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jueves, 6 de febrero de 2020

PETROLEO VENEZOLANO EN LA TERCERA DÉCADA


Cerco y aniquilación
Carlos Mendoza Pottellá
05/02/2020


La situación de sálvese quien pueda que está viviendo  el país es de tal magnitud y gravedad, a niveles de Sodoma y Gomorra en los planos éticos y morales, que hace parecer intrascendentes las discusiones neutras sobre la situación presente y futura de  sus recursos petroleros y de su industria, principales  motivadores de nuestros pecados capitales.

En esta materia no se puede atravesar el charco sin salpicaduras.  Por ello, si la charca tiene dos o más orillas, debo advertir que yo trato de ubicarme en una de ellas, aquélla en la cual considero que se agrupa, con todas sus falencias y contradicciones internas, el nacionalismo petrolero. 

Ello sin pretender ser árbitro imparcial, dueño de la verdad y, mucho menos,  hipócrita inquisidor de las culpas de los demás.

Inmersos en el profundo abismo donde han terminado los sueños de ser el primer país petrolero del mundo...



...es muy fácil encontrar culpables, pero muy difícil establecer un diagnóstico certero, que nos permita encontrar un piso sólido para remontar la cuesta y no terminar, como Sísifo, de nuevo en el foso, con la roca a cuestas. Tal es la magnitud del reto.

El comienzo de esta tercera década del siglo es ocasión propicia para continuar desentrañando las claves de una realidad que con frecuencia se nos hace inasible.

Al respecto, creo indispensable ratificar mi visión y opinión sobre el estado actual de la industria petrolera venezolana, registrada en  trabajos publicados en mi blog y en otros portales electrónicos como Aporrea.org y Costa del Sol, a los cuales refiero a los lectores:




A partir de esas exposiciones, centradas en un enfoque personal, con un balance crítico profundamente pesimista, al cual deberé incorporar las más recientes manifestaciones de esa  inenarrable catástrofe,   creo indispensable comenzar la tarea de este año y década por la revisión del entorno en el cual se debe desempeñar nuestro país y su industria petrolera. Vale decir, despejar el panorama de opciones que se nos plantean en los espacios de lo económico, geopolítico y energético global.

En el más amplio de esos espacios, el de la geopolítica, las condiciones para nuestro país han estado y estarán determinadas por su pertenencia al patio trasero norteamericano. Así nos lo recordó la declaratoria de Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria”, por parte de Barak Obama, ratificada ahora por su caracterización como “país forajido” dentro de la política energética “Estados Unidos Primero” de Donald Trump.

El Presidente Trump está comprometido con lograr la independencia energética del cartel de la OPEP y cualquier otra nación hostil  a nuestros intereses. Al mismo tiempo, trabajaremos con nuestros aliados del Golfo para desarrollar una relación positiva sobre la energía como parte de nuestra estrategia antiterroristmo. [1]




Esa política, materializada en las crecientes sanciones a funcionarios e instituciones gubernamentales y en el bloqueo de las transacciones financieras y mercantiles de todo tipo, ha sido elemento fundamental en la profundización, a partir de 1917, de la situación crítica que confrontaba ya desde 2014 la economía venezolana y, en particular, su industria petrolera, hundida  -como he repetido insistentemente- por la terca y ciega planificación de “pajaritos preñados” (1981
-1999 y 2005-2018) [2]


... además de la siempre presente y rampante corrupción generalizada.


Hoy, el país todo –y no sólo el gobierno- se encuentra con la soga al cuello, parado en tambaleante equilibrio sobre una silla y tratando de eludir la patada fatal.

En tales circunstancias aparecen todas las propuestas aprovechadoras posibles, sobre todo, las de quienes consideran que “la oportunidad la pintan calva” y a las cuales me referí en varios  de los artículos anteriormente citados [3]

2020 comienza con una creciente proliferación de las propuestas aperturistas y privatizadoras, apelando a todos los medios de presión y de convencimiento de la inevitabilidad de las mismas, tanto si se mantiene en funciones el actual gobierno, como si se dan los escenarios políticos alternativos y se implantan los programas prediseñados desde los centros de difusión del pensamiento neoliberal como CEDICE y las Universidades norteamericanas.[4]

Precisamente, el masaje mediático recomenzó este año con un “tubazo” marca Bloomberg, fabricado sin ninguna confirmación efectiva, a partir de hipótesis y especulaciones sobre una realidad innegable: el gobierno, acorralado por las sanciones, está buscando todos los medios para eludirlas y en ese intento, se encuentra en permanente contacto con los operadores extranjeros que son sus socios en las empresas mixtas ya constituidas, Chevron, ENI, Repsol, Rosneft, China National Petroleum Corporation.

La primera de ellas, junto a las prestadoras de servicios petroleros Schlumberger, Halliburton, Weatherford, ha obtenido licencias sucesivas del propio gobierno norteamericano para posponer la cancelación de sus operaciones en el país. (Una brillante muestra de que los movimientos tácticos no deben comprometer a los intereses estratégicos).

Rosneft ha apelado a la excusa de que los envíos petroleros que realiza son para cancelar deudas previas y embarca crudo venezolano que luego vende a los clientes de PDVSA en China y la India.

Repsol y ENI continúan en operaciones en el Campo Gasífero Perla IX, del Bloque Cardón IV en el Golfo de Venezuela, por muy buenas razones:

Repsol ha confirmado que el pozo Perla 1X en Venezuela es el mayor descubrimiento de gas de la historia de la empresa y el más grande jamás realizado en ese país. El campo podría contener reservas de gas recuperables de entre 1.000 y 1.400 millones de barriles equivalentes de petróleo, suficientes para satisfacer la demanda de gas en España durante 5 años.[5]

CNPC America Ltd., está recuperando el “mejorador" de Petrosinovensa en Jose, utilizado hasta ahora como “mezclador” de crudos livianos y extrapesados para producir  crudo  Merey de 16° API.

Pues bien, es muy lógico inferir que  PDVSA y el Gobierno mantienen un permanente contacto y negociación con esas empresas, sobre todo, en un ambiente de cambiantes condiciones para su relación comercial. 

Por tales razones, para la periodista de Bloomberg no es nada descabellado colegir que, dadas las presiones a que está sometido el gobierno, con la soga al cuello, como ya mencioné, esté intentando  un último recurso para salvarse y esté explorando opciones extremas como la privatización total de las asociaciones petroleras. De allí a darlo como un hecho inminente no hay sino un paso.

Y así, sin citar fuentes, dada la confidencialidad debida, Bloomberg presenta su “tubazo”:

“Venezuela analiza privatizar petróleo ante desplome económico”
 Ante el colapso económico y rígidas sanciones, el gobierno socialista del presidente venezolano Nicolás Maduro propuso otorgar participaciones mayoritarias y el control de su industria petrolera a las grandes corporaciones internacionales, una medida que terminaría con décadas de monopolio estatal.
Representantes de Maduro han mantenido conversaciones con la rusa Rosneft PJSC, Repsol SA de España y Eni SpA de Italia. La idea es permitirles hacerse cargo de las propiedades petroleras controladas por el gobierno y reestructurar parte de la deuda de la compañía estatal, Petróleos de Venezuela SA, a cambio de activos, según personas con conocimiento del tema. (subrayado mío) [6]
Como se observa en lo subrayado, no se trata ni siquiera de fuentes oficiosas, sino de personas “con conocimiento del tema”.

El estilo de fabricación de un “tubazo” cubierto de “investigación periodística” es característico de una de las firmantes del reporte, como me consta personalmente, por la solicitud que esa misma profesional me hiciera, de informarle, dada mi condición de Asesor del BCV, sobre cómo y quiénes estaban sacando el oro de las bóvedas del Banco, tal como se rumoraba insistentemente  en twitterlandia durante la “contingencia eléctrica” de abril del año pasado.

Mi desconocimiento de tales “operaciones” me valió el calificativo de “cómplice encubridor”. ¡El posible “tubazo” bien valía la pena el enojoso intento!

Lo cierto del caso es que, ahora sí, la “matriz de opinión” privatizadora quedó establecida, y en los siguientes días, hasta hoy, sigue siendo tema de renovadas discusiones e intercambio de diagnósticos críticos, propuestas salvadoras, acusaciones y negaciones, entre “estatistas” y “aperturistas”.

No es pues una coincidencia que, dos días después del tubazo, saliera a la luz un refrito académico de la opción opuesta: lo que deberá hacer la “nueva administración” para recuperar la industria petrolera, con el concurso de las “majors” petroleras occidentales y el FMI.





Se trata de una reposición, al mejor estilo de Hollywood, de los eternos planteamientos modernizadores citados en la nota 4 de este trabajo. 

Siempre con pretensiones de antiestatismo, pero efectivamente desnacionalizadores, acreditadas en esta oportunidad por  universidades americanas e investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo y… ¡que casualidad! profusas citas de la corresponsal de Bloomberg en Caracas.
El renacimiento del sector petrolero de Venezuela será la piedra angular de su recuperación económica cuando la transición política tenga lugar. Y dada la destrucción de la petrolera estatal venezolana, las empresas privadas extranjeras serán sin duda la clave para la reanimación de la industria petrolera.
Este informe, basado en entrevistas con representantes de importantes empresas petroleras internacionales, busca comprender mejor el desafío que perciben las compañías petroleras extranjeras y las condiciones que serían necesarias para atraer la inversión privada a Venezuela bajo un nuevo gobierno.[7]

La propuesta es sustanciosa: aumentar en 10 años la producción petrolera venezolana en 2 millones 600 mil barriles diarios, con una inversión de 90 mil millones de dólares en gastos de capital y 122 mil millones en gastos de operación, que incluyen la perforación de 13.400 pozos adicionales.

¡Nada que envidiar a los Planes de la Patria de 2005, 2012, 2014 para alcanzar 7 millones de barriles diarios en 2021 y menos al más moderado de la Agenda de Inversiones de PDVSA en 2018, para alcanzar 5 millones de bd en 2025!







La pequeña diferencia es que, ante la evidente incapacidad nativa, estos proyectos serán ejecutados por las grandes corporaciones extranjeras occidentales, generosamente remuneradas, según sus propios proyectos y presupuestos de costos y gastos, con los recursos que obtenga la Nación de los también generosos rescates del Fondo Monetario Internacional, a cuya ineludible honra quedará atado el país durante varias décadas.

Además del levantamiento de las sanciones norteamericanas, asegurado porque se trataría de un nuevo gobierno,  las condiciones expresadas por los voceros de las “western majors” consultadas comportan una limpieza previa total de riesgos, que deberán ser asumidos por ese gobierno: un favorable régimen fiscal, estabilidad política, solución de cuellos de botella infraestructurales, disposición de adecuado capital humano, resolución de problemas de seguridad,  remoción previa de peligros y riesgos ambientales, etc.

Las decisiones de inversión en Venezuela de estas corporaciones estarían condicionadas también por las circunstancias externas, tales como la consideración de las perspectivas  de alta competitividad  que se avizoran en la oferta global, las restricciones que afrontaría un petróleo de alto contenido de carbono, el nuevo balance del mercado petrolero alcanzado después que las sanciones norteamericanas fueron impuestas...   

Los autores concluyen que el régimen fiscal establecido por un nuevo gobierno tendrá que ser más flexible y reducir el precio de equilibrio del petróleo extraído en el país, para compensar la cantidad de costos y riesgos que no existen en otras regiones productoras. Un nuevo gobierno tendrá que enviar señales de que allí habrá estabilidad política y una certidumbre regulatoria de largo plazo.

Como se puede observar, para imponer condiciones al país si cuentan en estos proyectos las limitadas expectativas de la demanda petrolera mundial y la plétora de oferta actual y de nuevas localizaciones de crudos livianos en Noruega, Guyana y Brasil, para no citar las recurrentes expansiones de los yacimientos sauditas y kuwaitíes en la reabierta Zona Neutral, de Irak e Irán cuando se consolide la “pax americana” y el “pasajero” boom norteamericano de las lutitas (shale oil) que ha convertido a ese país en el mayor productor mundial.

Las demás precondiciones de inversión que se mencionan en el documento citado como consenso de las corporaciones consultadas son contundentes, e incorporan un cambio radical de la cultura política venezolana, que alcance hasta  la modificación del ordenamiento legal y constitucional histórico, el cual establece la propiedad de la Nación sobre sus recursos minerales de cualquier tipo:

Venezuela tiene una larga historia de nacionalismo de los recursos y expropiaciones en el sector petrolero. Esta ideología podría seguir siendo popular en sectores de la población, incluso después de una transición política.

La afirmación de que los recursos naturales de Venezuela son propiedad del pueblo y que el Estado debe ejercer un alto grado de control sobre ellos, es uno de los pilares del chavismo y sirvió de justificación para la expropiación de algunos proyectos de compañías petroleras extranjeras bajo el presidente Hugo Chávez.

Para no dejar nada al azar, y al arbitrio de la tradicional irresponsabilidad planificadora de los gerentes petroleros nativos...


...advierten:

Los autores también consideran que hay numerosos retos para recuperar el sector petrolero venezolano, y que  tomará meses, e incluso años para que un monto sustancial de inversiones fluya hacia el mismo, razón por la cual, manejar las expectativas de la población y encontrar fuentes alternativas de ingresos pueden ser la clave.

El mensaje a los venezolanos en general es claro: Señores, los que proclaman que somos Salvador con su arpa los están engañando, ¡pónganse a trabajar en otras cosas y dejen de estar contando con una renta que ya no existe para ustedes, sino para alimentar nuestros negocios!

Con todo eso en consideración, asegurados  los rendimientos óptimos de su inversión, a ninguno de los proyectistas importa la tasa interna de retorno neta negativa para el país en toda la vida útil del proyecto, y mucho menos, los activos varados después de esta década, que seguirán el destino, ya presente, de los que constituyeron la  capacidad instalada de 1 millón 400 mil barriles diarios de la Faja del Orinoco, la cual está siendo utilizada actualmente, a lo sumo en un 20 por ciento, sin perspectivas de remontar esa cuesta.

Total…, la chatarra puede ser procesada para producir acero nuevo, budares y ollas mondongueras de aluminio.

Pero tranquilos, ¡que es jugando!.

Venezuela vencerá todos esos obstáculos y augurios agoreros. Su industria petrolera, con una gerencia moderna,  sin tiquismiquis socialistoides y patrioteros capturará todo el crecimiento de la demanda petrolera mundial de aquí al 2030, tal como se ha propuesto varias veces y ha sido saboteada por fuerzas oscuras, como las de ciertos pronosticadores coludidos contra la Patria:


Después de eso, transición energética de por medio, el que venga atrás que arree. Pérez Alfonzo dixit.
CMP - 05/02/2020




[1] http://www.lacasablanca.com/america-first-energy En su versión original -aquí modificada- publicada por la Página de la Casa Blanca el primer día de la administración Trump, se mencionaban específicamente a Irán, Venezuela y Rusia como “rogue states” que serían combatidos directamente.
[4] González Cruz, Diego, PROPUESTAS PARA VENEZUELA, CÓMO RESCATAR A LA INDUSTRIA PETROLERA NACIONAL, http://petroleumag.com/wp-content/uploads/2018/08/cedice_petroleo.pdf.  Comentadas por mí en:  Mendoza P., Carlos, “Agencia  Venezolana  de Hidrocarburos ... Marca A.C.M.E.” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/11/agencia-venezolana-de-hidrocarburos.html
[6]   https://www.bloomberg.com/news/articles/2020-01-27/venezuela-analiza-privatizar-petr-leo-ante-desplome-econ-mico-k5wvx14l  Fabiola Zerpa, Lucia Kassai y Ben Bartenstein
January 27, 2020, 4:08 PM GMT-4
 Lisa Viscidi & Nate Graham, REVIVING VENEZUELA'S OIL SECTOR, The Role of Western Majors. © 2020, Inter-American Dialogue.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Política Petrolera Venezolana en Petroanalysis


Apuntes de política petrolera venezolana


(I y II)


Carlos Mendoza Pottellá

Debo comenzar estos “Apuntes..” agradeciendo al Dr. Mazhar Al Shereidah por ofrecerme una ventana en este portal, Petroanalysis, para ventilar mis reflexiones en materia de política y economía petrolera.

Ya entrando en el tema, aprovecho para reiterar la prédica que por años y de manera angustiosa hemos  sostenido muchos colegas y que Petroanalysis ha venido cumpliendo de manera destacada:

La primera tarea de un investigador social venezolano en materia  de política petrolera es el combate a la ignorancia generalizada, sostenida y promovida históricamente por los sectores internos e internacionales que se han apropiado privilegiadamente de la riqueza generada por la explotación de los hidrocarburos nacionales.

Para ello es preciso masificar la información sobre el tema para que sea realmente democrática la toma de decisiones  y poder combatir todos los mitos y falacias imperantes que se han instalado en la mente de los venezolanos como verdades irrefutables.

Justamente, uno de esos mitos, al que pretendo referirme en estos primeros “Apuntes” es el de que somos una potencia petrolera y que nuestro destino será siempre ese, extractor de un material precioso y generador de una inmensa y eterna renta.

Al respecto, es indispensable el estudio de la estructura y relaciones de la industria petrolera mundial, su génesis histórica y sus perspectivas presentes y futuras. La posición de nuestro país en esa historia y en el desenvolvimiento futuro de una industria condenada a minimizarse en el largo plazo, por los cambios tecnológicos en curso universalmente y por su propio papel en la generación de gases responsables del efecto invernadero.

Las política de producción y desarrollo de la industria petrolera venezolana tiene que formularse dentro de un panorama global en donde se enfrentan los intereses de muchos centros de poder y en especial el del capital financiero internacional, máxima expresión del capitalismo contemporáneo y determinante de los nuevos rumbos del desarrollo industrial, que exprimirán, mientras sea posible, los yacimientos petroleros más eficaces.

Precisamente, los yacimientos petroleros venezolanos no se encuentran entre ellos. Las perspectivas, a mediano plazo, son de un difícil estancamiento de los niveles de producción y una tendencia indetenible a su disminución, tanto por la declinación de los campos convencionales que ubicaron al país como fuente principal de petróleo a nivel global desde 1925 hasta nuestros días, como por la inviabilidad en el mediano plazo, en términos de precios y costos, de un relevo garantizado por la expansión  de los campos de la Faja de Orinoco.

Aunque esta pueda ser una visión pesimista, si se consideran los delirios extractivistas, tales son los retos que debe enfrentar una política económica que pretenda construir un país realmente productivo, creador de valor y no beneficiario o parasitario de una renta producto de la fertilidad petrolera del suelo venezolano.

En definitiva, no se trata de una simple política petrolera, de expansión a todo trapo de la producción, independientemente de las restricciones que imponen los mercados, entre las cuales la principal es la de renuncia a nuestra soberanía sobre los recursos minerales del país, sino, precisamente de cómo afrontar las realidades contemporáneas en esta materia y, sobre todo, cómo construir las bases de una Venezuela post-petrolera y no extractivista.

En ese camino, es urgente deslastrar a la propia planificación petrolera de la mitología expansiva y centrarla en proyectos viables y rentables en el corto y mediano plazo, que se constituyan en los puentes indispensables hacia una economía más diversificada.

Concluyo, por ahora, con una pequeña muestra, dentro del conjunto de proyectos y aspectos específicos  que, a mi manera de ver, debe encarar nuestra industria petrolera:

Es vital la consideración como prioridad nacional el  desarrollo de los yacimientos de gas natural, asociado y no asociado. Su extracción es urgente, paradójicamente, para ayudar a la producción petrolera en los envejecidos campos convencionales, enfrentados ya a su fase de declinación y que plantean requerimientos de estímulo energético para extender su vida productiva.

En general, el destino prioritario del gas natural deberá ser el mercado interno, para los proyectos de gasificación directa de los hogares, para la alimentación plantas de generación eléctrica que todavía consumen costosos hidrocarburos líquidos, sustitución de gasolina en vehículos y, desde luego para usos petroquímicos. En segundo lugar, para el suministro hacia nuestro entorno caribeño.

Es importante lo que se ha hecho, hasta ahora y a un altísimo costo, en la Faja Petrolífera del Orinoco, pero en las condiciones actuales son inviables nuevos proyectos de “mejoramiento” en los bloques asignados, cuya actividad ha quedado estancada sine die en la “producción temprana”.  

Mientras tanto y desde ya, es primordial mantener e incrementar la producción  de crudos livianos y medianos en las regiones tradicionales, entre otras cosas, para hacer comercializable, vía mezclas, a la mencionada “producción temprana”  extrapesada, que hoy obtiene sus diluentes de la importación, lo cual, como es obvio, reduce significativamente su rendimiento económico.

Esta historia continuará..                                   
CMP/30 de agosto de 2018





(II)



La intención didáctica, como la expresada en la primera entrega de estos apuntes, siempre se confronta con la urgencia de tratar temas de actualidad. Ese es hoy, nuevamente, el caso.

Desde hace mucho tiempo, el que tenemos en estos menesteres, hemos combatido las tendencias liberales, privatizadoras, envueltas en paquetes que promueven el  reparto inmediato de los recursos de hidrocarburos nacionales entre sus propietarios, los ciudadanos que viven actualmente en el territorio nacional, sin ninguna noción de solidaridad transgeneracional. “El que venga atrás que arree” decía Pérez Alfonzo. 

La irracionalidad y el egoísmo implícito en esas propuestas permitían respuestas relativamente “cómodas” desde el punto de vista de los defensores de la Nación, entendida como concepto eterno. A ello nos referimos en nuestro artículo de junio de 2017, “Pescadores en río revuelto”. Reproducido luego en el Portal Aporrea. 
(https://www.aporrea.org/energia/a255058.html)

Hoy, las circunstancias allí descritas de caída de la producción y desvanecimiento de los ilusorios planes de expansión de la misma, se han agravado, determinando las búsquedas oficiales de salidas de emergencia, desesperadas, en abierto retroceso en posiciones hasta hace muy poco irreductibles. 

Tal es el panorama que se avizora con las recientes rondas de negociación de “contratos de servicios”, las nuevas condiciones de renovación y ampliación del financiamiento a empresas chinas y proyectos petroleros y mineros donde participen empresas chinas y los anuncios de modificaciones constitucionales favorables a una renovada inversión extranjera.

La magnitud de las circunstancias críticas puede estimarse si revisamos los indicadores de ese curso declinante y los contrastamos con las metas de la “planificación” 2002-2019 que pretendía llevar la producción hasta 6 millones de barriles diarios al final de ese lapso:




(Resumen de escenarios PDVSA 2002-2019)



Esta planificación se fundamentó, desde sus inicios en una percepción super optimista de la evolución de los precios del petróleo, considerando que los mismos habían alcanzado un “piso” de 100 dólares, equivalentes al costo marginal de la oferta futura de las lutitas, aguas profundas y arenas bituminosas, fuentes sustitutas de las reservas convencionales del Medio Oriente y África, en proceso de agotamiento a mediano plazo y largo plazo.

Además, se estimaba una inédita capacidad de “captura” del crudo venezolano que, por ejemplo, entre 2010 y 2015 aumentaría su participación en la oferta global de 3,37% a 4,68% al aumentar su producción de 2,90 millones de barriles diarios en 2010 a 4,46 MMBD en el 2015, aportando la Faja del Orinoco el 70 por ciento de ese crecimiento. 

En otras palabras, mientras se estimaba que la demanda global crecería en ese lapso en un 10,93%, la producción venezolana lo haría en un 53%. (Cifras AIE y Plan PDVSA 2010-2015)

La dura realidad es que la producción petrolera venezolana ha caído desde 3,4 millones de barriles diarios en 2008 a menos de 1,4 mmbd en agosto de 2018.


Los síntomas de esa caída se sintieron consistentemente en todos estos años, en todos los índices de actividad de la industria, como lo muestra la siguiente tabla:


    OPEC Annual Statistical Bulletin 2017

Cifras que son el resultado de la caída de los taladros en operación, que pasaron de un promedio de 71 en el 2011 a 35 en lo que va del 2018, con su mínimo de 26 el pasado mes de agosto, tal como lo registra la última cuenta global de la empresa Baker Hughes.


Pero nada de esto ha conducido a reevaluar las metas y las condiciones que determinan la evolución de costos, precios, nuevas tecnologías e incorporación de reservas inusitadas en los Estados Unidos, amén de los movimientos geopolíticos de la “seguridad energética”. 

Por el contrario, en un ejercicio de ceguera extrema, o de una desvergonzada voluntad de mentir,  todavía se siguen hablando de los 6 millones de barriles diarios para el 2019.

Presumiendo una inocente inconsciencia, cabría preguntar ¿De dónde saldrán recursos que la propia PDVSA estimó en más trescientos mil millones dólares de desembolso total en 5 años para alcanzar esa meta? 

Estos fueron los últimos Estados Financieros publicados por PDVSA, si ya conocemos las cifras de producción de 2017, no es necesario ser muy zahorí para saber que la caída de los ingresos brutos y netos se siguió acentuando en ese año y no ha parado de caer en los ocho meses del presente. 

Frente a esta realidad ¿quién y en qué condiciones estará dispuesto enfrentar el albur de una inversión de 60 mil millones de dólares anuales con retornos negativos a precios inferiores a los 120 dólares el barril?

Todo parece indicar que la obvia respuesta a esta pregunta está obligando a enfoques menos optimistas y también, menos verticales a la hora de la negociación con los inevitables socios extranjeros.

Mientras tanto, los pronósticos dramáticos se multiplican, acentuando los niveles de angustia y propensión a la toma de decisiones desesperadas. 

“Venezuela, que bombeó 1,22 millones de barriles diarios en Agosto, de acuerdo con el último registro de Platts sobre la producción de la OPEP, podría ver su producción caer hasta 1 millón de bd en 2019, pronostica Platts Analytics.”

cmp / 19 de septiembre, 2018.