lunes, 25 de enero de 2010

DOCUMENTOS DEL BLOG Curso Monográfico 2006

ESCUELA DE ECONOMIA FACES-UCV

CURSO MONOGRÁFICO


POLÍTICA PETROLERA VENEZOLANA
CONTEMPORÁNEA 1976-2006

NACIONALIZACIÓN, APERTURA,
INTERNACIONALIZACIÓN

VIGENCIA DEL NACIONALISMO PETROLERO



CARLOS MENDOZA POTTELLÁ ENERO 2006

ANTECEDENTES

La política petrolera en la era concesionaria. Breve exposición sobre la génesis y evolución de la figura de la concesión minera.

El Estado venezolano y las corporaciones petroleras internacionales como protagonistas de la era concesionaria.

Evolución y agotamiento del régimen concesionario.

La geopolítica petrolera a mediados de los años 70: “Crisis energética”, embargo petrolero árabe, el Acuerdo General de Participación como nueva estrategia de las corporaciones.

La “nacionalización” como punto de inflexión de la política petrolera venezolana y de sus relaciones con el capital petrolero internacional. Una nueva edición, ampliada, de la relación dependiente Estado-transnacionales.

La “nacionalización” como inicio de una “apertura” a la participación y control del capital petrolero sobre la industria venezolana.

Inicio de la nueva era de esas relaciones: Los contratos de Asistencia Técnica y Comercialización, la reproducción del esquema filial-casa matriz en las nuevas “operadoras” nacionalizadas y posteriormente en la propia PDVSA.

La nueva estructuración del “Poder Petrolero”: Cúpulas gerenciales de mentalidad privatista y transnacional, heredadas de las antiguas concesionarias, en estrecha alianza Capital privado nacional e internacional.

APERTURA: ESTRATEGIA ANTI ESTATAL DE LA CASTA GERENCIAL PETROLERA

Inicio del desmantelamiento del MEM y de toda la estructura impositiva y fiscalizadora del Estado venezolano.

La fuga de cerebros, la eliminación del Valor Fiscal de Exportación, minimización de las capacidades políticas y técnicas del MEM, degradación de la Regalía y el Impuesto sobre la renta, etc.

Apertura: Camino a la privatización: De la formulación de presupuestos anuales inflados al diseño de megaplanes multianuales, sobredimensionados, inviables para la Nación, pero excelentes para el negocio privado nacional e internacional, tales como los megaproyectos de la Faja del Orinoco, la internacionalización y el Proyecto gasífero Cristóbal Colón, junto con la implantación de novedosas fórmulas de asociación degenerativa tales como los “convenios operativos”, “alianzas estratégicas”, el “esquema de ganancias compartidas”, el “outsourcing” generalizado y la concentración de las actividades de “procura”.

LA INTERNACIONALIZACIÓN COMO ESTRATEGIA ANTI-OPEP

El primer ensayo: la compra de refinerías en Alemania y la implantación del sistema netback, con sacrificio de los precios fijados en el seno de la OPEP.

La multiplicación de capacidad refinera en el exterior como excusa para promover la violación de la cuota venezolana en la OPEP.

EL PROCESO DE ADQUISICIÓN DE REFINERÍAS EN EL EXTERIOR COMO
“EXPORTACIÓN DE BENEFICIOS E IMPORTACIÓN DE COSTOS”

Adquisición de refinerías en quiebra, con alto grado de obsolescencia en un período en el que predominan los márgenes negativos para los refinadores.

Pérdidas: Iniciales, por sobreprecio, y permanentes, por la constante necesidad de realizar inversiones para repotenciar refinerías semi-paralizadas y en fase de liquidación.

Los descuentos sobre el precio de los crudos enviados a las refinerías adquiridas en el exterior, como única vía para reflejar “ganancias operativas”, pagar impuestos en los Estados Unidos y no ser obligadas por la SEC a declararse en bancarrota.

Magnitudes de un gigantesco negocio privado y una hemorragia de costos para Venezuela: PDVSA como compradora de crudos costosos, mexicanos, canadienses, rusos y norteamericanos para sus refinerías en el exterior, mientras suministra crudos venezolanos con descuentos.

LOS “HECHOS CUMPLIDOS” EN LA INTERNACIONALIZACIÓN
Y SU DIFÍCIL SOLUCIÓN A CORTO PLAZO.

Continúa el drenaje de ingresos internos hacia las refinerías de PDVSA en el exterior.

¿Cómo resolver el problema sin que ello comporte una nueva pérdida patrimonial para el país?

¿Tiene alguna justificación táctica o estratégica el seguir suministrando petróleo a descuento a “nuestro sistema de refinerías” en el exterior?

LA INTEGRACIÓN ENERGÉTICA LATINOAMERICANA: UNA POLÍTICA DE INTERNACIONALIZACIÓN SEMBRADA EN EL INTERÉS DE LA NACIÓN VENEZOLANA.

Las barreras de las corporaciones petroleras internacionales a los vínculos petroleros entre Venezuela y sus vecinos. Casos de Argentina y Brasil en los años 40.

La integración energética latinoamericana, una historia de fracasos y pocos éxitos. El sabotaje de PDVSA a ARPEL y OLADE. El pacto de San José y el Acuerdo Energético de Caracas.

PetroSur, PetroAndina, PetroCaribe, iniciativas venezolanas en el camino correcto.

La diversificación de mercados y fuentes de inversión y tecnología, medios para el afianzamiento de la soberanía nacional en el ámbito energético y político internacional.

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFIA

Akins, James, (1973): “The Oil Crisis, This Time the Wolf is Here”, Foreign Affairs,

Boué, Juan Carlos, (1977): “The Political Control of State Oil Companies. A Case Study of the International Vertical Integration Programme of Petroleos de Venezuela”. Oxford, Oxford University Press.

Boué, Juan Carlos, (2004): “La política de internacionalización de Petróleos de Venezuela”. Caracas, Ministerio de Energía y Petróleo.

Brannon, Gerard, (1974): “Energy Taxes and Subsidies: A Report to the Energy Policy Project of the Ford Foundation”, Ford Foundation. Versión parcial en español, mimeografiado, CEAP-FACES UCV.

Maza Zavala, D. F., Parra Luzardo, Gastón, Mieres, Francisco, Mendoza P., Carlos, (1977): “Incidencia de los contratos de tecnología y comercialización en el rumbo de la industria petrolera nacionalizada”, Caracas, mimeografiado. CEAP, FACES UCV

Mendoza Pottellá, Carlos, (1985): “De las Concesiones a los Contratos, Visión Retrospectiva de la Política Petrolera Venezolana”, Tesis de Maestría, Caracas, Inédita.

Mendoza Pottellá, Carlos, (1995): “El Poder Petrolero y la Economía Venezolana”, Caracas, CDCH UCV.

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Mendoza Pottellá, Carlos, (2006): “Vigencia del Nacionalismo Petrolero”. Inédito.

Mieres, Francisco (1981): ““El papel del petróleo venezolano en la perspectiva de la crisis energética”, Petróleo y Desarrollo en México y Venezuela, México, Ed. Nueva Imagen, UNAM.

Ministerio de Minas e Hidrocarburos (1969-1975): Petróleo y Otros Datos Estadísticos, PODE, Caracas. MMH-MEM”

Mommer, Bernard, (1988): “La Cuestión Petrolera”, Caracas, Fondo Editorial Trópikos

Parra Luzardo, Gastón (1979) “El Despojo de Venezuela. Los precios del petróleo”, Maracaibo, Rectorado LUZ

Parra Luzardo, Gastón (1981) “El Desafío del Cartel Petrolero”, Maracaibo, Vicerrectorado Académico LUZ

Parra Luzardo, Gastón (1998) Tercera Edición. “De la Nacionalización a la Apertura Petrolera”, Maracaibo, Centro de Estudios Latinoamericanos, CEELA, LUZ.

Ramírez Coronado, Rafael Darío, (2000) “Informe del Comisario de PDVSA 1999”, . Caracas, PDVSA.

Rodríguez Gallad, Irene, Yánez, Francisco, (1977): “Cronología Ideológica de la nacionalización petrolera en Venezuela”, Caracas, UCV-FACES, Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales.

Rose, Sanford, (1977): “¿Por qué está en mengua la marea de las transnacionales?”, Fortune, agosto.

Sáder Pérez, Rubén (1972): “Hacia la Nacionalización Petrolera”, Caracas, Síntesis Dosmil.

Sáder Pérez, Rubén (1974): “Petróleo Polémico y Otros Temas”, Caracas, Síntesis Dosmil.

DOCUMENTOS DEL BLOG -- Nota en "Ultimas Noticias" (08/03/2002)


REVISANDO EL BLOG...
Y RATIFICANDO POSICIONES

En marzo de 2002, siendo el suscrito miembro de la fugaz Junta Directiva de PDVSA que encabezara, por dos meses y hasta el golpe de Estado del 11 de abril de ese año, Gastón Parra Luzardo, el periodista de "Ulimas Noticias", César Contreras Altuve, publicó una nota en la cual resume las posiciones expuestas por  en un artículo de 1997. 

Entonces, como ahora, septiembre de 2011, ratifico lo dicho en ese trabajo. Sigo creyendo que son vigentes esas recomendaciones y algunas de ellas siguen siendo tareas por cumplir.

CMP 19/09/11 

EL PAÍS

DEBATIR A PDVSA:
LA INDUSTRIA SE TIENE QUE ADMINISTRAR EN CONSONANCIA CON UNA ESTRATEGIA NACIONAL

NO SÓLO DEBEN SER DÓLARES

Se pueden ceder al sector privado áreas reservadas al estado: Mendoza Potellá


César Contreras Altuve


PRINCIPIO De acuerdo con las mayorías nacionales

CADENA CAPRILES
________________________________________

La industria petrolera nacional, o lo que es lo mismo: Petróleos de Venezuela, S.A., Pdvsa, "en tanto que propiedad pública, reservada legal y constitucionalmente al Estado, debe ser dirigida y administrada en consonancia con una estrategia nacional que trascienda los límites de lo meramente empresarial".


La cita corresponde a Carlos Mendoza Potellá, economista, miembro de la nueva junta directiva de Pdvsa. Es parte de su trabajo. "Sí es posible una política petrolera distinta", escrito a principios de mayo de 1997. Se trata de un resumen de las conclusiones de su libro El Poder Petrolero y la Economía Venezolana (UCV, 1995).


Una estrategia nacional no debe entenderse sólo como políticas, programas, proyectos y actividades restringidas a la acción del Estado.


Mendoza precisa que no se limita "al estrecho ámbito de lo estatal". De modo que no es incompatible con que voluntariamente se le cedan al sector privado áreas reservadas al Estado. No obstante, "ello debe ser el resultado de una seria consideración por parte de los poderes públicos y los órganos planificadores competentes, en un ambiente de consenso nacional." En todo caso, no deben ser "transferencias unilaterales, sin la justa contraprestación debida por la liquidación de un activo público".


PODER PETROLERO


La posición descrita se opone a lo que Mendoza denomina el "Poder petrolero".


Cuando escribió el trabajo, ese poder estaba conformado por "un conglomerado de factores económicos y políticos, empresariales y corporativos, nucleado en torno a la cúpula directiva de Pdvsa".


Contando con "la complicidad por acción u omisión de todo el espectro político nacional", ese poder había impuesto "la expansión creciente y sin pausa de la inversión pública en el sector petrolero como garantía de multiplicación de las oportunidades de los negocios privados. De sus negocios".


Concluye que independientemente de las concepciones administrativas, políticas y sociales que garanticen una eficiente gestión de la industria petrolera, resulta "indispensable acabar con el abusivo aprovechamiento privado de ese bien colectivo".


PRINCIPIO RECTOR


Su crítica de la política petrolera venezolana parte “de una visión positivamente distinta de la realidad de nuestra industria petrolera y de los principios que deben orientar su funcionamiento, la magnitud y sentido de sus proyectos, su integración dinámica a la economía nacional y, de manera particular, el manejo y disposición de sus ingresos”.


Así, “el principio rector de esas posiciones es aquel que considera el petróleo como patrimonio colectivo de los venezolanos y, en tanto que tal, que esa riqueza debe ser administrada según convenga al legítimo interés de las mayorías nacionales”.


Sostiene que el petróleo aún posee posibilidades que “pueden ser utilizadas para la reconstrucción de la sociedad venezolana sobre nuevas bases: de autosuficiencia, autonomía y diversificación de nuestras relaciones económicas internacionales, mediante un proceso integrador e internalizador de esos rendimientos”.


Tal proceso debe modificar la situación de una industria volcada hacia el exterior, que depende de los requerimientos de los mercados internacionales.


Una industria petrolera que posee “escasos encadenamientos” dentro del país, particularmente con el resto del sector industrial y otros sectores económicos.


La industria petrolera no debe ser sólo proveedora de dólares. Debe avanzar “hacia su fusión con los recursos humanos y materiales disponibles en el país”.


Tareas a desarrollar


Decisiones. Mendoza dice que en el marco “de un proceso de verdadera profundización de la nacionalización petrolera, de auténtica apropiación por los venezolanos de su patrimonio colectivo”, se imponen decisiones o tareas que requieren definida voluntad política. Presentamos las principales.


Inversiones. Investigar los principales contratos y las inversiones de Pdvsa, tanto en el país como en el exterior; analizar el rendimiento de cada una de esas inversiones y sus perspectivas; determinar la conveniencia o no de mantener la propiedad de tales activos.


Equipo. Todas las transacciones de la industria petrolera deben someterse efectivamente a la supervisión de la Contraloría General de la República.


Además, se debe crear un equipo multidisciplinario y operativo (con representación legislativa, laboral y empresarial) controlado por el Consejo de Ministros; su objeto es la planificación en materia de economía petrolera y energética.


Otros usos. Se debe iniciar un proceso de investigación científica sobre los posibles usos no energéticos del petróleo de la Faja del Orinoco.


Cuota. Mantener la política, en el seno de la OPEP, de defensa de los precios. Garantizar una cuota de producción acorde con el nivel óptimo de producción de las reservas petroleras venezolanas.


Eficiencia. Se deben procurar los fondos necesarios para garantizar el eficiente funcionamiento de la industria en todos sus niveles; cada año se deben presupuestar los proyectos recurrentes y los nuevos programas que se consideren viables, prioritarios y acordes con la política económica. Además, deben estar de acuerdo con la necesidad de integrar la industria petrolera a la reconstrucción de la economía nacional.


Producción. Los niveles de producción se deben estabilizar dentro de márgenes técnicos aconsejables.

DOCUMENTOS DEL BLOG -- Nota de VENPRES (10/03/2003)

(Publicada por aporrea.org)

Las pérdidas de la Internacionalización

Caracas, 10 Mar. Venpres (Lisa Robles).- Por concepto de internacionalización petrolera en el año 2001 el fisco venezolano no recibió nada; es decir, se dejaron de percibir ingresos de aproximadamente 27 millardos de dólares, porque Petróleos de Venezuela (Pdvsa) alimentaba negocios de esa magnitud que no reportan nada al país.

Así lo afirmó el experto petrolero y embajador de Venezuela en Rusia, Carlos Mendoza Potellá, quien agregó que el holding estatal aún otorga crudo con descuento. Esto obligaba a hacer constantes inversiones en este negocio, las cuales no reportaron nada al país ni se tradujeron en ingresos al fisco, pero a cambio, aumentaron los negocios de sectores privados muy bien identificados.

Las declaraciones las ofreció a Venpres antes de presentar su ponencia en el Seminario Nuevos Paradigmas de Integración de la Industria Energética en América Latina, actividad organizada por el Parlamento Latinoamericano (Parlatino) e instalado por el presidente de Pdvsa, Alí Rodríguez Araque.

Abordado sobre la posibilidad de vender Citgo, filial de Pdvsa ubicada en Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos, expresó que esa es una negociación muy delicada y además debe hacerse un estudio muy detenido de qué se va a hacer; es decir, si hay que vender o replantear los contratos.

Según la opinión del experto "es un pésimo negocio" mantener esa filial, pues implica preservar sus refinerías y sus 12 mil estaciones de servicio, "pero es tan malo que estamos ensartados en una trampa en la cual no podemos decir que mañana vamos a vender a esta filial".

Mendoza Potellá subrayó, que Venezuela mantiene una deuda en sus activos en el exterior (la cual está comprendida por 23 refinerías de Pdvsa, situadas en diferentes lugares del mundo) de 8 millardos de dólares. Sin embargo, "la principal industria del país ya está conformando un equipo completo de auditores, economistas y abogados para analizar esta situación, y decidire qué se puede hacer".

No extraer crudo durante el sabotaje a Pdvsa, en diciembre pasado, representó pérdidas de 75 millones de dólares diarios al país, recordó. Reforzó este planteamiento al retrotraer que en un determinado lapso decembrino la producción petrolera estaba por el orden de los 150 mil barriles de crudo por día, lo cual significó un monto incalculable en pérdidas.

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La fuente original de este documento es:
Venpres (http://www.venpres.gov.ve/)

DOCUMENTOS DEL BLOG Entrevista en "El Mundo" (14/09/2009)

Pdvsa debe reevaluar venta de Citgo
y salir de sus negocios en Europa

Fuente: El Mundo
Fecha noticia: 2009-09-14
lunes, 14 de septiembre de 2009

Erika Hidalgo López

El experto petrolero Carlos Mendoza Potellá sostiene que Citgo nació quebrada, y que la internacionalización no ha sido rentable para Pdvsa. Asoma que desprenderse de estas unidades sanearía a la empresa estatal

El Gobierno debe "evaluar la venta de Citgo y salir, tan rápido como pueda, de los activos de Pdvsa en Europa, como pasos indispensables para garantizar el equilibrio financiero de la industria petrolera estatal", a juicio del asesor y analista petrolero del Banco Central de Venezuela, Carlos Mendoza Potellá.

Según el experto, es falso que el Gobierno ejerza presión para quebrar a Citgo. Lo que realmente ocurre es que la política de internacionalización de Pdvsa, asumida en la década de los `80, siempre fue inviable desde el punto de vista financiero.

"Citgo nació quebrada y está constante y estructuralmente acosada por la forma en que se adquirió", indica.

Sostiene que la mayoría de las refinerías que Pdvsa adquirió en el exterior, junto con infraestructuras de almacenamiento de combustibles y redes de distribución al detal, a un costo total de 4.380 millones de dólares, desembolsados entre 1983 y 2002, eran activos deteriorados y con graves rezagos tecnológicos.

Según Mendoza, en esas refinerías no se pueden procesar crudos pesados, que constituyen la mayor parte de la oferta local.

A pesar de que no se puede hablar de una debacle de los precios petroleros, sí se ha registrado una caída muy importante, de manera que el ingreso proveniente de las ventas de crudo y derivados se ha visto afectado por la crisis global.

De allí que tomar decisiones sobre la conveniencia de mantener a Citgo o los activos europeos es importante, ahora, para evitar mayores problemas financieros a la industria nacional.

Para Mendoza Potellá, no tiene sentido seguir con negocios que potencialmente significarían obstáculos para el adecuado saneamiento de los números de Petróleos de Venezuela.

-Si estos negocios eran tan malos, ¿por qué se hicieron? La lógica verdadera de la política de internacionalización era provocar una ruptura de Venezuela con la Organización de Países Exportadores de Petróleo, ya que su participación mayoritaria en refinerías en Estados Unidos y Europa obligaba a Pdvsa a incrementar constantemente su producción o a comprar crudo a terceros países para sostener negocios que nunca produjeron dividendos al fisco nacional.

Además, estaba el planteamiento de hombres como Andrés Sosa Pietri, ex presidente de Pdvsa, quien decía que era mejor vender cuatro millones de barriles a dos dólares cada uno, que vender dos millones a 40 dólares. Ellos creían que el verdadero negocio estaba en mayores volúmenes de crudo, no en defender un precio justo.

Para soportar este argumento, Mendoza Potellá cita a Juan Carlos Boué, quien en su libro La Internacionalización de Pdvsa: Una Costosa Ilusión, recuerda que fue Hugo Chávez el primer presidente que ordenó a Citgo reportar dividendos al Estado venezolano.

Por primera vez desde su adquisición, la filial estadounidense reportó una ganancia más o menos sólida, de 483 millones de dólares en 1999, "cifra que excedía en 401 millones los dividendos totales declarados por esta filial durante los ocho años en los que Pdvsa había sido su única accionista", escribió Boué.

-¿Qué impidió la entrega de dividendos? Básicamente, las compras de petróleo que Pdvsa se vio forzada a hacer a otros proveedores, que llegaron a representar nada menos que 50% de los costos totales de la industria, sin que hubiera una contraparte de renta.

Pero eso no es nada, Citgo se nutre con crudos provenientes de México y Canadá, principales competidores del petróleo venezolano en Estados Unidos, al punto que la filial de Pdvsa es el primer cliente de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la nación norteamericana.

A descuento Pero el problema no se reducía a la adquisición de petróleo a terceros, sino que el crudo venezolano que se procesaba en el exterior se colocaba a descuento, lo que permitía, según Mendoza Potellá, que, por ejemplo, Citgo declarara ganancias. Esta política se suprimió, definitivamente, en 2006.

En 2001, refiere el experto, Venezuela exportó a sus refinerías foráneas un millón de barriles diarios de sus mejores crudos "para obtener resultados pírricos".

-¿Cuál fue, por ejemplo, en Citgo, el impacto de esta política de descuentos? Estos descuentos fueron los que produjeron las ganancias de Citgo, que ascendieron a 638 millones de dólares en 2001. Estas rebajas fueron equivalentes a 936 millones de dólares, según el informe del comisario de Pdvsa, Rafael Ramírez Coronado. Gracias a estos descuentos se presentaron ganancias ficticias a la Comisión de Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos. Y, además de ello, ese año se hicieron inversiones nuevas.

Mendoza Potellá sostiene que vender estos activos no representará salir de "excelentes negocios", como afirman los críticos, sino la posibilidad de sanear las finanzas de la industria y tener un perfil de negocios más racional, conforme a las nuevas realidades del mercado petrolero. Sin embargo, advierte que estas posibles ventas deben verse con cuidado, debido a que se ha invertido mucho capital en estas estructuras.

Cero petróleo nacional Más allá de evaluar la venta definitiva de Citgo, por razones que han sido reiteradamente expuestas por Mendoza Potellá y otros analistas, como Francisco Mieres y Gastón Parra Luzardo, ambos lamentablemente desaparecidos, el asesor del BCV pone el acento en los negocios refineros y petroquímicos que Pdvsa mantiene en Europa, ubicados en Alemania, Suecia, Gran Bretaña y Bélgica, a los que define como "pérdidas desastrosas" para Venezuela.

-Siempre se dijo que los negocios de Europa garantizaban mercados para el crudo venezolano. ¿Qué pasó, entonces?

Nuestras refinerías de Alemania dieron tan malos resultados iniciales, que dejamos de enviarles petróleo. La cantidad de dinero que se lograba repatriar era dramáticamentemenoralaquesehabría obtenido por vender ese crudo en el mercado, a cualquier otro país. Y eso fue al principio.

La verdad es que hace más de 15 años en esas refinerías no procesan ni un barril de petróleo venezolano. Desde entonces, se compra el crudo que necesitan a Rusia.

Personalmente, fui testigo de los esfuerzos que hizo el ministro Rafael Ramírez para vender esas refinerías a los rusos, pero no las quisieron. Sacaron sus cuentas y concluyeron que no habría negocio, ya que reportarían una pérdida de no menos de cinco dólares por barril.

En el viejo continente, Venezuela cuenta con cuatro refinerías en Alemania; una en Bélgica; dos en Gran Bretaña; y otras dos en Suecia, cuya capacidad consolidada es de 259.000 barriles diarios, lo que significa apenas 8,5% de la capacidad de refinación total del país que, según el reporte de Pdvsa correspondiente al cierre de 2008, alcanzó 3.035.000 barriles diarios.

En Estados Unidos, Pdvsa mantiene una capacidad de refinación de crudo de 1.089.000 barriles por día, equivalente a 36% de la capacidad total de la industria nacional. Siguiendo la línea argumental de Mendoza Potellá, estos datos revelan que Pdvsa refina 44,5% del crudo que transforma en productos de alto valor añadido, absolutamente a pérdida.

Una paradoja que vale la pena señalar objetivamente es que los detractores de la construcción de las nuevas refinerías de Cabruta y "Batalla de Santa Inés" en Barinas apuntan que una estructura de este tipo que no sea capaz de procesar más de 150.000 barriles diarios esunmalnegocio.Siestoesasí,cómo justificar la participación en nueve refinerías europeas, que individualmente procesan 28.000 barriles diarios en promedio.

-¿Y el impacto en la estructura de ingresos fiscales petroleros?

La internacionalización fue parte de una operación de hundimiento del aporte fiscal petrolero, que se complementó con la eliminación del Valor Fiscal de Exportación y los acuerdos de la Apertura, que llevaron la regalía a 1% por barril extraído y rebajaron la alícuota a 34% del Impuesto Sobre la Renta que pagaban las empresas extranjeras. Desde 1999 se han hecho consistentes esfuerzos por aumentar la participación fiscal, pero esos activos externos siguen generando altos costos por compras de petróleo a terceros e inversiones.

¿Y, entonces, qué hay que hacer con Citgo?

Hay que vender ese negocio, pero haciendo lo necesario para recuperar la mayor parte, al menos, de las inmensas inversiones que hemos hecho en esa empresa.

Modificado el ( lunes, 14 de septiembre de 2009 )

DOCUMENTOS DEL BLOG Artículo de Ernesto Villegas en Aporrea

Contra la Corriente

Brasil planeó invadir Venezuela
para controlar la Faja

Por: Ernesto Villegas Poljak

Fecha de publicación: 05/09/08
Aporrea.org


Hace ya tres semanas que dedicamos este espacio al tema de la Faja del Orinoco y nos permitimos cerrar la saga con las líneas -sin desperdicio- que nos envía Carlos Mendoza Potellá a propósito de los cambios de apellido (un día “bituminosa”, otro “petrolífera”) que ha experimentado esa oceánica reserva de hidrocarburo, cuyos negros contenidos –¿quién lo duda?- son a las potencias consumidoras lo que la cocaína a un adicto con síndrome de abstinencia.

Mendoza Potellá es economista, profesor de Economía Petrolera y asesor de la presidencia del Banco Central de Venezuela. Fue director de Pdvsa en los tiempos convulsos del 2002 y luego embajador en Rusia.

El hombre tiene in pectore un libro sobre el tema. Veamos qué dice:

“Apreciado Ernesto: Acabo de leer tu columna y no resistí la tentación de escribirte para discutir las afirmaciones que hacen algunos de tus informantes sobre cuál fue el primer nombre de la Faja y los supuestos vínculos de ese cambio de nombre con la Orimulsión.

Desde los años 30, los geólogos norteamericanos que perforaban en la formación Oficina (Sur de Anzoátegui, recuerda Oficina No .1) detectaron lo que para ellos era una ‘curiosidad’.

Sus reportes anotaban algo así como esto: ‘...perforando en la Formación Oficina se atraviesa un tar belt...’. (claro, toda la frase en inglés).

Si buscas en el diccionario de Google, encontrarás que la única acepción de la palabra tar es "alquitran". Los geólogos citados estarían hablando entonces de un cinturón de alquitran. O de una faja de alquitrán. En aquellos años 30 nadie estaba pensando en centipoises y diferenciando "pegoste" de crudo extrapesado pero fluyente, así que no tiene nada de extraño que se hiciera una traducción más elegante, de faja de alquitrán a faja bituminosa. Y así fue conocida desde entonces.

Así se tratara de crudos extrapesados o de bitúmenes, para las compañías petroleras de entonces la tal Faja constituía simplemente una curiosidad geológica, sin importancia para su negocio, que se limitaba a los crudos livianos. Tan curiosa, como los esquistos bituminosos de Colorado o las arenas bituminosas de Athabasca”.

El plan “Cahla Norte” y la visita de Akins

“El cambio de nombre se produce en otras circunstancias y no tiene que ver con la Orimulsión, porque no existía todavía. Se remonta a los tiempos de Nixon, Caldera I y la dictadura de los militares brasileños, desde Castello Branco hasta Ernesto Geisel, protagonistas de las circunstancias que te narraré a continuación.

A comienzos de los años 70, cuando se hablaba intensamente de una ‘crisis energética’, los geoestrategas norteamericanos habían identificado como únicos petróleos restantes en cantidades considerables, después del inminente agotamiento de los crudos livianos y medianos -previsto para una fecha entre 1995 y 2010-, a las arenas bituminosas de Athabasca y la Faja Bituminosa del Orinoco.( Los esquistos de Colorado no eran, ni son hoy, factibles).

A partir de esa constatación, comenzaron a proliferar estudios de varios Comités del Congreso estadounidense donde se evaluaba la capacidad y la voluntad de los venezolanos para poner a disposición del mundo (vale decir, de EEUU) esos inmensos recursos.

Conocedores de estos estudios, los también estrategas de la dictadura militar brasileña, teniendo en cuenta el fervor nacionalista que bullía entonces entre los venezolanos y honrando los compromisos asumidos al considerarse a sí mismos como el ‘subimperialismo’, diseñaron un plan para garantizar que la explotación de la Faja se iniciara ‘on time’. El ‘Plan Cahla Norte’ (Cuña Norte) promovido por el entonces presidente de Petrobras y luego Presidente del Brasil, Ernesto Geisel, contemplaba la ‘toma’ por Brasil de todo el sur de Venezuela hasta la mitad del Estado Anzoátegui.

Este Plan, difundido entre los círculos del poder venezolano, aflojó muchos esfínteres y motivó muchas declaraciones sobre la buena voluntad venezolana de continuar siendo un suministrador confiable. No por casualidad, el presidente Caldera recibió la visita de James Akins, para a época ‘zar energético’ de Nixon.

Después de las seguridades que se le dieron aparecieron otros estudios de Comités de Congreso norteamericano en los que se afirmaba enfáticamente que ‘los venezolanos sí están dispuestos a explotar la Faja’.

Una de esas muestras de disposición lo constituyó, precisamente, el cambio de nombre ordenado por el Gobierno: la Faja Bituminosa sería, a partir de ahora, petrolífera.

Juan Pablo Pérez Alfonzo alzó su airada voz de protesta, denunciando que se estaba poniendo sobre el mostrador algo que ha debido reservarse para las generaciones futuras. Pero la contención del excesivo nacionalismo y el conservacionismo fue una de las promesas de los dirigentes venezolanos que llevó James Akins a Richard Nixon.

Así pues, nada tuvieron que ver los centipoises, ni la Orimulsión.

Se trata, como muchas veces sucede de un anacronismo utilizado para jusitificar determinadas posiciones en un debate que debe ser conducido con mayor seriedad. (Me hace recordar a Pedro Picapiedras, un troglodita que disfruta del american way of life).

Recibe mis atentos saludos.
Carlos Mendoza Potellá”.

NOTAS PARA UN NUEVO GOBIERNO - 1999

Carlos Mendoza Pottellá
1999

El nuevo gobierno heredó un Estado quebrado que pierde, aproximadamente, mil millones de dólares en ingreso de divisas y 700 millones en ingresos al Fisco por cada dólar de merma en el precio del barril de petróleo exportado.


La quiebra del Fisco es consecuencia de las políticas antinacionales ejecutadas por los gobernantes que manejaron al país hasta el 2 de febrero, completamente sometidos a la terquedad, la estrechez de miras y el egoísmo de ciertos sectores empresariales y apoyados por las cúpulas sindicales petroleras corruptas.


Es absurdo el argumento voceado por los principales responsables del desastre petrolero que vivimos durante los últimos años, según el cual es bueno que los precios se mantengan bajos para evitar que nuestros competidores inviertan en la expansión de su más costosa producción. Por el contrario, La permanencia en el mercado de productores con mayores costos garantiza un mayor margen de excedentes por cada barril a los productores de menores costos.


Dejar que los precios sean fijados por los consumidores fue una política de entreguismo total que nos ha sumergido en una inaguantable crisis fiscal y nos obliga a mendigar en el exterior unos pocos centenares de millones de dólares ante los organismos multilaterales "que no piden nada a cambio…"


Debemos luchar para impedir que el gobierno de la democracia que comenzó a construirse el 2 de febrero caiga, como los anteriores, en la trampa de los eternos aprovechadores de nuestra lamentable dependencia petrolera: las grandes corporaciones internacionales y sus socios criollos.


Este es momento en el cual la OPEP puede recobrar su vigencia; ahora es cuando la Organización puede hacer sentir el poder de mercado que le otorga el control de más del 85% de las reservas del mundo, al disminuir la producción drásticamente y detener el deterioro de los precios.


El gobierno no debe, pues, dejarse intimidar ni confundir por este chantaje petrolero. El abismo no nos espera, estamos en él, evidente en la caótica situación económica y social en la que nos encontramos, como producto de la aplicación indiscriminada de las políticas de ajuste y apertura antinacional fondomonetarista.

martes, 19 de enero de 2010

APUNTES PETROLEROS - Mayo 2000

Balance OPEP:
Antes y después del 28 de marzo

Carlos Mendoza Pottellá
28 de mayo 2000


Ansiedad, agitación y nerviosismo fueron los rasgos caracterológicos predominantes en el mundo petrolero en los meses previos a la reunión de la OPEP de finales de marzo pasado. Nada extraño, dadas las pasiones que suelen acompañar las discusiones en torno a las decisiones y aún la existencia misma de esa Organización, inmersa en una composición de fuerzas entre poderes mundiales que a veces amenazan con desbaratarla y en otras la convierten en chivo expiatorio de inconfesables pecados.

En las postrimerías de 1999, anticipándose a lo que debería ser la reunión de marzo del 2000, comenzaron a florecer las informaciones, estudios y debates sobre la forma en que la OPEP debería ingeniárselas para aumentar sus niveles de producción sin provocar un colapso de los precios. “¿Podrá la OPEP manejar un “aterrizaje suave” de los precios en el 2000?”, fue la pregunta con la cual titulaba, el 7 de enero pasado, un articulista de “Oil and Gas Journal”, Bob Williams, comentando las proposiciones hechas en ese mismo sentido por el londinense Centre for Global Energy Studies: “...la OPEP debe coordinar incrementos de la producción este año para evitar daños a la demanda futura.”

En ese mismo mes de enero, informaciones procedentes de la propia OPEP daban cuenta de que durante todo el año 1999 la producción efectiva de cada uno de sus miembros desbordó los niveles acordados previamente en junio de 1998 y en marzo de 1999. La amplitud de la “desviación” (trampa, en el más estricto sentido) osciló entre 430 mil barriles diarios en junio y un millón 32 mil en diciembre, promediando unos 670 mil barriles diarios para todo el año. {Debo señalar, de paso, que la contribución de Venezuela a esta “desviación”, fue mínima, expresando un comportamiento oficial mucho más serio, respecto a los compromisos suscritos, que el abiertamente saboteador prevaleciente en el pasado quinquenio}. Lo cierto del caso es que los referidos niveles de sobreproducción, enfrentados en este caso a un mercado fuerte, con los precios en alza, constituyeron uno de los argumentos esgrimidos a favor de una decisión que elevara las cuotas asignadas, “santificando” la trampa. De hecho, con ello se justificó la decisión adoptada, al afirmar que, en realidad, sólo se incorporarían al mercado 400 mil barriles diarios adicionales, si se tomaba en cuenta la “trampa” de marzo, estimada en 1 millón 300 mil barriles diarios.

Igualmente, en ese mismo lapso se multiplicaron las informaciones escandalosas –manifestaciones de camioneros frente a la Casa Blanca incluidas- sobre el potencial inflacionario en los principales países consumidores de los precios del crudo por encima de los 30 dólares, el estímulo que los mismos representaban para la competencia de petróleos procedentes de áreas de mayores costos, el posible desarrollo de fuentes energéticas alternas, la incorporación de nuevas tecnologías ahorradoras de energía, amén de las tradicionales formulaciones en defensa de la libre competencia, en las cuales se comienza por presentar a la OPEP como un cartel demoníaco y se termina amenazando con el uso de las reservas estratégicas norteamericanas para restituir a un nivel aceptable los precios o con la internacionalización de las domésticas leyes antimonopolio norteamericanas y la aplicación de sanciones comerciales a los suscriptores de los acuerdos de reducción de la producción.

Todo ello condujo al ya señalado ambiente angustioso, de apresuradas consultas previas, bilaterales, trilaterales y de cualquier orden entre Ministros petroleros dentro y fuera de la OPEP, condimentadas con el “tour” aprieta tuercas del Secretario de Energía Bill Richardson, los pronósticos agoreros de ciertos analistas proclives al expansionismo productivo y decididamente anti-OPEP, a los cuales se enfrentaban las exigencias de firmeza de parte de los más radicales defensores de las políticas restrictivas de la producción y la elevación de los precios en términos reales.

El desenlace del 28 de marzo fue una decisión mayoritaria, sin el consenso que tradicionalmente requieren las resoluciones OPEP, objetada por Irán, pero aplaudida inmediatamente como un paso en la dirección correcta por Bill Clinton y los voceros de la Agencia Internacional de Energía.

Estas circunstancias han llevado a algunos analistas a considerar que se trató de una rendición de la OPEP frente a los Estados Unidos y los demás poderosos consumidores, de un abandono de la política de defensa de los precios, sobre todo si se toma en cuenta que los demonizados 30 dólares de marzo de este año sólo equivalen, en verdad, a menos de 9 dólares de 1973. En este mismo tono argumental se encuentran las constataciones de que, de los 150 dólares que en promedio paga el consumidor europeo por un barril de productos petroleros, el costo de adquisición del crudo representa una ridícula fracción.

Considero que estos cálculos son inapelables. De hecho, son el resultado de la tradicional historia de las relaciones comerciales entre el centro desarrollado, antes y ahora colonialista, y la periferia subdesarrollada: las famosas “tijeras del intercambio” con las cuales nos han cortado a placer durante los últimos dos o tres siglos. Hoy, además, constituyen parte del arsenal instrumental de la globalización que quieren imponer el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Nunca está demás –remember Seattle- recordarlo y denunciarlo: forman parte de las desigualdades e iniquidades institucionalizadas que se nos quieren imponer como normalidad y modernidad.

Por todo ello, estoy de acuerdo con no hacer muchas fiestas con los resultados de la última reunión de la OPEP, pero también, compelido por la realpolitik, la miserable y oportunista ciencia de lo posible, considero que se debe evaluar con serenidad la factibilidad de los escenarios que se presentaban entonces y se siguen presentando hoy.

De tal suerte, y colocándonos en el ambiente de presiones y amenazas descrito al principio, conociendo los diversos niveles de debilidades y compromisos de los miembros de la Organización, una ratificación de los niveles de producción vigentes desde abril de 1999 hubiera significado, por parte de la OPEP, la declaración de una guerra en la que rápida y “quirúrgicamente”, como se acostumbra desde la Guerra del Golfo, sería aislada y obligada a retroceder hasta perder su actual papel, en cual disfruta de un cierto protagonismo, así sea delegado por los otros actores.

En otras palabras, se hubiera roto el equilibrio de poderes, ese juego en el que la demanda, coordinada por los Estados Unidos y los demás poderosos miembros de la Agencia Internacional de Energía “negocian” el precio de los suministros domésticos e importados con los países productores de la OPEP y fuera de ella, intermediado todo el proceso por el interés fundamental de las grandes transnacionales petroleras y no petroleras. Un juego en el que todos quieren maximizar sus beneficios y en el que, para poder lograrlo, dejan a la OPEP un campo limitado de opciones, pero que también constituyen posibilidades reales de decisión sobre el rumbo del mercado. Por ejemplo, la OPEP puede, como lo hizo entre 1997 y 1998 guiada por la locura expansionista de los dirigentes petroleros venezolanos de la época, desestabilizar el mercado y hundir los precios por debajo de los costos de producción de la mayoría de los productores mundiales y, en su euforia “competitiva”, llevar la economía de sus respectivos países a crisis como la que está viviendo nuestro país desde entonces. (Esto, a la postre, no convino a nadie y es lo que ha permitido que funcione la actual política de recortes). Pero lo contrario no es cierto: la OPEP no puede restringir la demanda permanentemente y llevar los precios hacia la recuperación de los niveles de ingresos reales perdidos por la erosión que la inflación y la desvalorización del dólar desde 1973 hasta nuestros días. “Te puedes meter con el santo, pero no con la limosna”, sería la admonición que susurrarían los dueños del mundo al lado del potro del tormento, mientras nos meten en cintura con toda la delicadeza que los caracteriza.

Sin que ello signifique resignación, y mientras se presenten escenarios más propicio para combatir las ancestrales injusticias, debemos evaluar, dentro de los límites que se nos asignan, los resultados de las decisiones del 28 de marzo.

Constatamos así que a partir de esa fecha los precios del petróleo continuaron la caída que habían iniciado después del récord nominal del 8 de marzo, cuando alcanzaron el nivel superior a los 34 dólares para el WTI, lo cual agudizó, por cierto, la presiones sobre la OPEP. Esa tendencia se mantuvo hasta el 11-12 de abril, cuando dichos precios se colocaron debajo del límite inferior -22 dólares el barril para la cesta de crudos OPEP- de la banda dentro de la cual las cuales deberían moverse los precios, según fuera aprobado por esa Organización en la misma reunión que estoy comentando. A partir de entonces se produjo una inflexión en el rumbo de las cotizaciones y transacciones efectivas que los está elevando a cimas que para el 11 de mayo constituían las más altas en siete semanas y los colocaban de vuelta en “los aires enrarecidos de los 30 dólares el barril”, según la expresión utilizada por el servicio electrónico “Infobeat Finance” el día anterior, al registrar la señalada tendencia.

Los servicios informativos de la Agencia Internacional de Energía, el Departamento de Energía de los Estados Unidos y los analistas privados de fuentes como la anteriormente citada, reportan que la caída inicial estuvo fuertemente motivada por el impacto psicológico de la decisión misma de la OPEP y las expectativas de que la expansión de la producción no se detuviera en los límites acordados, lo cual hubiera permitido una recuperación masiva de los inventarios que presionaría los precios hacia niveles más bajos aún. De hecho, las contradictorias informaciones sobre el verdadero nivel de estos inventarios y las dudas sobre su adecuación a la venidera temporada veraniega y la expansión del consumo de gasolina en los Estados Unidos han sido algunos de los factores de la reciente tendencia sostenida al alza, activa en el momento en que escribo estas líneas, aún pendiente de novedades anunciadas por el API sobre los inventarios, el fin de la huelga en Noruega y otros factores por el estilo.

Pero además, creo importante señalar la circunstancia de que, hasta ahora, se están cumpliendo las expectativas de la OPEP según las cuales sólo se incorporarían al mercado volúmenes adicionales a los ya clasificados como “trampa” en los pasados 12 meses, y no 1,7 millones de barriles diarios netos, como temían algunos. Bloomberg Energy informa, el 11 de mayo, que los diez miembros de la OPEP comprometidos en el acuerdo incrementaron su producción en sólo 395 mil barriles diarios durante abril, lo cual, añadido a la mencionada “trampa” de marzo, de 1 millón 300 mil barriles diarios, completa el aumento acordado en Viena. Irak, que no está incluido en el acuerdo aumento su producción en 455 mil barriles diarios durante ese mismo mes.

Pese a todo lo anterior, como ya dije, los precios están volviendo durante el día de hoy, 11 de mayo, a los míticos 30 dólares para el WTI. Ello podría interpretarse como el logro del anhelado “aterrizaje suave” y el alejamiento del colapso temido.
 
Debo recordar que la AIE expresó, con clarísima intención, el mismo 28 de marzo, que enfatizaba la importancia de la próxima reunión de la OPEP en junio. Por el contrario, el Presidente de la OPEP, Alí Rodríguez acaba de anunciar en México que en esa oportunidad no se producirán nuevos aumentos de la producción. En igual sentido se ha pronunciado en Ministro Saudita Al-Naimi. Todo vuelve a comenzar: ya veremos las movidas de Estados Unidos y los demás consumidores.

jueves 11 de mayo de 2000



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lunes, 18 de enero de 2010

APUNTES PETROLEROS - Agosto 1998

Petróleo, fracaso gubernamental y coyuntura electoral: mezcla peligrosa

Carlos Mendoza Pottellá
La dramática situación que vive el país por el insondable fracaso de este gobierno en materia de política petrolera (y por ende, en toda la política económica) está comenzando a adquirir visos peligrosos desde el punto de vista institucional. Al inmenso despeñadero de los precios del petróleo al que nos condujeron, entre otros factores, las tercas políticas expansivas de los actuales dirigentes de PDVSA, se añade la circunstancia de encontrarnos con un gobierno que no tiene ninguna posibilidad de rectificar, de cambiar el rumbo enajenado por el cual lo empujó el poder petrolero.
Viernes 28 de agosto de 1998




El peligro mayor reside en la actitud de estos dirigentes, desesperados por marcar el gol de la honrilla, pescando en el río revuelto de los últimos días, tal como lo hicieron en los tiempos del interinato presidencial de Ramón J. Velázquez para imponer la eliminación de los Valores Fiscales de Exportación.

Eso es lo que explica la insistencia del Ing. Luis Giusti, al traer de nuevo sobre el tapete su tesis, políticamente derrotada en intentos anteriores, de la venta de acciones de PDVSA para resolver problemas fiscales. La magnitud del rechazo que provocó en esta oportunidad su exposición ante la Asamblea de FEDECAMARAS fue tal, que se vio obligado a salir, al otro día y actuando él mismo como vocero de la industria, a decir que ésa no era una política oficial. Pero lo hizo con tal nivel de revanchismo que dejó escapar la verdad que tantas veces hemos denunciado: No es necesario vender acciones -total, las uvas están verdes- porque PDVSA ya está siendo privatizada a través de las distintas modalidades de la apertura petrolera.

El grado de desconcierto que priva en los sectores oficiales se puede medir por la declaraciones del Ministro Arrieta: ante la persistencia de las tendencias a la baja de los precios del crudo, que marcaron récord negativo el pasado martes 11 de agosto (9,5 dólares el barril de la cesta venezolana de crudo y productos), aparece al día siguiente dando unas incalificables declaraciones (El Universal, 12/8/98, pág. 1-2):

“Yo debo tener la percepción o la sospecha de que evidentemente existe una sobreoferta” (¿Qué es, por fin: evidencia, percepción o sospecha?) Y, como si ello no tuviera nada que ver, reconoce que “Venezuela ha recortado su producción en unos 450.000 barriles diarios (bpd), cifra que está por debajo de los 525.000 barriles acordados con otros países productores”, para terminar insistiendo, también como que si no fuera con él: “Yo coincido, y hay también un sesgo de sospecha, de que hay una sobreoferta”. Pero Grullo no lo hubiera dicho mejor.

La agudización de la crisis financiera internacional, que parece ser el inicio de una nueva gran depresión, extenderá –según diversos analistas- el período de bajos precios petroleros más allá de tres años. Informes recientes del mercado petrolero norteamericano muestran que las importaciones de crudo, que se habían intensificado en los momentos iniciales de la caída de los precios con el fin de llenar sus depósitos de inventarios con crudos baratos, una vez conseguido ese objetivo, están disminuyendo, en más de un millón de barriles diarios respecto a los niveles del pasado mes de julio.

Sin embargo, nuestros dirigentes petroleros, siguen buscando la justificación de sus fracasadas políticas expansivas, diciendo que la no recuperación de los precios es una muestra de la inutilidad de los recortes de la producción acordados en Riad, Amsterdam y Viena.

Para ello, estimulan a sectores empresariales privados afectados por el frenazo a las planes expansivos para que exijan la restitución de los niveles de producción anteriores. Es así como los directivos de PDVSA han reunido a la Cámara Petrolera, Conindustria, AIMM, Asoquim, Cámara de la Construcción, etc., para firmar un “convenio de optimización de sus relaciones comerciales” (El Nacional, 26 de agosto de 1998, pág. E/2). La reivindicación principal que se asoma en esa información es, justamente, detener los recortes de la producción. En esa misma página del citado diario aparece la recomendación de FEDECAMARAS: aumento inmediato de la producción petrolera.
“Hoy por hoy, no entiendo para qué sirve la OPEP”
“Hay que declarar un estado de emergencia nacional y expresar que no podemos seguir tolerando los recortes que habíamos prometido, para evitar que siga profundizándose la crisis”.
Luis Eduardo Paúl, Presidente de la Cámara Petrolera
(El Universal, 17 de Agosto de 1998)

“La implementacion de los recortes ha sido un error. Se basa en un criterio fiscal que busca aumentar los precios, pero no toma en cuenta que la industria petrolera es un factor que dinamiza la economía”.
Juan Francisco Mejía, Presidente Ejecutivo de Conindustria.
(El Nacional, 26 de Agosto de 1998, pág. E/2)

“...planteamos la conveniencia de aumentar de inmediato nuestra producción petrolera, revirtiendo la política de reducción que se ha manejado en los pasados meses...”
Francisco Natera, Presidente de FEDECAMARAS  
          .(El Nacional, 26 de Agosto de 1998, pág. E/2)

Realmente, parece increíble tanta ceguera. En medio del naufragio, estos señores siguen exigiendo que sus cubiertos sean de plata y que se le eche más leña al fuego.

Se puede entender el drama particular de decenas de empresas, vinculadas a las operaciones de la industria petrolera, que se comprometieron financieramente ante la magnitud de los planes expansivos y ahora, ante el fracaso de las desmañadas políticas que condujeron a la zambullida de los precios, quedaron colgadas de la brocha: Miles de trabajadores petroleros cesantes, empresas contratistas con dificultades en sus flujos financieros y proveedores que no encuentran salida a sus onerosos inventarios, son las realidades que impulsan tales peticiones. Pero la solución de sus problemas no puede ser la vuelta a los niveles productivos que contribuyeron decisivamente al desplome de los precios.

Pues bien, la conducta de los actuales dirigentes petroleros oficiales, estimulando peticiones inviables del sector privado y proponiendo la privatización de PDVSA como remedio para todos los males, es un real y tangible peligro para el futuro del país. Constituye un elemento de juicio para exigir a este gobierno moribundo que asuma esta última condición y, al menos por una vez, actúe responsablemente para preparar las cuentas que pronto deberá presentar.

Pero, como no se le pueden pedir peras al olmo, es necesario alertar a la opinión pública, a los sectores responsables de la misma, para que se mantengan vigilantes ante las posibles “ocurrencias” de este gobierno de salida que pretendan comprometer a una futura gestión e impedir el necesario cambio de rumbo que la Nación está exigiendo. En un país acostumbrado a las trapacerías de la justicia vacacional, no es de extrañar que éste, un gobierno ya “accidental”, tome decisiones que amarren las manos de la próxima magistratura.

Nada tendría de extraño, porque la campaña del poder petrolero para imponer condiciones favorables a sus particulares intereses en materia de política petrolera se mantiene viento en popa: No pasa un día sin que por cualquier medio de comunicación salgan llamados corporativos, de asociaciones empresariales y gremiales, amén de individualidades y expertos, clamando por la privatización de PDVSA, la salida de la OPEP y el mantenimiento de las metas del plan de expansión petrolera contra viento, mareas y realidades. Están en su Ley. Defienden sus legítimos y particulares negocios. Pero esos negocios tienen un campo de acción limitado por las también particulares aspiraciones de los otros 23 millones de venezolanos y por algo que algunos denominamos los intereses colectivos: los intereses de la Nación, los intereses del país.

CRISIS DE LA MITOLOGÍA PETROLERA

Carlos Mendoza Pottellá
7 DE AGOSTO DE 1998
Los dirigentes del país se han enfrentado con ceguera al proceso involutivo que se ha producido en la industria petrolera venezolana desde mediados de los años 60 y hasta el presente: la desaceleración y caída de su capacidad generadora de excedentes.

Sobre la significación y perniciosos efectos de ese proceso alertó Juan Pablo Pérez Alfonzo, quien, en el mismo año en el que se registró la máxima producción petrolera –los 3,7 millones de barriles diarios de 1970- señaló que esa sería la cumbre que el país no la volvería a alcanzar en mucho tiempo, y que, cuando las cosas se pusieran verdaderamente duras por la imprevisión e irresponsabilidad de los gestores de la política petrolera y económica, "en la bajadita", nos esperarían los caimanes del capital petrolero internacional para imponer sus condiciones. Hoy estamos en plena “bajadita”.

A pesar de múltiples advertencias, la existencia real de ese proceso y sus previsibles consecuencias fueron subestimadas, o simplemente negadas, por los dirigentes de la política económica hasta mucho después de 1983. Se llegó a calificar como "profetas del desastre" a quienes alertaban sobre ello. Hoy, esas consecuencias son sufridas con gran intensidad por el país y en primer lugar por las cuatro quintas partes de la población, aquellas que se agrupan en los estratos de las familias con "necesidades básicas insatisfechas", en "pobreza crítica” y en “miseria atroz”.

Pese a que la experiencia venezolana de este siglo dice lo contrario, algunos sectores, interesados particularmente en el negocio, se empeñan en querer demostrarle al país que el petróleo será "la locomotora que impulsará al resto de la economía nacional". Se trata, simplemente, de insistir en el mismo modelo de desarrollo que ha fracasado en toda la línea en las ocho décadas pasadas.

Hoy, pese a los catastróficos resultados del funcionamiento de ese modelo, resucitan los mismos argumentos con los cuales se pretende seguir repitiendo la historia. ¿Cuantas veces más tropezaremos con la misma piedra? Al parecer, todavía tenemos que esperar para contarlas.

No escarmentamos y, nuevamente, el país vive una conmoción económica y social a causa de la inmensa brecha de ingresos que se ha abierto entre sus expectativas y exigencias presupuestarias y los resultados que se esperaban de un ingreso petrolero abatido por la descomunal caída de los precios, a cuyo desencadenamiento contribuyeron de manera fundamental los actuales dirigentes políticos y petroleros.

La soberbia y la voluntaria ceguera son dos conductas humanas que van siempre unidas y son definitivos determinantes de la ignorancia. Aquél que cree tener toda la verdad en sus manos está completamente incapacitado para aprender, para abrir los ojos y percibir los nuevos datos que la cotidianidad aporta para modificar y trastocar las prefiguraciones que nos hacemos sobre la realidad.

Esa tendencia a la ignorancia es casi siempre potenciada por el dogmatismo que imponen los intereses creados: las cosas son como las queremos ver, como nos conviene que sean, y no como son. Tal es el caso de la cúpula petrolera: sus integrantes escogieron el camino de una supuesta modernidad, formulando planes y políticas encaminadas hacia la expansión constante de la producción, apostando también a la privatización de la empresa estatal, tal como insistentemente ha propuesto su propio presidente.

En ese camino, han comprometido los ingresos que percibe la industria en inversiones de dudosa y a veces ninguna rentabilidad, como la “internacionalización” y la orimulsión, al mismo tiempo que se pospusieron los mejores negocios, aquéllos generadores de la renta, que no son otros que los dedicados a la producción de crudos livianos y medianos. Luego, y con la previsible excusa de un limitado flujo de caja, llamaron en su ayuda a las corporaciones petroleras internacionales, para entregarles, en asociaciones de “ganancias compartidas”, los más prometedores campos contentivos de esos crudos, en los cuales ya se había realizado, por décadas, un exitoso esfuerzo exploratorio.

De la misma manera promovieron el desmantelamiento de los mecanismos legales e institucionales que garantizaban a la Nación una participación razonable por la liquidación de cada barril de petróleo producido: Ya no es noticia decir que el Ministerio de Energía y Minas es un cascarón vacío al cual le fue suprimida toda capacidad técnica y todo poder de fiscalización. La eliminación del Valor Fiscal de Exportación, la reducción de la tasa del Impuesto Sobre la Renta de 67 a 34 por ciento en las asociaciones estratégicas y convenios operativos, la perversión de la Regalía en los convenios de asociación bajo el esquema de ganancias compartidas, para llevarla desde el 16,66% hasta el 1%, son algunos de los trofeos de esta permanente actividad “modernizante”.

Igualmente, y con un énfasis particular para sustentar sus escenarios expansivos, los dirigentes petroleros actuales plantearon, desde un principio, la inconveniencia de pertenecer a una Organización que limitaba el derecho soberano a hacer lo que les diera la gana en materia productiva, para terminar con la estridente política anti-OPEP que hizo aguas el 23 de marzo pasado.

Entonces la consigna era que no importaba que los precios cayeran, pues se podría incrementar la producción casi indefinidamente. Lo que importaba, por encima del “rentismo”, era la actividad productiva, supuestamente generadora de empleo masivo y de movimiento económico en general, y desde luego... de negocios particulares.

Anclados en ese paradigma y armados con los escenarios del Banco Mundial que predecían un permanente crecimiento de la economía mundial a tasas aceleradas -con una consecuente elevación del consumo de hidrocarburos capaz de absorber cualquier crecimiento de la producción petrolera- los estrategas petroleros construyeron su “Plan de Negocios” en 1992, con el cual se iniciaría una expansión que llevaría la producción a 6,3 millones de barriles en el año 2.006. Desde entonces lo han sostenido a troche y moche, contra todas las modificaciones de ese escenario que, poco a poco pero sin pausa, se estaban generando.

Sin evaluar, por ejemplo, que hace más de dos años los precios petroleros estaban dando muestras de debilidad y que su caída, a pesar de no ser pronunciada inicialmente, ha sido continua durante todo ese lapso, siguieron pontificando con soberbia: “si la OPEP nos critica, nos salimos y sanseacabó”, “la OPEP no puede hacer nada para detener la caída”, “nuestra estrategia se basa en precios bajos”, “aún a trece dólares nos dan las cuentas”, “la producción de los países no-OPEP va a disminuir muy pronto”, “compensaremos la caída de los precios con más producción”, “la caída de los precios es pasajera, es un efecto psicológico culpa de los especuladores”, “en el 2007 produciremos 7 millones de barriles diarios”.

Ya sabemos lo que pasó después, a partir del 23 de marzo. Se han visto obligados a tragarse sus palabras. Pero el daño ya está hecho: ninguno de los recortes pactados en Riad, Amsterdam o Viena han convencido al mercado, entre otras cosas porque se aplican mañosamente y, dados los gigantescos inventarios de crudo barato que tienen acumulados los consumidores, los precios se mantienen deprimidos y los analistas internacionales estiman que no se recuperarán en varios años. Así lo ha reconocido recientemente el economista jefe de PDVSA, al anunciar que la nueva meta del plan de expansión es, ahora, llegar a una producción de 5,8 millones de barriles diarios para el año 2008. Un ejercicio de terquedad planificadora... enfrentada a la terca realidad.

DOCUMENTOS DEL BLOG FUNDAPATRIA - Propuestas Petroleras 1998

Entendemos a la política petrolera como parte indisoluble de la estrategia nacional de desarrollo integral, en la que se contemplan todas las aristas económicas, políticas y sociales. Por ello postulamos la inscripción de la política petrolera dentro del marco de las políticas macroeconómicas y sociales orientadas a ese desarrollo. Aunque parezcan obsoletos para muchos, los principios de autodeterminación, soberanía, seguridad alimentaria, desarrollo social y humano, constituyen el espíritu en el que formulamos nuestras apreciaciones y propuestas en esta materia..


El basamento central de nuestras propuestas se encuentra en la concepción de los hidrocarburos como patrimonio colectivo de los venezolanos. Resultaría inútil formular unos lineamientos de política petrolera si esa industria fundamental va a dejar de pertenecernos. Sin embargo, y a pesar de todo lo hecho por dirigencia petrolera para enajenar progresivamente nuestra industria petrolera y sus esfuerzos por imponer la venta de las acciones de PDVSA, todavía el Estado puede recuperar el control perdido sobre la misma.

Por esa misma condición de irrenunciable patrimonio colectivo, la riqueza petrolera debe ser administrada según convenga al legítimo interés de los sectores mayoritarios de nuestra Nación y no como se ha hecho durante todo este siglo, cuando esas mayorías han sido permanentemente despojadas del usufructo de ese patrimonio, hasta el punto de mantenerlas, en más de un 80%, en condiciones que van desde pobreza relativa hasta la miseria extrema.

Se trata pues, de encontrar el camino más conveniente para garantizar el desarrollo nacional, para lo cual debemos conducir a la industria petrolera, por sobre todo, hacia su fusión con los recursos humanos y materiales disponibles en el país.

En este sentido, es ineludible la sustitución de la fracasada dirigencia petrolera por venezolanos con un verdadero sentido nacionalista, para deslastrar a nuestra política petrolera de todos los postulados y planes antinacionales y entreguistas de la llamada apertura petrolera.

Formulamos un perfil de producción y transformación de los hidrocarburos, así como de su comercialización, que responde, prioritariamente, a los requerimientos del resto de la economía nacional. Perfil dentro del cual la búsqueda de las magnitudes y escalas óptimas desde los puntos de vista técnico, empresarial, macroeconómico y social deben constituir procesos coherentes y estrechamente imbricados, y no, como hasta ahora, que los planes petroleros se han impuesto desde la cúpula de PDVSA, por la vía de los hechos cumplidos, contraviniendo, y de hecho anulando, los postulados formales de la planificación realizada en los despachos ejecutivos competentes para ello.

Desde luego que también se establecerán las indispensables relaciones con las empresas petroleras y gobiernos extranjeros que controlan tecnologías y mercados, pero haciendo valer nuestra fuerte posición negociadora como un país clave para el suministro petrolero del hemisferio occidental, poseedor de inmensas reservas. Venezuela puede y debe integrarse al concierto económico global, pero con la conciencia de que tiene en sus recursos de hidrocarburos un valioso instrumento para exigir que ello se haga en condiciones que garanticen su autonomía política y el control nacional sobre las variables fundamentales de su economía. Una estrategia nacional no es contradictoria con una voluntaria asociación con la iniciativa privada para la operación en áreas específicas reservadas al Estado, tales como las de petróleo ultrapesado de la Faja del Orinoco. Pero esto último debe ser el resultado de un de consenso nacional. Las negociaciones que sean necesarias no comportarán, como hasta ahora, transferencias unilaterales, sin justa contraprestación debida por la liquidación de un activo público. Cualquiera sea el esquema que se adopte para garantizar una gestión eficiente de la industria petrolera nacional, es indispensable acabar con el actual abusivo aprovechamiento privado de ese bien colectivo.

Se impone la toma de decisiones trascendentales, las cuales requieren una clara y definida voluntad política, expresada, por ejemplo, en la revisión, a través de un Poder Judicial cabal, probo e imparcial, de los vicios constitucionales y legales de todos los contratos de la apertura. Restablecida la legalidad, pueden plantearse incluso, nuevas asociaciones, especialmente en la Faja Petrolífera del Orinoco, con los consorcios que ya están en el país y con otros que no han ingresado al mismo, bajo el imperio absoluto de nuestras leyes y el control del Estado venezolano.

Un objetivo central de la política petrolera básica será el mantenimiento de un nivel adecuado de precios para nuestros crudos y productos petroleros. Para ello se ejercerá e una acción diplomática intensa respecto a la OPEP, con el objeto de o recuperar la credibilidad del país ante la Organización y fortalecer el papel de ésta en la defensa de los precios. En tal sentido, hay que actuar con plena conciencia del poder de mercado que representan las reservas y la capacidad de producción de la OPEP, desestimando las posiciones de quienes confunden a la opinión pública y niegan la efectividad de una política restrictiva con el argumento de que la misma favorece a los productores no-OPEP. No se trata de un inocente abandono de posiciones en el mercado, sino del uso inteligente del poder de la única organización de oferentes que existe motorizando, si fuera el caso, alianzas circunstanciales o permanentes, y tratando de neutralizar a quienes quieran boicotear su acción.

Consecuente, se promoverán cambios drásticos de los planes de expansión de PDVSA para garantizar un sometimiento riguroso a las cuotas reducidas de la OPEP que se proponen. Ello será coherente con la necesidad de liberar los inmensos fondos que ha venido comprometiendo PDVSA en sus desaforados planes expansivos, para dedicarlos, por el contrario, a financiar un programa nacional de recuperación económica urgente.

En el plano organizativo promovemos la recuperación por parte del Ministerio de Energía y Minas, de su rol como ductor de la política petrolera y de la supervisión de su ejecución, con un control intenso, de auditoría y contraloría, sobre todos los entes de la industria petrolera. En concordancia con ello debe desarrollarse una PDVSA fuerte y defensora integral de los intereses nacionales, estructurada por individuos y estadios organizativos con suficiente capacidad de análisis y de consideración de toda la realidad que manejan. PDVSA deberá centrarse en sus áreas de competencia, para lo cual será necesario detener y revertir el proceso de penetración de PDVSA en otros los órganos del Estado.

En materia de política fiscal petrolera nuestras propuestas son directas: Restituir el Valor Fiscal de Exportación. Detener el proceso de envilecimiento de la Regalía. Revisar la política de declaración voluntaria de dividendos, con la cual se ha dado a PDVSA un carácter netamente de empresa privada y una suerte de soberanía particular e irregular sobre los ingresos petroleros nacionales.

En cuanto a la “Apertura Petrolera” proponemos concretamente: Suspender la suscripción de nuevos convenios operativos o de asociación bajo el esquema de ganancias compartidas y propiciar la utilización máxima de los recursos técnicos propios de PDVSA. En los convenios operativos y de asociación que queden vigentes hay que incorporar ventajas al proveedor nacional, exigiendo a éstos calidad, entrega y precios dentro de sus posibilidades reales de suministro de insumos y servicios.

Respecto a la Orimulsión, es necesario efectuar un análisis de sus reales posibilidades y de la pertinencia de la utilización de los recursos comprometidos en este programa, rediseñándolo y ubicándolo dentro del esfuerzo nacional de desarrollo integral de la Faja Petrolífera del Orinoco, para lo cual se requiere, allí si, de asociaciones con empresas extranjeras, en función de garantizar financiamiento, mercados y transferencia de tecnologías.

Proponemos revisar la política de internacionalización de la industria petrolera, reorientándola en función de los intereses del país Planteamos como indispensable la realización de una severa investigación sobre las principales transacciones realizadas hasta la fecha en materia de contratos y adquisición de instalaciones y equipos, tanto en el país como en el exterior. En cada una de ellas será necesario, además, analizar claramente, de manera desagregada, el rendimiento real de las mismas para la Nación y sus perspectivas futuras.

Igualmente, consideramos necesaria una evaluación inmediata para determinar qué operaciones se llevan a cabo en condiciones de costos crecientes, en abierta violación de normas técnicas y en desmedro de las posibilidades futuras de recuperación de los yacimientos. Consecuentemente, resulta indispensable estabilizar la producción petrolera dentro de los márgenes técnicos aconsejables, lo cual debe coincidir con el óptimo económico de máxima rentabilidad unitaria. Esta es una decisión que rebasa los límites de lo simplemente técnico operativo y debe ser evaluada en el contexto global de todas sus implicaciones políticas y económicas.

De esa decisión fundamental debe derivarse, por ejemplo, nuestra posición en el seno de la OPEP, la cual debería estar, sin ninguna vacilación o duda, en consonancia con la estrategia nacional que se decida en materia de producción petrolera. .

Al expresar la voluntad de defender la participación nacional en el negocio petrolero queremos indicar el sentido de las acciones políticas requeridas para revertir el curso de liquidación en el que estamos inmersos. En un mercado de tan alta sensibilidad como el petrolero, el sólo anuncio de un cambio de política de Venezuela en el seno de la OPEP allanará el camino hacia una solución favorable a los intereses comunes.

La conciencia de la importancia mundial de nuestra industria petrolera nos impone la tarea de conservar incólume para los venezolanos, ese tesoro, que hemos aprendido a manejar, pero no a dirigir. Basta pues esa conciencia para reiterar que sin la posesión y el control de nuestra industria petrolera, no tenemos presente ni futuro como nación. No estamos en condiciones de ser, como personas naturales o jurídicas, los propietarios de la industria petrolera a través de la tenencia de acciones de PDVSA o por otros medios, porque no tenemos la capacidad financiera para mantener y expandir esa colosal actividad de carácter mundial. Por lo tanto, tiene que ser el Estado venezolano el representante de todos los venezolanos en esta extraordinaria actividad. Y en esa condición administrarla e invertir los ingresos de la misma, de manera eficiente y honesta en beneficio de todos los venezolanos.

Petróleo, información y opinión pública

Carlos Mendoza Pottellá
1998

Es evidente el carácter crucial de las circunstancias petroleras actuales. Basta con colocarse en la media noche del 23 de marzo, inmediatamente después del acuerdo de Riad, y comparar el sentido y énfasis de las declaraciones de los dirigentes petroleros venezolanos antes y después de esa fecha. Quedará claro de esa comparación que todas las “matrices de opinión”, impuestas hasta entonces por los voceros de ese sector, se estremecen hasta sus propios cimientos por el embate de una realidad adversa, que refuta todos los días los supuestos sobre los cuales se construyeron políticas y programas de la industria petrolera venezolana.

Hoy todo eso está en discusión, como siempre ha debido ser, pero que había sido eficientemente eludido por los dirigentes políticos y económicos del país. Sin embargo, para poder aproximarnos a la verdad verdadera, para terminar de abrir los ojos y establecer, con propiedad y conocimiento de causa, la política petrolera que más conviene al país y a su población, esa discusión tiene que ser nutrida de una mayor información independiente sobre la materia. Una información certera, ajena en lo posible a las manipulaciones de los poderosos intereses individuales y grupales que pululan en torno a los negocios petroleros.

Sin dejar de advertir que esos intereses pueden ser legítimos, y de hecho lo son en la mayoría de los casos, es imprescindible tener en cuenta que las conveniencias nacionales tienen que ser una síntesis, un compromiso, donde cada sector o grupo representativo entienda que sus aspíraciones particulares tienen un límite. Esos límites, que establecen los espacios dentro de los cuales cada uno tiene derecho a buscar su propio beneficio, deben ser fijados abiertamente, con el máximo nivel de información de las circunstancias para todos los interesados en la materia: los actuales 23 millones de habitantes de este país.

Desde luego, se trata de un problema político, donde de acuerdo a la distribución de fuerzas de los diversos agentes económicos y políticos, internos y externos, se llegará a un compromiso. Este compromiso nunca será satisfactorio para todos y, por ello, se generará una lucha permanente por recomponer los resultados. Eso será inevitable, pero expresará la existencia de una sociedad múltiple, con intereses contrapuestos entre sus diversos componentes, pero con plena conciencia de la realidad.

Todo lo anterior puede parecer iluso –aunque sea evidente que así funcionan las cosas en no pocos países- si partimos de la realidad venezolana actual en esta materia, caracterizada por una ignorancia generalizada y una desinformación meticulosamente construida, pero en nuestra opinión es indispensable plantearlo como un objetivo factible, si es que realmente queremos tener un país moderno y democrático: podríamos construir así una opinión pública que se establezca de una manera abierta, por encima del “lobby” y la manipulación grupal.

Por el contrario, lo sucedido hasta ahora ha sido la aceptación acrítica de una verdad tecnocrática, fraguada según criterios corporativos excesivamente sesgados hacia ciertos intereses particulares, había permitido establecer como única verdad a aquélla que sostiene que la salvación del país, el camino para salir de la crisis, se encuentra en la contínua expansión de su producción petrolera. Consecuentemente, debíamos reconocer la fatalidad de nuestro destino monoproductor y olvidarnos de sueños agroindustriales.

En la coyuntura actual, después de las patéticas reuniones de Riad, Amsterdam y Viena, habiendo fracasado, obviamente, todas las bravatas de “compensar la caída de los precios con mayor producción” y colocado el país ante las gravísimas consecuencias de un inmenso hueco fiscal, se ha hecho evidente que los dirigentes petroleros venezolanos no pueden hacer lo que les venga en gana, orientados por criterios exclusivamente corporativos y sectoriales, sin tomar en cuenta, con la debida atención, las limitantes nacionales e internacionales.

Por todo ello, creemos que es necesario poner en discusión todos los fundamentos y supuestos de la política petrolera contemporánea. Veamos algunos ejemplos de esos elementos y las dudas que suscitan:

Venezuela cuenta una “inmensa base de recursos”, estimada oficiosamente en una cifra que triplica las reservas probadas de Arabia Saudita.

¿Cuál es el peso, dentro de esos recursos de los actualmente improducibles bitúmenes extrapesados?

¿Hasta donde nos alcanzarán nuestras reservas de crudos livianos y medianos, que forman el 75 por ciento de nuestra producción, si alcanzamos la meta de levantar 7 millones de barriles diarios en el año 2007?

¿Cuál será el rendimiento neto para el país de esa producciones incrementales, si se están haciendo en un escenario de costos crecientes y permanente depresión de los precios?

¿En cuanto se reducirá ese rendimiento en los emprendimientos de la “apertura petrolera”, donde se ha reducido la tasa del impuesto sobre la renta de 67,7 a 34 por ciento y se han establecido convenios que permiten minimizar la regalía hasta un 1 por ciento, abandonando el tradicional 16,6 por ciento?

Agreguemos a todo ello, la necesidad de discutir los pro y los contra de la llamada internacionalización, una política en virtud de la cual adquirirmos un conjunto de refinerías y facilidades de transporte y comercialización en el exterior con el propósito de asegurar mercados, en consonancia con la política expansiva o de “volúmenes de producción” . Esa internacionalización moviliza hoy una cifra de negocios de más de 20.000 millones de dólares, de los cuales el retorno neto a la Nación es negativo, porque cada año se hacen nuevas inversiones, pero, sobre todo, porque para evitar el registro de pérdidas en esas instalaciones, las operadoras venezolanas les suministran petróleo con descuentos de hasta cuatro dólares por barril.

Aún más, ¿cuándo conocerá el país el balance real del negocio Orimulsión? ¿En que década del próximo siglo se hará positiva la Tasa Interna de Retorno de esa inversión?

En resumidas cuentas, y en nuestra opinión, se trata de descorrer un velo tras el cual se toman decisiones trascendentales para la sociedad venezolana sin el debido control público. Sin invertir la carga de la prueba imputando culpabilidades sobre la base de vagos indicios, la magnitud y entidad de esas decisiones exige, como debería ser en todos los otros destinos de la administración pública, transparencia.

Venezuela, Tierra de promisión... para los halcones petroleros

Carlos Mendoza Pottellá *
Sábado 14 de Febrero de 1998


Hasta ahora, la política del gobierno en materia de precios y producción petrolera se había limitado, a la aceptación de los hechos cumplidos presentados por PDVSA y santificados por un Ministro de Energía y Minas que solo puede repetir los parlamentos de la gerencia petrolera porque su Despacho ha sido desmantelado, emasculado de sus capacidades técnicas, de análisis y fiscalización. Ahora, ante las declaraciones del Presidente de la República en las que sostuvo que “pensar en precios del petróleo altos es una fantasía” estamos ante la realidad de que esos hechos cumplidos se han convertido en política de Estado.


Venezuela abandona, definitivamente, la política de defensa de los precios y se lanza por el camino de la producción a todo trance, en la “búsqueda del equilibrio universal en materia petrolera”. ¡Válgame Dios! Los halcones del negocio petrolero nacional e internacional deben estar cuajados de la risa y frotándose las manos ante la beatífica declaración presidencial. Hasta las cenizas de John D. Rockefeller están de fiesta.


No sin razón son centenares las empresas petroleras internacionales que se agolpan a las puertas de PDVSA para ser “precalificadas” en cada ronda de los distintos programas de concesiones disfrazadas que ha adelantado este gobierno. Venezuela es el mejor de los mundos posibles para la inversión petrolera internacional: En ninguna otra parte ha habido tal simultaneidad en el retroceso en materia impositiva y en el avance en condiciones favorables al extranjero. Se eliminó el Valor Fiscal de Exportación –un dique contra la inflación trucada de los costos que rutinariamente ejecutan las empresas petroleras. Por el contrario, se acordaron planes de depreciación acelerada para garantizar la repatriación de las inversiones en el cortísimo plazo. Se rebaja el impuesto sobre la renta a la mitad en los contratos de operación y se arbitran mecanismos para llevar a la Regalía del 16,67% al 1%. Si a ello agregamos la desaparición de las capacidades de control y fiscalización, las empresas extranjeras se ven a sí mismas cortando el pastel y repartiendo las tajadas según sus propias conveniencias.


En tales circunstancias, la caída actual de los precios no viene sino a dramatizar el proceso de enajenación al que ha sido sometido del principal patrimonio colectivo de los venezolanos. Veámoslo un poco más gráficamente: El ingreso petrolero nacional tiene un techo, que son los precios y un piso, que son los costos. A estos últimos hay que agregar ahora, con la “apertura”, la participación de los socios extranjeros, con lo cual el piso sube. Y si lo hace en las condiciones de entreguismo que se han plasmado en los diversos instrumentos de esta nueva política, nos encontramos en un escenario similar al de esos cuentos tenebrosos de Edgard Allan Poe, de absoluto terror claustrofóbico, donde los techos bajan y los pisos suben, exprimiéndonos.


Que tal ha sido la evolución del negocio petrolero venezolano, aún antes de la apertura, lo puede verificar cualquiera que revise las series estadísticas de los principales rubros de ingresos, costos y participación fiscal desde hace 22 años. Y no hay duda, por lo expuesto, de que ello se va a acelerar con el regreso del capital petrolero internacional.


De tal suerte, que un destacado accionista de la Shell declare que “ahora a Venezuela lo que le conviene es poner en práctica -cuanto antes- una política agresiva de producción, porque esta acción lo que genera es actividad y la actividad genera a su vez, necesidades por bienes y servicios que se pueden construir y servir desde el país” es perfectamente coherente con sus intereses particulares. Y el que ello se convierta en política del Estado venezolano es su triunfo personal y el de las compañías petroleras internacionales, pero es una gravísima derrota para la gran mayoría de los venezolanos cuya participación como accionistas en el negocio petrolero nacional sólo se materializa en la participación fiscal. Así lo habían entendido los dirigentes de la política petrolera nacional desde 1920 hasta 1975: Esa fue la gesta de hombres como Gumersindo Torres, Néstor Luis Pérez Luzardo, Isaías Medina Angarita, Manuel Egaña, Juan Pablo Pérez Alfonzo y Manuel Pérez Guerrero.


Pero ahora está de moda la falacia de que “hay que dejar de ser rentistas para ser productivos”. En verdad, ello significa que renunciamos a participar en el reparto de una renta que se genera internacional e independientemente de nosotros. Simplemente, estamos dejando que otros se apropien de algo que nos corresponde, en tanto que propietarios del recurso sobre el cual se ha montado ese mecanismo rentístico universal.


* Coordinador del Postgrado en Economía Petrolera de la UCV