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sábado, 25 de julio de 2020

Petróleo, Ignorancia y Conveniencias particulares

Apuntes para la historia de la ignorancia petrolera en Venezuela

Carlos Mendoza Pottellá

Julio 2020

Dedicado a las Escuela de Economía de la UCV

Antes que nada, debo pedir excusas al lector por las numerosas referencias personales que haré en este trabajo, centrado en incidencias académicas en las cuales tuve participación.

Podría haber titulado este trabajo con algo así como “memoria de las batallas perdidas” pero, en verdad, mi propósito es contemporáneo: tratar de incentivar la voluntad colectiva de alcanzar conocimientos profundos de la realidad nacional,  tales que nos conduzcan a convertirnos en auténticos ciudadanos conscientes, garantes  y responsables de la Nación y de su futuro.

Desde luego, dadas las condiciones que vive el país, nuevamente viene a mi mente la imagen trágica de los músicos del Titanic, en este caso, lamentando tragedias pasadas y  soñando con el futuro en medio del naufragio.

Una de las condiciones que han dado pie al florecimiento de toda clase de improvisados “expertos” en materia de economía y política  petrolera, algunos de los cuales tratan diariamente  de vendernos  sus particulares recetas mágicas para la solución de las catastróficas circunstancias del país y de su industria, lo constituye el conjunto de reformas que, al calor del Consenso de Washington, la globalización y “el fin de la historia” después de la caída del Muro de Berlín, determinaron, a finales de los años 80 del siglo pasado, entre otras “modernizaciones”,  la eliminación de materias tales como Historia Económica, Geografía Económica de Venezuela, Economía Agrícola, Economía Industrial, Economía Política Fiscal y Monetaria y, desde luego,  Economía y Política Petrolera y Minera, de los programas de las Escuelas de Economía y otras ciencias sociales de las universidades del país.

En efecto, en 1989 se impulsó en varias universidades estatales y privadas un cambio de pensum modernizador, el cual se centraba, en el caso de las escuelas de economía, en la profundización de las materias modelísticas, micro y macroeconómicas teóricas, cuentas nacionales, estadísticas y matemáticas, de tal suerte que los economistas venezolanos estuvieran al nivel de su colegas internacionales, formados bajo el mismo patrón.

Las ideas claves eran las que sostenían que el subdesarrollo era una condición mental y la dependencia una construcción ideológica, inconsistentes con el mundo globalizado y unipolar en el que debíamos insertarnos, un mundo en el cual las ruralidades y diferencias nacionales sería irrelevantes.

Así, nos encontramos que de un pensum fincado en la aprehensión de los rasgos estructurales de la realidad circundante pero con una insuficiente dedicación al

estudio de los fundamentos teóricos del análisis, pasaremos, en una típica reacción pendular, a otro en el cual, si bien se abre cauce a la cabal formación teórica básica, se desdibuja y minimiza la importancia de las características específicas de nuestra realidad nacional, latinoamericana y tercermundista, desapareciendo en la

práctica como problema teórico.[1]

Siendo loable el interés en el crecimiento de la capacidad analítica del economista venezolano, la forma  como esa actualización se puso en práctica separó a estos profesionales de conocimientos  generales y específicos, fundamentales para el ejercicio de su especialidad en la realidad circundante, la economía real donde les correspondería actuar.

Y hablo de conocimiento básico, porque a mi manera de ver no se trataba, como se quiso justificar entonces,  de que los contenidos suprimidos del pensum serían materia de postgrados superespecializados, vale decir instancias académicas creadoras de futuros expertos en economías aplicadas, verbigracia, agrícolas, industriales, petroleros, etc.

Dada la reconocida preeminencia de la industria del petróleo en Venezuela, en el caso de la materia en cuestión, ello equivalía a una emasculación auto infligida de la capacidad de evaluar, desde el nivel de formación básica, la principal de las peculiaridades de la economía venezolana, una inexplicable voluntad de abstraerse de la avasalladora realidad circundante.

Contra ese desaguisado se levantaron voces de ilustres economistas, tales como Domingo Felipe Maza Zavala, Armando Córdova, Héctor Malavé Mata, Gastón Parra Luzardo, Francisco Mieres, Irene Rodríguez Gallad, Bernardo Ferrán,  Orlando Araujo y otros, así como de los profesores de esa materia en el momento, entre los cuales me encontraba y a quienes se nos acusó de “defensores del conuco” que nos daba nuestros sueldos.

A propósito de ello, transcribo los últimos y amargos párrafos de la citada comunicación de 1989:

Nuestros proyectistas sostienen que si los miembros de la mencionada cátedra quieren “defender” la pertinencia y necesidad de esa materia dentro de los estudios de economía en Venezuela, “deben demostrar” ante quienes tienen, al parecer, el poder de incluir o excluir materias, las razones por las cuales consideramos que la economía petrolera tiene rango y especificidad suficientes para ser tomada en cuenta como una materia separada y no como un tema dentro de la proyectada asignatura Problemas Económicos de Venezuela.

 

Debo decir, en primer lugar, que el problema en discusión es de una entidad teórica tal, que no puede limitarse a la defensa de una parcela de intereses académicos y, en ningún, caso depender de que una cátedra asista o no a las reuniones, defienda o no su “comedero”; ello equivale a reducir el debate a una infinita subalternidad y remitirlo a los envilecidos canales “democráticos”: aprobado por mayoría, como cualquier colegio electoral, con todo y votos cuadrados.

 

En segundo lugar, fuera de hacer mención al carácter petrolero de nuestra sociedad en su conjunto, condición que algunos quieren olvidar y otros tapar con un solo

dedo, me niego definitivamente a hacer tal demostración, simplemente porque considero que nada vale la más elocuente de las exposiciones ante quienes tienen

tal capacidad para cerrar ojos y oídos ante la aplastante realidad cotidiana.[2]

 

En lo personal, dado el cambio de pensum, me correspondió dictar, durante 10 años,  un tercio semestral de Economía y Política  Petrolera en una materia pasticho en la cual los estrategas del nuevo pensum  habían concentrado contenidos de economía agrícola, industrial y petrolera. Durante dieciocho semestres me mantuve en esa limitada actividad, hasta el año 2000, cuando hube de retirarme por mi designación en un cargo diplomático.

La motivación principal de estas líneas parte, precisamente, de la revisión de viejos papeles sobre el tema, entre los cuales apareció una minuta de la reunión del 7 de octubre de 1999 de la Cátedra de Política Económica de la Escuela de Economía de la UCV, de la cual era miembro.

En esa reunión, a la cual, coincidencialmente, no fui convocado, tal como se asienta en el mismo documento en cuestión, se trató el tema de la asignatura Política Económica III, justamente la materia pasticho en la que ya tenía diez años compartiendo con profesores de Economía Agrícola y Economía Industrial.

Y precisamente, la jubilación de los profesores de esas asignaturas planteaba el gravísimo problema discutido por esa Cátedra: “La asignatura quedó reducida exclusivamente a la temática petrolera”.

Estudiadas todas las alternativas, el acuerdo de consenso de ese cónclave, en mi ausencia “coincidencial” y conveniente, fue: “solicitar al Consejo de Escuela abrir el proceso para eliminar las asignatura Política Económica III”.

Tres años antes, y siete después de la modificación del pensum pude constatar la eficiencia del nuevo Plan de Estudios en la formación de un economista a tono con los tiempos, así lo relaté:

El pasado viernes 3 de mayo me tocó conocer la nueva Escuela de Economía de la UCV.

 

En un foro sobre la privatización de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) donde todo iba por un solo camino:  

 

¿Cuáles serán los mejores instrumentos financieros para poner en práctica esa privatización?

 

 ¿Cotizar en la Bolsa de Caracas o en Wall Street?

 

¿Repartir acciones a cada venezolano o crear fondos de inversión?

 

 ¿Privatizar de una sola vez o por etapas?

 

La convocatoria al foro ya lo anunciaba todo: dos profesores del Instituto de Estudios Superiores en Administración (IESA), un director de PDVSA y apenas un profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

 

La nota ambiental la dieron los dirigentes del otrora combativo Centro de Estudiantes de Economía, disfrazados de yuppies e instalados en el presidium con actitudes pensativas y un mutismo autista.

 

El centro ideológico fue definido por el profesor del IESA, Hugo Farías: “Hay que privatizar porque el Estado venezolano no es el Estado inglés”, razón muy parecida a aquella que justificaba la inexistencia en Venezuela de instituciones democráticas serias porque no somos suizos.

 

De repente apareció un dinosaurio, profesor de una materia desaparecida hace siete años, Economía y Política Petrolera y Minera: “¿Ustedes saben qué es lo que quieren  privatizar?”, preguntó José Rafael Zanoni.

 

Y ello estimuló a que otro dinosaurio de la misma asignatura, el suscrito, se presentase, dijera su nombre y recordara que alguna vez, en esta escuela existió una materia que trataba sobre estos temas.

 

Confieso que sentí una profunda vergüenza por mi escuela y mi facultad.

 

“La Nueva Escuela de Economía de la UCV”.

Carta abierta a la comunidad de la Escuela de Economía distribuida personalmente el 7 de mayo de 1996. [3]

 

 

En busca de la raíz de esta novelera fobia hacia el estudio de temas petroleros, voy a referir incidencias coetáneas que nos darán algunas pistas de motivaciones y causas eficientes:

Aquellos eran los tiempos en los cuales PDVSA había otorgado “soberanamente” tres campos petroleros a LUZ, UDO y UCV para ayudar a la formación de sus técnicos petroleros y, de paso, financiar a esas universidades, perennes pedigüeñas de mayores presupuestos.

 Ese apoyo, sin embargo tenía condiciones no escritas pero muy precisas y entendidas por algunos destinatarios…

Al respecto, en esos tiempos escribí un artículo, recogido también en mi citado Nacionalismo Petrolero…”

Todo parece indicar que, con su oferta de tres campos petroleros a tres universidades, entre ellas la UCV, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) ha hecho una jugada

maestra. Una oferta al estilo de El Padrino, de esas que no pueden rechazarse, ha puesto la carne de gallina y vencido algo más que los escrúpulos de ciertos sectores

universitarios, que desde entonces han comenzado a recoger sus discursos radicales y a rezar todas las noches el “yo pecador me acuso ante dios-Giusti”, por

haber tolerado –venialmente, porque fue sin identificarse mucho– las irracionales críticas a la política petrolera oficial que hacían algunos profesores extremistas

como el suscrito. Además –perdónalos Dios– había el atenuante de que se consideraba a esas críticas como folclóricas e inofensivas.

 

Esa oferta de la cúpula gerencial de PDVSA ha sido percibida y acogida como lo que es: un soborno para que las autoridades universitarias “sensibles” acallen, ellas mismas, y en nombre de los intereses trascendentes de la universidad, a los molestos críticos universitarios. Muchos, eufóricos, pero callados, se frotaban las manos... Pero no hay felicidad completa, nunca falta un aguafiestas...recordando el feo nombre de esa movida y nombrando la soga en la casa del ahorcado.  [4]

 

En esos tiempos, siendo el suscrito Coordinador del ya mencionado Postgrado Petrolero de la UCV, recibí diversas manifestaciones en el sentido de que mi posición hipercrítica sobre la apertura petrolera estaba causando desagrado en PDVSA, privando al postgrado de su ayuda y poniendo en peligro el campo petrolero de la UCV.

De hecho, y por esas razones, uno de mis colegas de la Escuela de Economía, propuso, en mi presencia y ante el Consejo de esa Facultad, que yo fuera sustituido en ese cargo.

Este fue el contexto en el cual desaparecieron de la Escuela de Economía de la UCV los últimos vestigios de una signatura dedicada al estudio de los temas de economía y política petrolera.

Años después, un avergonzado Director de esa Escuela me llamó para participarme su embarazo, cuando miembros de una delegación profesoral europea, que visitaba la Escuela, requirieron de él que los condujera al “Departamento de Economía Petrolera”… ¿Cómo les podría decir que en su Escuela, que forma economistas para un país que se preciaba entonces de tener las mayores reservas petroleras del mundo, no existía ni siquiera tal materia?                                                                                                                                                                                                                                 precisamente,  con el desinterés académico generalizado en las Facultades de Ciencias Sociales, y el agresivo ambiente externo frente a las posiciones críticas en esta materia,  a partir de entonces, hasta los postgrados languidecieron, tanto en LUZ como en la UCV, hasta desaparecer en la primera y ser hoy, en la segunda, una sombra de lo que fue en sus primeras tres décadas de existencia.

Un Director, Coordinador de los Postgrados de FACES UCV,  comentaba hace poco tiempo y de viva voz al respecto “¿Y para que queremos un postgrado petrolero en Ciencias Económicas si ya existe una Escuela de Petróleo en la Facultad de Ingeniería?”

El tema fue dejado en manos de voluntariosos improvisados, muchos de ellos procedentes de áreas operativas, quienes, precisamente por ello, se ufanan de su experticia en el tema,  por conocer el color del petróleo y haberlo olido,  ignaros en las relaciones socioeconómicas e históricas, nacionales e internacionales que se tejen alrededor del mismo, pero que se presentan deslumbrantes ante el desconocimiento generalizado, más profundo aún…

Una muestra reciente de ello nos la están dando las declaraciones del “Presidente de PDVSA Ad Hoc”, Luis A. Pacheco, a cuyos densos planteamientos me he referido en artículos anteriores y  los cuales traigo a colación ahora… seguro de que muy pocos los recordarán… o, más probablemente, no los han leído.

En mi trabajo “Cambalache Petrolero: La Nueva Apertura de “PDVSA Ad Hoc” [5]  me referí críticamente a la intencionada y ofensiva simplificación que hace este Ph.D. de la Rice University, sobre los últimos 100 años de la historia petrolera venezolana, reduciéndola a 8 “mitos”, donde deja claro su desprecio por otra ciencia que no sea la suya:

Haciendo tabla rasa con esa historia, presenta un listado donde mezcla peras con manzanas y lagartijas, irrespetando de paso personajes relevantes de nuestro devenir intelectual y político, al colocarlos  allí sin ninguna jerarquización y al nivel de comiquitas de Marvel o Disney:

• El petróleo destruyó la economía agrícola. (Alberto R. Adriani)

• Debemos "sembrar" los ingresos del petróleo para asegurar riqueza futura (Arturo Uslar Pietri)

• Debemos ahorrar petróleo para las generaciones futuras. (Celestino Armas)

• El petróleo es el excremento del diablo. (Pérez Alfonzo)

• Debemos separarnos de la OPEP. (Sosa Pietri)

• Los negocios autónomos de PDVSA son escondidos en una  caja negra.

• Es preferible que PDVSA invierta las rentas del petróleo en vez de que los políticos las desperdicien. (PDVSA y otros).

• Ahora, el petróleo es verdaderamente nuestro. (Rómulo Betancourt, Pérez Rodríguez, Chávez Frías y otros). [6]

Este tipo de simplismo ofensivo sólo pudo obtener estado público en una ambiente como el nuestro actualmente, donde se ha promovido conscientemente las más absoluta ignorancia de nuestra historia en esta materia.

Ignorancia aprovechada impunemente y con descaro, al punto de organizar un foro en conmemoración del centenario de la Primera Ley de Hidrocarburos, cuyos ponentes, junto al ya citado Pacheco, son  precisamente los líderes del movimiento para liquidar toda nuestra jurisprudencia petrolera, tal como referí en “Aquelarre Petrolero de PDVSA Ad-Hoc”  [7]

Nuestras Facultades de Ciencias Económicas y Sociales nacionales y nuestras Academias respectivas tienen una gran responsabilidad, por sus omisiones en la lucha contra las sombras,  de que la ignorancia en la materia petrolera haya sido, y sea hoy, caldo de cultivo para que prosperen proyectos antinacionales.

Pero sus integrantes también tenemos la responsabilidad de remendar, de impedir que eso siga sucediendo, antes de que el país sea entregado indefenso a la más inicua piratería.

CMP/25/07/2020



[1] Mendoza P., “En torno al proceso de discusión del nuevo plan de estudios de la Escuela de Economía de la UCV”.  Escrito presentado ante la  Comisión de Revisión del Plan de Estudios de la Escuela de Economía de la UCV en 1989.  Inserto en  Nacionalismo Petrolero Venezolano en Cuatro décadas, págs.. 143-144. BCV, Colección Venezuela y su petróleo, Caracas 2014. https://www.academia.edu/41805065/Nacionalismo_petrolero_en_4_d%C3%A9cadas

[2] Mendoza P.,  Loc. Cit.

[3] Loc. Cit., La Permanente protesta Contra la eliminación de la Materia Economía y Política Petrolera”. Nacionalismo Petroleros… págs.. 309-312.

[4]  Loc. Cit.  ¡Se salvó la Patria, vuelven los petrodólares!...

Y FACES-UCV no puede quedarse atrás…! (22 de noviembre de 1996) pags. 318-320.

[5] https://petroleovenezolano.blogspot.com/2020/03/cambalache-petrolero-la-nueva-apertura.html#.Xxube9JKjMw


jueves, 6 de febrero de 2020

PETROLEO VENEZOLANO EN LA TERCERA DÉCADA


Cerco y aniquilación
Carlos Mendoza Pottellá
05/02/2020


La situación de sálvese quien pueda que está viviendo  el país es de tal magnitud y gravedad, a niveles de Sodoma y Gomorra en los planos éticos y morales, que hace parecer intrascendentes las discusiones neutras sobre la situación presente y futura de  sus recursos petroleros y de su industria, principales  motivadores de nuestros pecados capitales.

En esta materia no se puede atravesar el charco sin salpicaduras.  Por ello, si la charca tiene dos o más orillas, debo advertir que yo trato de ubicarme en una de ellas, aquélla en la cual considero que se agrupa, con todas sus falencias y contradicciones internas, el nacionalismo petrolero. 

Ello sin pretender ser árbitro imparcial, dueño de la verdad y, mucho menos,  hipócrita inquisidor de las culpas de los demás.

Inmersos en el profundo abismo donde han terminado los sueños de ser el primer país petrolero del mundo...



...es muy fácil encontrar culpables, pero muy difícil establecer un diagnóstico certero, que nos permita encontrar un piso sólido para remontar la cuesta y no terminar, como Sísifo, de nuevo en el foso, con la roca a cuestas. Tal es la magnitud del reto.

El comienzo de esta tercera década del siglo es ocasión propicia para continuar desentrañando las claves de una realidad que con frecuencia se nos hace inasible.

Al respecto, creo indispensable ratificar mi visión y opinión sobre el estado actual de la industria petrolera venezolana, registrada en  trabajos publicados en mi blog y en otros portales electrónicos como Aporrea.org y Costa del Sol, a los cuales refiero a los lectores:




A partir de esas exposiciones, centradas en un enfoque personal, con un balance crítico profundamente pesimista, al cual deberé incorporar las más recientes manifestaciones de esa  inenarrable catástrofe,   creo indispensable comenzar la tarea de este año y década por la revisión del entorno en el cual se debe desempeñar nuestro país y su industria petrolera. Vale decir, despejar el panorama de opciones que se nos plantean en los espacios de lo económico, geopolítico y energético global.

En el más amplio de esos espacios, el de la geopolítica, las condiciones para nuestro país han estado y estarán determinadas por su pertenencia al patio trasero norteamericano. Así nos lo recordó la declaratoria de Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria”, por parte de Barak Obama, ratificada ahora por su caracterización como “país forajido” dentro de la política energética “Estados Unidos Primero” de Donald Trump.

El Presidente Trump está comprometido con lograr la independencia energética del cartel de la OPEP y cualquier otra nación hostil  a nuestros intereses. Al mismo tiempo, trabajaremos con nuestros aliados del Golfo para desarrollar una relación positiva sobre la energía como parte de nuestra estrategia antiterroristmo. [1]




Esa política, materializada en las crecientes sanciones a funcionarios e instituciones gubernamentales y en el bloqueo de las transacciones financieras y mercantiles de todo tipo, ha sido elemento fundamental en la profundización, a partir de 1917, de la situación crítica que confrontaba ya desde 2014 la economía venezolana y, en particular, su industria petrolera, hundida  -como he repetido insistentemente- por la terca y ciega planificación de “pajaritos preñados” (1981
-1999 y 2005-2018) [2]


... además de la siempre presente y rampante corrupción generalizada.


Hoy, el país todo –y no sólo el gobierno- se encuentra con la soga al cuello, parado en tambaleante equilibrio sobre una silla y tratando de eludir la patada fatal.

En tales circunstancias aparecen todas las propuestas aprovechadoras posibles, sobre todo, las de quienes consideran que “la oportunidad la pintan calva” y a las cuales me referí en varios  de los artículos anteriormente citados [3]

2020 comienza con una creciente proliferación de las propuestas aperturistas y privatizadoras, apelando a todos los medios de presión y de convencimiento de la inevitabilidad de las mismas, tanto si se mantiene en funciones el actual gobierno, como si se dan los escenarios políticos alternativos y se implantan los programas prediseñados desde los centros de difusión del pensamiento neoliberal como CEDICE y las Universidades norteamericanas.[4]

Precisamente, el masaje mediático recomenzó este año con un “tubazo” marca Bloomberg, fabricado sin ninguna confirmación efectiva, a partir de hipótesis y especulaciones sobre una realidad innegable: el gobierno, acorralado por las sanciones, está buscando todos los medios para eludirlas y en ese intento, se encuentra en permanente contacto con los operadores extranjeros que son sus socios en las empresas mixtas ya constituidas, Chevron, ENI, Repsol, Rosneft, China National Petroleum Corporation.

La primera de ellas, junto a las prestadoras de servicios petroleros Schlumberger, Halliburton, Weatherford, ha obtenido licencias sucesivas del propio gobierno norteamericano para posponer la cancelación de sus operaciones en el país. (Una brillante muestra de que los movimientos tácticos no deben comprometer a los intereses estratégicos).

Rosneft ha apelado a la excusa de que los envíos petroleros que realiza son para cancelar deudas previas y embarca crudo venezolano que luego vende a los clientes de PDVSA en China y la India.

Repsol y ENI continúan en operaciones en el Campo Gasífero Perla IX, del Bloque Cardón IV en el Golfo de Venezuela, por muy buenas razones:

Repsol ha confirmado que el pozo Perla 1X en Venezuela es el mayor descubrimiento de gas de la historia de la empresa y el más grande jamás realizado en ese país. El campo podría contener reservas de gas recuperables de entre 1.000 y 1.400 millones de barriles equivalentes de petróleo, suficientes para satisfacer la demanda de gas en España durante 5 años.[5]

CNPC America Ltd., está recuperando el “mejorador" de Petrosinovensa en Jose, utilizado hasta ahora como “mezclador” de crudos livianos y extrapesados para producir  crudo  Merey de 16° API.

Pues bien, es muy lógico inferir que  PDVSA y el Gobierno mantienen un permanente contacto y negociación con esas empresas, sobre todo, en un ambiente de cambiantes condiciones para su relación comercial. 

Por tales razones, para la periodista de Bloomberg no es nada descabellado colegir que, dadas las presiones a que está sometido el gobierno, con la soga al cuello, como ya mencioné, esté intentando  un último recurso para salvarse y esté explorando opciones extremas como la privatización total de las asociaciones petroleras. De allí a darlo como un hecho inminente no hay sino un paso.

Y así, sin citar fuentes, dada la confidencialidad debida, Bloomberg presenta su “tubazo”:

“Venezuela analiza privatizar petróleo ante desplome económico”
 Ante el colapso económico y rígidas sanciones, el gobierno socialista del presidente venezolano Nicolás Maduro propuso otorgar participaciones mayoritarias y el control de su industria petrolera a las grandes corporaciones internacionales, una medida que terminaría con décadas de monopolio estatal.
Representantes de Maduro han mantenido conversaciones con la rusa Rosneft PJSC, Repsol SA de España y Eni SpA de Italia. La idea es permitirles hacerse cargo de las propiedades petroleras controladas por el gobierno y reestructurar parte de la deuda de la compañía estatal, Petróleos de Venezuela SA, a cambio de activos, según personas con conocimiento del tema. (subrayado mío) [6]
Como se observa en lo subrayado, no se trata ni siquiera de fuentes oficiosas, sino de personas “con conocimiento del tema”.

El estilo de fabricación de un “tubazo” cubierto de “investigación periodística” es característico de una de las firmantes del reporte, como me consta personalmente, por la solicitud que esa misma profesional me hiciera, de informarle, dada mi condición de Asesor del BCV, sobre cómo y quiénes estaban sacando el oro de las bóvedas del Banco, tal como se rumoraba insistentemente  en twitterlandia durante la “contingencia eléctrica” de abril del año pasado.

Mi desconocimiento de tales “operaciones” me valió el calificativo de “cómplice encubridor”. ¡El posible “tubazo” bien valía la pena el enojoso intento!

Lo cierto del caso es que, ahora sí, la “matriz de opinión” privatizadora quedó establecida, y en los siguientes días, hasta hoy, sigue siendo tema de renovadas discusiones e intercambio de diagnósticos críticos, propuestas salvadoras, acusaciones y negaciones, entre “estatistas” y “aperturistas”.

No es pues una coincidencia que, dos días después del tubazo, saliera a la luz un refrito académico de la opción opuesta: lo que deberá hacer la “nueva administración” para recuperar la industria petrolera, con el concurso de las “majors” petroleras occidentales y el FMI.





Se trata de una reposición, al mejor estilo de Hollywood, de los eternos planteamientos modernizadores citados en la nota 4 de este trabajo. 

Siempre con pretensiones de antiestatismo, pero efectivamente desnacionalizadores, acreditadas en esta oportunidad por  universidades americanas e investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo y… ¡que casualidad! profusas citas de la corresponsal de Bloomberg en Caracas.
El renacimiento del sector petrolero de Venezuela será la piedra angular de su recuperación económica cuando la transición política tenga lugar. Y dada la destrucción de la petrolera estatal venezolana, las empresas privadas extranjeras serán sin duda la clave para la reanimación de la industria petrolera.
Este informe, basado en entrevistas con representantes de importantes empresas petroleras internacionales, busca comprender mejor el desafío que perciben las compañías petroleras extranjeras y las condiciones que serían necesarias para atraer la inversión privada a Venezuela bajo un nuevo gobierno.[7]

La propuesta es sustanciosa: aumentar en 10 años la producción petrolera venezolana en 2 millones 600 mil barriles diarios, con una inversión de 90 mil millones de dólares en gastos de capital y 122 mil millones en gastos de operación, que incluyen la perforación de 13.400 pozos adicionales.

¡Nada que envidiar a los Planes de la Patria de 2005, 2012, 2014 para alcanzar 7 millones de barriles diarios en 2021 y menos al más moderado de la Agenda de Inversiones de PDVSA en 2018, para alcanzar 5 millones de bd en 2025!







La pequeña diferencia es que, ante la evidente incapacidad nativa, estos proyectos serán ejecutados por las grandes corporaciones extranjeras occidentales, generosamente remuneradas, según sus propios proyectos y presupuestos de costos y gastos, con los recursos que obtenga la Nación de los también generosos rescates del Fondo Monetario Internacional, a cuya ineludible honra quedará atado el país durante varias décadas.

Además del levantamiento de las sanciones norteamericanas, asegurado porque se trataría de un nuevo gobierno,  las condiciones expresadas por los voceros de las “western majors” consultadas comportan una limpieza previa total de riesgos, que deberán ser asumidos por ese gobierno: un favorable régimen fiscal, estabilidad política, solución de cuellos de botella infraestructurales, disposición de adecuado capital humano, resolución de problemas de seguridad,  remoción previa de peligros y riesgos ambientales, etc.

Las decisiones de inversión en Venezuela de estas corporaciones estarían condicionadas también por las circunstancias externas, tales como la consideración de las perspectivas  de alta competitividad  que se avizoran en la oferta global, las restricciones que afrontaría un petróleo de alto contenido de carbono, el nuevo balance del mercado petrolero alcanzado después que las sanciones norteamericanas fueron impuestas...   

Los autores concluyen que el régimen fiscal establecido por un nuevo gobierno tendrá que ser más flexible y reducir el precio de equilibrio del petróleo extraído en el país, para compensar la cantidad de costos y riesgos que no existen en otras regiones productoras. Un nuevo gobierno tendrá que enviar señales de que allí habrá estabilidad política y una certidumbre regulatoria de largo plazo.

Como se puede observar, para imponer condiciones al país si cuentan en estos proyectos las limitadas expectativas de la demanda petrolera mundial y la plétora de oferta actual y de nuevas localizaciones de crudos livianos en Noruega, Guyana y Brasil, para no citar las recurrentes expansiones de los yacimientos sauditas y kuwaitíes en la reabierta Zona Neutral, de Irak e Irán cuando se consolide la “pax americana” y el “pasajero” boom norteamericano de las lutitas (shale oil) que ha convertido a ese país en el mayor productor mundial.

Las demás precondiciones de inversión que se mencionan en el documento citado como consenso de las corporaciones consultadas son contundentes, e incorporan un cambio radical de la cultura política venezolana, que alcance hasta  la modificación del ordenamiento legal y constitucional histórico, el cual establece la propiedad de la Nación sobre sus recursos minerales de cualquier tipo:

Venezuela tiene una larga historia de nacionalismo de los recursos y expropiaciones en el sector petrolero. Esta ideología podría seguir siendo popular en sectores de la población, incluso después de una transición política.

La afirmación de que los recursos naturales de Venezuela son propiedad del pueblo y que el Estado debe ejercer un alto grado de control sobre ellos, es uno de los pilares del chavismo y sirvió de justificación para la expropiación de algunos proyectos de compañías petroleras extranjeras bajo el presidente Hugo Chávez.

Para no dejar nada al azar, y al arbitrio de la tradicional irresponsabilidad planificadora de los gerentes petroleros nativos...


...advierten:

Los autores también consideran que hay numerosos retos para recuperar el sector petrolero venezolano, y que  tomará meses, e incluso años para que un monto sustancial de inversiones fluya hacia el mismo, razón por la cual, manejar las expectativas de la población y encontrar fuentes alternativas de ingresos pueden ser la clave.

El mensaje a los venezolanos en general es claro: Señores, los que proclaman que somos Salvador con su arpa los están engañando, ¡pónganse a trabajar en otras cosas y dejen de estar contando con una renta que ya no existe para ustedes, sino para alimentar nuestros negocios!

Con todo eso en consideración, asegurados  los rendimientos óptimos de su inversión, a ninguno de los proyectistas importa la tasa interna de retorno neta negativa para el país en toda la vida útil del proyecto, y mucho menos, los activos varados después de esta década, que seguirán el destino, ya presente, de los que constituyeron la  capacidad instalada de 1 millón 400 mil barriles diarios de la Faja del Orinoco, la cual está siendo utilizada actualmente, a lo sumo en un 20 por ciento, sin perspectivas de remontar esa cuesta.

Total…, la chatarra puede ser procesada para producir acero nuevo, budares y ollas mondongueras de aluminio.

Pero tranquilos, ¡que es jugando!.

Venezuela vencerá todos esos obstáculos y augurios agoreros. Su industria petrolera, con una gerencia moderna,  sin tiquismiquis socialistoides y patrioteros capturará todo el crecimiento de la demanda petrolera mundial de aquí al 2030, tal como se ha propuesto varias veces y ha sido saboteada por fuerzas oscuras, como las de ciertos pronosticadores coludidos contra la Patria:


Después de eso, transición energética de por medio, el que venga atrás que arree. Pérez Alfonzo dixit.
CMP - 05/02/2020




[1] http://www.lacasablanca.com/america-first-energy En su versión original -aquí modificada- publicada por la Página de la Casa Blanca el primer día de la administración Trump, se mencionaban específicamente a Irán, Venezuela y Rusia como “rogue states” que serían combatidos directamente.
[4] González Cruz, Diego, PROPUESTAS PARA VENEZUELA, CÓMO RESCATAR A LA INDUSTRIA PETROLERA NACIONAL, http://petroleumag.com/wp-content/uploads/2018/08/cedice_petroleo.pdf.  Comentadas por mí en:  Mendoza P., Carlos, “Agencia  Venezolana  de Hidrocarburos ... Marca A.C.M.E.” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/11/agencia-venezolana-de-hidrocarburos.html
[6]   https://www.bloomberg.com/news/articles/2020-01-27/venezuela-analiza-privatizar-petr-leo-ante-desplome-econ-mico-k5wvx14l  Fabiola Zerpa, Lucia Kassai y Ben Bartenstein
January 27, 2020, 4:08 PM GMT-4
 Lisa Viscidi & Nate Graham, REVIVING VENEZUELA'S OIL SECTOR, The Role of Western Majors. © 2020, Inter-American Dialogue.