jueves, 14 de abril de 2011

Entrevista en "FLAMA, Liberación y Petróleo"

Entrevista al profesor

Carlos Mendoza Pottellá



FLAMA Liberación y Petróleo –  Abril - Junio 2011


Revista Flama: ¿Cómo cree usted que ha influido el petróleo o la explotación petrolera en la cultura venezolana y qué efectos o daños cree usted ha generado en el inconsciente o imaginario colectivo venezolano el concepto y valor de cultura rentística petrolera?

Carlos Mendoza Potellá: Esta pregunta se refiere al mundo y sus alrededores. El petróleo ha sido todo en la vida de los venezolanos del siglo XX y amenaza con seguir siéndolo en el XXI.

La respuesta a su pregunta está en una densa bibliografía que arranca desde Labor venezolanista de Alberto Adriani y que tiene hitos importantes en La cultura del petróleo de Rodolfo Quintero, Hundiéndonos en el excremento del Diablo de Juan Pablo Pérez Alfonzo, y toda la obra de Salvador de la Plaza, sólo por citar algunos. Pretender responder esa pregunta en pocas líneas sería realmente un atrevimiento irresponsable. Más bien, nos da la oportunidad para alertar sobre la necesidad de rescatar todo nuestro acervo en esa materia, dejado de lado precisamente por los designios de las metrópolis capitalistas y las grandes trasnacionales en el marco del denominado Consenso de Washington que fue recibido y aplicado con genuflexa complacencia por las élites gobernantes venezolanas en el último cuarto del siglo pasado.

No dejo, sin embargo, de hacer algunas observaciones.

Es ya un lugar común observar que la disposición de una renta, es decir de un ingreso no generado por las fuerzas productivas internas, sino por un ingreso surgido de la existencia bajo nuestro subsuelo de un producto escaso a nivel mundial, pero absolutamente necesario para alimentar las economías planetarias, ha tenido los efectos perniciosos que se asocian con el concepto de “cultura rentística”. Sin embargo, el uso abusivo del calificativo “rentístico” ha servido para que los partidarios del expansionismo petrolero, en asociación subordinada con el capital petrolero transnacional desacrediten la lucha venezolana por asegurar una justa retribución a la liquidación de un patrimonio nacional y privilegie una supuesta “mentalidad productiva” que, paradójicamente, consistiría en “sembrar el petróleo en el petróleo” para hacernos cada día más petroleros y posponer sine die los sueños de un desarrollo integral, autónomo y autosostenido, centrado en los esfuerzos productivos de la población venezolana en los sectores agropecuarios e industriales internos.

No dudo que existan venezolanos que consideren que insistir en nuestra “ventaja comparativa” petrolera sea el camino más conveniente para el país y que un destino como el de Puerto Rico sería óptimo para acabar con la pobreza y el subdesarrollo.

Por eso mismo, es necesario colocar la discusión sobre el rentismo en un contexto integral en donde se juzguen los valores de independencia, soberanía y nacionalismo junto a los objetivos de desarrollo humano y justicia social.

RF: ¿Por qué Venezuela a pesar de poseer los inmensos recursos petroleros que tiene y ha tenido, no logra dar el salto en el tema de la independencia económica, el desarrollo, la independencia tecnológica?


CMP: Durante más de un siglo el petróleo ha constituido el corazón del “sector externo de la economía venezolana”. Con ello se hace referencia, por un lado, a la circunstancia de que la industria petrolera se implantó en nuestro país bajo el impulso y férreo control del gran capital petrolero anglo-norteamericano; pero sobre todo, a su carácter de enclave, de factoría colonial, generadora de inmensos recursos originados en la exportación de casi toda su producción, sin conexiones estructurales con el resto de los sectores económicos del país.

Las negativas consecuencias de esas circunstancias han sido motivo de intensa discusión y análisis desde la segunda década del siglo XX, cuando nuestro primer economista, Alberto Adriani las caracterizó y determinó la necesidad de utilizar los recursos provenientes de las exportaciones petroleras en el desarrollo de los sectores productivos internos, de manera fundamental la agricultura y la industria, constituyentes para él del núcleo de lo que debería ser una economía generadora permanente de riquezas, en oposición al carácter temporal de toda economía minera y, en particular, de la economía petrolera. Esto luego se convirtió en la conocida consigna de “sembrar el petróleo”.

La historia venezolana del siglo pasado puede eslabonarse con los reiterados, siempre truncos y fallidos intentos de hacer realidad esa consigna. Juan Pablo Pérez Alfonzo caracterizó ese fracaso como “la imposible siembra”, aludiendo entre otras cosas a la disposición inconsciente de recursos petroleros que desbordaban la capacidad de absorción del aparato económico nacional.


A pesar de las advertencias de Adriani, la industria petrolera continúa siendo el “sector externo” de la economía nacional, generador de una inmensa capacidad de importación y barrera infranqueable para el desarrollo de una industria y agricultura autónomas y autosostenidas.

Por todo lo anterior, la siembra del petróleo es un reto que los venezolanos tenemos pendiente.

Lamentablemente, todavía persisten, en el inconsciente nacional los sueños petroleros, alimentados por la certificación de reservas que nos auguran unos 200 ó 400 años en los primeros lugares del ranking mundial de los productores de ese material. En esas condiciones es muy tentador dejarse a la molicie del menor esfuerzo y esperar, como las ranas tontas en el agua tibia, para descubrir, cuando ya sea tarde, que el agua está hirviendo.


RF: ¿Cree que es conveniente que Pdvsa concentre tantas actividades paralelas y externas a la actividad central de la industria petrolera, actividades que van de lo educativo, productivo, alimentario? ¿Esto no convertiría a Pdvsa en un Estado paralelo?


CMP: Este es un problema de orden organizativo del Estado. Pdvsa es, desde luego, la rama operativa de la industria petrolera, encargada de la gestión del negocio. Como tal, recibe directamente los fondos que genera la exportación petrolera y, según el caso, los entrega en dólares al Banco Central de Venezuela para que éste genere los bolívares con los cuales se mueve internamente la economía nacional o a organismos como Fonden para financiar proyectos de inversión directa según prioridades establecidas por el Ejecutivo Nacional. La utilización de recursos financieros, espacios, infraestructura y capacidades gerenciales para fines distintos a los petroleros es una potestad del Ejecutivo y debe ser evaluada en cada caso, de acuerdo a su éxito o fracaso. Uno de los criterios para esta evaluación tiene que ser, precisamente, que ello no afecte la capacidad operativa de la industria en su sector medular. Pero ello no puede ser determinado a priori. Ni es un problema de creer en su conveniencia: es una vía escogida para acelerar algunos proyectos, de manera fundamental, el del abastecimiento de alimentos a la población de menores recursos, que a lo mejor no tienen el glamour de las operaciones asociadas al uso de tecnologías de punta en procesos refineros o petroquímicos, pero que constituyen prioridades absolutas en el contexto social contemporáneo. En tanto que esas son decisiones del Poder Ejecutivo, y se trata de tareas que les son asignadas para un cometido específico, ello no convierte a Pdvsa en un Estado dentro del Estado. Por el contrario, esa tendencia si existió en el último cuarto del siglo XX, cuando las iniciativas de programas y proyectos petroleros, de liquidación del Ministerio de Energía y Minas y deterioro planificado de la capacidad del Estado para percibir ingresos fiscales, eran generados en las cúpulas gerenciales petroleras y luego santificadas por el Ejecutivo en cada oportunidad.

RF: ¿Cuál cree usted que sea el papel que debe jugar la política petrolera venezolana para la concreta integración latinoamericana? ¿Cree que los pueblos deban también participar en ello? ¿En qué forma?

CMP: Los hidrocarburos, en particular el petróleo, se convirtieron, desde la segunda mitad del siglo pasado en la principal fuente energética, base de la matriz energética que rige el progreso social y económico de los países del mundo, desarrollado o en vías de desarrollo.


El agotamiento de las reservas probadas mundiales de crudo durante los últimos años, aunado al cuello de botella que presentan las relaciones producción-consumo y oferta-demanda, ha facilitado que se gire también la mirada hacia el gas como vértice importante de la matriz energética.


En este sentido, Venezuela posee una ventaja comparativa en el contexto americano y global.


El actual balance energético latinoamericano, en su estructura y funcionamiento, está dominado por las energías fósiles no renovables, y es bastante probable que por un período largo se mantenga el predominio del petróleo y del gas como fuentes básicas. De allí que Venezuela ofrece sus recursos energéticos como petróleo y gas, su principal recurso por ser un país monoproductor en hidrocarburos.


Es obvio que los hidrocarburos han jugado, en los últimos cien años, un papel primordial de geoestrategia en las relaciones internacionales del mundo contemporáneo. Por ello no es posible dejar de considerarlo a la hora de formular políticas de integración entre los pueblos de América Latina, tan urgidos, hoy por hoy, de una integración comercial regional abierta que nos coloque, unidos y homogéneos, frente a los grandes bloques comerciales y empresas mastodontes del comercio internacional globalizado. Latinoamérica, sin distinciones políticas, religiosas, geográficas ni culturales de ninguna naturaleza, tiene la imperiosa necesidad de concurrir a una integración de toda la región, y Venezuela como país donde confluyen diversas características geopolíticas de la región porque es caribeño y a la vez atlántico, andino y también amazónico, y además se encuentra a caballo entre Suramérica y el Caribe, debe unir sus esfuerzos en procura de tan predicada integración.

En esas circunstancias, en los procesos de integración económica, financiera, comercial y política latinoamericanos, Venezuela aporta, de manera determinante, iniciativas hacia la integración energética, basada en sus propios recursos y en coordinación con los demás productores de la región. Siendo nuestro país una economía petrolera de exportación, es lógico que use el petróleo como arma geoestratégica de integración regional.

RF: Ahora que somos la mayor reserva petrolera del mundo, ¿cómo ve el diseño de estrategias para superar el carácter rentista de nuestra economía?

CMP: Aquí volvemos a la segunda pregunta donde hablé de las dificultades del superar el carácter rentista de nuestra economía cuando nos enfrentamos a la tentación de seguir siendo petroleros por 400 años. Vale la pena insistir: La magnitud de esos recursos es tal que desborda nuestra capacidad de gestión e inversión autónoma a corto y mediano plazo. La tentación petrolera es un riesgo evidente para la soberanía nacional, porque es muy sencillo lograr que los grandes capitales se vuelquen sobre el país. Basta con otorgarles condiciones favorables y garantías de aprovechamiento privilegiado de nuestros recursos.


En tales condiciones, el diseño de estrategias para superar el rentismo se presenta como una ardua tarea, digna de Sísifo, donde el primer combate será contra el sentido común petrolero generalizado que nos lleva a glorificar ese primer puesto que ocupamos en el ranking y afloja nuestras defensas, al punto de considerar al nacionalismo como una discurso desfasado, indigno de la postmodernidad que nos arropa.

RF: Considerando la actual situación ecológica del mundo, ¿qué políticas podría implementar o ha implementado tanto Pdvsa como el Gobierno Bolivariano en relación al tema de la necesidad de las energías alternativas y el cuidado del medio ambiente?

CMP: En primer lugar, creo necesaria una campaña nacional de concientización sobre los riesgos de las compulsiones productivistas petroleras. Acentuar la defensa de la valorización del recurso petrolero. Dar prioridad al desarrollo de las reservas del gas natural y sustituir de manera acentuada el consumo interno de hidrocarburos líquidos. Desarrollar la investigación científica nacional para el aprovechamiento de los recursos energéticos alternativos de que dispone la nación en los campos geotérmicos, eólicos, nucleares e hidráulicos. Desarrollo de vías y medios de comunicación alternos al automóvil individual y las autopistas: ferrocarriles, tranvías, metros.

RF: ¿Qué futuro ve posible para Venezuela y cuáles recomendaciones nos da desde su vasta experiencia?

CMP: Como se sabe, Venezuela cuenta con inmensos recursos naturales y no es el caso insistir sobre ello. De lo que se trata es precisamente de encontrar la manera de liberarnos de la condena al rentismo parasitario y de construir una sociedad integralmente productiva, autosostenida, centrada en el desarrollo de su población y en la cancelación de la inmensa deuda social que hoy nos abruma con la pobreza y marginalidad de gran parte de la población.


Pero se trata de una tarea de magnitudes históricas, de largo plazo, que ameritan un programa bien meditado de políticas económicas y sociales que sea el producto de una voluntad política firme, que eluda las tentaciones facilistas y que convoque a la población venezolana a construir un país sustentado en el desarrollo de sus propias fuerzas productivas.

RF: ¿Cómo puede visualizarse la constitución de empresas mixtas para la explotación petrolera en el marco del socialismo en el siglo XXI?

CMP: Las empresas mixtas no son otra cosa que una estructura de asociación empresarial cuya utilización debe ser evaluada en el contexto del cual se trate. En tiempos de la apertura impulsada por la meritocracia petrolera de finales del siglo pasado, esas y otras asociaciones fueron utilizadas para intensificar la participación del capital trasnacional en la industria petrolera venezolana, otorgando condiciones lesivas del patrimonio nacional y que reforzaban nuestra dependencia de las más grandes corporaciones. Su utilización en el contexto contemporáneo forma parte de una política de diversificación de las fuentes de capital y tecnología extranjera que se requieren para el desarrollo de actividades complejas y con altos niveles de inversión, como evidentemente es el caso de los mejoradores para procesar los crudos extrapesados de la faja del Orinoco.

En conclusión, su utilidad o perversidad dependerá de los fines para los que sean utilizadas, tal cual como un machete puede ser destinado a usos agrícolas o criminales.

RF: ¿Es consonante la explotación de la faja petrolífera del Orinoco con la tesis de socialismo en el siglo XXI?


CMP: Al igual que en la pregunta anterior, los recursos pueden ser utilizados para fines antagónicos. En este caso se trata, precisamente, de la orientación que se le quiera impartir a una actividad económica que puede servir para apuntalar la construcción de una Venezuela más justa y humana, soberana y dueña de su destino o, por el contrario, para convertirnos en apéndice del gran capital trasnacional.


Los 21 países que aparecen involucrados en los proyectos actuales de la faja contrastan con las corporaciones casi exclusivamente anglonorteamericanas que participaban en los proyectos de la meritocracia aperturista.

RF: ¿Qué opinión le merece la política emprendida por la Nueva Pdvsa relativa a salir de los activos refinadores en el exterior? (Caso Ruhr Oel en Alemania y Citgo en Estados Unidos).

CMP: Desde 1994 he venido denunciando públicamente el fiasco que ha sido el programa de compras de refinerías obsoletas y dilapidadas que inició la meritocracia petrolera en 1989. Esas refinerías constituyen un lastre que venimos arrastrando desde entonces y, aun cuando ha existido la voluntad política de salir de tan pésimo negocio, ello no ha sido posible completamente, porque nadie quiere asumir los costos que Venezuela asume para mantener esas instalaciones.


Cito a continuación un texto escrito precisamente en 1994 sobre el programa de adquisición de refinerías en el exterior, o “internacionalización”, como fue bautizada:

Eso fue así en 1994 y fue empeorando con los años.
“Desde un principio se presenta como una estrategia competitiva, de aseguramiento de mercados para los crudos venezolanos, como una alternativa ante un posible deseado y buscado colapso de la OPEP. Una estrategia de cara al cliente desarrollado, que libere a una empresa, que se siente del primer mundo, de las ataduras tercermundistas que aquella organización encarna. Igualmente, y como se asoma en el lineamiento
transcrito, se planteó que el poseer refinerías en el exterior permitía la adaptación de las mismas, vía conversión profunda, al procesamiento de los crudos cada vez más pesados que constituyen las reservas remanentes del país. De hecho, se afirmó que ese era uno de los compromisos que sustentaban el convenio con la Veba Oel. Hoy sin embargo se sabe que nada se  ha hecho en este sentido, pues no ha variado la gravedad API de la dieta de tales refinerías y, lo que es peor, que nada se hará, porque el socio extranjero considera inviables tales emprendimientos en unas condiciones de plétora de crudos livianos en el mercado."
(El poder petrolero y la economía venezolana. CMP, 1994)
Todavía hoy, las compras de crudo y productos no venezolanos en el exterior constituyen el rubro mayoritario de los costos operacionales totales de Pdvsa, siendo así un desangramiento neto de los ingresos que debería generar la industria si no tuviera esa rémora.


FLAMA Liberación y Petróleo - Abril - Junio 2011









“Es obvio que los hidrocarburos han jugado, en los últimos cien años, un papel primordial de geoestrategia en las relaciones internacionales del mundo contemporáneo. Por ello no es posible dejar de considerarlo a la hora de formular políticas de integración entre los pueblos de América Latina, tan urgidos, hoy por hoy, de una integración comercial regional abierta que nos coloque, unidos y homogéneos, frente a los grandes bloques comerciales y empresas mastodontes del comercio internacional globalizado.”


Latinoamérica, sin distinciones políticas, religiosas, geográficas ni culturales de ninguna naturaleza, tiene la imperiosa necesidad de concurrir a una integración de toda la región, y Venezuela como país donde confluyen diversas características geopolíticas de la región porque es caribeño y a la vez atlántico, andino y también amazónico, y además se encuentra a caballo entre Suramérica y el Caribe.


Entrevista concedida à Revista FLAMA - Liberación y Petróleo, número de abril/junho de 2011







Carlos Mendonça Pottellá

Traducción al portugués de Flavio Benedito


REVISTA FLAMA: Como o Sr. crê que o petróleo ou a exploração petroleira tem influído na cultura venezuelana, e que efeitos ou danos o Sr. acredita que tenham sido provocados no imaginário coletivo do país pela concepção e importância de uma cultura rentista petroleira?


CMP: Esta pergunta se refere ao mundo e seus arredores... O petróleo tem sido tudo na vida dos venezuelanos do século XX, e corre-se o risco de continuar sendo a mesma coisa neste século XXI.

A resposta a sua pergunta está em uma densa bibliografia que se inicia com Labor venezolanista, de Alberto Adriani, e que tem momentos importantes em outras obras como La cultura del petróleo, de Rodolfo Quintero, e Hundiéndonos en el excremento del Diablo, de Juan Pablo Pérez Alfonzo, bem como toda a obra de Salvador de la Plaza, apenas para citar alguns autores mais conhecidos. Pretender dar resposta a esta pergunta em poucas linhas seria realmente um atrevimento irresponsável. Contudo, ela nos dá a oportunidade de alertar sobre a necessidade de resgatar todo nosso acervo nessa matéria ─ posto de lado, aliás, precisamente pelos desígnios das metrópoles capitalistas e das grandes empresas transnacionais no quadro geral definido pelo assim chamado Consenso de Washington, que foi recebido e aplicado com genuflexa complacência pelas elites governantes da Venezuela neste último quartel de século. Aproveito, por isso, para fazer algumas observações.

É já um lugar-comum afirmar que a disponibilidade de uma renda, isto é, de uma receita não gerada pelas forças produtivas internas, mas surgida da existência, em nosso subsolo, de um produto escasso em nível mundial (conquanto absolutamente necessário para alimentar as economias do planeta) tem provocado os efeitos perniciosos que se associam ao conceito de cultura rentista. Não obstante, o uso abusivo do qualificativo rentista presta-se aos partidários do expansionismo petroleiro para que, em associação subordinada com o capital petroleiro transnacional, desacreditem a luta venezuelana por assegurar uma retribuição justa à venda de um patrimônio nacional e privilegiem uma suposta "mentalidade produtiva" que, paradoxalmente, consiste em "semear o petróleo no petróleo" e fazer-nos cada dia mais petroleiros, postergando sine die os sonhos de um desenvolvimento integral, autônomo e autossustentado, centrado nos esforços produtivos da população venezuelana nos setores agropecuários e industriais internos. Não duvido de que existam venezuelanos que considerem o caminho mais conveniente para o país o de insistir em nossa "vantagem comparativa", e que seria ótimo um destino como o de Porto Rico para acabar com a pobreza e o subdesenvolvimento.

Por isso mesmo, é necessário colocar a discussão sobre o rentismo em um contexto integral, no qual sejam julgados os valores de independência, soberania e nacionalismo, juntamente com os objetivos de desenvolvimento humano e justiça social.


RF: Por que a Venezuela, apesar dos imensos recursos petrolíferos que sempre possuiu, é incapaz de dar um salto na questão da independência econômica, no desenvolvimento e na autonomia tecnológica?


CMP: Durante mais de um século, o petróleo vem constituindo o coração do "setor externo da economia venezuelana". Com isso, fazemos referência, por um lado, à circunstância de que a indústria petroleira implantou-se em nosso país sob o impulso e o férreo controle do grande capital petroleiro anglo-norte-americano; e, por outro lado, ao seu caráter de enclave, de feitoria colonial, geradora de imensos recursos provenientes da exportação de quase toda sua produção, sem conexões estruturais com o resto dos setores econômicos do país. As consequências negativas dessas condições têm sido motivo de intensa discussão e estudo desde a segunda década do século XX, quando nosso primeiro economista, Alberto Adriani, caracterizou-as e definiu a necessidade de utilizar os recursos advindos das exportações petroleiras no desenvolvimento dos setores produtivos internos ─ fundamentalmente, a agricultura e a indústria, elementos constituintes, para ele, do núcleo do que deveria ser uma economia geradora permanente de riquezas, em oposição ao caráter provisório de toda economia mineira e, em particular, da economia petroleira. Isso logo se converteu no conhecido lema de "semear o petróleo".


A história venezuelana do século passado está encadeada aos reiterados mas sempre incompletos e falhos intentos de tornar realidade esse lema. Juan Pablo Pérez Alfonso caracterizou esse fracasso como "o semear impossível", aludindo entre outras coisas à disposição inconsequente dos recursos petroleiros que extravasavam a capacidade de absorção do aparato econômico nacional. Apesar das advertências de Adriani, a indústria petroleira continua sendo o "setor externo" da economia nacional, geradora de uma imensa capacidade de importação e, ao mesmo tempo, uma barreira intransponível para o desenvolvimento de uma indústria e uma agricultura autônomas e autossustentadas. Por tudo isso, "semear" o petróleo constitui um desafio que os venezuelanos ainda mantemos não resolvido.

Lamentavelmente, ainda persistem no inconsciente nacional os sonhos do petróleo, alimentados pela confirmação de reservas que nos auguram uns 200 ou 400 anos entre os primeiros lugares no ranking mundial dos produtores do óleo. Nessas condições, é muito tentador entregar-se à preguiça do menor esforço e esperar, como as rãs tolas na água morna, para descobrir já tarde demais que a água está fervendo.

RF: O Sr. acha conveniente que a estatal petroleira PDVSA se concentre em tantas atividades paralelas e externas à atividade central de indústria petroleira, atividades ligadas, por exemplo, ao setor educativo, produtivo e alimentício? Isso não poderia converter a PDVSA em um Estado paralelo?

CMP: Este é um problema de natureza organizativa do Estado. PDVSA é, antes de tudo, o ramo operativo da indústria petroleira, encarregada da administração do negócio. Como tal, recebe diretamente os fundos que a exportação de petróleo gera e, segundo o caso, os entrega em dólares ao Banco Central da Venezuela para que este crie os bolívares com os quais se move internamente a economia nacional, ou então os organismos, como o Fonden (Fundo de Desenvolvimento Nacional), para financiar projetos de investimento direto segundo as prioridades estabelecidas pelo Executivo Nacional. A utilização de recursos financeiros, espaços, infraestrutura e capacidades gerenciais para fins diversos dos da produção de petróleo é algo que se faculta ao Executivo e deve ser avaliada em cada caso, de acordo com seu êxito ou fracasso. Um dos critérios para essa avaliação deve ser, precisamente, o de que isso não afete a capacidade operativa da indústria em seu setor medular. Mas, isso não pode ser determinado a priori. Nem é o problema de se crer em sua conveniência: trata-se de um caminho escolhido para acelerar alguns projetos ─ de maneira fundamental, o de abastecimento de alimentos à população de menores recursos ─ que porventura não tenham o glamour das operações associadas ao uso de tecnologias de ponta nos processos de refinação ou de petroquímica, mas que constituem prioridades absolutas no contexto social contemporâneo. Uma vez que são decisões do Poder Executivo e se trata de tarefas que lhe são conferidas por uma comissão específica, isso não converte a PDVSA em um Estado dentro do Estado. Ao contrário: essa tendência existiu, de fato, no último quartel do século XX, quando as iniciativas de programas e projetos petroleiros para a liquidação do Ministério de Energia e Minas e a deterioração planejada da capacidade do Estado de perceber receitas fiscais foram engendradas pelas cúpulas de gerentes da empresa petroleira e, em seguida, consagradas pelo Executivo em cada oportunidade. RF: Em sua opinião, qual o papel que a política petroleira venezuelana deve desempenhar tendo em vista uma concreta integração da América Latina? Os povos de cada país devem participar dela? De que forma? CMP: Os hidrocarbonetos, em particular o petróleo, converteram-se, desde a segunda metade do século XX, na principal fonte energética ─ na verdade, base da matriz energética que rege o progresso social e econômico dos países do mundo, quer desenvolvidos quer em vias de desenvolvimento. O esgotamento das reservas mundiais comprovadas de petróleo, durante os últimos anos, somado ao afunilamento que representam as relações produção-consumo e oferta-demanda, leva-nos a voltar nosso interesse para o gás como um vértice importante da matriz energética. Neste sentido, a Venezuela possui uma vantagem comparativa tanto no contexto americano como no global. O atual balanço energético latino-americano, em sua estrutura e funcionamento, está dominado pelas energias fósseis não renováveis, e é bastante provável que, por um longo período, mantenha-se o predomínio do petróleo e do gás como fontes básicas. Daí o papel da Venezuela, que oferece seus recursos energéticos (petróleo e gás), por ser um país monoprodutor de hidrocarbonetos. É óbvio que os hidrocarbonetos têm tido, nos últimos cem anos, um papel primordial de geoestratégia nas relações internacionais do mundo contemporâneo. Por isso, não é possível deixar de levá-lo em conta na hora de formular políticas de integração entre os povos da América Latina, tão necessitados agora de uma integração comercial regional aberta que nos coloque, unidos e homogêneos, diante dos grandes blocos comerciais e empresas mastodontes do comércio internacional globalizado. A América Latina, sem distinções políticas, religiosas, geográficas ou culturais de qualquer espécie, tem a imperiosa necessidade de fomentar uma integração de toda a região ─ e a Venezuela, enquanto país no qual confluem diversas características geopolíticas da região (pois é, ao mesmo tempo, caribenho e atlântico, como andino e amazônico), bem como por se encontrar entre a América do Sul e o Caribe, precisa unir seus esforços em prol dessa tão apregoada integração. Nessas circunstâncias, a Venezuela pode contribuir, de modo determinante nos processos de integração econômica, financeira, comercial e política latino-americana, para uma integração energética baseada em seus próprios recursos e em coordenação com os outros países produtores da região. Por ser o nosso país uma economia petroleira exportadora, é natural que use o petróleo como uma arma geoestratégica de integração regional.





RF: Agora que possuímos as maiores reservas de petróleo do mundo, como o Sr. vê o plano de estratégias para superar o caráter rentista da economia venezuelana?


CMP: Aqui voltamos à segunda resposta, na qual tratei das dificuldades de superar o caráter rentista de nossa economia quando o país tem diante de si a tentação de continuar sendo petroleiro por mais 400 anos. Vale a pena insistir: a magnitude desses recursos é tal que extravasa nossa capacidade de gestão e de investimento autônomo a curto e médio prazo. A tentação petroleira é um risco evidente para a soberania nacional, pois é muito simples conseguir que os grandes capitais sejam derramados no país. Basta conceder-lhes condições favoráveis e garantias de aproveitamento privilegiado de nossos recursos. Em tais condições, definir estratégias para superar o rentismo apresenta-se como uma árdua tarefa, digna de Sísifo, cujo primeiro embate será contra o senso comum petroleiro, que nos leva a glorificar esse primeiro lugar que ocupamos no ranking, e afrouxa nossas defesas a ponto de considerar o nacionalismo como um discurso atrasado, indigno da pós-modernidade que nos envolve.

RF: Considerando a atual situação ecológica do mundo, quais políticas poderia a PDVSA ou o governo bolivariano implementar no que se refere à necessidade das energias alternativas e ao cuidado com o meio ambiente?

CMP: Em primeiro lugar, creio que é necessário promover uma campanha nacional de conscientização sobre os riscos das compulsões produtivistas petroleiras. Em seguida, acentuar a defesa da valorização do recurso petrolífero; dar prioridade ao desenvolvimento das reservas de gás natural e substituir, de modo acentuado, o consumo interno de hidrocarbonetos líquidos; desenvolver a pesquisa científica nacional para o aproveitamento dos recursos energéticos alternativos de que a nação dispõe nos campos geotérmicos, eólicos, nucleares e hidráulicos; e desenvolver vias e meios de transporte alternativos ao automóvel individual e às rodovias: trens, metrôs, trólebus. RF: Que futuro o Sr. prevê para a Venezuela e quais recomendações nos faria a partir de sua vasta experiência? CMP: Como sabemos, a Venezuela conta com imensos recursos naturais, e não é preciso insistir nisso. O que importa, sobretudo, é encontrar a maneira de nos livrarmos dessa condenação ao rentismo parasitário e construir uma sociedade integralmente produtiva, autossustentada e centrada no desenvolvimento de sua população; e, igualmente, saldar a imensa dívida social que hoje nos aflige com a pobreza e a marginalidade de uma tão grande parcela da sociedade. Porém, trata-se de uma tarefa de magnitudes históricas, de longo prazo, que exige um programa bem pensado de políticas econômicas e sociais definidas como produto de uma vontade política firme, que fuja às tentações facilistas e que convoque a população venezuelana a construir um país sustentado no desenvolvimento de suas próprias forças produtivas. RF: Como se pode pensar a constituição de empresas mistas para a exploração petroleira no quadro do socialismo neste século XXI? CMP: As empresas mistas não são outra coisa que uma estrutura de associação empresarial cuja utilização deve ser avaliada no seu contexto específico. Nos tempos da abertura petroleira, empreendida pela meritocracia de fins do século passado, essas e outras associações foram empregadas para ampliar a participação do capital transnacional na indústria petroleira venezuelana, outorgando condições lesivas ao patrimônio nacional e reforçando nossa dependência em relação às maiores corporações. Sua utilização no contexto atual faz parte de uma política de diversificação das fontes de capital e de tecnologia estrangeira necessárias ao desenvolvimento de atividades complexas e com altos níveis de investimento, como é evidentemente o caso das melhorias para processamento dos óleos crus extrapesados da Faixa do Orinoco. Em conclusão, o caráter útil ou perverso das empresas mistas dependerá dos fins para os quais elas serão empregadas ─ tal como um machado pode ser empregado para fins agrícolas ou fins criminosos.


RF: A exploração da Faixa do Orinoco é concordante com a tese do socialismo no século XXI?


CMP: Do mesmo modo que na resposta anterior, digo que os recursos podem ser utilizados para fins opostos. Neste caso, trata-se precisamente da orientação que se queira dar a uma atividade econômica que possa servir de alicerce à construção de uma Venezuela mais justa e humana, soberana e senhora de seu destino, ou então transformar-nos em simples apêndice do grande capital transnacional. Os 21 países que aparecem envolvidos nos projetos atuais da Faixa do Orinoco contrastam com as corporações quase exclusivamente anglo-norte-americanas que participavam dos projetos da meritocracia defensora da abertura petroleira.


RF: Qual sua opinião sobre a política posta em prática pela Nova PDVSA relativamente a sair dos ativos refinadores no exterior (como nos casos da Ruhr Oel, na Alemanha, e Citgo, nos Estados Unidos)?


CMP: Desde 1994, eu venho denunciando publicamente o fiasco que tem sido o programa de compras de refinarias obsoletas e dilapidadas adotado pela meritocracia petroleira em 1989. Essas refinarias constituem um peso morto que vamos arrastando desde então, e mesmo quando há vontade política de abandonar um negócio tão ruim, isto não tem sido possível completamente, porque ninguém quer assumir os custos que o país suporta para manter essas instalações. Cito em seguida um texto escrito justamente em 1994, sobre o programa de aquisição de refinarias no exterior ─ a "internacionalização", como foi chamada:

"Desde o início, [a "internacionalização"] apresenta-se como uma estratégia competitiva, para assegurar mercados aos óleos crus venezuelanos, como uma alternativa diante de um possível e pretendido colapso da OPEP. Uma estratégia voltada para o cliente desenvolvido, que liberte uma empresa ─ que se sente de Primeiro Mundo ─ das amarras terceiro-mundistas que aquela organização encarna. Igualmente, e como se evidencia no delineamento transcrito, propôs-se que possuir refinarias no exterior permitiria a adaptação delas ─ por via de conversão profunda ─ ao processamento dos óleos crus cada vez mais pesados que constituem as reservas remanescentes do país. De fato, afirmou-se que esse era um dos compromissos que sustentavam o convênio com a Veba Oel. Hoje, contudo, sabe-se que nada foi feito nesse sentido, pois não houve variação da gravidade API da dieta de tais refinarias e, o que é pior, nada será feito, porque o sócio estrangeiro considera inviáveis tais empreendimentos em condições de superabundância de óleos crus leves no mercado". (El poder petrolero y la economía venezolana. CMP, 1994)


Ainda hoje, as compras de óleo cru e produtos não venezuelanos no exterior constituem o item majoritário dos custos operacionais totais da PDVSA, representando assim uma hemorragia nas receitas que a indústria deveria gerar se não houvesse esse empecilho.





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