martes, 23 de mayo de 2023

 

Citgo, una vergonzosa historia meritocrática … y “Ad Hoc”

Carlos Mendoza Pottellá

Citgo es el nombre del residuo de la “Internacionalización”, mega plan meritócrata de los años 80 y 90  para eludir lo que el gobierno se cogía, "the government take", en el lenguaje corporativo internacional. Es decir, para minimizar la participación fiscal, auténtico resultado nacional de las actividades petroleras en el país.

Ese logro ha quedado registrado en los resultados de la adquisición, a partir de 1983, de 19 refinerías chatarra para “asegurar el mercado” para la duplicación de los niveles de producción, desde 3 hasta 6 ó 7 millones de barriles diarios, los cuales  serían producidos partir de los 303 mil millones de barriles de supuestas reservas probadas, mayoritariamente extrapesadas y ubicadas en la Faja Petrolífera del Orinoco.

Vale decir, la propia construcción de la casa a partir del techo. Y todo ello, en previsión de nuestra cantada salida de la OPEP, odiosa organización que nos imponía cuotas de producción. Nuestros gerentes se daban maña entonces para violar esas cuotas y así, contribuyeron a llevar el precio promedio de las exportaciones venezolanas a menos de 8 dólares el barril en 1998.

Según la historia oficial, la marca CITGO fue creada en 1965 por Cities Service Company, empresa comprada por Occidental Petroleum en 1982, a la cual CITGO fue incorporada como una subsidiaria de refinación, comercialización y transporte en la primavera de 1983.

Fue comprada posteriormente por Southland Corporation, la cual, al borde de la quiebra por los márgenes negativos imperantes en el negocio de la refinación durante esos años,  la vendió como ganga y en artículo mortis, el 50% a los avispados gerentes petroleros del Estado venezolano en 1986. Luego, ya quebrada, Southland les vendió el otro 50% en el año 1990, pese a la reticencia expresa del Presidente Carlos Andrés Pérez, quien exigió que esa porción fuera nuevamente vendida, dados los riesgos para la República de poseer  el 100 por ciento de los restos de una bancarrota.

Sin embargo, y tal como reseñaba la revista internacional Petroleum Economist en su momento, “los defensores intransigentes de la internacionalización creen que pueden retrasar el pedido de Pérez hasta que deje el cargo en poco más de un año”  [María Kielmas, "Little Moves Ahead Of an Explosion", Petroleum Economist, noviembre 1992, págs. 14-17, citada en "El Poder petrolero", pág. 215 y 217.]

¡Y efectivamente así sucedió, incluso antes, cuando el Presidente Pérez fue defenestrado por el Congreso Nacional!

Así pues, en 1990, nació la posesión venezolana del 100% de CITGO.


https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/01/citgo-la-internacionalizacion-revisitada.html

Las prevenciones del Presidente Pérez se están materializando ahora,  cuando las decisiones imperiales del Departamento de Estado Norteamericano y sus brazos judiciales están autorizando la liquidación de los activos de Citgo en favor de  los acreedores de la República,  levantando la tesis del "alter ego", para cobrarse a la brava, con la captura un patrimonio nacional desguarnecido, fuera del ámbito territorial y del amparo de los poderes públicos nacionales venezolanos.

Desde la primera exigencia de la empresa canadiense Cristalex, asesorada por el abogado venezolano que luego sería designado como Procurador General Ad-Hoc de la Nación por el desaparecido “gobierno interino”, los activos de Citgo están siendo colocados en remate sin la presencia de su legítimo propietario, la Nación venezolana. Conoco Phillips y los tenedores de los 3.000 millones dólares en bonos respaldados por más del 50% de las acciones de Citgo,  emitidos en 2016 y vencidos en 2020, son los titulares de las otras  grandes tajadas para el reparto dispuesto.  Han sido los Departamentos de Estado, Justicia, del Tesoro y la OFAC quienes han esgrimido y pospuesto ese remate como mecanismo chantajista para imponer su voluntad política en Venezuela. La prensa nacional está repleta en estos días con las idas y venidas de este proceso en las Cortes de Distrito de Delawere, Distrito Sur de Nueva York, de Apelaciones, etc..

Rafael Ramírez, [promotor, en 2010 como Presidente de PDVSA, de otra irracional expansión refinera internacional, al proyectar  a 37 el número de refinerías que poseería Venezuela en el 2030] en  declaración a El Nuevo País, aportó, con conocimiento de causa, elementos respecto a la necesidad de vender Citgo en su momento:

 “Nuestro argumento era sencillo: esos activos están en territorio hostil, en una relación (con los Estados Unidos) que tendía a complicarse, estarían sujetos a cualquier acción de sanción, embargo, incautación, confiscación, etc. CITGO siempre fue un rehén, por ello, durante la ‘apertura petrolera’ se transfirieron más de 17 mil millones de dólares desde nuestro país, para adquirir esos activos en Estado Unidos, por eso se dieron descuentos de hasta un 40% en los envíos de petróleo, ya que, ‘era nuestra’, cuando en realidad nunca dio ni dividendos, ni ese era nuestro negocio, era una empresa 100% norteamericana”. https://elnuevopais.net/2018/08/12/ramirez-asegura-que-se-pierde-citgo-por-no-venderla-antes/reconoce, sin embargo la inconveniencia de la posesión 100% de Citgo:

Si. Citgo es un patrimonio muy valioso hoy, tasado en varios miles de millones de dólares, pero que fue el resultado de desangrar al país para beneficio privado de empresas extranjeras, de sus  pícaros promotores criollos que disfrutaron del resultado de sus andanzas ... y del fisco norteamericano, que cobró regularmente sus impuestos sobre ganancias producidas por el descuento al cual se colocaba el crudo venezolano en su refinerías.

Después de ...105 años

 

La industria del petróleo venezolano en la última década

Carlos Mendoza Pottellá


No es posible asumir el análisis propuesto en el título de esta nota, que me solicita Tribuna Popular, sin considerar las tendencias estructurales subyacentes en la evolución centenaria de la explotación petrolera en nuestro país.

En efecto,  en la década pasada ha cristalizado, de manera aguda, la principal de esas tendencias: la constante declinación de la capacidad de generación de excedentes de esa industria, manifiesta en el agotamiento, acelerado por el abandono, de los campos convencionales que habían sustentado la producción petrolera nacional durante 9 décadas.

Factor fundamental de la agudización de este proceso crítico lo constituyó la decisión de la gerencia petrolera venezolana, inducida por factores de la geopolítica energética norteamericana,  de acometer, como sustitutos de emergencia, proyectos megalíticos, fundados en evaluaciones fantasiosas de las posibilidades de desarrollo rentable de las gigantescas acumulaciones de crudos extrapesados que se encuentran en la ribera norte del Orinoco.

La tendencia señalada queda de manifiesto en el gráfico anterior, el cual muestra como 1971, con 3 millones 708 mil barriles diarios de promedio,  fue el pico, al cual nunca se volvió, de una producción constantemente ascendente desde 1917, que llegó hasta convertir al territorio venezolano en el origen de las mayores exportaciones de petróleo del mundo, entre 1926 y mediados de los años 60.[1]

El señalado factor acelerador de la crisis se expresa en los reiterados, y ruinosamente fracasados, proyectos para desarrollar capacidades de producción de 4 hasta 7 millones de barriles diarios de promedio anual, de los crudos extrapesados de la Faja, formulados desde 1983 y hasta hace dos años.

Esos proyectos, además de hundir infructuosamente los recursos generados en los yacimientos convencionales, han determinado, como ya señalé, el abandono del mantenimiento y de las labores de recuperación secundaria, lo cual ha acelerado la declinación de los mismos.   


Agréguese a lo anterior la compra o arrendamiento en el exterior de 17 refinerías, chatarras en su mayoría, para “asegurar” el mercado de la creciente producción futura y la meta, reiterada sin escarmiento por los fracasos anteriores, de 2010: aumentar el número de refinerías a 37 en el 2030:


Con ello se completa el panorama de la irresponsable y ruinosa planificación petrolera venezolana, fundada en la fraudulenta conversión de recursos de hidrocarburos no desarrollados en “reservas probadas”, pretendidas como las mayores del mundo. [2]

Volviendo al gráfico inicial, si nos colocamos en 2012, primero de la década que analizamos, podemos observar que ya en ese año se había producido una caída de 674 mil barriles diarios respecto a la producción en 2008. Y a partir de entonces, hasta 2017 esa caída se acentuó en otros 588 millones de barriles diarios. Vale decir que entre 2008 y 2017 ya la producción petrolera venezolana había caído en 1 millón 252 mil barriles diarios.

Es importante señalar esto, porque es a partir de 2017 cuando se acentúan las sanciones norteamericanas contra Venezuela, a las cuales se puede imputar, desde entonces, la mayor incidencia en la caída adicional de 1 millón 423 mil bd, hasta llevar ese baremo, en 2020, a un ínfimo promedio de 562 mil bd,  equivalente a los niveles prevalecientes hace 76 años.

La búsqueda de salidas de este cerco imperial condujo a la exploración de vías alternas a los canales comerciales tradicionales controlados por Estados Unidos. De hecho, ya desde principios de este siglo se incrementaron los envíos petroleros hacia la India y China.

Pero ello no bastó. Hubo de apelarse a la recién convocada Asamblea Nacional Constituyente para que, en octubre de 2020, se aprobara una “Ley Constitucional Anti-Bloqueo” que autorizó al Ejecutivo Nacional para “desaplicar” normas legales y constitucionales, amparado en el supremo interés nacional y protegido por un secreto de Estado cuya violación sería penada por traición a la Patria.[3]

Hoy asistimos al primer resultado público de esos manejos secretos, los cuales ampararon manipulaciones non sanctas que han permitido evasiones del patrimonio nacional, estimadas preliminarmente en el orden de las decenas de miles de millones de dólares y por las cuales se imputan a altísimos personeros de los poderes públicos y sus operadores y trestaferros privados. 

Lo que sigue ya es materia criminalística y no de mi competencia.

CMP/abril 2023