miércoles, 17 de marzo de 2010

La Economía Política del Petróleo en Venezuela

Carlos Mendoza Potellá
Versión marzo 2010, actualizada, sobre un texto de 1983.

Preparada para las Jornadas de Economía Política
que se desarrollan en el Banco Central de Venezuela

La renta petrolera:
Génesis y fundamento de la formación social venezolana en el Siglo XX


La categoría renta de la tierra, cuya conceptualización, en la versión marxista, es la misma que la de los beneficios e intereses: plusvalía creada por el trabajo, de la cual se apropia, en este caso, el propietario de la tierra, tiene una expresión particular, pero de su misma naturaleza, en la renta petrolera.


Apelemos a la reseña y cita que hace nuestro ilustre colega, el doctor Bernardo Ferrán sobre la visión marxista:

En lo que concierne a la renta de la tierra, Marx distingue diferentes tipos. Y la renta de las minas se ajusta a las mismas leyes de la renta diferencial agrícola. De hecho, la renta diferencial se presenta en todas partes. “Donde quiera que las fuerzas naturales son monopolizadas y aseguran al industrial que las emplea, una ganancia excedente, ya se trate de un salto de agua, de una mina rica, de aguas abundantes en pesca o de solares bien situados, nos encontraremos que la persona que por su título sobre una porción del planeta puede alegar un derecho de propiedad sobre estos objetos naturales, se apropia de esta ganancia excedente y se la sustrae al capital activo en forma de renta”. Carlos Marx, El Capital, vol. II, p. 717, citado por Bernardo Ferrán, Los Precios del Petróleo, p. 286.

Las condiciones de monopolio universal establecido desde finales del Siglo XIX por las corporaciones norteamericanas e inglesas y su afianzamiento a partir de los años 30 del Siglo XX crearon un inmenso mecanismo planetario de apropiación de la renta generada por los hidrocarburos en perjuicio de los países bajo cuyo subsuelo se encontraba esa riqueza que se liquidaba.


En una obra dedicada específicamente a esta categoría, Jean Pierre Angelier, define así a la renta petrolera.


… la renta petrolera, en sí misma, está constituida por plusvalía originada en esferas de producción distintas de la industria petrolera y realizada en la venta de los productos petroleros.

Pero la renta petrolera no está únicamente constituida por la ganancia extraordinaria del capital petrolero. También incluye el ingreso de los agentes no productores que participan en la actividad petrolera: los Estados petroleros y los Estados consumidores … [quienes] … pueden beneficiarse con dichos ingresos gracias al poder monopólico que detentan, ya sea en el nivel de la propiedad de los yacimientos, o en el mercado de los productos refinados. Jean Pierre Angelier, La Renta Petrolera, Ed. Terra Nova, México, 1980., p. 14.

Aunque la calificación, marcada por una visión sesgada, desde el centro capitalista, de “agentes no productores” aplicada a los “Estados petroleros” no se corresponde con la realidad contemporánea, cuando esos Estados han asumido directamente la gestión de sus industrias, es evidente que el reparto de la renta petrolera es la base del modo de articulación existente entre los agentes económicos, nacionales e internacionales en conflicto, dentro y fuera de la industria petrolera venezolana.


Abordamos el análisis de ese conflicto partiendo de las definiciones de lo que consideramos como forma y contenido en la lucha por la apropiación de la renta petrolera, en la evolución de las relaciones entre el Estado y las distintas clases sociales venezolanas con las compañías petroleras internacionales, materializada esa evolución en la dinámica de la economía y política petrolera venezolana desde principios del Siglo XX hasta el presente.

Definimos como forma, a los instrumentos jurídicos, contractuales y reglamentarios con arreglo a los cuales se otorgaban y recibían las concesiones hasta 1976, y aquéllos que posteriormente, y hasta 1999, determinaron el funcionamiento de la cúpula gerencial de la industria petrolera venezolana como una ‘compañía anónima’ que podía pactar convenios de asistencia técnica y comercialización, asociaciones estratégicas, convenios operativos y otras formas de asociación, a espaldas de los poderes públicos, atribuciones que la convirtieron en una entidad para-estatal, semiautónoma. Desde el último año mencionado, y partiendo del establecimiento de una nueva Constitución Nacional, está surgiendo, y se sigue conformando todos los días, una nueva forma, que también corresponde al nuevo contenido de la política petrolera en la última década.

Por otra parte, entendemos como contenido, esencia real del movimiento que analizamos, a la resultante del conjunto de factores de poder e intereses que ejercen sus fuerzas en uno u otro sentido en cada oportunidad y determinan el verdadero carácter de las relaciones Estado – capital petrolero internacional, a sus resultados en términos de usufructo de beneficios y de control de las decisiones en la industria petrolera; determinación que se ha impuso siempre, durante todo el siglo pasado, independientemente del cascarón legal correspondiente, bajo su cobertura si es posible, retorciéndolo convenientemente en otras oportunidades o, en último caso, ignorándolo, a favor de ese capital

Y es que el contenido de esas relaciones no es otra cosa que una forma particular de expresión de la lucha de clases dentro del capitalismo contemporáneo.

Es en este sentido que utilizamos la nomenclatura propuesta por Petter Nore y Terisa Turner en la introducción de su recopilación "Oil and Class Struggle" (1981), donde identifican cinco dimensiones, cinco formas de manifestarse la lucha de clases en la industria petrolera a nivel mundial. Su esquema de "dimensiones" de la lucha de clases en la industria petrolera nos permite precisar el campo en el que ubicamos nuestro análisis.

La primera de estas dimensiones o formas de la lucha de clases es la del "antagonismo existente entre las burguesías nacionales e internacionales, representadas respectivamente por los Estados-Nación y las compañías petroleras”

Nuestro análisis se va a centrar en esta dimensión y las referencias a las otras cuatro se harán siempre en función de su incidencia en este ámbito particular, pero es indispensable mencionarlas y asumir su existencia como parte indisoluble de la compleja realidad que estudiamos. En el orden expuesto por los mencionados autores, esas otras dimensiones serían:

• El antagonismo entre fracciones de la propia burguesía internacional basada en los principales países industriales.Estas cinco dimensiones agregan un sentido más preciso a la múltiple determinación de los factores que inciden en la evolución de la industria petrolera, nacional e internacionalmente. Pero es indispensable aclarar, por nuestra parte, que al ubicarnos en la dimensión que hace referencia al antagonismo entre el Estado y el capital petrolero internacional no asumimos la identificación del Estado-Nación con la burguesía nacional que se desprende de la formulación citada y que a nuestro entender peca por excesivo esquematismo, simplificador de una realidad mucho más compleja, en todos los casos y en particular en el venezolano.
• Las contradicciones en el propio seno de la industria entre el capital y los trabajadores petroleros.

• Las contradicciones entre clases y fracciones por el control del poder estatal en el seno de los países productores.

• La lucha entre clases explotadas y explotadoras, tanto en estos mismos países como a nivel internacional.
En este sentido, compartimos las formulaciones que sobre esa complejidad hiciera el investigador mexicano Marcos Kaplan, que ejemplificamos con una sintética referencia:


La llamada infraestructura, las fuerzas productivas y las relaciones de producción, son base y marco de lo que ocurre en los otros niveles y aspectos de la sociedad; en la política, el Estado y el derecho; en la organización y funcionamiento del sistema global y de su evolución histórica; ejerce sobre unos y otros condicionamientos y determinaciones; contribuye a engendrarlos, como sus productos que no pueden desarrollarse sino dentro de los límites fijados por los caracteres y tendencias de lo infraestructural. Ello no ocurre sin embargo de manera automática, mecánica, inmediata, sino, en última instancia, en grandes líneas y alargo plazo. Marcos Kaplan, Estado y Sociedad, 2ª. Ed. México, UNAM 1980. Citado en el trabajo del mismo autor “El Derecho y los Hidrocarburos en la Experiencia Internacional Contemporánea”. Versión PDF disponible en Internet.
En nuestro país el control del Estado no ha sido detentado exclusivamente por la burguesía y en los años iniciales de su historia petrolera ni siquiera existía una clase que mereciera tal denominación.

El proceso de conformación de una burguesía nacional y su lucha por participar y hegemonizar el control del Estado en Venezuela es coetáneo con la implantación de la industria petrolera como generadora fundamental de los ingresos externos del país.

En muchas oportunidades la política petrolera viene a ser, también, reflejo de esa pugna por el control del Estado nacional y a ella haremos referencia en el transcurso de nuestra exposición.


Es pertinente señalar que nuestro enfoque parte de la concepción global que sustentamos sobre el contexto socio- económico contemporáneo y la situación de Venezuela dentro del mismo como país capitalista subdesarrollado, petrolero - dependiente, caracterización sobre la cual hay discusiones y matices desarrollados por varios autores, pero en torno a los cuales no vamos a insistir.

En particular, compartimos la formulación del Profesor Francisco Mieres, quien postuló una interpretación de la estructura del sistema capitalista mundial, considerándolo

En lugar de relaciones entre naciones, tenemos aquí relaciones entre clases sociales y grupos económicos, a nivel trans-nacional, más allá de los intereses nacionales de sus respectivas clases enfrentadas internamente.
1) Como conjunto de Naciones-Estado o formaciones económico-sociales nacionales en las que el modo de producción capitalista es dominante, organizado como ente bipolar con un centro dominante y una periferia subdesarrollada.



2) Como formación económico-social única mundializada, transnacional, compleja y heterogénea, donde el modo capitalista domina sobre otras formas económicas secundarias. El proceso mundial de acumulación, concentración y centralización de capital, eje dinámico, condujo a la cúpula de la dominación y explotación, primero, a los monopolios internacionales. Francisco Mieres, La crisis actual del capitalismo. El impacto energético. Mimeografiado, CEAP, FACES, UCV. s.f. (aprox. 1973-76)
Estas características del sistema capitalista mundial se han acentuado, como se sabe, con los procesos de globalización y la preeminencia del capital financiero y ficticio, sobre el capital industrial. De ello se han hecho, en este mismo espacio, muy completas exposiciones. Cito como ejemplo de ellas las caracterizaciones que del proceso referido hicieron los colegas Reinaldo Carcanholo y Jorge Pérez Mancebo en la anterior edición de estas Jornadas de Economía Política.


De las concesiones a la “apertura petrolera”,
evolución e involución de la política petrolera venezolana

 
La expresión concreta de la política petrolera venezolana en el Siglo XX tuvo un ilustre fundamento histórico, anterior al uso de los hidrocarburos como combustibles masivos: el decreto emitido por el Libertador Simón Bolívar, como Presidente de Colombia desde Guayaquil, provincia de Quito, en 1828, donde se establece que los derechos soberanos de la corona española sobre el subsuelo y las minas de cualquier clase, pasarían desde ese momento a ser derechos de la República Colombiana. A pesar de intentos en contrario que no es del caso relatar aquí, desde 1830, al producirse la disolución del proyecto colombiano, esos derechos soberanos pasan a ser, en su territorio, potestad de la República de Venezuela.


De tal suerte que “Concesiones” y “Regalías”, fueron figuras legales preexistentes a los primeros hallazgos de hidrocarburos en nuestro suelo, en 1866 y 1878. El régimen concesionario tuvo su infancia, desarrollo y declinación desde entonces y hasta 1976.


Las incidencias de esa historia han sido expuestas por ilustres cronistas y protagonistas, como Salvador de la Plaza, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Manuel Egaña, Rómulo Betancourt, Rubén Sader Pérez, Pedro Esteban Mejías, Edwin Lieuwen, Francisco Mieres y Gastón Parra Luzardo, para citar sólo algunos ya fallecidos. Nosotros nos limitaremos a señalar el proceso general de evolución de la lucha por el reparto de la renta petrolera en esas décadas, fundamentalmente desde 1920 y hasta 1976.

Una caracterización aparte merecen, tanto el régimen que imperó en la industria petrolera venezolana a partir de este último año y hasta 1999, así como las radicales transformaciones que desde entonces y hasta el presente han conducido al rescate de una justa participación nacional en el reparto de los beneficios de la liquidación de nuestro principal patrimonio natural no renovable.


Señalamos especialmente a 1920, como el año en el que se formuló por primera vez una Ley de Hidrocarburos, donde se regularon de manera completa y detallada todos los aspectos de la industria y quedó plasmada, por muy poco tiempo y para la historia, una posición nacionalista, que correspondía a los intereses de las clases que se disputaban el control del Estado venezolano en ese momento: la de los grandes propietarios latifundistas que todavía establecían relaciones de producción semifeudales en el campo venezolano y la de la incipiente burguesía nacional, que aparecía al calor del aprovechamiento de la escuálida participación del Estado venezolano en la renta generada por la explotación petrolera.


Es precisamente la voluntad de aumentar esta participación la que queda reflejada en esta Ley, muerta al nacer, pero que prefiguró la estructura que tendrían todas las que le siguieron, hasta 1943 y más allá, con las sucesivas modificaciones de esta última.


En 1976, la “nacionalización petrolera” fue la conclusión, entre otros desarrollos, de un largo y conflictivo proceso de agotamiento del patrón normativo formal de las relaciones entre el Estado venezolano y las compañías extranjeras concesionarias; es decir, del conjunto de estructuras legales y reglamentarias en el marco del cual se desarrollan esas relaciones.


Ese agotamiento se venía haciendo crítico en la medida en que nos acercábamos a 1983, año en el cual, por virtud de la Ley de 1943 se iniciaría el vencimiento y por ende la reversión de las concesiones de hidrocarburos, sin que para esa fecha estuviera prevista entonces una alternativa clara para el ulterior desarrollo de la industria petrolera bajo control transnacional, cercada por la norma que Juan Pablo Pérez Alfonzo logró insertar en la Constitución de 1961, la cual establecía el no otorgamiento de nuevas concesiones y el voluntario enanismo en el que fue mantenida la Corporación Venezolana del Petróleo durante sus quince años de existencia.

Tal dilema tenía soluciones divergentes perfectamente identificables: Una, "subversiva" a los ojos del status y lesiva de las reglas del juego impuestas por la "buena vecindad", era la preparación del país para asumir plenamente el control de su industria. Esta opción, defendida por los sectores de avanzada del país, en especial por verdaderos profetas en el desierto de la talla de Salvador de la Plaza, fue delineada en términos de posibilidad realizable incluso para gobiernos no necesariamente revolucionarios por Juan Pablo Pérez Alfonzo, al postular, dentro de su "Pentágono Petrolero", junto al principio de “no mas concesiones”, la creación y desarrollo de la CVP.


Pero esa posibilidad fue eludida, ignorada e incluso desnaturalizada con la negociación de unos Contratos de Servicios que, como lo demostraran en su oportunidad diversos analistas, no eran otra cosa que concesiones disfrazadas para burlar el principio constitucional que prohibía nuevos otorgamientos de las mismas.

La segunda de las opciones a que nos referimos es, desde luego, la propiciada por las compañías y sus voceros en FEDECAMARAS, quienes consideraban que el principio de "no más concesiones había colocado a la industria petrolera en un curso de declinación"

Los esfuerzos de este sector se van a encaminar a la búsqueda de una alternativa cónsona con la preservación de su participación privilegiada en el negocio. Una nueva fórmula de asociación dependiente con el capital transnacional que incorporara algún maquillaje renovador era la solución más "saludable", si se miraba con los ojos geopolíticos de sus proponentes criollos.


Los Contratos de Servicio se van a convertir en el primer ensayo de esa fórmula alternativa y preservadora de la buena salud del negocio. El largo debate en torno a estos contratos y su ulterior frustración vienen a constituir una expresión de la confrontación entre las dos opciones mencionadas; confrontación alrededor de la cual gira la política petrolera en todo el Siglo XX: con marchas y contramarchas, pero con el predomino a la larga de los sostenedores de la asociación incondicional con el capital petrolero internacional.

La puesta en escena definitiva se produjo en 1976, año en el cual la “nacionalización”, evento culminante de esa política petrolera, plasmó, en realidad, el estado de las fuerzas de estas dos posiciones y, no siendo una excepción de la tendencia secular, también en esta oportunidad triunfó el partido de la asociación transnacional.


Esta nueva forma de existencia de la relación dependiente se funda inicialmente en un también nuevo tipo de contrato, distinto formalmente del contrato concesionario, pero que obtiene con más eficiencia los mismos resultados: Los Convenios de Asistencia Técnica y Gerencial y los contratos de compraventa de petróleo y productos para su comercialización internacional. Las condiciones que quedan establecidas en todo contrato siempre están determinadas por el poder negociador de cada una de las partes y, evaluando los resultados reales de este nuevo sistema, podemos afirmar que las corporaciones petroleras transnacionales y sus asociados nativos impusieron sus condiciones a los gobernantes y principales gestores de la política petrolera venezolana.

Ello se hizo evidente y se acentuó durante los siguientes 25 años en los cuales prevaleció el poder para-estatal de los gerentes públicos de cultura y mentalidad transnacional que quedaron como herencia de las antiguas concesionarias en la operadoras “nacionalizadas” que le sucedieron y en su nueva “casa matriz”, PDVSA.


La política de “apertura petrolera” fue la cumbre de esta involución, cuyas principales características resumimos:

El desmantelamiento de las capacidades técnicas y políticas del Ministerio de Energía y Minas como ente fiscalizador y garante de la adecuada operación y mantenimiento de los yacimientos petrolíferos, su colonización por PDVSA y su conversión en un cascarón vacío.


El envilecimiento de todo el régimen fiscal aplicable a los hidrocarburos, con la eliminación de la figura del Valor Fiscal de Exportación, con la cual se maximizaba el Impuesto Sobre la Renta, la reducción de este rubro impositivo de 67,9 a 34 por ciento. La casi extinción de la Regalía en los convenios operativos y asociaciones estratégicas al llevar de 16,6 por ciento a menos de un 1%. Veamos sus resultados en la evolución de la alta correlación inversa de costos y participación fiscal total, desde 1976 hasta 1999, año en cual, a duras penas, ha comenzado a revertirse esa tendencia :
De una manera tal que, al cabo de un forcejeo trascorrales, la nacionalización viene a ser convertida en su opuesto: un pacto laboriosamente trabajado que propiciará el mantenimiento y la ampliación, en extensión e intensidad, del control transnacional sobre el petróleo venezolano.


El instrumento fundamental para la obtención de tan paradójico resultado de una nacionalización fue el bloque de convenios firmados tras bastidores mientras se discutían públicamente los términos de la "Ley que Reserva al Estado la industria y el comercio de los hidrocarburos". Con lo que, en suma, la nacionalización resulta ser fruto de un nuevo paquete Ley-Convenios al estilo del pacto entre el gobierno de Isaías Medina y las compañías norteamericanas e inglesas que institucionalizó en 1943 el régimen concesionario.


En otras palabras, con el fin de la era concesionaria no pasamos a la era del control pleno por parte del Estado sobre su industria petrolera, sino a una nueva modalidad de relación subordinada Estado-transnacionales. Más elástica y sutil, más adaptable a la evolución de las realidades económicas y políticas contemporáneas, que manteniendo y profundizando las características esenciales de la situación anterior, fuera a la vez un cierto "aggiornamento", una puesta a tono con el signo de los tiempos que desmovilizara los sentimientos negativos que despertaba el viejo sistema concesionario. C. Mendoza P. “La era de los contratos”, en De las concesiones a los contratos, visión retrospectiva de la política petrolera venezolana. Caracas 1983, inédito,




Añádase a todo esto la evasión fiscal a través de emprendimientos ruinosos en el exterior, con la compra de 17 refinerías en proceso de liquidación que se convirtieron, desde 1989 en receptoras de “exportación de beneficios” que retornaban convertidos en costos, al punto de que todavía en nuestros días, la compra de crudo y productos no venezolanos por estas cafeteras constituye el mayor rubro de los costos operativos totales de PDVSA, casi del 53% de los mismos. Justamente, el salto que presenta el gráfico anterior en los costos operativos de 1989, se corresponde con el registrado ese mismo año en las compras ya referidas que se reproducen en el siguiente gráfico.



En este contexto, llevando a la industria petrolera venezolana a condiciones de mínima capacidad generadora de excedentes, es que se produce la campaña de la meritocracia petrolera para lograr la privatización de PDVSA, no ya por la vía indirecta, en curso entonces, del outsourcing o tercerización, las asociaciones estratégicas, los contratos operativos de ganancias compartidas, la internacionalización, etc., sino directamente, por la venta directa de un 15% del capital accionario de PDVSA o el reparto de la totalidad de ese capital entre los venezolanos mayores de 18 años, como rezaba la más antipática de las propuestas privatizadoras.

Las políticas aperturistas, privatizadoras y, en suma, desnacionalizadotas, fueron conducidas con plena conciencia de sus implicaciones: la minimización de la renta petrolera percibida por el Estado, en beneficio de sus contrapartes transnacionales y del capital privado nativo asociado a esas corporaciones. Peor aún, fueron diseñadas con ese bien definido propósito.

En efecto, esa política fue sustentada en formulaciones teóricas que planteaban la existencia de un modelo fracasado de gestión de la participación nacional en la administración de los ingresos petroleros, que conformaba una opción “rentista”, estatista y socializante, enfrentada a una política moderna, racional, cónsona con las exigencias de la globalización, que se resumía en un escenario “productor”. PDVSA, Guías Corporativas 1993-1998, C. Mendoza P. La “verdad petrolera” frente a la realidad, en El Poder Petrolero y la Economía Venezolana, pp. 87-98. CDCH UCV, Caracas 1995.


Según los autores de estos escenarios, planificadores mayores de PDVSA, “rentistas” eran las políticas que postulaban la defensa de la participación fiscal, porque intensificaban la ineficiencia estatista y las distorsiones estructurales del “capitalismo rentístico”, forma particular que asumió ese sistema en Venezuela.

Para eludir esos males, el “escenario productor”, postulado por estos planificadores y asumido entusiastamente por la cúpula antiestatal de PDVSA, sostenía que la opción racional de utilización reproductiva de los ingresos petroleros era la reinversión de la renta petrolera en la propia industria, multiplicando proyectos dentro y fuera del país, tales como los megaproyectos de la Faja del Orinoco y la compra de refinerías dilapidadas en el exterior. Proyectos inviables desde el punto de vista de la Nación, pero altamente rentables para los intereses complotados en el diseño y ejecución los mismos, quienes aportarían la capacidad gerencial del capital internacional en el manejo de esos recursos.


En otras palabras: sustraer la mayor cantidad posible de ingresos del alcance de la “garra fiscal” del Estado venezolano y dedicarlos a la siembra del petróleo en el petróleo. Para lograrlo eso y “estimular” la inversión extranjera que nos ayudaría al desarrollo de ese luminoso futuro “productor” era necesario hacer lo que hicieron en esos 25 años: desmantelar todo el sistema estatal de percepción de la renta.

Hacia la reafirmación de la soberanía nacional sobre sus recursos naturales y la integración latinoamericana


El hundimiento de la Cuarta República, su consunción por putrefacción, tuvo mucho que ver con los resultados catastróficos de esta política antinacional.


El advenimiento, en 1999 de un gobierno revolucionario, que fundamenta su acción en una nueva Constitución y una política de rescate de la soberanía nacional sobre sus recursos de hidrocarburos ha cambiado radicalmente la situación.

Se detuvo el proceso de privatización adelantado en los 25 años anteriores y se reformularon las bases de la política petrolera con sentido nacional y solidario, enfocados hacia la promoción de la multipolaridad y la solidaridad sur-sur.

Se desactivaron los mecanismos entreguistas de desmoronamiento de la participación fiscal nacional, restituyendo las tasas de impuesto sobre la renta a sus niveles históricos previos a la debacle aperturista de los años 90 y se potenció la regalía, al sacarla de las vecindades del 1% y llevarla hasta un 30%. Se reactivó la política de defensa de los precios y el cumplimiento de los compromisos internacionales adquiridos de manera soberana en la OPEP.

El énfasis social que se le ha dado al proceso de asignación de los ingresos petroleros ha permitido revertir la tendencia prevaleciente hasta 1998, según la cual la participación nacional se minimizaba en beneficio de unos costos que, en esencia, constituían la abusiva participación de los sectores capitalistas internos e internacionales en el reparto de la renta petrolera.

Los proyectos de desarrollo de la industria petrolera venezolana en los sectores gasífero y de la Faja del Orinoco, que constituyen los escenarios del futuro de los hidrocarburos en nuestro país, se están adelantando con una voluntad de fortalecer nuestra soberanía afincados en el establecimiento de vínculos financieros y tecnológicos multilaterales y una visión de solidaridad continental, que privilegia nuestro entorno inmediato, caribeño y suramericano, sin excluir las posibilidades de asociación con empresas y gobiernos de otras latitudes.


Los proyectos de integración energética suramericana y caribeña que se han formulado con diverso nivel de concreción son expresión de la voluntad política de promoción y defensa de la soberanía nacional y regional en esa materia. Se trata de una voluntad de desarrollo integral, no rentístico que prefigura la inserción de Venezuela en el tejido económico y político regional y la construcción de una colectividad de naciones con presencia global. El Acuerdo Energético de Caracas, Petrocaribe, UNASUR, la ALBA, el sistema Sucre y más recientemente el apoyo al surgimiento de la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y del Caribe, ejemplifican esa disposición.
CMP/marzo 2010


lunes, 8 de febrero de 2010

DOCUMENTOS DEL BLOG - Conferencia en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos "Pedro Gual"

Petróleo: El motivo del diablo
Carlos Mendoza Potellá


Presentación
(Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información)

Venezuela es un país petrolero, por tanto el tema que ocupa este libro es un asunto central de nuestra política. Aquí puede leerse una fresca y cuidadosa síntesis de nuestra historia contemporánea, desde los inicios de nuestra era petrolera, atravesando los temas de nacionalización chucuta y la estafa que constituyó otra forma de desnacionalización que emprendió el capital petrolero internacional, que gobernó nuestra negocio a su antojo durante todo el siglo XX y sólo fue derrocado cuando el Gobierno Bolivariano tomó el poder petrolero luego del terrible año 2002. En ese año donde se libró un combate a muerte entre los intereses del pueblo venezolano y los del imperio se decidió para siempre el destino mejor de Venezuela.

Las palabras de este libro son la transcripción de una conferencia realizada el día 15 de febrero de 2008, en el auditorio del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos. Para esa fecha estaba sobre el tapete una nueva arremetida  del imperio capitalita —a través de la empresa estadounidense Exxon Mobil— que intentó embargar a la estatal Pdvsa en tribunales de Londres, una acción que lesionaba la soberanía de nuestra república. Ante situación de terrorismo jurídico, nuestra empresa respondió derrotando las mentiras de la Exxon Mobil en el mismo tribunal donde fue llevada a batallar. La presente exposición es un recorrido histórico que nos permite comprender mejor lo que es capaz de hacer el diablo del capitalismo cuando de petróleo se trata.

El profesor Mendoza Pottellá es economista, analista petrolero, master en Economía y administración de los hidrocarburos. Actualmente es asesor de la presidencia del Banco Central de Venezuela. Ha sido profesor de pre y postgrado en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Fue embajador de Venezuela en Rusia y en Arabia Saudita; fue también director de Petróleos de Venezuela y asesor ad honorem de la Comisión Económica y Social de la Asamblea Nacional Constituyente. Docente, además cumple funciones académicas actualmente en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual, y ha sido integrado a determinados proyectos de investigación y de formación de los jóvenes investigadores de esta casa de estudio.

Petróleo, el único motivo de la invasión a Irak

Primero, con un chiste de las propias revistas norteamericanas. Cuando se produjo la invasión a Irak, en la revista Business Week salió una caricatura en donde aparece Bush con una ficha como estas de la conferencia de hoy que dice: “Estados Unidos tiene 710 razones para invadir a Irak”, y en ese momento, un tipo le dice por detrás: ¡Presidente, presidente, así no! Así:




Estados Unidos tenía una sola razón para invadir a Irak: OIL. Cuando uno revisa las estadísticas, algunas estadísticas de los campos que quedan todavía con posibilidades de expansión de petróleo liviano, de unos quince campos que quedan en distintos países del mundo, ocho están en Irak. Son campos nuevos que van a tener su pico, su cenit, en el año 2020 ó en 2030, son campos nuevos y convencionales. Irán acaba de hacer nuevos descubrimientos de petróleo, y está en capacidad de producir 5 millones de barriles diarios a partir del año que viene. Fíjense ustedes qué tipo de países: Irak e Irán. Bueno, Venezuela ya se sabe lo que tiene en la Faja. Precisamente, se está acabando el petróleo convencional. ¿Cuál es el que está quedando? El más difícil y más costoso, por eso los precios, porque se necesita sacar petróleo de Canadá, se necesita sacar petróleo de la faja, se necesita sacar petróleo de aguas profundas del Golfo de México —a 15 millas de profundidad: 2 millas de agua y 13 de tierra—, en Estados Unidos y en Cuba; el de Brasil también es en aguas profundas; en el occidente de África es en aguas profundas; Kazajstán es crudo ácido; todo es crudo más costoso y tecnología más costosa, desde luego. Es ese fenómeno que describía Fernando.

Biocombustibles: Solución apresurada y falaz

Los biocombustibles, por ejemplo, tampoco son una salida. Y lo están descubriendo después del escándalo que armaron hace un año. Resulta que con los biocombustibles no es sólo el problema de los alimentos que se van a hacer más costosos, es que el balance energético mismo para producir el biocombustible es negativo. Es decir, es más la energía que se invierte que la energía que se obtiene. Entonces, los países que produzcan biocombustibles van a perder energía para entregársela a quienes la consumen. Porque hay que sembrar, hay que quemar, hay que destruir bosques. Bueno, hay gente tan loca como el presidente Uribe, que dijo, cuando esto se comenzó a pensar: “Nosotros tenemos ahí, en la orinoquia, la amazonia colombiana, ocho millones de hectáreas”, en la frontera con Venezuela, pues. Ocho millones de hectáreas de bosque son ocho millones de hectáreas de oxigeno que le van a quitar al mundo, pues.

El daño ecológico de algunas alternativas energéticas

El etanol es una empresa de la dictadura brasileña, tiene más de treinta años, lo llamaban gasohol. Estas compañías que producen etanol, en Brasil, las que producen la soya, también en Brasil y Argentina, en el sur de Brasil y en el norte de Argentina, han destruido bosques subtropicales; sólo con la soya. Si van a pasar a caña de azúcar, la destrucción será todavía mayor; y no es un problema que va a afectar a Brasil, afectará a la humanidad. El cambio climático va a ser terrible.

El propio Canadá, con la nueva explotación de su crudo, de sus arenas bituminosas, ya está sufriendo a nivel de sus siembras de pino para producir madera. Resulta que por el calentamiento global, en Canadá hay un microbio que se muere con el frío, pero como el frío no llega a los niveles requeridos el microbio se está desarrollando y se está comiendo las siembras de pino. Entonces se ven más bonitos, porque no son verdes, sino verdes y naranja. Pero ese naranja es un pino que ya no sirve para madera sino para pulpa de papel, porque está totalmente comido por el microbio.

Pdvsa: Sentido de propiedad cultivado en Venezuela

Pero vamos a analizar desde el punto de vista interno qué es lo que está pasando. En Venezuela siempre ha habido un enfrentamiento entre las corporaciones petroleras internacionales y el Estado. Desde los tiempos de Gómez ha habido un crecimiento de la conciencia de que las compañías petroleras hacían con el petróleo venezolano un gigantesco negocio y que a nosotros nos iba quedando solamente el esterero.. Con algunos venezolanos privilegiados, asociados y partidarios de las transnacionales, abogados, bufetes partidarios de que no se les cobrara impuesto; pero ese crecimiento de la conciencia nacional se dio incluso, en tiempos de Gómez. Por ejemplo, yo considero que el padre del nacionalismo petrolero venezolano fue un ministro de Gómez: Gumersindo Torres, el autor de la primera ley de hidrocarburos, en donde se intentó ponerle límites a los desmanes de las concesionarias, con cláusulas para defender el interés nacional..

Desde 1920 hasta 1975, sin distinción de gobiernos, hubo un proceso de crecimiento de la conciencia nacional de la necesidad de aumentar la participación del Estado en el negocio petrolero. En 1975, por un conjunto de manipulaciones internacionales, entre otras cosas, nos cortaron un proceso nacionalista que iba a terminar en 1983, cuando se revertiría a la nación toda la industria petrolera sin ninguna negociación; y entonces las petroleras propusieron la nacionalización.

En 1973, los venezolanos un buen día amanecimos con una noticia: el presidente de la Shell dice que Venezuela tiene que tomar medidas soberanas sobre su petróleo. Un mes después, el presidente de Creole dijo lo mismo: “Los tiempos están cambiando, Venezuela tiene que tomar su destino petrolero en sus manos.”

¿Qué era lo que estaba pasando? Que tenían montada una nacionalización peculiar, particular, ya lista para extender sus garras, ya no sobre el área concesionaria, que eran muy limitadas, sino extenderse sobre todas las áreas venezolanas de reserva nacional, áreas que no habían sido otorgadas. Y eso fue lo que hicieron.

1975: La nefasta nacionalización entreguista

¿Cómo fue esa nacionalización? Bueno, esa fue una nacionalización donde ellos ya tenían montadas las operadoras que iban a sustituir a sus concesionarias. Y entonces ellas, en agosto de 1975, ya habían creado con nombre y apellido a las empresas supuestamente nacionales. Creole Petroleum Corporation, que era la filial de Exxon en Venezuela, creó a Lagoven; Shell creó a Maraven; Mobil creó a Llanoven; Texas creó a Deltaven; Chevron creó a Boscanven; Phillips creó a Roqueven; todas esas empresas fueron creadas por las transnacionales. ¿De qué manera? Simple y llanamente sacando a los extranjeros: Exxon sacó a los norteamericanos; Shell sacó a los ingleses y a los holandeses, y así todas. ¿Y quiénes quedaron? Los yanquis o los ingleses nacidos en Curiepe o en Villa de Cura, pero de mentalidad transnacional.

Y así, el último presidente de la Shell de Venezuela pasó a ser el primer presidente de Maraven: Alberto Quirós Corradi; el último vicepresidente de Creole Petroleum Corporation, Guillermo Rodríguez Eraso, pasó a ser el primer presidente de Lagoven. Y así por el estilo. Y ese era un plan de largísimo plazo que las compañías tenían desde los años sesenta. Ellos iniciaron en esa época el proceso de nacionalización de la gerencia. Ellos se dieron cuenta de lo antipático que era un americano en pantaloncitos blancos, jugando golf e izando la bandera norteamericana. Entonces dijeron no, vamos a nacionalizar la compañía, vamos a inyectarle yanquis de Curiepe a todas esas compañías. Yo prefiero mil veces un yankee de Nueva York que un yanqui de Curiepe. [Risas]

Secuelas de aquella nacionalización

Y entonces empezó, en 1976, un largo proceso que terminó en el año 2002, o que no ha terminado, más bien —todavía estamos padeciendo muchas de estas cosas—, de desmantelamiento de todo lo que se hizo entre 1920 y 1975 para aumentar la participación del Estado venezolano en el negocio petrolero nacional. Primero comenzó una política hablando de que había un problema de rentismo petrolero, y que había una disyuntiva entre el rentismo y el productivismo. Lo productivo, el verdadero camino al desarrollo era producir a cualquier costo. Lo contrario era aumentar la participación del gobierno, lo que no veían como la participación nacional, sino que era una cosa negativa, era insistir en el rentismo.

Así, en los años 90 varios teóricos, incluso profesores universitarios —Ramón Espinasa y otros— diseñaron una política de aumento de la producción, independientemente de los precios. Una política de ataque a la OPEP. Una política de desmantelamiento del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, que desde 1976 comenzó a llamarse de Energía y Minas. Una política de liquidación de todo el aparato fiscal que teníamos.

Participación histórica del Estado en el negocio petrolero

En 1971, la tasa del impuesto sobre la renta llegó precisamente a 71%. Eso fue un proceso que comenzó en el año 1943, cuando el impuesto sobre la renta era de 9%, y fue paulatinamente aumentando. Pérez Alfonzo, Edgar Sanabria, Pérez Alfonzo de nuevo, Álvaro Silva Calderón… toda una cantidad de gente que participó en un proceso de aumento de la participación, valga la redundancia. Claro, era una participación relativa, porcentual, las compañías siempre nos hacían trampa y de todas maneras siempre perdíamos porque hacían declaraciones netas sobre precios de transferencia entre filiales y no considerábamos los costos que estaban abajo, y los costos representaban su verdadero beneficio. Sin embargo, se hizo el intento, se hizo la fiscalización. El Ministerio de Minas e Hidrocarburos era un inmenso aparato de fiscalización de minas e hidrocarburos; el de Energía y Minas nació castrado. El Ministerio de Minas e Hidrocarburos tenía un aparato de fiscalización que sabía hacia dónde iba cada gota de petróleo y cada pie cúbico de gas, y que sabía lo que le correspondía al Estado.

El nivel de imposición fiscal, el nivel de trampa que ellos nos hacían era tan grande, que ellos llegaron a aceptar un nivel de imposición que daba la impresión de que les ganábamos el 100%.

Libertinaje fiscal de las transnacionales en el país

Al principio, las compañías declaraban lo que les daba la gana, era un precio de gallina flaca, un precio intramonopolista; el precio que la Creole Petroleum Corporation le facturaba a la Lago Petroleum Corporation, en Aruba, que era su filial, por ejemplo. Claro, era un precio mínimo, pues. Entonces, utilizando paraísos fiscales, entre otras cosas, ellos maximizaban las ganancias en los sitios donde no había impuestos. Ellos no pagaban impuestos ni en Venezuela ni en los Estados Unidos. Porque Creole le vendía a la Lago a precios de gallina flaca, y la Lago le vendía a la Standard Oil de Nueva York a un precio exorbitante. ¿Dónde se quedaban los beneficios? En Aruba, porque en 1920 el gobierno holandés, para que ellos se instalaran en Aruba y Curazao, les dio una exención de impuestos por 100 años. Todavía no se le ha cumplido, en el 2020 es que el gobierno holandés comenzará a cobrarle el impuesto a la refinería de Curazao, por ejemplo.

Las trampas en los impuestos

Entonces, con ese esquema, todo eso se comenzó a desmantelar. Eso se llamó valor fiscal de exportación. El valor fiscal de exportación que se le aplicó era que Venezuela le cobraba el 70% del impuesto sobre la renta no sobre 100, sino sobre 130. Es decir, ellos declaraban: vendí a $11 el barril. Muy bien, entonces el valor fiscal de exportación es $14. Y sobre esos 14 dólares yo aplico el 70%.

Cuando uno sumaba regalía, impuesto sobre la renta, valor de exportación, y lo comparaba con las pobres declaraciones netas de las compañías, si ustedes revisan el “Petróleo y Otros Datos Estadísticos”, (PODE) de esos años (1973, 1974 y 1975), la distribución entre Venezuela y las transnacionales era: el Estado venezolano: 83%, 95% y 94%; y las pobres transnacionales: 17%, 5%, 6%.

El engaño de la vieja nacionalización

Años después de la nacionalización perversa de 1976, un gerente de la Dirección Internacional de Finanzas de Exxon da unas declaraciones en la Revista Fortune de agosto de 1979, y dice lo siguiente: “La nacionalización petrolera venezolana ha sido el mayor negocio de la Exxon en toda su historia.” Y allí uno dice: cómo sería la trampa de 1975, cuando este señor dice eso. Y la Exxon es la peor de las corporaciones, después vamos a hablar de eso. Pero entonces le entra un poquito de nostalgia y dice: “Sin embargo, la Creole Petroleum Corporation fue muy importante para la Exxon. En 1974, por ejemplo, la Creole Petroleum Corporation le suministró a la Exxon la mitad de sus ingresos internacionales.”

Uno se queda blanco, pálido y dice: pero bueno, ¿cómo es posible que una empresa que declara que su utilidad neta es de 5%, comparada con el 95% de la participación del Estado, produzca más de la mitad de los ingresos de la primera corporación industrial del mundo? Porque no estaban ahí; porque esa utilidad neta era un residuo, y debajo de ese residuo está la inmensidad de costos que ellos imputaban a cualquier actividad que tenían; y que allí era donde tenían el colador, pues, en la refinación, en la petroquímica, en el transporte, en el almacenamiento. Todos esos eran costos gerenciales, de obreros, de activos, de contratistas; y esos costos eran simplemente de transferencia entre ellos, y eran simplemente un colador.

Subsistencia del sentido de propiedad

Bueno, con todo eso, sin embargo, a pesar de que el pasado también era malo y de que también nos hacían trampa, aún así había la voluntad nacional de combatirlo; se creó el valor fiscal de exportación, la ley de reversión, la ley sobre bienes afectos a la reversión y el proceso de fiscalización y control; era la expresión de una voluntad impotente, pero era una voluntad general de aumentar la participación nacional.

En 1976 se inicia un camino totalmente distinto. Desde los puestos de gerencia de nuestra “industria nacionalizada” comienza una actividad destinada a disminuir la participación del Estado en el negocio petrolero; y eso se va a manifestar en todos estos años hasta el 2006, hasta el 2002, en particular.

Ahí ustedes ven cómo esa línea amarilla es la participación fiscal, es decir, regalías, impuestos sobre la renta, dividendos y otros impuestos. En 1976, la participación fiscal era el 74% de los ingresos brutos, y los costos operativos el 17%. ¿Qué pasó? Esa era la gestión de Pdvsa, de la Pdvsa de Giusti, de Quirós Corradi.

Esa Pdvsa produjo eso: liquidó el valor fiscal de exportación; llegó a disminuir las regalías de 16,66% a 1%; llegó a disminuir el impuesto sobre la renta de 67% a 34%, precisamente en los contratos operativos, en las asociaciones estratégicas que se firmaron luego con Exxon. ¿A partir de qué? A partir de la ventanita por la cual Pérez Alfonzo llamó a esa nacionalización “chucuta”.



El legado de Juan Pablo Pérez Alfonzo

Pérez Alfonzo murió en el año 1979. En 1978 él dejó unas cosas escritas. Las estoy revisando ahorita porque las vamos a editar en el Banco Central. Aquí, él simple y llanamente predice lo que iba a pasar. Estoy leyendo el artículo y me quedo impresionado por la visión de este hombre; él sabía que esto iba a pasar. En un artículo que se llama “Venezuela cerca de la debacle”, habla de los tecnócratas alzados, de los gerentes alzados; y en otro que se llama “El plan de destrucción nacional”, critica el Quinto Plan de la Nación, de Carlos Andrés Pérez.

Bueno, y ellos presentaban eso como el escenario productivo. Porque eso era la disminución del ingreso del Estado y era el aumento de las actividades productivas. El incremento de los costos es el incremento de las actividades productivas, y las actividades productivas supuestamente iban a producir más empleo, más movimiento económico. Ellos normalmente decían de esa participación fiscal, que Pérez Alfonzo por cierto dice: “Ésa es la verdadera participación, ésa es la que nos va a producir gastos, ésa es la que alimenta el presupuesto, los gastos del Estado, de la Nación venezolana”, ellos decían: “No, hay que aumentar la actividad económica en sí.” Por ejemplo, Andrés Sosa Pietri, que es el más inocente de todos ellos, muy cándido en la manera de expresar las cosas, pero muy claro en sus intereses, dice: “Es mucho mejor producir ocho millones de barriles diarios a dos dólares, que producir dos millones de barriles diarios a cuarenta dólares.” ¿Por qué? Porque para producir ocho millones de barriles diarios se necesitan más tuberías, y si se necesitan más tuberías, se necesitan más válvulas. ¿Y quién es él? Dueño de la compañía nacional de válvulas.

Y ¿por qué digo que es inocencia? Porque es mentira que él va a ser el primer beneficiado de eso; los principales beneficiados de eso van a ser los consumidores, que van a tener un precio de gallina flaca, van a ser las grandes corporaciones que ganan un diferencial de precios gigantesco en sus productos, y ese tipo de cosas.

La Apertura, una ventana que debe cerrarse

Esta gente, con la apertura, materializó lo que Pérez Alfonzo temía. En 1976 fue derrotado Pérez Alfonzo con la nacionalización chucuta, y él dijo: “Bueno, ese artículo que dice que el Estado podrá llegar a acuerdos con empresas mixtas y cosas por el estilo, ésa va a ser la ventana por donde luego se van a colar”, y así fue. Se colaron en los años noventa con el outsourcing, con los convenios operativos, con la asociación estratégica, con los contratos de riesgo, con todas esas cosas que se hicieron y que se están revirtiendo ahora con una figura con la que yo no estoy de acuerdo. Porque yo combatí esa figura en el 76, y no estoy de acuerdo con lo que hizo este gobierno con eso de las empresas mixtas.

Sin embargo, esa fue la manera que encontraron, la más diplomática, a lo mejor, y lo refleja el hecho de que 23 de las 25 compañías a las cuales se les ofreció la migraron hacia las empresas mixtas lo aceptaron.

Empresas mixtas, ¿nuevas concesiones?

Pero estas empresas son tan leoninas, la Exxon es tan leonina que ni siquiera esa figura de las empresas mixtas, que a mí no me gusta, pasaron de ser contratistas a ser prácticamente concesionarias, porque estas empresas mixtas son las nuevas concesiones.

Pero los términos tan leoninos que ellos tenían antes, y a los que estaban acostumbrados, aquel 1%, entre otras cosas, desaparecieron; ahora van a pagar 33% de regalía, van a pagar 50% de impuesto sobre la renta, en vez de 1% y 34%, respectivamente; y ahora Pdvsa va a tener una participación mayoritaria en esas empresas mixtas.

Pdvsa, ¿una sociedad anónima?

Una de las cosas, por ejemplo, que heredamos de esa época es Pdvsa, el nombre. ¿Cómo es eso de Pdvsa, ése ‘s.a.’, sociedad anónima? Porque hay una disposición que permitiría que esta sociedad anónima sea vendida en acciones. Uno de los planes de Giusti era vender 15% de las acciones de Pdvsa. Pdvsa tiene que ser un ente único.

En el artículo 303 de la Constitución de 1999, derrotaron a Gastón Parra, que quería que quitaran de ese artículo la disposición de que Pdvsa sea del Estado, pero que sus empresas mixtas, precisamente, y asociaciones podían ser privadas. Eso es lo que permiten las empresas mixtas, que sean privatizadas.

Ellos decían: “No, no, si ponemos que Pdvsa siempre va a ser del Estado y que no tendrá posibilidades de constituir empresas mixtas, entonces va a ser muy difícil la operación, va a tener poca flexibilidad operativa.” Por ahí se nos están colando, por ahí se colaron, por allí por ese hueco.

El artículo 127 de la Constitución de 1961 se repitió en esta Constitución de 1999 en el 151, y Gastón Parra también dio la pelea en contra de eso. ¿Quiénes lo derrotaron? Alfredo Peña, David de Lima, Luis Miquilena y el bufete de abogados Baker & McKenzie.

Yo estaba allí, yo era asesor de la Comisión de lo Económico y Social, y hasta las seis de la mañana, desde el día anterior, estaban allí De Lima, Peña, descaradamente con los abogados de Baker & McKenzie, hasta lograr doblarle la mano a Miquilena y los otros, que lograron convencer a otros constituyentes para dejar el artículo 151 de la Constitución, por ejemplo, en estas condiciones, que son las que nos condenan.

Arbitraje internacional y cláusula Calvo

Resulta que en las constituciones de América Latina, en general, existe una llamada Cláusula Calvo. Esa Cláusula Calvo es la que le garantiza la inmunidad de jurisdicción, la que determina que en los contratos de interés nacional sólo serán competentes los tribunales de la República.

Sin embargo, tanto en la Constitución de 1961 como en la actual, en su artículo 151, que es reproducción textual del 127 del año 61, se reprodujo una excepción. Yo voy a leer el artículo sin la excepción, y después les voy a leer la excepción para que ustedes vean qué es lo que está pasando:

En los contratos de interés público, (…), se considerará incorporada aun cuando no estuviere expresa, una cláusula según la cual las dudas y controversias que puedan suscitarse sobre dichos contratos y que no llegaren a ser resueltas amigablemente por las partes contratantes serán decididas por los tribunales competentes de la República, en conformidad con sus leyes, sin que por ningún motivo ni causa puedan dar origen a reclamaciones extranjeras.

Sin embargo, los pícaros del 61 y los pícaros del 99 lograron meter allí: “Si no fuera improcedente de acuerdo con la naturaleza de los mismos”.

Los desmanes de la Apertura Petrolera

Cuando comenzó la Apertura Petrolera, nosotros aludíamos a este artículo. Cuando se compraron las refinerías de Alemania, por ahí más o menos comenzó la Apertura, en 1983, con Calderón Berti. Yo en esa época, en tiempos de Lusinchi, era asesor de la Comisión de Energía y Minas del Senado, y allí estuvimos discutiendo eso. Y llegaban a la Comisión de Energía y Minas del Senado dirigentes adecos, dirigentes copeyanos y negaban el artículo, sólo hacían caso a la excepción. ¿Por qué no se aplica el artículo? Decían: “Pero bueno, ¿cómo vamos a aplicar el artículo? Entonces, ¿cada vez que Pdvsa va a comprar una caja de lápices se va a considerar que eso es interés nacional?” Chico, no se trata de una caja de lápices, se trata de una refinería.

Entonces, ¿qué pasó, qué fue lo que hicieron? Calderón Berti, el procurador de la nación en ese momento, los abogados de Pdvsa y los abogados de las compañías extranjeras llegaron a una serie de acuerdos y comenzaron a comprar refinerías dilapidadas, desfiguradas, que no servían para nada, en todo el mundo. Esas refinerías no le han producido nada al país, nada, y han pasado nueve años de este gobierno y sólo hemos logrado vender dos. Eso teníamos que haberlo liquidado. Ojalá nosotros podamos aprovechar esta congelación para que se lleven esas refinerías de una vez.

Mucha gente dice que eso es una locura, pero ustedes saben que esto no es ninguna locura, esas refinerías no le han producido nada al país. Eso es como decía el comisario de Pdvsa 2001, Rafael Ramírez Coronado, el padre del actual ministro: “Exportación de beneficios e importación de costos”, y lo vamos a ver.

La causa del arbitraje

Bueno, esa es la Apertura Petrolera, la internacionalización perversa en distintas partes, los convenios operativos; y de aquellos polvos vienen estos lodos. Estamos sometidos a tribunales arbitrales porque así lo impusieron los que hicieron la Apertura con la Constitución del 61, y seguimos estando sometidos a tribunales arbitrales internacionales porque nuestros constituyentes del 99 mantuvieron esto.

El mismo artículo 127 de la Constitución de 1961, es reproducido textualmente en el artículo 151 de la Constitución de 1999, por eso estamos sometidos a tribunales arbitrales. No se trata ahora de decir que vamos a denunciar al tribunal arbitral, el tribunal arbitral es un árbitro para las negociaciones internacionales de cualquier tipo.

Esa excepción del artículo, ¿ustedes saben para qué vale? Esa excepción vale solamente para contratos que se firmen de Estado a Estado. Venezuela no puede someter a otro Estado a la legislación nacional, y viceversa. O sea, si yo hago un negocio con los Estados Unidos o con Colombia, como país, no con sus compañías sino como país, de Estado a Estado donde firman los dos presidentes, no puede aplicarse ese artículo; para eso es la excepción. Es decir, la interpretación de la excepción no puede ser en contratos con empresas privadas, entre empresas no puede ser.

Bueno, vean ustedes qué es lo que ha pasado [muestra una imagen]. La rama de arriba es la política de Estado en cuanto a producción. Pdvsa recibió una industria en proceso de deterioro, comenzó a aumentarle las capacidades productivas, y trató de volver a aumentar constantemente su producción. Pero todo el tiempo lo que aumentaba era la producción y los costos —que es la línea azul—, y lo que caía era la participación fiscal —que son las barras amarillas.



La internacionalización

La internacionalización significó, simple y llanamente, que Pdvsa montó un negocio en el exterior para remitir fondos al exterior, para sacarle fondos a la participación fiscal, para obtener costos en el exterior que ellos manejaban.

Ustedes saben que hay un dicho corrupto venezolano de hace muchos siglos, que dice: “Yo no quiero que me den, sino que me pongan donde haiga”.

Internacionalización, ¿rentable para la nación?

El negocio petrolero en 2002 en el exterior era de 27 mil millones de dólares. Y eso le reportaba a la nación, supuestamente, por medio de las empresas afuera, 638 millones de dólares. Piénsenlo un momento: yo les voy a pedir a cada uno de ustedes Bs. F. 27 mil, y el año que viene yo les voy a traer Bs. F. 27.600. Es una tremenda inversión que ustedes van a hacer, en la puerta los espero. [Risas]

Sin embargo, esto también era mentira, y de esto hay una investigación en la Asamblea.



Vamos a ver otra vez el año 2001, cuando mandamos 1 millón de barriles diarios a esas refinerías. Hay algunas cosas que a veces alguna gente nuestra dice sin pensar. Decir que no vamos a mandar más petróleo a los Estados Unidos es decir que no vamos a mandar más petróleo a nuestras refinerías en los Estados Unidos. Hay un millón de barriles que le mandamos a nuestras refinerías en el exterior.

“Exportación de beneficios e importación de costos”

Bueno, eso produjo, como dijimos ya, 27 mil millones de dólares, que produjeron una ganancia en la operación de 638 millones de dólares. ¿Cómo se produjo esa ganancia? El petróleo que se mandó a esas refinerías en el exterior, se mandó con descuentos de dos, tres, cuatro y cinco dólares el barril, que sumados dieron, en ese año, 2001, la cantidad de 938 millones de dólares. Es decir, que ese beneficio es ficticio, no hubo ningún beneficio: hubo una pérdida de 300 millones que fue compensada con 900 millones de descuento.



Y esa pérdida es mayor todavía, porque al haber declarado 638 millones de dólares nos hicimos sujetos de pagar el 37% de eso en impuesto norteamericano. Pero además, los costos de esas refinerías, porque esas son refinerías dilapidadas, en proceso de liquidación, son refinerías que nosotros compramos por una sola razón: porque las estaban vendiendo.

Yo estoy seguro de que el gerente de Pdvsa que fue a Curazao a negociar el convenio con las refinerías de Curazao se paró delante de una aplanadora y dijo: ¡Un momentico! ¡No, no, no, no la aplane! La refinería Isla de Curazao hoy es una refinería moderna, y eso lo ha costeado Pdvsa. Es una refinería que fue construída en 1920 y que estaba en proceso de liquidación. Nosotros no compramos ni activamos la refinería de Aruba porque ya no existía, porque llegamos tarde, ya le habían pasado aplanadora; y así todas esas… Yo les puedo dar un ejemplo vivo de mi propia experiencia.

Este gobierno ha tratado de venderlas. Ha logrado vender las refinerías de Lyondell, en Lake Charles, y el Terminal Borco , que es precisamente uno de los terminales para violar nuestra participación en la OPEP, para aumentar la producción y almacenarlo así no tengamos clientes.

Nueva Pdvsa, nuevas intenciones

El ministro Rafael Ramírez fue a Moscú, y una de las cosas que él tenía en mente era tratar de vender las refinerías de Alemania. Y bueno, yo fui testigo presencial: allí estaba el empresario ruso, estábamos yo y el ministró Ramírez, quien le planteó: Mire, tenemos esta refinería en Alemania, y tenemos más de quince, veinte años en los que no hemos refinado una gota de petróleo venezolano. Como usted sabe, usted es quien nos vende a nosotros el petróleo que nosotros refinamos allí, y nosotros queremos ofrecerle eso en venta, porque esa refinería nos produce costos. El ruso dijo: Bueno, está bien, estudiaremos eso. Todavía lo están estudiando, eso fue hace 5 años.

¿Por qué? Porque no son tontos, porque —usando la licencia de Uslar Pietri— no son pendejos. Porque ellos nos estaban vendiendo el petróleo a $40. Ajá, vamos a valuar esa refinería, ¿cuánto vale? Veinte, treinta, cincuenta millones de dólares. Yo no creo que llegue a 100 millones de dólares, pero está bien, te la compro en $20 millones. Ahí yo te estoy dando 20 millones de dólares de gratis, y a partir de ese momento, en vez de recibir mis 40 dólares, que recibía hasta el día de hoy, voy a comenzar a recibir 36. Porque cuando yo hundo petróleo en esa refinería, lo que recojo son costos, porque los productos que vendo no alcanzan para compensar los 40 dólares que me cuesta el petróleo. Entonces ¿para qué te voy a comprar yo eso?

Citgo, una hemorragia de costos

Miren, cuando se compró Southland, que fue la refinería que luego se llamó Citgo —ahora se llama Citgo al conjunto de las compañías, pero en un principio Citgo fue una sola compañía—, compramos la mitad de esa refinería. Y ¿por qué la compramos? Porque la dueña de esa refinería estaba en quiebra. Pasó un año, y después de que estábamos entrampados, la compañía, que estaba en quiebra, dijo: De todas maneras, voy a quebrar. A pesar del dinero que Petróleos de Venezuela le inyectó, le dio la mitad de la refinería. Entonces, los ejecutivos de Pdvsa vieron la oportunidad: Vamos a ser dueños de toda la refinería.

Carlos Andrés Pérez autorizó la compra de la segunda parte, pero le dijo a los ejecutivos de Pdvsa: Inmediatamente vendan esa mitad a otro. Ahí la tenemos todavía esa mitad. En las revistas internacionales se burlaban de Carlos Andrés Pérez; y los ejecutivos duros de Pdvsa, que sabían de los conflictos que había en Venezuela en ese momento, y que suponían que a Carlos Andrés Pérez le quedaba menos de un año en el gobierno, se hicieron los locos… Y ahí tenemos esa refinería completamente en manos nuestras, recibiendo descuentos y produciéndonos pérdidas.

El informe de Pdvsa a la Asamblea

Pdvsa hizo un informe a la Asamblea en el año 2006. Yo no entiendo por qué la Asamblea no ha publicado eso, todo esto que yo les estoy diciendo está allí en un informe que hizo la actual Pdvsa. Allí están todos los impuestos excedentes que nosotros hemos pagado al impuesto sobre la renta norteamericano; allí están los miles de millones de dólares que nosotros gastamos en la compra de esas refinerías. Ahí están los descuentos que le damos a nuestras refinerías y a los socios que tenemos en ellas, refinería por refinería, porque no todas las refinerías son 100% Citgo, hay unas donde estamos asociados. Lyondell, por ejemplo -que la vendimos- era una asociación Pdvsa-Lyondell. Bueno, la vendimos, menos mal.

Tan sólo en el año 2003, al socio norteamericano le dimos descuentos por 300 millones de dólares. Entonces, ahí está la curva de la caída de la participación fiscal, y ahora los costos están en barras verdes. Los costos en compra de crudo en los que incurrimos internacionalmente, son las barras rojas; como ustedes ven, son más de la mitad de todos los costos de Pdvsa. Esa cifra la da Rafael Ramírez Coronado: Internacionalización: Importación de costos, exportación de ganancias.



Los costos nocivos de Pdvsa

Esto significa lo siguiente: En el 2006, el 64% de los costos operativos totales de Pdvsa es compra de crudo y productos no venezolanos en el exterior. Esta es una cosa que yo realmente no entiendo. ¿Cómo es posible que hayan pasado 9 años y todavía, en el año 2006, tengamos esta situación? Es una cosa increíble. Claro, es una trampajaula, no podemos salirnos a veces porque hay unos convenios de suministro; a lo mejor vendemos las refinerías y de todas maneras tenemos que hacer el descuento, y toda una cantidad de cosas.

Es una cosa impresionante: más de la mitad de los costos en productos que nosotros mismos producimos pero que los tenemos que comprar.

¿Ustedes saben lo que esto significa? Que Petróleos de Venezuela sale de esas refinerías, e inmediatamente duplica sus ingresos; si se la regalamos a la Exxon, las refinerías de los Estados Unidos, duplicamos nuestros ingresos. Estas son cifras de Pdvsa, estos son estados financieros consolidados de Pdvsa y cálculos propios del Banco Central. Los cálculos propios del Banco Central son simplemente llevar esto a barras, pero todo eso viene de los estados financieros consolidados de la propia Pdvsa.

Todo eso viene de la Apertura. Este gobierno ha tratado de hacer algunas cosas como ésa de migrar las empresas mixtas, pero las cosas no están bien.

Esbozo de la naturaleza de Exxon Mobil

Por otro lado… Bueno, yo no voy a contar la historia de la Standard Oil ni de la Exxon; sabemos que es la más piratesca, la más criminal y la más asesina de todas las compañías petroleras internacionales: liquidaron más de 300 compañías entre 1910 y 1930; produjeron golpes de Estado en muchas partes del mundo; sabotearon a México durante la nacionalización de 1938; tumbaron a Gallegos; tumbaron a Mosaddeq; supuestamente mataron al presidente del ente nacional de hidrocarburos italiano, que tenía negocios con Libia en condiciones distintas a las condiciones vigentes impuestas por las transnacionales. Bueno, todas esas cosas.

Hay gente que yo no entiendo, parece que nunca hubieran leído la historia de la Standard Oil. Anteayer, Guaicaipuro Lameda hablaba por radio y decía: “Chico, ¿cómo es posible que seamos tan incultos con una compañía tan seria y tan importante, la primera compañía del mundo, uno de nuestros mejores clientes?”

La Exxon y la transculturización de una generación

Realmente, yo sí sé porqué: Porque ha habido una campaña permanente durante todos estos años. Fernando mencionaba a Francisco Mieres, eso fue una batalla que estuvimos dando en el postgrado petrolero de la UCV durante tantos años, y eso no salía en ninguna parte. La materia que yo dictaba en la Escuela de Economía fue eliminada hace más de 20 años. ¿Por qué? Porque en el postgrado me decían que yo tenía que salir de la coordinación del postgrado, porque mientras yo siguiera con ese discurso antiindustria, Pdvsa no le iba a regalar ni una silla al postgrado. Ésa es la misma estructura mental de Guaicaipuro Lameda, por ejemplo; y no se diga de los ultrapuertorriqueños y los shellmen y compañía: Quirós Corradi, Calderón Berti, Sosa Pietri, Toro Hardy, Espinasa, todos ellos, que son los autores, pues, de este desaguisado que es la Apertura petrolera, que se está tratando de corregir, aunque no, a mí manera de ver, con todas las armas que podríamos utilizar.

Estrategia de Exxon Mobil: bluff de póker

Yo creo, a diferencia de un amigo mío que anteayer dijo que si él fuera ministro de Energía y Minas trataría de negociar, yo también lo haría, pero tal cual como negocia la Exxon, con fuerza, con poder. La Exxon está negociando, y lo que está haciendo es un bluff de jugador de póker, para ver si el otro se aterroriza: tú me debes tres mil, pero yo te demando por doce mil. Acepto los tres mil, pues. Y después ellos se ríen: Yo me hubiera contentado con mil quinientos. Eso es, de eso se trata.

Ésa es una negociación, tenemos que negociar y poner pókerface, como ellos. Es una negociación, ya estamos en ese tribunal arbitral, y esa negociación va a durar cuatro, cinco años. Entonces hay gente que cree que se le viene el mundo abajo, viene el hambre, viene la miseria. No, no, no, no, nada de eso.

Ahora, ahí está también lo peligroso. Mitt Romney, cuando acaba de renunciar a la candidatura republicana para apoyar a McCain, dice: “Mis votos van para McCain, pero yo tengo un programa, y es que los Estados Unidos no pueden seguir siendo rehenes de Estados enemigos, como Rusia, Irán y Venezuela, en materia petrolera.” En ese plan están, ésa es la política. ¿Y ustedes creen que Obama y Clinton tienen otro programa? No se hagan ilusiones, sigue siendo el mismo imperio, independientemente del rostro que pongan, si es negro o bonito.

domingo, 7 de febrero de 2010

La vigencia que la OPEP nunca perdió, ahora es innegable pero mañana, ¿quién sabe?

Carlos Mendoza Pottellá
Jueves, 9 de marzo de 2000



Dedicado a mis alumnos de Política Económica III,
Escuela de Economía de la UCV, Semestre 1999-2000.

Si se observa la evolución del mercado petrolero a un año de distancia, después que se inició el estricto cumplimiento de los acuerdos OPEP de control de la producción por parte del nuevo gobierno venezolano, y se toman en cuenta todos los movimientos que se hacen desde los principales países consumidores para lograr romper el actualmente sólido frente de los exportadores netos, puede decirse que es innegable, para todo aquél que quiera ver, que la OPEP ha demostrado, por enésima vez en sus casi cuarenta años de existencia, que es un organismo útil y eficiente para la defensa de los intereses nacionales de cada uno de sus miembros.

Pero siempre hay un pero. Cada vez que la OPEP puede reclamar para sí un éxito, después de un tiempo, cuando pasa el impacto demostrativo de los hechos y comienza la rutina y la puja de los intereses particulares por halar la brasa hacia su sardina, se olvida el papel jugado por la Organización de los países exportadores y se comienza a decir que eso ya es historia, que lo sucedido fue una coyuntura favorable donde confluyeron otros factores ¬la recuperación de la demanda, la crudeza del invierno, los intereses coyunturales de las grandes compañías, un movimiento especulativo apostando hacia el alza, los conflictos políticos en ciertas zonas productoras, etc.- y nada más, porque según ellos, estructuralmente y en verdad, la OPEP no tiene fuerzas suficientes como para influir en el mercado con una política restrictiva y que, por lo tanto, cada uno de sus miembros debe librarse a la competencia por los mercados, so pena de ser desplazado por sus insidiosos y sedicentes "socios".

Y fue así, con argumentos de ese tenor, como en el lapso comprendido entre 1995 y principios de 1999, la industria petrolera venezolana fue sumergida en el remolino expansionista, desregulador, aperturista y privatizador del combo Giusti-Arrieta-Caldera, que llevó al país a la más grave crisis económica de este siglo, cuyas consecuencias todavía padecemos: una inusitada caída histórica de los precios y de los ingresos petroleros brutos, concomitante con una abrupta disminución de la participación fiscal en términos relativos y absolutos, que fueron el resultado, entre otros factores, del envilecimiento de todos los instrumentos de control y percepción fiscal y de un exacerbado crecimiento de los costos, al incorporarse a la producción áreas menos rentables que las tradicionales y al forzar a éstas mas allá de sus óptimos técnicos, determinado todo ello por el imperio de un enfoque "productivista", enfrentado a un supuesto "rentismo", e impulsado por las consignas de los planificadores de la PDVSA de entonces: "La caída de los precios es un fenómeno coyuntural, pasajero, ocasionado por los especuladores que controlan el mercado de los futuros", "compensaremos la caída de los precios con más producción, pues para eso hemos conquistado nuevos mercados, comprando refinerías en el exterior", "la OPEP es una antigualla, un atavismo de los tiempos de la confrontación bipolar, ahora lo que corresponde a una política petrolera moderna es la alianza con nuestros clientes, también modernos, occidentales y cristianos", "impulsemos más bien el diálogo con los consumidores", "vamos a negociar garantía de suministros baratos por preferencia hemisférica", "si nos viene a fiscalizar cualquier comité de monitoreo, debemos defender nuestra soberanía para producir lo que nos dé la gana, nos salimos de la OPEP y sanseacabó", "mantendremos nuestros planes de expansión contra viento y marea", "violamos las cuotas porque la OPEP es un club de pinochos", "la OPEP no puede influir en el mercado, solo controla el 40% del suministro mundial", "es preferible vender 8 millones de barriles dirios a 10 dólares que 2 millones de b/d a 40 dólares el barril", "hay que privilegiar el negocio, que es lo que genera empleo y movimiento económico, y minimizar la participación fiscal, expresión del rentismo y estatismo atrasados", "los que defienden la permanencia de Venezuela en la OPEP son agentes pagados de los árabes y traidores a la patria", "hay que desmontar el rentismo fiscalista para estimular el regreso de la inversión extranjera", "Venezuela resolvería todos sus problemas vendiendo el 15% de las acciones de PDVSA", "vamos a repartir el capital accionario de PDVSA entre los venezolanos mayores de 18 años y dejemos que actúen las fuerzas del mercado: los más aptos, eficientes y competitivos triunfarán, los demás seguirán en el nivel de siempre y el país renacerá de sus cenizas".

Si recordamos todas estas expresiones, no es por simple revanchismo o por pasar facturas resentidas a quienes empujaron al país por el despeñadero, con una política petrolera centrada en los intereses petroleros privados de un pequeño grupo de negociantes criollos y del gran capital internacional, sino para que abramos los ojos ante los renovados bríos con que se presentan nuevamente a vocear la necesidad de que Venezuela retome el camino de la "conquista de mercados".

No importa cuál haya sido la magnitud del fracaso de estos políticos y gerentes petroleros. Ni siquiera importa el hecho de que muchos de ellos deberían estar enfrentando procesos judiciales por los graves daños patrimoniales y socioeconómicos infringidos a la industria y a la nación venezolana. La inmensa ceguera y capacidad de olvido de la opinión pública venezolana, alimentada por una ignorancia sobre la materia que ha sido cuidadosamente cultivada y estimulada durante décadas por los tradicionales sectores poderosos asociados al negocio petrolero del país, quienes han llevado su influjo hasta nuestras universidades públicas, en la mayoría de las cuales se han eliminado los estudios de asignaturas tales como derecho, economía y política minera y petrolera, les permite seguirse presentando como inocentes y asépticos "analistas" petroleros, conocedores de una ciencia infusa y esotérica que rebasa la capacidad de los cerebros de los ciudadanos comunes y corrientes, lo cual les permite impartir su cátedra de entreguismo y desnacionalización desde las alturas de su experticia técnica y gerencial.

Precisamente ahora, cuando ha quedado claro a los ojos del mundo la significación de la OPEP y la importancia que el mercado le asigna al fiel cumplimiento de los compromisos contraídos por sus miembros, cuando los precios del petróleo han salido del foso histórico y absoluto de febrero de 1998, cuando apenas están repuntando, en términos reales, hacia los niveles alcanzados en 1973, cuando se desarrolla ante nuestros ojos un formidable movimiento de presión, anunciando que los Estados Unidos utilizarán sus reservas estratégicas para lograr bajar los precios, cuando el Secretario de Energía de ese país inicia un periplo por el mundo para doblar la voluntad de los más importantes miembros de la OPEP y de otros productores fuera de esa Organización, como México, que acogieron la exitosa política de restringir la oferta para fortalecer los precios, en este preciso momento, renacen los fracasados expertos petroleros de los anteriores quinquenios, los epígonos de la apertura, la internacionalización y la privatización, prestos a demostrar la inconveniencia para Venezuela de asociarse a una política de defensa de los precios: "los altos precios no convienen a Venezuela", "esa es una estrategia de Arabia Saudita, no nuestra", "los recortes de producción han impedido mantener una capacidad potencial suficientemente alta como para responder ante la inminente necesidad de aumentar la producción", "¡cuidado con la estrategia de los árabes para sacarnos del mercado norteamericano, ya nos desplazaron al tercer lugar!", "otros países tienen planes de apertura y nosotros nos estamos quedando atrás", "vamos a perder mercados con los productores más costosos que se incorporarán si se mantienen los precios altos".

Lo peligroso del caso estriba en que todavía subyacen en muchos sectores de la opinión pública los viejos reflejos condicionados creados por varios lustros de masaje propagandístico sobre las bondades del expansionismo, la "competitividad" y la modernidad globalizada, por décadas de palangre, chantaje y soborno a los medios de comunicación con las pautas publicitarias multimillonarias, de veto y silenciamiento de las opiniones críticas. Es precisamente la percepción personal que tengo de la fuerza de ese patrón, de esa matriz de opinión, ya absorbida e internalizada por el venezolano educado promedio, -quien como ya dije, ha sido previamente esterilizado de cualquier noción inconveniente en materia de política o economía petrolera- ese venezolano que forma la "opinión pública" y que se hace impermeable ante los hechos que demuestran la falsedad del discurso expansionista y privatizador, porque cree a pie juntillas que esos pretendidos hechos no son más que presentaciones engañosas de ultranacionalistas fanáticos, críticos sistemáticos anclados en una ortodoxia dogmática y fracasada, incapaces de comprender las bondades de la utilización del petróleo para la integración de Venezuela con todos los hierros en los mercados globalizados, lo que me lleva a llamar la atención sobre la realidad petrolera contemporánea y sus lecciones.

Los intereses nacionales, a los cuales aludía al principio, constituyen una parte de eso que los abogados denominan "intereses difusos", -concepto cuya explicación debo a un viejo amigo jurista- los cuales, precisamente por tener ese carácter indefinido, por ser derechos comunes, del colectivo, no son percibidos por todos los ciudadanos como derechos propios. Es decir, no son asumidos, ni entendidos como parte de sus propios intereses individuales. De tal suerte que, por ejemplo, los problemas de soberanía sobre el espacio aéreo o radioelétrico, sobre nuestro mar territorial o los referentes a la participación nacional en la liquidación de un recurso mineral o de cualquier otra índole, constituyen, para una mayoría, problemas del Estado, del gobierno, de los políticos, de los grandes empresarios o de los militares, en cuya definición y destino poco o nada tienen que hacer los ciudadanos comunes. Pues bien, es ese carácter difuso de los intereses nacionales, lo que aprovechan los avispados, grandes y muy definidos intereses petroleros particulares, nacionales y extranjeros en abierta colusión, para halar, como ya dije, la brasa hacia su sardina en desmedro del interés colectivo, mientras pretenden defender los intereses individuales de los venezolanos, cuyos derechos supuestamente han sido "confiscados por el Estado", al no permitirle a cada uno de ellos hacer lo que le venga en gana con su accioncita de PDVSA.





miércoles, 3 de febrero de 2010

Petróleo Venezolano: APUNTES PETROLEROS 1998 ¿Es la OPEP una antigualla inservible?

Petróleo Venezolano: APUNTES PETROLEROS 1998 ¿Es la OPEP una antigualla inservible?

APUNTES PETROLEROS 1998 ¿Es la OPEP una antigualla inservible?

Carlos Mendoza Pottellá

Uno de los puntales de la política petrolera del actual gobierno ha sido el saboteo a la OPEP. Las consecuencias las estamos viviendo con la inmensa brecha fiscal que padece la economía nacional. Aunque siempre se mencione la justificación de que ello es, mas bien, consecuencia de la debilidad de los mercados ocasionada por la crisis asiática, no es menos cierto que la sobreoferta, la falta de continencia de los países productores, y en primerísimo lugar, con varios cuerpos de ventaja respecto a los demás ofensores, la continua violación venezolana de las cuotas OPEP ha sido un elemento determinante.


Esa postura venezolana es cónsona con la política explícitamente impulsada por Petróleos de Venezuela y justificada por casi todo el espectro político nacional, de privilegiar la maximización de los volúmenes producidos, en desmedro de la defensa de los precios. Como decía en mi columna anterior, ello ha sido fundamentado teóricamente a partir de estudios de prestigiosos economistas. Pero esos estudios han sido adobados con una carga considerable de preconcebida falacia, en tanto que se utilizan tales hallazgos teóricos para justificar políticas que favorecen a intereses particulares en desmedro de los colectivos.


El fracaso de esa política es más que evidente, pero sus gestores pretenden, como también decíamos la semana pasada, extender sus efectos hacia la nueva administración. Una nueva prueba de ello fue aportada por las declaraciones del Ministro de Cordiplan, Teodoro Petkoff, según las cuales el nuevo gobierno debe considerar si permanece o no en la OPEP. "Quizás, en el largo plazo, dedicarse a volumen y no a precios puede ser beneficioso para el país" (El Universal, 8/12/98, pág. 2-2)


El Ministro Petkoff hace un razonamiento perverso al afirmar que la defensa de los precios es la búsqueda de "niveles astronómicos" de los mismos. Por lo demás, en toda su exposición se hace eco del conjunto de falacias que conforman la "verdad petrolera", tales como eso de que "todo el mundo miente", olvidando las diferencias de magnitud de la mentiras, entre quienes violan las cuotas en decenas de miles de barriles y un país que, como Venezuela, violó las cuotas OPEP en los últimos tres años (95-97) en 400 mil, 700 mil y un millón de barriles diarios, respectivamente.


Todos mienten, pero no tanto como nosotros, que podemos ser justamente catalogados como delincuentes internacionales que jamás cumplimos la palabra empeñada. En una oportunidad anterior referí la descarada circunstancia del 30 de noviembre de 1997, fecha en la cual, mientras el Ministro de Energía y Minas y el Presidente de PDVSA suscribían en Jakarta el compromiso de limitar la producción venezolana a 2 millones 875 mil barriles diarios, el Congreso de la República aprobaba la Ley de Presupuesto Público para 1998, cuyo base de ingresos petroleros se fundaba de la proyección de una producción de 3 millones 700 mil barriles diarios y un precio unitario de 15 dólares. Es decir, una violación del compromiso contraído ese mismo día al otro lado del mundo, de 825 mil barriles, era convertida en Ley.


Es sintomática la acusación contra Arabia Saudita de estar haciendo, con la misma mala intención, lo mismo que nosotros: "está en otra apertura petrolera". ¡Desde luego que así será! Y seguramente, se estarán preparando también, con muchas más posibilidades que nosotros, para duplicar su producción. Entonces ya veremos a "nuestra" refinería de Curazao procesando petróleo árabe ultrabarato. Y es que los partidarios de privilegiar los volúmenes y abandonar la defensa de los precios no pueden obviar la realidad que se esconde tras la supuesta "gigantesca disponibilidad de recursos": Venezuela es un productor de altos niveles –crecientes, por lo demás- de costos, con una producción promedio de menos de 250 barriles diarios por pozo fluyente, que no resistiría una competencia abierta con productores capaces de bombear, como mínimo, 5.000 barriles diarios por pozo. Todas las ventajas estratégicas y geopolíticas de Venezuela se esfumarían ante un petróleo que puede salir del Medio Oriente a 3 ó 4 dólares el barril.


Claro que esto puede ser respondido con una expresión del típico "vivo" venezolano, que supuestamente no pierde con nadie: "¡Aaay papá! ya me salió un pendejo defensor de la causa árabe". De ese tenor son las expresiones del Ministro Petkoff, las cuales constituyen alusiones directas a la persona de este columnista, quien también lo es de FUNDAPATRIA, cuando afirma que "Hoy el ingreso petrolero no puede ser defendido con las ideas anacrónicas que tiene Fundapatria, porque ahí hay alguna gente que no ha visto que el mundo cambió".


Desde luego que no me cuento entre los "modernos" partidarios de una integración incondicional a los mercados globalizados. Desde luego que sigo creyendo que el control del 70 por ciento de los crudos que efectivamente se comercializan nos brinda alguna posibilidad para defender los precios. Desde luego que sigo creyendo que es antinatura una alianza entre productores y consumidores, de la cual sólo hemos obtenido hasta ahora el envilecimiento de los precios. Mis ideas pueden ser anacrónicas, no lo niego, pero las "modernas" ideas del actual gabinete económico y su fracasada gerencia petrolera son las que han conducido al país a la catastrófica situación en que se encuentra.


El Ministro Petkoff parece que sólo ve los cambios que le interesan para justificar sus posiciones. El mundo no sólo cambió con el derrumbe del Muro de Berlín y la Unión Soviética para luego quedar estático. El mundo sigue cambiando, y ya viene de regreso de las amargas medicinas del neoliberalismo extremista, del pensamiento único y el fin de la historia. Francia, Inglaterra y Alemania han dado giros que muestran que ya no estamos en el mundo de Reagan y la Sra. Thatcher. Pero, para no ir más lejos, hace una semana que en Venezuela murió, contrariando las novísimas preferencias de Petkoff, el cuasi-eterno Pacto de Punto Fijo.


Sin embargo, el peligro no lo constituyen las opiniones del actual Ministro de Cordiplan, sino la posible germinación de ideas similares en el nuevo gobierno. La tentación productivista es muy fuerte, sobre todo en momentos en los cuales se confrontan graves carencias financieras. Sus consecuencias están a la vista de todo el que quiera ver... lo malo es que no hay muchos dispuestos a hacerlo. Agréguese a ello el temor a ser llamados "anacrónicos" y ya tenemos los ingredientes para una política petrolera vacilante y llena de condicionamientos en cuanto a la defensa de los precios.


Diciembre, 1998



martes, 26 de enero de 2010

APUNTES PETROLEROS - 1995

Los Costos en la Industria Petrolera Venezolana:
Al gusto del consumidor

Carlos Mendoza Pottellá
1995

Cuando se intenta un análisis de los costos en la industria petrolera venezolana con la información disponible en las publicaciones oficiales, lo primero que se constata es que no hay un criterio uniforme para su registro y que se realizan presentaciones al gusto del consumidor:

Hay costos de producción que demuestran que tenemos un industria petrolera muy eficiente y capaz de competir con cualquiera por los bajos niveles relativos de este indicador. Este es el caso de la información registrada en el PODE 1994, según la cual, para este último año tales costos (1.347 MM$) son inferiores a los 1.382 MM$ de 1984. Si tomamos en cuenta que la producción se ha elevado de manera considerable en esta década, al pasar de 660 millones de barriles en el 84 a 903 millones en el 94, la disminución es mayor aún en términos unitarios, al pasar de 2,09 dólares el barril a 1,50 $/bl. en ese mismo lapso. La sola mención de estos ínfimos niveles de costos, equiparables a los vigentes en el Medio Oriente, hablan de la irrealidad de tales cifras.


En la misma fuente (PODE 94) los costos operativos totales, que incluyen el resto de las actividades de la industria a nivel nacional mantienen una impresionante horizontalidad, al pasar, en diez años, de 2.540 millones de dólares en 1984 a 2.685 en el 94.


A la hora de declarar impuestos, sin embargo, los costos operativos muestran un comportamiento diametralmente opuesto y es así como en las declaraciones a OCEPRE para fines presupuestarios -e impositivos, desde luego- los costos se duplican con holgura en siete años, al pasar de 3.165 millones de dólares en 1987 a 6.592 millones en 1994. Esta última cifra de OCEPRE supera a la registrada por el MEM para el mismo rubro en casi 4.000 millones de dólares. Sería interesante encontrar las razones de esta diferencia ¿De que naturaleza son estos costos operativos que pueden registrarse con cifras tan dispares?


Las cosas se complican, o tal vez se aclaran, cuando revisamos las cifras aportadas por el Informe Anual de PDVSA, las cuales se refieren al conjunto de las actividades de la casa matriz. Entre 1987 y 1989, podemos observar que, aunque ligeramente superiores, son cifras comparables a las declaradas a OCEPRE, dado un salto descomunal a partir de 1990 por la inclusión de los costos incurridos en las actividades de internacionalización. Y es así como se llegan a registrar, para 1994, costos operativos de 14.676 millones de dólares, doce mil millones más que lo registrado por el PODE para las actividades petroleras internas y ocho mil millones más que lo declarado a OCEPRE para el conjunto de los costos -petroleros y no petroleros- incurridos a nivel nacional.


La última de estas diferencias es, sin embargo, inferior a lo que debería ser, por lo que se sabe sobre los costos operativos incurridos en la internacionalización: entre 12 y 13 mil millones de dólares. ¿O es que en verdad las cifras de costos declaradas a OCEPRE están infladas y la diferencia que hay que considerar es la que se produce al comparar las cifras de PDVSA con las del MEM?


En fin, tomadas tal cual como son presentadas, estas magnitudes sólo sirven para realizar inferencias, interpolaciones y suposiciones sobre las cuales no tenemos ninguna seguridad, por cuanto no se informa de los criterios con los cuales la única fuente de tales informaciones, que es PDVSA, las elabora y suministra.

APUNTES PETROLEROS - Octubre de 1999

Petróleos de Venezuela…  
y de cada uno de los venezolanos

Carlos Mendoza Pottellá

La reserva constitucional al Estado de la propiedad sobre las acciones de Petróleo de Venezuela, o del ente a cuyo cargo se encuentre el control de la industria petrolera venezolana, es la única manera de mantener la titularidad accionaria de cada uno de los venezolanos sobre su principal fuente generadora de riquezas.

Cuando menciono a todos los venezolanos, no me refiero a los mayores de 18 años, como pretende establecer la más detestable de las propuestas privatizadoras, sino a todos, incluyendo a los que nacerán mañana, el mes que viene o dentro de 150 años. Y así tendría que ser, por cuanto se trata del control sobre una industria cuyas expectativas de duración, considerando el nivel actual de sus reservas petroleras, pasa de los mil años. Ello sin contar con los inmensos recursos de hidrocarburos depositados al norte del Orinoco, la mayoría de los cuales todavía hoy no tienen valor comercial y hacen de Venezuela el mayor reservorio mundial de ese prodigioso legado acumulado bajo el subsuelo hace decenas de millones de años.

Pero, sin necesidad de colocarnos en esas perspectivas esas perspectivas milenarias, razones de peso inmediatas, de nuestra contemporaneidad, de corto, mediano y largo plazo humanos, sustentan la necesidad de establecer la garantía constitucional del control estatal sobre su industria petrolera. La principal de esas razones es que PDVSA es, por su magnitud y por la importancia de sus operaciones, un instrumento estratégico para garantizarle al país una presencia digna y considerable en el concierto de las naciones. En efecto, sólo manteniendo el control operativo sobre la ingente su producción petrolera puede Venezuela tener injerencia decisiva en un aspecto vital para las relaciones económicas internacionales como lo es el suministro energético. Precisamente, la condición de ser una de las primeras empresas petroleras del mundo es la razón de ser de las apetencias que sobre PDVSA ejercen poderosos capitales privados nacionales e internacionales. Para esos sectores, es una verdadera incongruencia que un país de miserables sea propietario de una empresa de nivel mundial, y por eso mismo, sucumben a la tentación de ofrecerle montañas de espejitos a sus desprevenidos 23 millones de propietarios actuales.

Lo triste del caso es que esos poderosos intereses internacionales tienen voceros nativos –auténticos cipayos- que ejecutan insólitos malabarismos argumentales para convertirse en defensores de la supuesta “necesidad” que tenemos los venezolanos de sentirnos propietarios sin la tutela del Estado. Todo ello, desde luego, sin importar que, en realidad, ese “sentido de propiedad” sólo nos durará el tiempo necesario para hacer la transferencia de esa propiedad hacia otras manos.

Por ello, mueven a risa los pícaros argumentos de los “vivos” criollos que claman “¿Cómo es posible que yo pueda comprar en la Bolsa una acción de la Royal Dutch Shell y no una de PDVSA? ¡Exijo mi derecho a ser accionista de PDVSA y poder hacer con esa acción lo que me dé la gana!” Desde luego, ese vivaracho podrá comprarle sus acciones a otros venezolanos que, como los habitantes de Carapita o el barrio El Carpintero, no tendrán otra alternativa que convertir esas acciones en efectivo para sufragar mercados, vehículos populares o cuotas atrasadas del alquiler del rancho. Pero a la postre, esos privilegiados venezolanos que expropiarán a la mayoría de sus coterráneos, serán a su vez expropiados, porque en el país no existen los capitales privados requeridos para el desarrollo de una industria petrolera como la venezolana y tendrán que acudir a los mercados financieros internacionales y al "bondadoso" capital petrolero internacional para que asuma el control, tal como lo han tenido que hacer el Grupo Polar, Inelectra y otras compañías venezolanas que se han aventurado en las licitaciones de contratos operativos.

Para quienes tenemos algún sentido de la trascendencia de nuestras responsabilidades, lo peor de todo será la maldición que pesará sobre las cabezas de esta generación finisecular, si se convierte en desheredadora de los cientos de millones de venezolanos por nacer en los próximos años y siglos. Y precisamente para impedir que alguien en el futuro se sienta tentado, por dificultades económicas coyunturales, por un simple problema de flujo de caja, a liquidar el capital accionario de PDVSA y con ello, a desistir del control venezolano sobre su petróleo, es que creemos indispensable el establecimiento de obstáculos constitucionales que alejen esas tentaciones.

Ahora bien, el otorgarle rango constitucional a la propiedad estatal sobre la empresa a la cual se reservan las operaciones petroleras, no representa ningún obstáculo para que esa misma empresa sea dotada de la autonomía, flexibilidad y capacidad de negociación suficientes para realizar sin complejos todo tipo de negociaciones con el capital privado y se comporte como una empresa moderna y competitiva. Sólo una visión acomplejada y fatalista, desconocedora de experiencias históricas de empresas petroleras estatales exitosas, como las de Noruega y Gran Bretaña, puede atribuir a priori a nuestra empresa estatal todas las perversidades del estatismo burocrático.

Desde luego, y como suele suceder, los argumentos contra la referida previsión constitucional no son el producto de visiones acomplejadas, surgen mas bien de visiones interesadas, minuciosamente construidas, alimentadas y convertidas en matrices de opinión que se instalan en las mentes de los sectores "modernos y globalizados" de nuestra sociedad. Ahora bien, la existencia de sectores particulares, nacionales y extranjeros con intereses y apetencias sobre la actividad petrolera, no es algo necesariamente malo ni ilegítimo, el problema se plantea cuando esos intereses entran en contradicción con los intereses permanentes de la Nación venezolana actual y los de sus descendientes. Este es precisamente el caso en cuanto a la propiedad de las acciones de PDVSA.

jueves, 28 de octubre de 1999

E-Mail: cmendoz@reacciun.ve



URL: http://www.geocities.com/WallStreet/Market/8435/

lunes, 25 de enero de 2010

APUNTES PETROLEROS - Julio 1998

Petróleo, chambonería e impunidad


Carlos Mendoza Pottellá
Julio 1998

El país vive una conmoción económica y social a causa de la inmensa brecha que se ha abierto entre sus expectativas y exigencias presupuestarias y un ingreso petrolero abatido por la descomunal caída de los precios. Esa debacle tiene uno de sus factores fundamentales en la ceguera, la soberbia y la ignorancia de nuestros dirigentes petroleros, y no tiene nada que ver con la tesis oficial de que se trata de “maniobras de los especuladores”.

Como confesara en febrero pasado el Presidente de PDVSA, esa Corporación ha violado consistentemente las cuotas de la OPEP desde hace unos diez años, porque la gerencia petrolera venezolana no cree en la política de defensa de los precios y, por el contrario, se trazaron planes para alcanzar los 7 millones de barriles diarios en el año 2007 (intervención del Economista Jefe de PDVSA en un evento del World Energy Council, echando más leña al fuego en plena zambullida de los precios)

En noviembre pasado fue aprobada la Ley de Presupuesto 1998. De acuerdo a los parámetros asumidos para la exportación de crudo y productos, más el consumo interno, se autorizó allí una producción cercana a los 3 millones 700 mil barriles diarios. En esos mismos días, el Ministro de Minas y el Presidente de PDVSA estaban conviniendo, por consenso en Jakarta, una cuota de 2.580.000 b/d. Es decir, que la previsión presupuestaria oficializaba legislativamente la trampa a la OPEP, planificando una nueva violación, del orden de 1.120.000 b/d durante 1998, cifra superior a las violaciones incurridas en 1996 y 1997 de 740.000 y 1.060.000 b/d respectivamente.

Este comportamiento tramposo se justificaba con el argumento de que PDVSA basaba su estrategia a largo plazo sobre un escenario de precios bajos y la inmensa base de recursos petroleros que la convierten en la segunda empresa petrolera del mundo. No importaba que los precios cayeran, pues se podía incrementar la producción casi indefinidamente. Lo que importa es la actividad productiva, generadora de movimiento económico en general, y desde luego... de negocios de todo tipo.

Y todo ello se hace en nombre del combate al “rentismo” parasitario, permitiendo simultáneamente que la renta, que de todas maneras se produce, sea apropiada –en una sintomática explosión de los costos- por los asociados privados nacionales y, sobre todo, extranjeros de la gerencia petrolera. La justificación ética y económica de este comportamiento se basa en la aplicación dogmática de los preceptos de la economía de mercado: El Estado no puede seguir siendo propietario de medios de producción y debe restringirse a sus funciones “naturales”, en la prestación de servicios de seguridad, educación, salud e infraestructuras no rentables.

Pues bien, anclados en ese paradigma y munidos con los escenarios del Banco Mundial que predecían un permanente crecimiento de la economía mundial a tasas aceleradas, los gerentes petroleros construyeron su “Plan de Negocios” en 1992 para comenzar una expansión que llevaría la producción a 6,3 millones de barriles en el 2.006. Desde entonces lo han sostenido a troche y moche, contra todas las modificaciones de ese escenario que poco a poco, pero sin pausa, se estaban generando: Desde hace más de dos años, por ejemplo, los precios petroleros estaban dando muestras de debilidad y su caída, a pesar de no ser pronunciada, fue contínua durante todo ese lapso.

Los dirigentes petroleros siguíeron pontificando con soberbia hasta el 22 de marzo pasado: “si la OPEP nos critica, nos salimos y sanseacabó”, “la OPEP no puede hacer nada para detener la caída”, “nuestra estrategia se basa en precios bajos”, “aún a trece dólares nos dan las cuentas”, “la producción de los países no-OPEP va a disminuir muy pronto”, “compensaremos la caída de los precios con más producción”, “la caída de los precios es pasajera, es un efecto psicológico culpa de los especuladores”, “en el 2007 produciremos 7 millones de barriles diarios”.

La gravedad de la situación los hizo callar y fueron obligados a ir a la capital de Arabia Saudita, el 23 de marzo, a pactar un recorte de la producción que resolviera la situación. Pero lo hicieron con tan mala conciencia, que el recorte pactado no convenció al mercado y los precios siguieron cayendo.

El propio Presidente de PDVSA dejó entrever en declaraciones a un vespertino las razones de esa ineficiencia: En verdad, PDVSA redujo su producción, pero mantuvo el mismo nivel de suministros internacionales, apelando a los inventarios. Es decir, continuaron su tradicional burla a los compromisos adquiridos. Esto es tan conocido en esos mercados, que ni las promesas de un segundo recorte han detenido la caída de los precios. Asi lo expresan algunos analistas: la palabra de los dirigentes petroleros venezolanos no vale ni el papel donde está escrita.

Otros reconocen el valor de esas conductas: Giusti consagrado como el ejecutivo petrolero del año. Estados Unidos se ahorrará este año 15 mil millones de dólares en factura petrolera. Pero ¿quién responde por la brecha fiscal y presupuestaria venezolana?