sábado, 25 de julio de 2020

Petróleo, Ignorancia y Conveniencias particulares

Apuntes para la historia de la ignorancia petrolera en Venezuela

Carlos Mendoza Pottellá

Julio 2020

Dedicado a las Escuela de Economía de la UCV

Antes que nada, debo pedir excusas al lector por las numerosas referencias personales que haré en este trabajo, centrado en incidencias académicas en las cuales tuve participación.

Podría haber titulado este trabajo con algo así como “memoria de las batallas perdidas” pero, en verdad, mi propósito es contemporáneo: tratar de incentivar la voluntad colectiva de alcanzar conocimientos profundos de la realidad nacional,  tales que nos conduzcan a convertirnos en auténticos ciudadanos conscientes, garantes  y responsables de la Nación y de su futuro.

Desde luego, dadas las condiciones que vive el país, nuevamente viene a mi mente la imagen trágica de los músicos del Titanic, en este caso, lamentando tragedias pasadas y  soñando con el futuro en medio del naufragio.

Una de las condiciones que han dado pie al florecimiento de toda clase de improvisados “expertos” en materia de economía y política  petrolera, algunos de los cuales tratan diariamente  de vendernos  sus particulares recetas mágicas para la solución de las catastróficas circunstancias del país y de su industria, lo constituye el conjunto de reformas que, al calor del Consenso de Washington, la globalización y “el fin de la historia” después de la caída del Muro de Berlín, determinaron, a finales de los años 80 del siglo pasado, entre otras “modernizaciones”,  la eliminación de materias tales como Historia Económica, Geografía Económica de Venezuela, Economía Agrícola, Economía Industrial, Economía Política Fiscal y Monetaria y, desde luego,  Economía y Política Petrolera y Minera, de los programas de las Escuelas de Economía y otras ciencias sociales de las universidades del país.

En efecto, en 1989 se impulsó en varias universidades estatales y privadas un cambio de pensum modernizador, el cual se centraba, en el caso de las escuelas de economía, en la profundización de las materias modelísticas, micro y macroeconómicas teóricas, cuentas nacionales, estadísticas y matemáticas, de tal suerte que los economistas venezolanos estuvieran al nivel de su colegas internacionales, formados bajo el mismo patrón.

Las ideas claves eran las que sostenían que el subdesarrollo era una condición mental y la dependencia una construcción ideológica, inconsistentes con el mundo globalizado y unipolar en el que debíamos insertarnos, un mundo en el cual las ruralidades y diferencias nacionales sería irrelevantes.

Así, nos encontramos que de un pensum fincado en la aprehensión de los rasgos estructurales de la realidad circundante pero con una insuficiente dedicación al

estudio de los fundamentos teóricos del análisis, pasaremos, en una típica reacción pendular, a otro en el cual, si bien se abre cauce a la cabal formación teórica básica, se desdibuja y minimiza la importancia de las características específicas de nuestra realidad nacional, latinoamericana y tercermundista, desapareciendo en la

práctica como problema teórico.[1]

Siendo loable el interés en el crecimiento de la capacidad analítica del economista venezolano, la forma  como esa actualización se puso en práctica separó a estos profesionales de conocimientos  generales y específicos, fundamentales para el ejercicio de su especialidad en la realidad circundante, la economía real donde les correspondería actuar.

Y hablo de conocimiento básico, porque a mi manera de ver no se trataba, como se quiso justificar entonces,  de que los contenidos suprimidos del pensum serían materia de postgrados superespecializados, vale decir instancias académicas creadoras de futuros expertos en economías aplicadas, verbigracia, agrícolas, industriales, petroleros, etc.

Dada la reconocida preeminencia de la industria del petróleo en Venezuela, en el caso de la materia en cuestión, ello equivalía a una emasculación auto infligida de la capacidad de evaluar, desde el nivel de formación básica, la principal de las peculiaridades de la economía venezolana, una inexplicable voluntad de abstraerse de la avasalladora realidad circundante.

Contra ese desaguisado se levantaron voces de ilustres economistas, tales como Domingo Felipe Maza Zavala, Armando Córdova, Héctor Malavé Mata, Gastón Parra Luzardo, Francisco Mieres, Irene Rodríguez Gallad, Bernardo Ferrán,  Orlando Araujo y otros, así como de los profesores de esa materia en el momento, entre los cuales me encontraba y a quienes se nos acusó de “defensores del conuco” que nos daba nuestros sueldos.

A propósito de ello, transcribo los últimos y amargos párrafos de la citada comunicación de 1989:

Nuestros proyectistas sostienen que si los miembros de la mencionada cátedra quieren “defender” la pertinencia y necesidad de esa materia dentro de los estudios de economía en Venezuela, “deben demostrar” ante quienes tienen, al parecer, el poder de incluir o excluir materias, las razones por las cuales consideramos que la economía petrolera tiene rango y especificidad suficientes para ser tomada en cuenta como una materia separada y no como un tema dentro de la proyectada asignatura Problemas Económicos de Venezuela.

 

Debo decir, en primer lugar, que el problema en discusión es de una entidad teórica tal, que no puede limitarse a la defensa de una parcela de intereses académicos y, en ningún, caso depender de que una cátedra asista o no a las reuniones, defienda o no su “comedero”; ello equivale a reducir el debate a una infinita subalternidad y remitirlo a los envilecidos canales “democráticos”: aprobado por mayoría, como cualquier colegio electoral, con todo y votos cuadrados.

 

En segundo lugar, fuera de hacer mención al carácter petrolero de nuestra sociedad en su conjunto, condición que algunos quieren olvidar y otros tapar con un solo

dedo, me niego definitivamente a hacer tal demostración, simplemente porque considero que nada vale la más elocuente de las exposiciones ante quienes tienen

tal capacidad para cerrar ojos y oídos ante la aplastante realidad cotidiana.[2]

 

En lo personal, dado el cambio de pensum, me correspondió dictar, durante 10 años,  un tercio semestral de Economía y Política  Petrolera en una materia pasticho en la cual los estrategas del nuevo pensum  habían concentrado contenidos de economía agrícola, industrial y petrolera. Durante dieciocho semestres me mantuve en esa limitada actividad, hasta el año 2000, cuando hube de retirarme por mi designación en un cargo diplomático.

La motivación principal de estas líneas parte, precisamente, de la revisión de viejos papeles sobre el tema, entre los cuales apareció una minuta de la reunión del 7 de octubre de 1999 de la Cátedra de Política Económica de la Escuela de Economía de la UCV, de la cual era miembro.

En esa reunión, a la cual, coincidencialmente, no fui convocado, tal como se asienta en el mismo documento en cuestión, se trató el tema de la asignatura Política Económica III, justamente la materia pasticho en la que ya tenía diez años compartiendo con profesores de Economía Agrícola y Economía Industrial.

Y precisamente, la jubilación de los profesores de esas asignaturas planteaba el gravísimo problema discutido por esa Cátedra: “La asignatura quedó reducida exclusivamente a la temática petrolera”.

Estudiadas todas las alternativas, el acuerdo de consenso de ese cónclave, en mi ausencia “coincidencial” y conveniente, fue: “solicitar al Consejo de Escuela abrir el proceso para eliminar las asignatura Política Económica III”.

Tres años antes, y siete después de la modificación del pensum pude constatar la eficiencia del nuevo Plan de Estudios en la formación de un economista a tono con los tiempos, así lo relaté:

El pasado viernes 3 de mayo me tocó conocer la nueva Escuela de Economía de la UCV.

 

En un foro sobre la privatización de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) donde todo iba por un solo camino:  

 

¿Cuáles serán los mejores instrumentos financieros para poner en práctica esa privatización?

 

 ¿Cotizar en la Bolsa de Caracas o en Wall Street?

 

¿Repartir acciones a cada venezolano o crear fondos de inversión?

 

 ¿Privatizar de una sola vez o por etapas?

 

La convocatoria al foro ya lo anunciaba todo: dos profesores del Instituto de Estudios Superiores en Administración (IESA), un director de PDVSA y apenas un profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

 

La nota ambiental la dieron los dirigentes del otrora combativo Centro de Estudiantes de Economía, disfrazados de yuppies e instalados en el presidium con actitudes pensativas y un mutismo autista.

 

El centro ideológico fue definido por el profesor del IESA, Hugo Farías: “Hay que privatizar porque el Estado venezolano no es el Estado inglés”, razón muy parecida a aquella que justificaba la inexistencia en Venezuela de instituciones democráticas serias porque no somos suizos.

 

De repente apareció un dinosaurio, profesor de una materia desaparecida hace siete años, Economía y Política Petrolera y Minera: “¿Ustedes saben qué es lo que quieren  privatizar?”, preguntó José Rafael Zanoni.

 

Y ello estimuló a que otro dinosaurio de la misma asignatura, el suscrito, se presentase, dijera su nombre y recordara que alguna vez, en esta escuela existió una materia que trataba sobre estos temas.

 

Confieso que sentí una profunda vergüenza por mi escuela y mi facultad.

 

“La Nueva Escuela de Economía de la UCV”.

Carta abierta a la comunidad de la Escuela de Economía distribuida personalmente el 7 de mayo de 1996. [3]

 

 

En busca de la raíz de esta novelera fobia hacia el estudio de temas petroleros, voy a referir incidencias coetáneas que nos darán algunas pistas de motivaciones y causas eficientes:

Aquellos eran los tiempos en los cuales PDVSA había otorgado “soberanamente” tres campos petroleros a LUZ, UDO y UCV para ayudar a la formación de sus técnicos petroleros y, de paso, financiar a esas universidades, perennes pedigüeñas de mayores presupuestos.

 Ese apoyo, sin embargo tenía condiciones no escritas pero muy precisas y entendidas por algunos destinatarios…

Al respecto, en esos tiempos escribí un artículo, recogido también en mi citado Nacionalismo Petrolero…”

Todo parece indicar que, con su oferta de tres campos petroleros a tres universidades, entre ellas la UCV, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) ha hecho una jugada

maestra. Una oferta al estilo de El Padrino, de esas que no pueden rechazarse, ha puesto la carne de gallina y vencido algo más que los escrúpulos de ciertos sectores

universitarios, que desde entonces han comenzado a recoger sus discursos radicales y a rezar todas las noches el “yo pecador me acuso ante dios-Giusti”, por

haber tolerado –venialmente, porque fue sin identificarse mucho– las irracionales críticas a la política petrolera oficial que hacían algunos profesores extremistas

como el suscrito. Además –perdónalos Dios– había el atenuante de que se consideraba a esas críticas como folclóricas e inofensivas.

 

Esa oferta de la cúpula gerencial de PDVSA ha sido percibida y acogida como lo que es: un soborno para que las autoridades universitarias “sensibles” acallen, ellas mismas, y en nombre de los intereses trascendentes de la universidad, a los molestos críticos universitarios. Muchos, eufóricos, pero callados, se frotaban las manos... Pero no hay felicidad completa, nunca falta un aguafiestas...recordando el feo nombre de esa movida y nombrando la soga en la casa del ahorcado.  [4]

 

En esos tiempos, siendo el suscrito Coordinador del ya mencionado Postgrado Petrolero de la UCV, recibí diversas manifestaciones en el sentido de que mi posición hipercrítica sobre la apertura petrolera estaba causando desagrado en PDVSA, privando al postgrado de su ayuda y poniendo en peligro el campo petrolero de la UCV.

De hecho, y por esas razones, uno de mis colegas de la Escuela de Economía, propuso, en mi presencia y ante el Consejo de esa Facultad, que yo fuera sustituido en ese cargo.

Este fue el contexto en el cual desaparecieron de la Escuela de Economía de la UCV los últimos vestigios de una signatura dedicada al estudio de los temas de economía y política petrolera.

Años después, un avergonzado Director de esa Escuela me llamó para participarme su embarazo, cuando miembros de una delegación profesoral europea, que visitaba la Escuela, requirieron de él que los condujera al “Departamento de Economía Petrolera”… ¿Cómo les podría decir que en su Escuela, que forma economistas para un país que se preciaba entonces de tener las mayores reservas petroleras del mundo, no existía ni siquiera tal materia?                                                                                                                                                                                                                                 precisamente,  con el desinterés académico generalizado en las Facultades de Ciencias Sociales, y el agresivo ambiente externo frente a las posiciones críticas en esta materia,  a partir de entonces, hasta los postgrados languidecieron, tanto en LUZ como en la UCV, hasta desaparecer en la primera y ser hoy, en la segunda, una sombra de lo que fue en sus primeras tres décadas de existencia.

Un Director, Coordinador de los Postgrados de FACES UCV,  comentaba hace poco tiempo y de viva voz al respecto “¿Y para que queremos un postgrado petrolero en Ciencias Económicas si ya existe una Escuela de Petróleo en la Facultad de Ingeniería?”

El tema fue dejado en manos de voluntariosos improvisados, muchos de ellos procedentes de áreas operativas, quienes, precisamente por ello, se ufanan de su experticia en el tema,  por conocer el color del petróleo y haberlo olido,  ignaros en las relaciones socioeconómicas e históricas, nacionales e internacionales que se tejen alrededor del mismo, pero que se presentan deslumbrantes ante el desconocimiento generalizado, más profundo aún…

Una muestra reciente de ello nos la están dando las declaraciones del “Presidente de PDVSA Ad Hoc”, Luis A. Pacheco, a cuyos densos planteamientos me he referido en artículos anteriores y  los cuales traigo a colación ahora… seguro de que muy pocos los recordarán… o, más probablemente, no los han leído.

En mi trabajo “Cambalache Petrolero: La Nueva Apertura de “PDVSA Ad Hoc” [5]  me referí críticamente a la intencionada y ofensiva simplificación que hace este Ph.D. de la Rice University, sobre los últimos 100 años de la historia petrolera venezolana, reduciéndola a 8 “mitos”, donde deja claro su desprecio por otra ciencia que no sea la suya:

Haciendo tabla rasa con esa historia, presenta un listado donde mezcla peras con manzanas y lagartijas, irrespetando de paso personajes relevantes de nuestro devenir intelectual y político, al colocarlos  allí sin ninguna jerarquización y al nivel de comiquitas de Marvel o Disney:

• El petróleo destruyó la economía agrícola. (Alberto R. Adriani)

• Debemos "sembrar" los ingresos del petróleo para asegurar riqueza futura (Arturo Uslar Pietri)

• Debemos ahorrar petróleo para las generaciones futuras. (Celestino Armas)

• El petróleo es el excremento del diablo. (Pérez Alfonzo)

• Debemos separarnos de la OPEP. (Sosa Pietri)

• Los negocios autónomos de PDVSA son escondidos en una  caja negra.

• Es preferible que PDVSA invierta las rentas del petróleo en vez de que los políticos las desperdicien. (PDVSA y otros).

• Ahora, el petróleo es verdaderamente nuestro. (Rómulo Betancourt, Pérez Rodríguez, Chávez Frías y otros). [6]

Este tipo de simplismo ofensivo sólo pudo obtener estado público en una ambiente como el nuestro actualmente, donde se ha promovido conscientemente las más absoluta ignorancia de nuestra historia en esta materia.

Ignorancia aprovechada impunemente y con descaro, al punto de organizar un foro en conmemoración del centenario de la Primera Ley de Hidrocarburos, cuyos ponentes, junto al ya citado Pacheco, son  precisamente los líderes del movimiento para liquidar toda nuestra jurisprudencia petrolera, tal como referí en “Aquelarre Petrolero de PDVSA Ad-Hoc”  [7]

Nuestras Facultades de Ciencias Económicas y Sociales nacionales y nuestras Academias respectivas tienen una gran responsabilidad, por sus omisiones en la lucha contra las sombras,  de que la ignorancia en la materia petrolera haya sido, y sea hoy, caldo de cultivo para que prosperen proyectos antinacionales.

Pero sus integrantes también tenemos la responsabilidad de remendar, de impedir que eso siga sucediendo, antes de que el país sea entregado indefenso a la más inicua piratería.

CMP/25/07/2020



[1] Mendoza P., “En torno al proceso de discusión del nuevo plan de estudios de la Escuela de Economía de la UCV”.  Escrito presentado ante la  Comisión de Revisión del Plan de Estudios de la Escuela de Economía de la UCV en 1989.  Inserto en  Nacionalismo Petrolero Venezolano en Cuatro décadas, págs.. 143-144. BCV, Colección Venezuela y su petróleo, Caracas 2014. https://www.academia.edu/41805065/Nacionalismo_petrolero_en_4_d%C3%A9cadas

[2] Mendoza P.,  Loc. Cit.

[3] Loc. Cit., La Permanente protesta Contra la eliminación de la Materia Economía y Política Petrolera”. Nacionalismo Petroleros… págs.. 309-312.

[4]  Loc. Cit.  ¡Se salvó la Patria, vuelven los petrodólares!...

Y FACES-UCV no puede quedarse atrás…! (22 de noviembre de 1996) pags. 318-320.

[5] https://petroleovenezolano.blogspot.com/2020/03/cambalache-petrolero-la-nueva-apertura.html#.Xxube9JKjMw


miércoles, 22 de julio de 2020

Petróleo, Velos y Merengue

PDVSA, CITGO, los velos corporativos

y… “El otro yo del Dr. Merengue”

Carlos Mendoza Pottellá

20/07/2020

A mediados del siglo pasado, fue muy popular en Venezuela una tira cómica argentina, publicada en un diario nacional de cuyo nombre no quiero acordarme, titulada “El Otro yo del Dr. Merengue”, cuyo protagonista era un atildado y serísimo abogado, quien, ante cada circunstancia que enfrentaba respondía con el sentido común ético que se esperaba de un civilizado jurista, pero de cuyo pecho o espaldas emergía siempre una figura desvaída y deformada de él mismo, expresando lo que en verdad pensaba su alma de malandro: su verdadero “yo”.

En el caso de CITGO, y de las demandas contra su patrimonio por ser el “Alter Ego” del Gobierno venezolano, estamos ante una circunstancia parecida, pero devenida de la violación, políticamente motivada, de la legislación mercantil universal que instituye “velos corporativos” para establecer una separación entre los patrimonios de las corporaciones, compañías anónimas o sociedades de responsabilidad limitada, y los de sus accionistas, aún cuando éste sea uno solo.

Ello, en el entendido de que los capitales que sus propietarios  “comprometen” en las corporaciones creadas serán los que responderán por el resultado de sus emprendimientos. Si estos son fallidos, esos propietarios perderán ese capital, pero nada más, salvo reclamaciones de estafas u otros delitos.

El respeto a esos velos corporativos es la base del sistema mercantil capitalista universal contemporáneo. Y los mismos sólo podrán ser “levantados”, o denunciados, en casos en los cuales se sospeche y se pueda comprobar la utilización de sus recursos para fines ilegales, como narcotráfico, contrabando o lavado de capitales.

Claro, sin contar que también se puedan levantar acusaciones de financiamiento al terrorismo, lo cual no sería nada descabellado, dado el conflictivo contexto político actual.

Los argumentos en cuanto a la “interferencia” de los propietarios de las acciones en las decisiones de las Directivas corporativas designadas no son sólo hipócritas,  constituyen también una argumentación fullera de acreedores frustrados y en este  caso particular, recurso leguleyo aprovechado políticamente por el Gobierno norteamericano.

Aquí cabría la pregunta clásica en las rupturas mercantiles entre mafiosos: ¿Nos comportamos como caballeros o como lo que somos?

Este es el caso de Crystallex, Conoco-Phillips y otros acreedores de la República. No existen sospechas, y mucho menos convicciones, de un comportamiento delictual por parte del Estado venezolano, a pesar de que, en ocasiones, por traición subconsciente o arrogancia ignorante,  sus representantes   se comporten con la torpeza del verdadero “yo” del Dr. Merengue.

No es necesario ser muy zahorí para entender que esta argucia legal es  un aprovechamiento de las circunstancias políticas imperantes, signadas por el abierto enfrentamiento del Gobierno de Donald Trump contra el de Venezuela, cuyos designios fueron expresados, el mismo primer día de su llegada a la Casa Blanca, en su “America First Energy Plan”, donde establece que este país está regido por un Estado forajido y que su voluntad es, desde ese momento, liquidarlo.

Creo que para todos es evidente que se trata de un problema político, en el cual la juridicidad tiene muy poco que buscar. 

Ello es evidente en el sesgo político de las argumentaciones de algunos defensores interesados, tales como las que afirman que CITGO “era alter ego” del Gobierno de Maduro, pero no lo es del Gobierno de Guaidó. Algo así como que “muerto el perro desaparece la rabia”.

Este tipo de razonamiento se encuentra en las declaraciones del Diputado Elías Matta, cuando afirma  que la Junta Directiva Ad Hoc de CITGO fue designada por la Asamblea Nacional, del Director de Litigio de la Procuradoría Especial de PDVSA Ad Hoc, Pedro Alberto Jedlicka, en su solicitud ante la Corte del Estado de Delaware para que anule la orden de embargo… porque ya CITGO y PDV Holding no son  alter ego de la República y,  en sentido más amplio, en las de Francisco Rodríguez en su “hilo” de Tweeter, cuando critica, por las dos bandas, tanto ese nombramiento hecho por la Asamblea Nacional, como el anuncio inapropiado del Presidente Maduro, al declarar que había nombrado a Asdrúbal Chávez como Presidente de CITGO, dado que la directiva de CITGO Petroleum la debe nombrar CITGO Holding.

La simplicidad y aparente candidez de esos argumentos, produciría risa en cualquier “vivo” venezolano, al pensar que nos encontramos en un festival entre Cantinflas y el Dr. Merengue.

Pero este no es el caso, porque la simplonería jurídica apenas encubre a la hipocresía política y a las cartas marcadas. Lo que está en juego para el país va mucho más allá de los activos que se perderían con CITGO y no es cosa de juegos.

Por el otro lado, apostando siempre a ganador, las circunstancias políticas actuales constituyen parte de las buenas razones por las cuales Elliot Abrams considera que, en este momento en particular, no es muy conveniente para los intereses norteamericanos la liquidación de CITGO, y considera que es pertinente que la administración envíe mensajes admonitorios a los jueces que deben decidir sobre la materia.

Hasta aquí mi comentario sobre la contemporaneidad, porque ahora debo retornar, como siempre, al pasado.

Se trata de que en la génesis de esta situación problemática sí  existen graves aspectos que nos concierne dirimir internamente, entre los venezolanos, centrándonos como punto de partida en la forma como fueron establecidos esos velos corporativos contra el patrimonio nacional. Sólo así tendremos las herramientas para las amenazas que ellos comportan hoy.

Se trata de que éstos se originaron de manera irregular, dado su diseño y ejecución, a espaldas de los poderes legislativos, judiciales y contralores de la República.

Porque fue subrepticiamente cómo se comenzaron a constituir,  a partir del programa de “internacionalización”  de la gerencia aperturista de PDVSA, y desde 1983,  cuando éste se puso en práctica por primera vez  -con la diligencia cómplice del Ministro de Minas e Hidrocarburos de la época, que con esto hizo méritos para ser “ascendido” a Presidente de PDVSA, Humberto Calderón Berti- para el establecimiento de la compañía Ruhr Oel and Gas, mediante la compra, a la germana Veba Oël AG, del 50% de una refinería semi-arruinada en Gelsenkirchen.

La excusa ex-post facto argüida entonces, cuando explotó el escándalo,  fue que esa instalación se modernizaría para refinar petróleo pesado venezolano, cosa que nunca hizo.[1]

Por el contrario, comenzó a recibir crudos medianos venezolanos, bajo la fórmula de net-back, la cual le generó pérdidas a PDVSA

“..los resultados del net-back sobre los envíos de crudo a Ruhr Oël, correspondientes a 1990 y 1991, 12,04 y 10,04 dólares por barril, respectivamente, arrojan un saldo negativo de 8,29 y 5,88 dólares por barril con respecto al promedio de los ingresos unitarios del país por ventas exportadas de crudo y productos en cada uno de esos años: 20,33 y 15,92 dólares por barril…” [2]   

Esa fue la primera de 19 chatarras que se adquirieron bajo el programa de “internacionalización”, en las cuales se invirtieron, de manera dispendiosa, ingentes capitales generados por la producción petrolera nacional, para convertirlas en instalaciones modernas, pero que continuaron siendo sumideros de recursos nacionales, distribuidos entre los beneficiarios de los costos operativos de estas instalaciones y los impuestos pagados en los países receptores.

No me queda otra alternativa que remitir al lector a los trabajos que he realizado al respecto, precisamente desde los años 80, algunos de los cuales resumí recientemente en artículo publicado en el portal Aporrea.org,  “CITGO, la Internacionalización revisitada” [3], del cual estas líneas son un “remake” actualizado.

Sin embargo, debo poner pruebas al canto aquí mismo, sobre todo en lo referente a la utilización de los “velos corporativos” para eludir la “excesiva carga fiscal” que pesaba sobre PDVSA, un argumento que renace de sus cenizas como el ave Fénix desde los años 40   del siglo pasado, en tiempos concesionarios, y que fue el estandarte de la PDVSA de los años 80 y 90 para multiplicar la adquisición de las chatarras referidas, con el argumento de crear el mercado futuro para la multiplicación de la producción petrolera nacional… cuando nos saliéramos de esa antipática OPEP que nos “imponía cuotas”.

El mecanismo  utilizado para ese desvío de recursos nacionales hacia el exterior, junto a la chatarra refinera, fue precisamente la multiplicación de corporaciones-represas  en el exterior, sobre todo en paraísos fiscales.

Mostraré de seguidas algunas gráficas de ese entramado antinacional, del cual, todavía hoy, hay quienes se sienten orgullosos, porque mostraban a PDVSA como una corporación del primer mundo, deslastrada del atrasado panorama doméstico:

Aproveche el lector este cuadro simplificado y legible, porque más adelante le presentaré uno ilegible pero que gráficamente le dará una idea de hasta qué punto se llegó en esto de crear “represitas veladas” para contener en el exterior porciones considerables del ingreso petrolero nacional.

Obsérvese por ejemplo, que desde 1986 hasta el 2000 la compañía “holding” externa principal, VENEDU, se encontraba en Curazao, un paraíso fiscal muy conveniente, como sabe cualquier operador de finanzas irregulares.

El siguiente tramo, la casa “holding”, tenedora de los activos externos, PROPERNYN se ubicó en Holanda hasta 1997, año en el cual se trasladó a PDV Holding en el estado norteamericano de Delaware, donde ya estaban constituidas, desde 1983, todas las instancias operativas de PDV America (sin acento, porsia) precisamente en el más propicio de los Estados Unidos para la constitución de corporaciones sin muchos tiquismiquis, como diría Pérez Alfonzo.

Copio, para mayor abundamiento, las cifras de resultados 88-93 de “PDVSA-Exterior“ y el gráfico “organizacional” que vigente entonces, que proceden de un folleto promocional  de la emisión de un bono de PDV America Inc., por 1.000 millones de dólares, publicado en Wall Street por la firma corredora de bolsa  Salomon Brothers, el 1° de julio de 1993 y que por tal razón eran más fidedignas que las presentadas hasta entonces a los desprevenidos accionistas venezolanos.

 





Ahora bien, si le ha parecido pesada la exposición del cuadro anterior referido a la evolución de la Cadena Accionaria CITGO-PDVSA, imagínese como sería la que tendríamos que hacer para explicar el cuadro prometido antes:


Esta  fue la estructura organizativa de PDVSA  con sus ramificaciones internacionales vigente para el año 2002:

57 corporaciones filiales y “holdings companies” en Estados Unidos, 20 en el área del Caribe y 10 en Europa. ¡Qué capacidad de gerencia, qué orgullo nacional!

Pero quiero dejar algunas preguntas inocentes: ¿Cuál era el propósito de esas 87 instancias corporativas? ¿Cómo se manejaba el flujo de fondos entre ellas? ¿Qué papel jugaba una PDV Finance Ltd en Islas Caimán y cómo se enmarcaban los recursos que manejaba  en la obligatoria unidad del Tesoro Nacional?

Como ya dije, esa estructura  fue diseñada precisamente para establecer velos corporativos, pero no a favor de su único accionista, la Nación venezolana, sino en su contra.

Sus ruinosos resultados han sido expuestos en muchos trabajos propios y de otros autores, pero la conciencia de esas circunstancias adversas ha sido nublada por la profusa propaganda sobre la mítica “cuarta empresa petrolera más grande del mundo”. [4]

Con todo lo anterior, no puedo dejar de hacer una mención crítica particular  a la resurrección,  después de 2005 y hasta 20018, de la planificación de “pajaritos preñados”, la cual llegó a establecer metas de  producción de  5 a 8 millones de barriles diarios, los cuales nutrirían a las 33 refinerías, -8 de éstas en el territorio nacional- que tendríamos en el 2030.



Metas esquizofrénicas, inconsecuentes con el discurso oficial retomado en 2000 y todos los años subsiguientes hasta nuestros días, que proclaman enfáticamente el firme apoyo de Venezuela a las políticas acordadas en el seno de la OPEP, de  limitación de la producción para la defensa de los precios. 

En esa inconsecuencia ha tenido mucho que ver la nueva promoción, justamente desde 2005, de los sueños de la Faja del Orinoco y su 90% de las “reservas” extrapesadas del mundo.

Volviendo a la historia antigua, y a fuer de insistente en un discurso que nadie oye, aunque quien quita…  y,  para no dejar pasar la oportunidad, reproduciré el gráfico elaborado por mí sobre las cifras del Comisario de PDVSA 2001, Rafael Darío Ramírez:

Ese  Informe del Comisario PDVSA 1999 comenta:

‘...cabe destacar que el precio de venta de crudo inferior al precio de mercado, significa una transferencia al fisco norteamericano según el siguiente detalle: incrementa las ganancias de CITGO en 210 millones de dólares, con un efecto de impuesto [norteamericano, n.n.] estimado a la tasa nominal de 71 millones de dólares y disminuye las ganancias de PDVSA en 210 millones de dólares, lo cual representa una disminución nominal de impuesto sobre la renta venezolano de 142 millones.’[5]

¡Un gran negocio! Que “movió” 27.000 millones de dólares en ingresos por ventas en 2001, generando “ganancias” de 638 millones, provenientes de los descuentos hechos por la casa matriz en los suministros petroleros enviados a sus filiales externas, por 936 millones, un promedio de 2,2 $/bl para contener pérdidas reales, amén de las nuevas inversiones para seguir convirtiendo chatarra en equipos operativos por 517 millones.

Se observa un comportamiento similar en los 3 años anteriores graficados, comportamiento que, por cierto, tampoco ha sido distinto en los años siguientes, hasta el último del cual tenemos registros, 2016. Y valgan las cifras de cinco años, “adornadas”, de la propia PDVSA en su Informe de Gestión Anual de ese año.


Estas últimas  cifras, las cuales todavía deben ser estudiadas con detenimiento por expertos contables con todos los recaudos reales en su mano, dadas las objeciones presentadas por los propios auditores externos de KPMG en el mismo Balance Financiero donde fueron presentadas,  no logran ocultar la realidad de sus pírricos resultados, que se viene denunciando desde la propia gestación de los “negocios internacionales”… hace casi 4 décadas y que, con todo y adorno, presentan los siguientes indicadores:

Retomando el tema original, presento de seguidas, y volviendo  a 1999, un esquema típico del funcionamiento del “velo corporativo” contra la Nación:

De cómo una declaración (obligada, solicitada por la casa matriz) de 500 millones de dólares de dividendos por parte de CITGO,  en 1999, se convierte en una transferencia inversa, por 40 millones de dólares, de PDVSA Casa Matriz (Caracas) para PDVSA Holdings Inc. (Delaware)  y el reparto que ésta tenedora de acciones  hace entre sus subsidiarios-paraísos fiscales:

Este es el funcionamiento “adecuado” del velo corporativo según la visión de “Interven”, la filial concentradora de los negocios internacionales de PDVSA: aquél donde las apetencias de dividendos extorsivos del accionista-rentista, -el “petro-Estado” en la jerga aperturista- pero en realidad, la Nación venezolana, son respondidas adecuadamente, con los mecanismos preestablecidos en el diseño autogestionario de los negocios internacionales.

En mi infancia oriental llamábamos a eso “jugar la guayaqueta”. Aún hoy desconozco cómo se diría eso en maracucho o caraqueño, pero supongo que sería algo impublicable.

Pues bien, ahora que hemos recordado con sincera amargura que los velos corporativos implantados por los genios  de la meritocracia aperturista no lo fueron para expandir los ingresos de la Nación, sino para repartirlos entre los “emprendedores” participantes en el negocio y, de paso, con manga ancha hasta para financiar los actos de investidura presidencial de Obama y Trump –500 mil dólares y sin distingos partidistas - como buena y cumplidora corporación norteamericana que es, podemos volver a nuestras dramáticas circunstancias actuales, en las cuales, en medio de diatribas irreconciliables, no sólo estamos al borde de perder los pírricos patrimonios físicos remanentes de aquella gigantesca estafa internacionalizadora, sino de nuestra propia entidad como Nación.

CMP, 20/07/2020

------------------------------------------------------- 

[2] Mendoza P., Carlos. Nacionalismo Petrolero en Cuatro Décadas .

La Internacionalización, págs. 157-215. BCV, Publicaciones, Fondo Editorial, Colecciones, Colección Venezuela y su Petróleo.

http://publicacionesbcv.alejandria.biz/cgi-win/be_alex.cgi?Documento=T210000170350/0&Nombrebd=BCV&CodAsocDoc=6185&DSalida=CRes&Sesion=1028091991&DSalida=CRes

 

https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/01/citgo-la-internacionalizacion-revisitada.html#.XxYAWNJKjMx

 

[3] https://www.aporrea.org/energia/a276427.html

 

 - El Poder Petrolero y la Economía Venezolana. Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Caracas 1995. Cap. V.2.3 La internacionalización, págs. 211-243.

 

[4] Cito en particular a Juan Carlos Boué, “La internacionalización de PDVSA. Una costosa ilusión”,  Caracas, Ediciones del Ministerio de Energía y Minas de la República Bolivariana de Venezuela (Fondo Editorial Darío Ramírez), 2004

 cuyo prólogo escribí: http://petroleovenezolano.blogspot.com/2010/04/prologo-internacionalizacion-de-juan.html

y el Informe de la Comisión de Energía y Minas de la Asamblea Nacional en 2006, dirigida por el Diputado Rodrigo Cabezas, publicado inicialmente por  PDVSA, pero ahora desaparecido de su página web.

[5] Rafael Darío Ramírez, Informe del Comisario de PDVSA 1999, p. 28. Caracas 2000.