pudieran materializar sus infructuosos intentos en el mismo sentido. El Presidente de PDVSA se atreve, en acto de suprema soberbia, a afirmar que "las medidas cambiarias deben ser temporales" (El Nacional 3-11-82).

 Lo cierto del caso es que los dólares en cuestión no pertenecen a PDVSA ni a sus operadoras. Ellos son el producto de la liquidación de un patrimonio colectivo de todos los venezolanos: sus recursos petroleros. Sin embargo, por las peculiaridades de la nacionalización llevada a cabo en el país, a las operadoras nacionalizadas se les aplica un tratamiento similar al que recibían las antiguas concesionarias, cobrándoseles regalías e impuesto sobre la renta a partir de una previa fijación de "valores de exportación" con fines exclusivamente fiscales. Esta circunstancia determinó que parte de los beneficios obtenidos por el país en la venta de petróleo y productos pudiera ser represada en los "fondos de reserva" mantenidas por la industria en cuentas bancarias en el extranjero. Estos fondos, que por su magnitud dejan de constituir un simple capital de trabajo, fueron pilar de la referida autonomía de la industria: en ninguna instancia del poder estatal venezolano se discuten, revisan, aprueban o desaprueban los gastos e inversiones de PDVSA y sus operadoras. Tales magnitudes son siempre un dato que se conoce las más de las veces como hecho cumplido. Es patética en este sentido la incómoda situación del máximo organismo planificador del Ejecutivo, CORDIPLAN, cuando tiene que explicar las razones de tal o cual partida de los planes petroleros: sencillamente no las conoce.

La gravedad de la situación no está en la minusvalía de un órgano del Estado frente a otro, sino en que esa autonomía de la industria petrolera sólo es tal frente al país y se alimenta de una relación subordinada con el capital petrolero transnacional a través de los Contratos de Asistencia Técnica, Comercialización y Gestión, que han permitido a esas grandes corporaciones seguir teniendo injerencia en el negocio petrolero venezolano, obteniendo pingües ganancias sin riesgo alguno y determinando el rumbo de la industria como proveedor seguro del mercado petrolero norteamericano y con sustanciales descuentos sobre los precios marcados por la OPEP, hasta el punto de convertir al país en el oferente del petróleo más barato del mundo.

Ahora bien, es evidente que en la escogencia del momento para suscribir el referido convenio han influido las "intenciones cosméticas" -según la calificación que le diera el Wall Street Journal- de un gobierno apremiado por presentar garantías a la hora de refinanciar sus deudas en la banca internacional. Pero la discusión sobre el destino de esas divisas es materia de interés público y es sólo ahora, que han salido de la caja negra en que eran mantenidas por la industria petrolera, cuando la opinión nacional puede tener injerencia real en la determinación de ese destino.

La oportunidad debe ser aprovechada para ponerle bridas al desbocado poder de un enclave gerencial que opera con criterios no contrastados con las prioridades del país y generalmente desconocidos por una voluntad de ocultamiento que es parte de su base de poder.

El papel de las operadoras y su casa matriz tiene que limitarse a la eficiente gestión y desarrollo de la industria, de los recursos petroleros del país. La administración de los beneficios de esa actividad es de la competencia del poder público a través de sus diversos órganos ejecutivos y debe estar, sin omisiones ni privilegios de confidencialidad, bajo control y supervisión legislativa. [12]

[1] C. Mendoza P., Loc. Cit.

"En este sentido, PDVSA contempla presentar al Ejecutivo un Proyecto de ley para la eliminación gradual del VFE partiendo de una tasa del 19% a partir de 1992. El año siguiente, la proporción sería del 16%, en 1994 el 13% y el 10% y 5% para 1995 y 1996, respectivamente. Hacia 1997, el Valor quedará eliminado, pero Venezuela tendrá una posición más holgada y ventajosa en el mercado petrolero internacional con una industria solvente, sin problemas de flujo de caja, y adaptada a las necesidades de sus clientes.[13]

  [1] Ana Díaz, Loc. Cit., El Nacional 18-12-91. Subrayado nuestro.


La alta tributación fiscal, la cual ni siquiera permite en el futuro inmediato hacer las inversiones necesarias para compensar la declinación y mantener la capacidad de producción, es el principal obstáculo que encuentra la Industria Petrolera Nacional para su desarrollo.

De mantenerse esta situación, mucho menos se realizarán las inversiones en los proyectos en refinación requeridos, tanto para aumentar la capacidad de procesamiento de nuestros crudos P/XP, como para cumplir los requisitos de calidad de productos exigidos por nuestros mercados, reduciendo nuestra habilidad para competir en un mundo con tendencias ambientalistas cada vez más acentuadas.

Por ello, el Plan de la IPPCN se basó en la premisa fundamental de aliviar la carga tributaria sobre PDVSA mediante la reducción progresiva del valor fiscal de exportación hasta su total eliminación en tres o cuatro  años...[14]

[1] PDVSA, Loc. Cit.

En el trienio pico de 1981-83, campeaban por sus fueros los megaproyectos de la Faja, farragoso emprendimiento del poder petrolero venezolano, de cuyas consecuencias todavía se resiente el país, aunque sus dirigentes no tengan conciencia de ello y los gestores de tales fiascos sigan pontificando y haciendo gala de "eficacia gerencial". El repunte de 1990-91 se hace al calor de nuevos megaproyectos, "el megadisparate de PDVSA" al que alude el Dr. Mieres, con el cual los petroleros venezolanos pretenden mantenerse dentro de "las grandes ligas" de la industria mundial.

"Para emprender estos planes 'grandiosos', PDVSA necesita liberarse de los controles 'parroquiales' del MEM, de Hacienda, de CORDIPLAN, de la Contraloría -de todo lo que la ate al Ejecutivo Nacional-, del Congreso, por supuesto, y de cualquier  'cuota' u obligación con la OPEP. Liberarse de la estrecha dependencia nacional' y manejarse como la 'gran transnacional' que se siente".[15]


Con este conjunto de cifras, extraídas con pinzas de los resbalosos Informes de PDVSA, en la época en la cual todavía aparecían explícitamente rubros que luego se consolidaron según  la práctica habitual, podemos aproximarnos a un estimado conservador de recursos comprometidos en los proyectos de la Faja entre 1978 y hasta el presente, del orden de los 5.000 millones de dólares, entre inversiones clasificadas como tales y desembolsos cargados a "costos operativos".

Tales cifras muestran la desaprensiva largueza con la cual se comprometieron los recursos de la Nación en un proyecto inviable. La pauta de esa generosidad la marcó el para entonces Presidente de Lagovén, Guillermo Rodríguez Eraso, quien en 1981, en un discurso en Nueva York, describe así los planes de PDVSA en la Faja:

At present we are actively working on two specific projects in the Orinoco Oil Belt Area... (Se refiere al DSMA y Guanipa 100+
The investment required for these two projects is estimated at eight billion dollars of 1979 and includes substantial expenditures for infraestructure as this is virtually virgin territory. Other projects of similar magnitude will necessary to raise production level from the entire Orinoco Oil Belt to one million barrels per day the year 2000, as contemplated in Venezuela's long range energy plans.
  ...
 The total investment program that we have undertaken will require some $ 25 billion over the next six years. Afterwards and until the end of this century, the yearly rate of investment is likely to average some $ 5 billion (in 1980 dollars. We expect to generate most, if not all, of this capital internally, through reinvestment of future earn. Up to now, we have set aside more than six billion dollars to be used exclusively for future oil development activities.  [16]

Destaquemos de paso la majestuosa declaración según la cual "por ahora hemos apartado más de seis mil millones de dólares..." como una confirmación del funcionamiento de la mentalidad corporativa del poder petrolero, al asumirse a sí mismos como gerentes de una empresa con soberanía supraestatal. Ello nos permite también comprender la furia con la cual reaccionaron los ejecutivos petroleros cuando ese fondo en dólares fue bolivarizado por el Banco Central en tiempos de Díaz Bruzual.

Al escuálido resultado de esos cuantiosos  desembolsos se puede aplicar el viejo símil "...y la montaña parió un ratón". En efecto, si nos atenemos a los datos de la Memoria del Ministerio de Energía y Minas de 1991, de los 30.292 millones de barriles de crudo extrapesado de la Faja identificados para ese año como "reservas probadas" del país, se producen, en promedio, 14.767 barriles diarios, que representan el 0,018% de tal acumulación y, a ese ritmo, un horizonte productivo de más de 5.620 años. Para 1992, y de acuerdo con la Memoria de Minas de ese año, la producción de extrapesados aumentó a 38.147 barriles diarios (0,045% de 30.304 miles de millones de barriles  y la relación reservas-producción descendió a 2.176,4 años....   [17] 


El 2 de marzo de 1993 fueron reproducidas por la prensa venezolana algunas de las conclusiones de un estudio de la British Petroleum, "Producción de Venezuela 1920-2030", que confirman, por si algo faltara, todo lo dicho:

"Desde el punto de vista económico, sostiene la British, los programas de la Faja no son todavía lo suficientemente atractivos pues se trata de proyectos con una ingeniería muy compleja y altos costos de inversión. A los actuales precios del petróleo, los proyectos de crudos pesados resultan marginales "en el mejor de los casos" (comillas de la periodista, n.n.)  y si se comparan los rendimientos con la magnitud de la inversión requerida el barril de petróleo debería tener un precio constante de 25 dólares"  [18]

 El informe en cuestión no tiene desperdicio. Así, por ejemplo, confirma nuestra estimación sobre el monto de lo invertido hasta ahora en la Faja, cuando asienta que "una planta de procesamiento de 110.000 barriles/día de capacidad cuesta entre 4.000 y 4.500 millones de dólares". (Recuérdese que hablamos de un monto global de 5.000 millones de dólares entre inversión y "costos operativos" y que la capacidad instalada actualmente es de 103.000 barriles diarios)

Por lo demás, British se recrea en las posibilidades venezolanas de expansión de las reservas de crudos livianos y medianos, recomendando el inicio de "un esfuerzo concertado de exploración", perforar 350 pozos exploratorios, etc., que merecerían consideración crítica y detallada, pero, por ahora, nos interesa destacar la acotación final de la periodista, en la cual se asienta la autoridad con la cual British Petroleum hace el estudio:

"Cabe destacar que BP firmó con PDVSA, en marzo de 1991, una carta de intención para estudiar la factibilidad de un desarrollo conjunto en la Faja del Orinoco. Un año más tarde, la empresa petrolera británica decidió no continuar, alegando que no tenía tecnología para adelantar un proyecto de esa naturaleza".  [19] 

Veinte días más tarde, recibimos otro mensaje del capital petrolero internacional, esta vez de boca del Presidente de la empresa petrolera francesa Elf-Aquitaine quien, de paso, refuta la idea de que la  inviabilidad de los proyectos de la Faja dependa exclusivamente de la alta tributación.  Respondiendo al periodista que le trasmite la "verdad petrolera" sobre tributación, dice:

"Eso es cierto, pero no niega que usted no puede rivalizar hoy en día con un crudo pesado, cualquiera que sea la voluntad de disminuirle el impuesto, [Subrayado nuestro] y un crudo ligero de zonas fáciles de explotar. Eso es imposible. Está claro que para la economía venezolana ustedes tienen un petróleo que puede costar diez veces más que otro.
...
Venezuela para preparar el futuro de sus nietos tiene ganas de demostrar que el petróleo pesado, que es una de sus riquezas, puede ser explotado.
 ... 
Ahora, desde el punto de vista económico es más interesante tanto para Venezuela como para las compañías hacer ese trabajo con el petróleo liviano. Y esto es cierto también para la refinación".
....
No hay posibilidad de decir hoy en día que se va a aumentar de dos millones de barriles diarios a cuatro millones de barriles diarios gracias al crudo pesado. Esa es una posibilidad que no existe.    [20]

La respuesta no se hizo esperar, al día siguiente, la transcriptora habitual de noticias de PDVSA en el diario de Puerto Escondido titula: "En la estrategia de PDVSA, Petróleos liviano/mediano y la Faja pesan lo mismo". [21]  Es decir, llueva truene o relampaguee en los campos de la factibilidad económica, los proyectos de la Faja se mantienen.

Al concluir la referencia a uno de los proyectos más irracionales del inversionismo petrolero, creemos propicia la oportunidad para llamar la atención, una vez más, sobre la impunidad con la cual los miembros del poder petrolero planifican fiascos colosales que gravitan negativamente y por décadas sobre la economía nacional, mientras siguen pavoneándose con sus deslumbrantes auras de eficiencia empresarial.

No nos llamamos a engaño  buscando explicaciones de esta paradoja en la simple ceguera y capacidad de olvido de la gente, o en la eficiencia de los departamentos de Relaciones Públicas. Ratificamos la convicción de que se trata, por sobre todo, de un prestigio bien merecido, contante y sonante para los eternos aprovechadores: los fracasos del sector empresarial público siempre han sido generosas fuentes de enriquecimiento privado. Para Gloria Eterna de los Mecenas petroleros. Esto es lo que importa.

"Así, en base a un análisis típicamente folklórico y como producto de innumerables viajes turísticos, entró la industria petrolera a formar parte del mundo de las empresas multinacionales...

La realidad se presentó, casi de inmediato, bajo un aspecto muy diferente. Los pronósticos de nuestros "expertos petroleros" resultaron fatales. Los precios de los crudos a finales de 1985 y principios del 86  se encontraban en sus valores más bajos  en los últimos diez años.
Por otra parte, lo que en principio se había considerado como una apertura en la exportación de crudos pesados, en la realidad se transformó simplemente en el desplazamiento de volúmenes de petróleos medianos y livianos que se estaban procesando en nuestras refinerías. En el caso específico de la Refinería El Chaure, ubicada en el área de Puerto La Cruz, la planta de parafina proyectada para ser construida allí para procesar crudos serosos, tuvo que ser cancelada para satisfacer la demanda de ese mismo tipo de crudo en las instalaciones de la Veba Oel."   [22] 

Ahora bien, volviendo al argumento principal: la posesión de refinerías en los mercados finales garantiza la colocación de crudos venezolanos en los mismos. A nuestra manera de ver, esa suposición -premisa de mercado para las políticas de expansión de la producción en condiciones de competencia abierta por colapso de la OPEP- olvida que tal garantía sólo podrá obtenerse en condiciones de precios desfavorables para el país: no basta con ser accionista o dueño absoluto de refinerías en los mercados finales. Cuando se pretende conquistar tales mercados por el camino de la complacencia, es necesario ofrecer ventajas efectivas, las cuales tienen solo un nombre: menores precios.

 "PDV's internationalisation drive, which began in Germany in 1983, has always been controversial. Critics said that the discounts PDV was obliged to apply on its heavy crude to meet German market specifications made the whole undertaking unprofitable. In any case, the company does not apply transfer prices between its various subsidiaries.   [23] 

Esta condición se refuerza aún más por la exigencia de los socios externos, a los cuales hay que garantizar un margen de beneficios aceptable. Esa garantía es incompatible con un esquema de precios relativos favorable al crudo. Es historia estadísticamente comprobable el hecho de que, en períodos de alza de los precios del crudo, el margen del refinador tiende a minimizarse, y en muchos  casos a hacerse negativo -como ya lo hemos referido y presentaremos en los ya anunciados gráficos y cuadros-, ante la imposibilidad de asimilar inmediata y completamente, en los precios de los productos, las variaciones registradas en los crudos. En consecuencia, ofrecer garantías sobre un margen positivo, como prenda para tales asociaciones, significa una sola cosa: precios del crudo siempre inferiores a los prevalecientes en el mercado de que se trate.

De una cierta manera esto es lo que está sucediendo, pues al ir "downstream", la industria petrolera venezolana se está comprometiendo en fases menos rentables del negocio, alejadas de la ventaja inicial (y fundamental)  que otorga la simple posesión de las reservas de crudo. Se está incurriendo en mayores costos de venta, proceso y distribución, en el exterior, sin que necesariamente ello represente un incremento en la percepción neta por barril de crudo o productos, más aún esos resultados netos pueden ser negativos, es decir, generar un rendimiento inferior al de la venta pura y simple de crudo y productos refinados localmente. Tal es el caso cuando, por ejemplo, se somete el ingreso por ventas a acuerdos de tipo net-back como sucede en las relaciones establecidas dentro de la Veba Oel.

Los acuerdos tipo net-back han sido inventados justamente para eso: El refinador tiene garantizado un margen de beneficios preestablecido, cargando el peso de la incertidumbre sobre la remuneración del productor del crudo, porque esa remuneración será siempre el resultado, residual, de la evolución de los precios de los productos.

Pues bien, los resultados del net-back sobre los envíos de crudo a Ruhr Oel, correspondientes a 1990 y 1991, 12,04 y 10,04 dólares por barril, respectivamente, arrojan un saldo negativo de 8,29 y 5,88 dólares por barril con respecto al promedio de los ingresos unitarios del país por ventas exportadas de crudo y productos en cada uno de esos años: 20,33 y 15,92 dólares por barril.   [24] 
 En la misma fuente se informa que los resultados de este net-back ya están incluidos dentro de las cifras de ventas exportadas desde Venezuela.

Desde luego, sólo así PDVSA ha podido ubicarse como un proveedor considerable en Alemania, y en Europa en general: al costo de disminuir la percepción unitaria por barril de crudo producido y procesado. Este camino para ubicarse en una franja del mercado no es objetable en sí mismo y,  por lo tanto, no es en ese plano donde se plantea la discusión. El problema radica, más que en la evaluación cuantitativa de los resultados globales que arroja este programa de adquisiciones externas para la Nación venezolana, tasas de retorno de la inversión, etc., en la cuestión de la soberanía y de los costos de oportunidad a que hemos hecho referencia tantas veces: el carácter ilegítimo de la disposición de recursos nacionales sin conocimiento de los poderes públicos y sus órganos competentes. ¿Quién decidió que ése era el destino óptimo de tales recursos? ¿En el marco de cuál estrategia macroeconómica?

La forma como el poder petrolero toma sus decisiones y elude el control de los poderes públicos es del dominio público, hasta internacionalmente. Así lo evidencian los comentarios de María Kielmas, analista ya citada, sobre la posición de los ejecutivos de PDVSA frente a la orden presidencial de vender parte de los activos adquiridos en el exterior -orden, por cierto, referida en lo fundamental al capital accionario de Citgo, a la cual la posesión en un 100% por parte de PDVSA colocaba en una situación de empresa extranjera, vulnerable y pasible de medidas proteccionistas por parte de las autoridades norteamericanas, mientras que se consideraba factible alcanzar los objetivos propuestos con una participación menor, aunque mayoritaria,  en ese capital accionario :

"...Die-hard proponents of internationalization believe they can delay Perez's orders until he leaves office in little more than a year's time.[25]




[1] https://www.aporrea.org/autores/mendoza.potella
[2]  Carlos Mendoza Pottellá, El Poder Petrolero y la Economía Venezolana, UCV, CDCH, Caracas 1995.
[3]El uso del concepto "poder" en este caso, está referido, tal como lo señalamos en el texto, a la caracterización de un conglomerado de intereses económicos y sociales,  uniformados por una cultura particular: el expansionismo petrolero.  Debemos, sin embargo, y ante las dudas expresadas por algunos colegas, aclarar que no pretendemos adentrarnos en los mares procelosos de la politología, ciencia por la cual sentimos un gran respeto.

[4]C. Mendoza P. "De las Concesiones a los Contratos...", Op. Cit.


[6]PDVSA UK, S.A. A Review of European Issues and Strategies, Alternate options for PDVSA, London, KD274R263. ¿1991?

[7] Rubén Jaén C., "Una Industria Compleja", El Universal, 31-8-91, al responder a otro artículo de Alberto Quirós Corradi sobre la "política de envidia por los gastos faraónicos de PDVSA", donde sostiene que los ejecutivos de PDVSA "tienen derecho a usar los aviones de la empresa en viajes particulares,..., disfrutar de vacaciones pagadas en el extranjero, ir a los mejores hoteles, viajar en primera clase y disponer de carros con chofer, dentro y fuera del país".








[15] F. Mieres, "Los Megaplanes de PDVSA y la Quimera del Norte", en "El megadisparate...", Loc. Cit., pág. 14.
[16] Address of Guillermo Rodriguez Eraso, President of Lagoven, S. A., to the Venezuelan-American Association of the United States. St. Regis Hotel, New York, January 8, 1981. Versión de Teletipo.

[17] En capítulo subsiguiente hacemos un detallado análisis de la significación de estas cifras.
[18] El Nacional, 2 de Marzo de 1993, pág. D-8, Ana Díaz, "Recomienda British Petroleum: Concentrar las Asociaciones en Crudos Livianos y Medianos"

[19] Ibíd.
[20] "Venezuela debe invertir su dinero en el desarrollo de crudos livianos", Loik Le Floch-Prigent, presidente de ELF-Aquitaine, en declaraciones a Alfredo Palacios. El Universal, 22 de marzo de 1993, pág. 2-1.
[21] Ana Díaz, El Nacional, 23 de marzo de 1993, pág. D-8.

[22] Lorenzo Monti, Op. Cit., págs. 47-48.

[23] María Kielmas, "Little Moves Ahead of an Explosion", Petroleum Economist, November 1992, págs. 14-17.
[24] PDVSA, Resultados Año 1991, Introducción.

[25] María Kielmas, Loc. Cit. ¡Y así sucedió!  Pérez hubo de concluir involuntaria y anticipadamente su mandato y, hoy, Citgo sigue siendo una filial 100% propiedad de PDVSA.