miércoles, 26 de abril de 2017

RECURSOS, RESERVAS Y FANTASÍAS



Petróleo Venezolano:

Recursos, Reservas y Fantasías (I)


Carlos Mendoza Pottellá


Es difícil abordar el tema petrolero sin caer en lugares comunes. Por ejemplo, la necesidad de tener en cuenta, a la hora de hacer cualquier formulación al respecto, el carácter vital de ese recurso para nuestra Nación. En particular, al evaluar los planes y escenarios que se nos plantean a corto y mediano plazo.

En nuestra opinión, gran parte de esos proyectos se formulan a partir de una cuantificación exagerada de los recursos petroleros disponibles. Partiendo de la gigantesca base yacente de hidrocarburos líquidos  que se concentran en Venezuela, casi la quinta parte de todo el petróleo existente en el mundo, se han elaborado proyectos faraónicos alejados de la factibilidad de ejecución, tanto en términos económicos como simplemente físicos.

El mecanismo de partida de esos proyectos es la conversión arbitraria de porcentajes crecientes del “petróleo originalmente en sitio” –petróleo “in situ”-  en reservas probadas.

Petróleo “in situ” y reservas probadas son dos magnitudes definidas que refieren a un “todo” y a una de sus “partes”.

La primera de ellas es el todo, un dato relativamente estático, resultante de una evaluación geológica y de los parámetros físicos que se determinen de la misma, el cual designa al volumen total de petróleo que, con un grado determinado de certeza, se presume que existe en una  localización, país o región. 

Mientras que la segunda, las reservas probadas, constituyen una variable que se estima como el porcentaje del petróleo in situ que es factible extraer  dados los costos, precios y tecnología disponible en cada momento.
Y Como tal variable, las reservas probadas disminuyen paulatinamente, cada año, con la producción y se incrementan con las nuevas perforaciones de desarrollo y descubrimientos, o por la incorporación de nuevas tecnologías que reduzcan los costos y aumenten las posibilidades económicas y físicas de extracción de la base de recursos original. A esto último se le denomina “factor de recobro”.

Y es aquí donde entran en juego factores que llamaremos “extrageológicos”, o como satirizaba Juan Pablo Pérez Alfonzo en su tiempo, el “afilamiento de los lápices” de los planificadores de escenarios de ensueño. 

Este es el ámbito de las revisiones y certificaciones basadas simplemente en reestimaciones del factor de recobro.

Por sus peculiares características, nuestra Faja Petrólifera del Orinoco ha sido, justamente, el campo propicio para todas esas manipulaciones en tiempos recientes. En consecuencia, debemos dilucidar la pertinencia de los escenarios que se crean a partir de las posibilidades de desarrollo de esa inmensa acumulación petrolera.

La realidad física -estimada en 1967 por los geólogos venezolanos José Antonio Galavís y Hugo Velarde (698 mil millones de barriles) y reevaluada recientemente por el Servicio Geológico de los Estados Unidos con una estimación “promedio” de 1 billón quinientos mil millones de barriles-  es que en esa localización se encuentra la mayor acumulación petrolera del mundo.

Un aspecto fundamental de esa realidad, es que se trata, en su inmensa mayoría, de petróleos extrapesados, para cuya tratamiento en refinerías convencionales se requiere de muy costosos procesos adicionales para aumentar su gravedad API, conocidos genéricamente como “mejoradores”. Dichos crudos también se pueden hacer comercializables mediante su mezcla con petróleos livianos o naftas, tal como se ha realizado en el país desde hace varias décadas, aunque en  proporciones poco significativas respecto al total de recursos recuperables.

Consecuentemente, la materialización de reservas probadas a partir de esa inmensidad petrolera es un reto permanente de investigación, análisis de factibilidad, desarrollo tecnológico, defensa de los precios y sobre todo, una gran capacidad para poner los pies sobre la tierra y eludir las fantasías productivistas..

Revisemos las cifras del US Geological Services y sus estimaciones.






Se puede observar que se trata de estimaciones con tres escenarios posibles de petróleo existente originalmente en sitio, con un mínimo de 900 mil millones de barriles y un máximo de un billón 400 mil. Esos tres estimados se acompañan a su vez con tres posibles factores de recobro, 15, 45 y 70 por ciento.

A partir de esas estimaciones, el USGS, presenta los posibles recursos recuperables, con factibilidades de 95, 50 y 5 por ciento respectivamente: 360, 512 y 652 mil millones de barriles, tal como se muestra en el siguiente cuadro:



Es de observar que en la definición de sus hallazgos, el mencionado organismo se refiere a “recursos recuperables”. Estos volúmenes constituyen resultados estrictamente físicos, dadas las condiciones del yacimiento estudiado y sin hacer ninguna mención a costos y precios.

Y aquí está el meollo de la cuestión: la sola mención del “factor de recobro” sin consideración de las circunstancias económicas vigentes no basta para definir reservas probadas. Y menos cuando no se  mencionan los montos de descubrimientos y producción que deben determinar el sentido y magnitud de su evolución año tras año. Para ser más claros, veamos cómo se registra tradicionalmente la evolución de las reservas en el Petróleo y Otros Datos Estadísticos (PODE) del Ministerio de Energía y Petróleo. 




Como se puede observar, las tres primeras magnitudes  tabuladas son los descubrimientos, extensiones y revisiones anuales, las cuales constituyen las “reservas nuevas”, que incrementan las del año anterior. La producción, por el contrario, disminuye estas cuentas y las resultantes constituyen las reservas probadas al 31 de diciembre de cada año.

En las cifras presentadas por el PODE 2008 puede observarse una evolución ascendente pero estable de esas reservas, hasta el 2008, cuando pegan un salto como consecuencia de una “revisión” de 74.137 millones de barriles, para colocarse en un total de 172.323 millones de barriles.

En la siguiente gráfica, extraida del PODE 2013 se extiende la serie de reservas y producción hasta ese año y se agregan datos hasta  el 2015, para los cuales no disponemos de la base de cálculo de los incrementos que condujeron a una cifra de 300.878 millones de barriles de reservas probadas para este último año.

Al contrastar  esa magnitud y las inmediatamente anteriores con la producción correspondiente de cada año, resulta un monto que difícilmente puede ser atribuido a nuevos descubrimientos o extensiones provenientes de pozos de desarrollo, dada la escasa actividad exploratoria que registran las estadísticas de PDVSA en sus informes y balances financieros anuales.

Particularmente, esos montos fueron de 39.000 y 85.000 millones de barriles de nuevas reservas probadas en 2009 y 2010, manteniendo luego un nivel estable pero creciente, hasta alcanzar los 300.878 millones de barriles antes mencionados.




Todo lo anterior nos conduce a colegir que la mayoría de los volúmenes registrados a partir del 2008  para presentar un incremento constante de las reservas remanentes totales son el resultado de “revisiones”, determinadas por la “certificación” realizada en esos años, la cual consistió fundamentalmente en un aumento del factor de recobro, desde el 8 al 20 por ciento.

Al comparar la magnitud de las reservas probadas para 2015 con la producción anual reportada por PDVSA en ese mismo año, el resultado es que las mismas durarán, en promedio, más de 289 años. Este es un promedio que comprende a los campos semivírgenes de la Faja del Orinoco, con expectativas de duración de 400 o más años, y a los campos convencionales, maduros y declinantes, cuya vida productiva se estima en 5 o 6 décadas. Por ejemplo, en los cuatro campos denominados Zuata y Cerro Negro de la Faja del Orinoco se han certificado  reservas probadas de 120.000 millones de barriles que a las tasas actuales de extracción se agotarán en más 400 años.   

Tales cifras son las que han conducido, desde 2005, al planteamiento de planes expansivos de la producción hasta la mítica suma de 6 millones de barriles diarios. Todo indica que pesa en los planificadores petroleros la urgencia de demostrar que las ingentes reservas estimadas por ellos son factibles de desarrollar en el corto y mediano plazo. Se encuentran en la situación del jinete que tropieza con sus desproporcionadas espuelas.

Lo contrario sería someterse a la evaluación negativa de analistas como Steve Hanke[1], que considera a la tasa de agotamiento de sus reservas como un índice de eficiencia de una empresa petrolera, comparando los 8,2 años de duración de las reservas registradas por Exxon, con la “ineficiencia” de la gestión de una empresa con reservas de duración estimada en varios siglos.

La verdad, a nuestro entender, es que las magnitudes certificadas como reservas probadas por los muy bien pagados especialistas en alquimia de yacimientos de la empresa Ryder Scott para PDVSA, no son tales, porque parten de su magnitud física absoluta,  sin que se mencione su relación dinámica con los precios y las cambiantes realidades del mercado. 

Por ejemplo, la caída de los precios desde las alturas de los 100 dólares de 2014 hasta el nivel de 40-45 en los cuales se ha movido la cesta venezolana de crudos recientemente, ha debido obligar al redimensionamiento de tales reservas, pero ello no se observa en las crecientes cifras que analizamos.

Otro aspecto determinante a la hora de evaluar los proyectos que nos ocupan lo constituyen las actuales tasas de crecimiento de la demanda global de crudo para las próximas décadas, las cuales no dejan espacio para la inserción de los cuatro millones de barriles diarios de crecimiento de la producción nacional que postulaban los planes 2015-2019 de PDVSA.



La sola mención de los desembolsos requeridos por tal plan de inversiones hace obvia toda otra consideración. ¿De qué fuente provendrían los 234.357 millones de dólares requeridos solamente en las actividades de exploración y producción?

Por razones de espacio, esta discusión continuará, con otras aristas y enfoques, en una futura entrega.


Petróleo Venezolano:
Recursos, Reservas y Fantasías (II)


Carlos Mendoza Pottellá


En nuestra primera entrega con este título abordamos las distorsiones de la realidad petrolera venezolana que se generan por la confusión, intencionada o no, entre recursos contingentes y reservas probadas.

Ahora nos corresponder alcanzar otro escalón en el intento de poner los pies sobre la tierra, al analizar otro concepto operativo de la industria petrolera: las reservas probadas desarrolladas, denominación  que alude a los yacimientos petroleros con equipos de producción instalados (pozos productores, oleoductos, estaciones de bombeo) conectados a puertos y refinerías. Vale decir que se trata de la base de la producción inmediata y de mediano plazo.

La siguiente gráfica de PDVSA nos introduce, de lleno, en la discusión que hemos venido planteando, al mostrarnos como, solamente el 4% de las “reservas probadas” certificadas son efectivamente “desarrolladas”.



En nuestra opinión, mera hipótesis sujeta a la crítica y a las precisiones de los especialistas en yacimientos y producción petrolera, mientras no sean “desarrolladas”, esas reservas probadas se acercan más a la categoría de recursos yacentes, inmovilizadas en el corto y mediano plazo.

Este es el resultado de la voluntad de “certificar” reservas por el simple incremento del factor de recobro, para presentarnos ante el mundo como una potencia, pero al costo de ser sujeto de las evaluaciones negativas como las de nuestro ya citado Steve Henke.[1]

En este material, el autor esgrime, con toda la mala intención del mundo –que no por ignorancia-, la comparación de los siglos de duración de las reservas probadas reportadas por PDVSA con los 8,2 años de las reservas activas de Exxon, sabiendo que se trata de cosas totalmente diferentes. Es necesario desmontar  esa mistificación para poder tener una visión certera de la realidad de nuestros yacimientos.

Las reservas activas de Exxón son aquellas sobre las cuales esa corporación ha obtenido concesiones o licencias y en las cuales ha realizado una inversión que debe “agotar”, vale decir, depreciar, en un plazo determinado. Ese gasto de capital debe generar un flujo de caja tal que su tasa interna de retorno garantice una maximización de los beneficios esperados. Desde luego, para que ese agotamiento sea “eficiente”, el plazo no puede ser de 300 años.

Las reservas o recursos contingentes de PDVSA, en realidad, son un patrimonio  de la Nación venezolana. Y Nación es un concepto eterno en si mismo, en tanto que se refiere a todos los venezolanos vivos y por nacer en los próximos años y siglos. En consecuencia, además de ser una imposibilidad física por su magnitud volumétrica, es también irracional, desde el punto de vista de la optimiización del uso del recurso, el pretender liquidarlo aceleradamente. Amén de la inconsciencia intergeneracional que implicaría una voluntad de apropiación inmediata.

Las que sí son comparables con las reservas de Exxon, son las resevas probadas desarrolladas. Según las estadísticas de PDVSA, para  2015 esas reservas eran de 12.931 millones de barriles, las cuales, con una producción de 1.000 millones en ese mismo año, se “agotarían” en 13 años, cifra que entraría dentro del rango que Hanke considera “adecuado”. Esas son las reservas donde existe una inversión de capital, unos equipos e instalaciones que deben depreciarse y sobre cuya utilización y agotamiento la Nación debe percibir una razonable compensación. Son ellas las que soportan la industria petrolera venezolana actual, razón por la cual es en el análisis de sus circunstancias donde debemos centrar las consideraciones sobre proyectos, diagnósticos y pronósticos. Veamos:

Partiendo de las estadísticas disponibles, de 2011, reproducidas en el cuadro anterior, podemos decir que en Venezuela se han perforado hasta hoy, desde principios del Siglo XX, más  50.000 pozos petroleros, de los cuales todavía quedan unos 36.000 en capacidad de producir, pero que  la producción fluye por menos de la mitad de ellos. Los más de 17.000 pozos “cerrados reactivables” según la clasificación de PDVSA podrían ser objeto de un programa de recuperación secundaria intensiva cuya factibilidad deberá ser evaluada a la luz de las circunstancias económicas actuales, pero que podrían ser la fuente de cantidades adicionales de crudos livianos, medianos y pesados, que nos permitirían sostener niveles de producción considerables en los próximos años, aunque no sean los soñados 6 millones de barriles diarios.

Aquí hay que hacer la acotación de que, después de casi 100 años de producción petrolera, nuestros yacimientos convencionales se encuentran enfrentados a una declinación promedio del 25% anual, razón por la cual las actividades de recuperación secundaria, vale decir, nuevas perforaciones, inyección alterna de vapor, reacondicionamiento, recompletación y otros métodos de mantenimiento, son indispensables para mantener el nivel del potencial productivo de los mismos.

La gráfica de PDVSA que recoge la historia de esas actividades en  años recientes recuerda al mito de Sísifo, pues cada año hay que remontar la cuesta de esa declinación y el resultado es sólo de una contención parcial:


En efecto, se puede observar como las actividades de recuperación secundaria contienen la tendencia a la declinación acelerada, pero no impiden el curso general: partiendo del máximo potencial en esos años, el del 2009, que registra un nivel de 3 millones 799 mil barriles diarios, vemos como en 2013 esa cifra se reduce a 3 millones 328 mil barriles diarios. Esa caída del potencial ha sido la determinante de la consecuente declinación de la producción registrada hasta el presente:




Ahora bien, hay que tomar en cuenta que las actividades de recuperación secundaria ya referidas se efectúan sobre los yacimientos activos actualmente,  y que existe unconsiderable cantidad de los mismos cerrados y con pozos reactivables.

Nuestra posición, producto de consultas con operadores de estos campos,  es la de que las actividades de recuperación secundaria mejorada deben intensificarse en todas las áreas convencionales, al mismo tiempo que se reevalúan las operaciones en la Faja del Orinoco vinculadas a la instalación de nuevos mejoradores.

Este último tipo de desarrollo se encuentra enfrentado a una negativa perspectiva de precios en el mediano plazo, la cual ha obligado a la industria petrolera internacional, en los pasados tres años,  a una reducción casi billonaria  de los gastos de capital en emprendimientos de costos similares, tales como las arenas bituminosas de Canadá, Alaska, Mar del Norte y otros yacimientos de aguas profundas.

Por el contrario, según las fuentes mencionadas, en los yacimientos convencionales de Venezuela se ha recuperado solamente el 20% del petróleo originalmente en sitio y, con la tecnología disponible hoy es muy factible que nuevas perforaciones de desarrollo pueden determinar  cantidades adicionales de petróleo recuperable.

Por ejemplo, los datos de PDVSA sobre los principales yacimientos del campo más desarrollado de Venezuela, el Lago de Maracaibo, en donde se encuentran más de 22.000 pozos en capacidad de producir, las dos terceras partes del total nacional, según el Cuadro Nº 1, son bastante elocuentes en cuanto a las posibilidades planteadas:

 

Las reservas de estos 10 campos, algunos de ellos ya ancianos, son superiores a las de Argelia o Angola. El promedio de 67,7 años remanentes a sus tasas actuales de producción, puede ser mantenido y extendido, como sostenemos aquí, con aplicación de procesos de recuperación secundaria, sobre los cuales nuestra industria tiene un amplia experiencia, tal como queda de manifiesto en el citado Gráfico Nº 2.

Desde luego que, además, hay otras realidades complicadas, como las que se generan en campos sobreexplotados como El Furrial, donde se acorta la vida del yacimiento por la fijación de una cuota de producción muy elevada, de 290 mil barriles diarios, la cual determina, según informan sus propios operadores, una violación de las normas de mantenimiento de una relación gas a petróleo que garantice un drenaje máximo de sus reservas.

En general,  hay que tener siempre presente que no se trata de soplar y hacer botellas, o sustituir un sueño inviable por otro de magnitudes similares, porque es indispensable una evaluación completa y total de nuestros campos petroleros y de las oportunidades que ofrecen o niegan las circunstancias actuales del mercado global.

CMP/abril 2017





[1] Steve Hanke, Venezuela’s PDVSA: The world´s worst oil company. Forbes 6 de marzo 2017, PDVSA’s depletion rate has been falling like a stone since 2007. At present, it sits at 0.35%. That rate implies the median time to extraction and sale for a barrel of PDVSA’s oil is 198.6 years.


sábado, 1 de abril de 2017

ENTREVISTA EN SÍNTESIS Nº 1




“La renta no es mala per se,
 malo es el adormecimiento en la renta”

Entrevista con Carlos Mendoza Pottellá

María Guevara - Síntesis

Carlos Mendoza Pottellá. Economista y analista petrolero. Magíster en Economía y Administración de los Hidrocarburos por la Universidad Central de Venezuela, en cuya Facultad de Ciencias Económicas y Sociales ha sido profesor de pregrado y posgrado, además de director del Posgrado en Economía y Administración de Hidrocarburos. Se ha desempeñado como embajador en Rusia y Arabia Saudita. Actualmente es asesor de la Presidencia del Banco Central de Venezuela y director de la Revista BCV, al tiempo que cumple funciones académicas en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual.

El equipo de Síntesis fue recibido por Carlos Mendoza Pottellá, quien ha sido un destacado conocedor y experto en petróleo, pero particularmente ha trabajado y luchado para que en Venezuela se cultive la cultura petrolera desde lo político, económico y social. En esta entrevista el Prof. Mendoza Pottellá deja claro los pasos que debemos seguir para que nuestros recursos naturales eleven nuestra consciencia en lugar de adormecernos.

María Guevara: Usted ha manifestado la necesidad de diversificar la economía nacional en un complejo marco de dependencia de la renta petrolera, recalcando la sentencia de Juan Pablo Pérez Alfonzo que define como imposible la “siembra del petróleo” debido a que contamos, o contábamos, con una inmensa renta que no es producto del trabajo propiamente. ¿Es propicio entonces el escenario de la caída abrupta de los precios de nuestro petróleo para que surja en el país lo que el Presidente Chávez llamó una Nueva Cultura del Trabajo?

Carlos Mendoza Pottellá: Parece una ironía decirlo, pero realmente yo creo que nosotros necesitábamos un estremecimiento del acostumbramiento de un siglo al disfrute de una renta que no es producto del trabajo sino de una cierta fertilidad del suelo, que no la tienen todos, y por eso es una renta, porque se debe una fertilidad especial, que no la tiene otro país, sino nosotros. De doscientos países sobre la Tierra, nosotros tenemos un porcentaje gigantesco de ese bien que se ha convertido en un bien universal, que es el petróleo, y esas son las bases físicas, además de las bases empresariales –un monopolio– para que surja una renta: un valor mayor que el valor que le da el trabajo, por la monopolización y por la escasez, las dos cosas se conjugan y generan una inmensa renta que por definición legal, por nuestra historia, por nuestra juridicidad, nos pertenece como nación, lo que quiere decir que pertenece y perteneció, a todos los venezolanos que vivieron, que viven y que vivirán en este país. Esto es muy importante tenerlo en cuenta: esa es una renta que no pertenece exclusivamente a los 30 millones de habitantes actuales. Entonces, hay que verificar cómo utilizar esa renta de la manera más productiva para la nación, como un todo, para toda la nación: la que viene, la que vivirá en el futuro.

No podemos decir que es una maldición. Algunos han malinterpretado la frase de Pérez Alfonzo: “hundiéndonos en el excremento del diablo”, no era eso lo que él quería decir, con esa frase él quería significar que estábamos hundiéndonos en la mala administración de ese producto, lo de “excremento del diablo” viene porque hubo un cronista de Indias que dijo que así le decían los indígenas, pero no porque él considerara que era malo. La renta no es mala per se, malo es el adormecimiento en la renta, el que no despertemos y que necesitemos una medicina amarga hoy, que los recursos no son suficientes para seguir viviendo como vivíamos, y todavía no estamos preparados para seguir produciendo de otra forma, teniendo con qué.

MG ¿Estamos entonces ante la ausencia de una verdadera cultura petrolera, donde se considere no solamente el aspecto productivo, y de distribución de la renta, sino lo verdaderamente económico, dimensión que impacta en los ámbitos cultural y político?

CMP En ese sentido hemos involucionado, nosotros teníamos una cátedra de economía petrolera, en 1989 me sacaron de la UCV, con el argumento de que “el tema petrolero es un tema técnico, para expertos”, cuando el petróleo es nuestra vida. El petróleo ha construido la Venezuela de los siglos XX y XXI; en el siglo XIX éramos una cultura totalmente distinta, feudal, agroexportadora; el petróleo nos ha dado un nuevo perfil y sobre todo implanto el capitalismo más adelantado. Es la base de la transformación cultural del país, de cómo nos integramos a los circuitos de consumo de toda clase de productos. Desde luego, eso ya pasó. Somos el país que somos fundamentalmente por la forma como se utilizó el petróleo, eso determinó el establecimiento de una economía deformada, poco integrada, que no explora sus posibilidades más allá del aprovechamiento de la renta. Entonces el hecho de que la renta merme ahora, tal vez sea una oportunidad, aunque suene trágico, pero es una oportunidad que surge en el medio de las necesidades, de las flaquezas.
 MG Más allá de la obvia dificultad que representa el arraigo de una cultura rentista en nuestra sociedad ¿Estamos preparados para afrontar ese reto?
CMP No estamos preparados, tenemos que prepararnos; desarrollando una cultura distinta. Sobre todo tomando consciencia de lo que es eso. Nosotros teníamos un postgrado en economía y administración de hidrocarburos en la UCV que está totalmente mermado. Sin embargo aquí siempre ha habido gente interesada en que ese tema sea del conocimiento de todos los venezolanos. Recuerdo que cuando se hizo el cambio de la Escuela Primaria de seis grados a la Escuela Básica de nueve grados, el grupo de profesores de educación que diseñó ese proceso nos solicitó, al profesor Francisco Mieres y a mí, que los asesoráramos en el diseño de unas materias que incluyeran el tema petrolero, para 5to y 7mo grado, y con nuestra asesoría diseñaron esas materias y las presentaron dentro de ese proyecto que fue aprobado por completo, con excepción de esas materias, en una estrategia definida de promoción de la ignorancia petrolera. Porque mientras más ignorantes seamos en esa materia, más fácilmente nos controlan. Han convertido el tema petrolero en un tema para expertos, cuando es un tema que debe ser conocido por toda la sociedad.
En aquel postgrado nosotros teníamos la visión de que el petróleo es una materia para todos los venezolanos. Un compañero que cursó conmigo el postgrado era médico, y le preguntaban cómo era que un médico estaba haciendo un postgrado en economía petrolera, y él decía: “Es que yo voy a ser psiquiatra”, ¿y eso que tiene que ver?, y él respondía: “Antes de estudiar psiquiatría yo quiero conocer la base material del cerebro de los venezolanos, y esa base es el petróleo”. Nuestra cultura, nuestra sociedad completa está hecha de petróleo, y hasta nuestra literatura también, hasta la que no habla de petróleo está condicionada por las circunstancias sociales que establece el petróleo.
Yo he estado incluso en conversaciones con la Fundación Biblioteca Ayacucho, para recopilar las novelas del petróleo, que no son solamente Mene, Oficina No 1 y Casas Muertas, que tienen que ver con eso, hay incluso escritos anteriores a esos: El señor Rasvel, por ejemplo, y muchas otras, todavía inéditas.

MG A raíz de la caída de la renta petrolera el Presidente Maduro ha expresado su convencimiento de la necesidad de dejar atrás la cultura rentista. ¿Contradicen esa determinación los esfuerzos aparentemente exitosos para recuperar los precios del petróleo?

CMP Para nada. Claro que tenemos que aumentar los precios del petróleo, si existe esa posibilidad. Estamos en una industria y tenemos que administrarla eficientemente. El hecho de considerar que no debemos seguir percibiendo acríticamente la renta y de que la utilicemos de una manera productiva y reproductiva hacia el futuro no quiere decir que la vamos a regalar. Esa renta se produce independientemente de nosotros, y eso determina que siempre habrá factores que se beneficien de esa renta privilegiadamente. Nosotros tenemos que actuar para obtener la mayor porción, la que nos corresponde.
MG ¿Por qué cree usted que 17 mil pozos de petróleo ya perforados e inactivos no son reactivados? ¿A qué obedece la apuesta del Gobierno Nacional por la Faja petrolífera Hugo Chávez, según su criterio la más costosa y arriesgada?
CMP Por unas circunstancias del mercado, del desarrollo de la industria petrolera, que determinó dentro de ese proceso que los precios del petróleo adquirieran una significación tal que permitiría la explotación de yacimientos muy costosos. Eso no sucedió sólo en Venezuela, sino a nivel global. De la producción petrolera original, sencilla, de extracción con bombas de succión del petróleo liviano, a medida que este recurso de consumo masivo podría acabarse, se comenzaron a explorar otros horizontes, y esos horizontes han llegado a Alaska, al mar del Norte, a las arenas bituminosas de Canadá, y a la Faja del Orinoco. Y la posibilidad de explotar esa inmensa masa de recursos que, según los técnicos del servicio geológico de los EE.UU., es más de la cuarta parte de todo el petróleo que existe en el mundo, representa una gran tentación. Pero un conjunto de cambios recientes en el mercado petrolero han determinado que los precios estén en un nivel actual y predecible para las dos próximas décadas, que hace poco viable la explotación completa de esa Faja. Más allá de lo que allí se ha desarrollado y de lo que se está produciendo (más del 40% de nuestro petróleo se produce desde allí), el continuar con los planes que había para llegar a 6 millones de barriles diarios no tiene viabilidad, ni por el costo, ni por la aspiración, porque las posibilidades de crecimiento del mercado petrolero global no llegan a 2 millones de barriles diarios, no hay espacio en ese mercado para que solamente Venezuela coloque 4 millones de barriles más. Ya el mundo se ha organizado para extraer petróleo liviano a mansalva, de países que el imperialismo ha destruido y mantiene bajo presión. Irán, Irak y Libia, por ejemplo, son productores de crudo liviano que van a aumentar su producción, controlados por el Imperio. Ya Libia e Irak están en sus manos, y aunque Irán sea “hostil” a los EE.UU. –como dice Trump– está dispuesto a producir masivamente su petróleo liviano. Entonces, nuestro petróleo de la Faja del Orinoco, siendo un valor no despreciable, no es factible hoy, y a lo mejor no lo será nunca, porque hay otros elementos: mientras se gaste ese petróleo convencional, de nuestros 13 mil pozos activos, de Irán, Irak, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, y de los propios EE.UU., el petróleo va a dejar de ser una fuente energética, en unos 40 ó 50 años, tal vez, cada día va a ser menor la participación del petróleo en la matriz energética, en la dieta energética del mundo. El petróleo no va a crecer en su demanda, además ya han sido abandonadas inversiones en aguas profundas, del Golfo de México, de Angola, de Brasil; costa afuera de Alaska y del mar del Norte, el Ártico; más de un billón de dólares han sido retirados de esos gastos de capital que tenían previsto. Entonces, nosotros no debemos seguir insistiendo en el aumento de la extracción de petróleo de la Faja, en condiciones además lamentables, cuando tenemos la posibilidad de sacar de los pozos que tenemos cerrados, un petróleo, ciertamente con costos crecientes, pero de una vez utilizable, liviano, que no necesita ser mejorado. Claro, esos son yacimientos declinantes, con vida definida, determinada, pero de 40, 50 años. Siendo realistas, sacando ese petróleo en los próximos años podemos seguir siendo un país petrolero importante, sin ser el primero, ni el octavo, y mientras tanto, dedicarnos a construir otro país, con ese recurso, limitado pero aún muy grande para un país de incluso 100 millones de habitantes. Nosotros tenemos que concentrarnos en construir un país, complejo, que tenga agricultura, ganadería, minería, pero en las proporciones que implican las necesidades reales de 30 millones de habitantes. Somos un país todavía despoblado, con nuestra población concentrada en el eje centro-norte-costero, casi la mitad en la gran Caracas y prácticamente todo el resto entre Maracaibo y Los Andes, en el norte de Anzoátegui y Monagas… Saliendo de Villa de Cura, del Sombrero ya estamos en un país prácticamente despoblado, donde hay recursos inmensos: agrícolas, ganaderos, etc.

MG Usted recomienda la creación de un fondo de inversiones para iniciar un lento proceso de diversificación económica. ¿La llamada Agenda Económica Bolivariana, impulsada por el Gobierno Nacional, y el actual Presupuesto de la Nación para este año 2017 – calculado con base en 30 dólares por barril de petróleo y sustentado en este rubro sólo en 17%– son pasos acertados y viables en esa dirección?
CMP No he analizado esos factores en detalle, pero sí creo que hay que ir por ese camino: debemos apretarnos el cinturón y comenzar a explorar otras posibilidades de ingreso. No podemos esperar que nos venga de afuera la imposición, debemos asumirla nosotros mismos, crearla, asumirla y ejecutarla.

MG ¿Es una utopía pensar en las energías limpias?
CMP No, en el mundo eso avanza muy lentamente, pero avanza. Debido al calentamiento global hubo la Convención de París, que estableció algunas metas, y fundamentalmente los dos países más contaminantes de la Tierra, EE.UU. y China, se comprometieron allí. Pero entonces ahora viene Trump, que niega todo eso. Pero yo creo que el curso de la sociedad va a seguir ese camino, y que Trump es simplemente un accidente. Hay muchas fuerzas dentro la propia sociedad norteamericana que van a impulsar el uso cada vez mayor de energías limpias, que es una necesidad que parte de una realidad. Incluso la industria automovilística está desarrollando carros distintos, autónomos, informatizando sus movimientos, etc. El desarrollo tecnológico no será el del acero, del cemento. El desarrollo será cada vez más informatizado, internetizado, donde se requiere menos movimiento y por lo tanto menos gasto energético. En las perspectivas, los pronósticos, para el año 2040, 2045, que hacen empresas como British Petroleum, por ejemplo, la utilización de energía procedente del carbón, del petróleo y del gas natural, no va a caer radicalmente, pero no va a crecer como venía creciendo. La humanidad no da saltos, pero para esas fechas se espera que empiece a declinar el uso de energía contaminante. Hasta ahora las energías no convencionales han venido creciendo muy lentamente, y los pronósticos dicen que si hoy son el 15% de todas las fuentes –incluyendo la hidroeléctrica– para el año 2045 serían el 18%. Muy recientemente han estado apareciendo nuevos proyectos, nuevas actitudes que muy posiblemente aumenten la tasa de crecimiento de uso de energías limpias. Por ejemplo el carbón, lo más contaminante que hay, inició la era industrial hace casi 300 años y todavía hoy el carbón representa el 25% de todas las fuentes de energía, y todavía para 2045 seguirá siendo una fuente energética, aunque cada vez menor; crecerá el gas natural; disminuirá también el petróleo, pero los hidrocarburos seguirán siendo para esa fecha 75 a 80%.

MG En un artículo de 2015, publicado en su blog, usted argumenta que “la ética socialista tiene que ser promovida, justificada por la acción ejemplar de sus promotores y de hecho, impuesta por medios coercitivos, antes de convertirse en conciencia social”. Si no son las leyes existentes esos medios, ¿cuáles podrían ser?, siendo justamente, como usted dice, personeros del gobierno en todas sus instancias los promotores de la ética comercial capitalista.

 CMP Tiene que ser coercitivo ciertamente. La ética capitalista se ha formado en seiscientos años, no es algo que nació espontáneamente, para eso hubo necesidad de guerras, de monarquías, de inquisición, de imposición de valores morales e inmorales de todo tipo, de costumbres. Fue un proceso civilizatorio que nos convirtió de siervos feudales a siervos capitalistas, obreros. Si vamos a construir un socialismo tenemos que promover la ética, tenemos que promover la solidaridad, el combate al egoísmo, al individualismo, a la discriminación por cualquier razón, y desde luego tenemos que combatir la corrupción. No puede alguien ser un promotor de una sociedad más justa y al mismo tiempo un acaparador de renta para fines personales, usando los mecanismos del Estado. Y ¿cuáles son los métodos coercitivos? La justicia, la aplicación severa de la Ley, que tiene que ser igual para todos, y por eso allí es el primer ámbito de la sociedad donde la corrupción tiene que ser desterrada, y mucho más en una sociedad que pretende ser una de iguales. Los valores hay que difundirlos, pero las condiciones para que estos surjan hay que imponerlas.

jueves, 12 de enero de 2017

FAJA DEL ORINOCO: CURIOSIDAD GEOLÓGICA

“La Faja del Orinoco se va a quedar 

como una curiosidad geológica”

Entrevista en Petroguía
Carlos Mendoza Pottellá
Diciembre2016

Revisada y editada parcialmente por mi en Enero 2017, he mantenido, sin embargo, el estilo coloquial, de transcripción de una conversación informal con la Revista Petroguía, la cual asume, al no registrar créditos personalizados, la autoría de la entrevista, su título e intencionalidad de los comentarios del innominado entrevistador y redactor.

CMP - Enero 1917 



El economista venezolano Carlos Mendoza Pottellá fue uno de los asesores petroleros del presidente Hugo Chávez. Reconoce que fue un error haber asumido que el precio del crudo permanecería por encima de 100 dólares, considera equivocado que la estrategia de producción de Venezuela se focalice sólo en la Faja del Orinoco y advierte que los avances hechos por el fallecido mandatario de pagar la deuda social con los ingresos procedentes de hidrocarburos se revirtieron en los últimos tres años. Tampoco ve factible que la cotización del crudo llegue a 70 dólares como quiere el presidente Nicolás Maduro.

En la actualidad es asesor en esta área del directorio del Banco Central de Venezuela, pero en su curriculum, además de su trayectoria docente figura el haber sido director de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y embajador del país en Arabia Saudita.

Su visión sobre la paternidad del editorial “Sembrar el petróleo” o mejor dicho sobre el significado se la atribuye sin lugar a dudas al abogado y economista Alberto Adriani, quien fuera ministro de Hacienda y de Agricultura en el gobierno del general Eleazar López Contreras y quien compartió actividades en esa administración con el escritor Arturo Uslar Pietri. ¿Hubo plagio por parte de Uslar Pietri al momento que escribió el emblemático texto que fue publicado en julio de 1936? Mendoza Pottellá no lo coloca en esos extremos.

“Uslar Pietri actuó como un periodista muy inteligente y un intelectual que captó las ideas de su compañero de Gabinete”, comenta Mendoza Pottellá. “Los economistas consideramos que fue sobre todo Alberto Adriani el verdadero autor de los principios económicos de la frase ´Sembrar el petróleo´”, acota. Vale mencionar que Adriani murió casi un mes después que el referido editorial salió en el diario Ahora, según se informó por un infarto que sufrió en su habitación del hotel Majestic, el más lujoso que tenía Caracas en la década de los 30.

Mendoza Pottellá sustenta su señalamiento sobre la paternidad de “Sembrar el petróleo” en un libro de Adriani llamado “Labor Venezolanista”, que incluye un artículo titulado “La crisis, los cambios y nosotros”. Antes de comenzar la entrevista pidió leer varios párrafos que señalan como en la dictadura del general Juan Vicente Gómez en Venezuela se vivió lo que podría considerarse como el primer boom o bonanza petrolera entre 1918 y 1929.

“Durante los años de prosperidad habríamos podido descubrir en esa situación de apariencias tan favorables ciertos aspectos adversos. Los beneficios de esa industria petrolera no podían ser los que esperábamos”, dice Mendoza Potellá leyendo a Adriani. “En verdad que esa industria aumentó el volumen de nuestra producción y de nuestra exportación, acreció la productividad del trabajo nacional y apresuró mejoras en nuestra comunicación con el exterior y en nuestras facilidades para el comercio extranjero. Sin embargo, por su índole y su estructura particular que ofrece en Venezuela, esa industria es desde el punto de vista económico una provincia extranjera enclavada en nuestro territorio y el país no obtiene ventajas con las cuales podamos estar jubilosos por más que sean en cierto sentido satisfactorios. Hay que ver que gran parte de la suma correspondiente a las exportaciones petroleras se quedan en el extranjero para satisfacer rentas de capitales extranjeros invertidas, maquinarias y aprovisionamientos extranjeros, fletes de navíos extranjeros, altos empleados extranjeros”. 

Mendoza Pottellá hace una pausa y busca otras páginas marcadas y consigue otro párrafo que habla del primer boom petrolero en Venezuela reseñado por Alberto Adriani:
“en lo que atañe al superávit de nuestra balanza de pagos, cabe preguntarse: ¿se economizó? ¿Se convirtió en reserva del país?¿se empleó en inversiones útiles susceptibles de aumentar la productividad del país? No se puede responder con un sí o un no absoluto a estas preguntas pero en general puede afirmarse que fue mucho mayor la parte que se empleó en consumo inmediato y en inversiones más propias para aumentar los gastos futuros que la futura productividad del país. Muchos de los beneficiados por los años de prosperidad y otros por seguir su ejemplo fueron los constructores de lujosas mansiones, los pródigos viajeros de los viajes de placer, los consumidores de automóviles, vitrolas, licores, sedas, prendas, perfumes y otros artículos de lujo. En cambio, la producción de artículos de exportación vernáculos, los que verdaderamente aumentarían la riqueza del país ha permanecido estacionaria”.

Por lo que leyó del texto de Alberto Adriani, ¿ese primer boom petrolero de Venezuela –como todos los que vinieron después‐ fue un boom de consumo?

‐Ciertamente, un boom de consumo.

¿La siembra del petróleo entonces siempre ha sido una siembra de consumo?

‐Totalmente. Ese artículo de Alberto Adriani es sobre política cambiaria y plantea que la economía minera de un país solo se mantiene mientras dura una mina, pero eso no es una economía sustentable, dicho en términos contemporáneos porque él no uso ese término, pero en todo caso esa es la génesis de lo que Uslar Pietri definió como “Sembrar el petróleo”.

¿Uslar lo que hizo fue hacer un resumen del pensamiento de Alberto Adriani con fines pedagógicos?

‐Periodísticos y se convirtió en una consigna. Consigna que de paso fue asumida permanentemente desde entonces por todos los gobiernos. Bajo esa consigna comenzó la construcción de carreteras, infraestructura, se constituye el Banco Agrícola y Pecuario, Banco Industrial de Venezuela, Corporación Venezolana de Fomento, Instituto Agrario Nacional, Banco Obrero. Los gobiernos venezolanos se organizaron para intentar de alguna manera sembrar el petróleo y convertir ese recurso en otra riqueza, en infraestructura fundamentalmente, pero reproductivamente nada porque la política que estimularon, entre otros, el presidente Rómulo Betancourt y el empresario norteamericano Nelson Rockefeller, quien tenía inversiones comerciales en Venezuela, estaba dirigida a organizar las actividades económicas de manera capitalista, creando comercios modernos como los supermercados Cada o estilos de consumo implantados por la cadena Sears Roebuck. También se impulsó la industrialización por sustitución de importaciones y con eso lo que hicimos fue inventar algo que los mexicanos ‐30 años después‐ le pusieron el nombre de maquila. Se construyeron ensambladoras que solamente se dedicaban a los procesos finales y eso genera una improductividad gigantesca.

¿Por qué improductivo si se promovía la industrialización del país?

‐Porque se estaba haciendo por sustitución de importaciones. La Avena Quaker y Corn Flakes se comenzaron a fabricar en el país. Ese fue el proceso de industrialización. Un patrón de consumo que creó el petróleo, se comenzó a comer pan cuando antes lo que consumíamos era arepa y casabe; y se implantó un patrón de consumo que impusieron los comisariatos de las compañías petroleras.

¿Ese patrón de consumo lo creó el petróleo?

‐Definitivamente lo creó el petróleo.

¿No hay antecedentes que indiquen que el venezolano tenía ese patrón de consumo antes?

‐Para nada. El patrón de consumo nuestro era convencional de ocumo, yuca, apio, casabe, chivo, pescado o carne salada. No había nevera ni nada de eso. Teníamos fábricas de hielo en las ciudades.

A su criterio, ¿cómo debió ser ese proceso productivo distinto al de industrializar para sustituir importaciones?

‐Tuvo que hacerse así porque fue el patrón que nos impuso el petróleo. Se nos impuso el comisariato.

¿No había opción?

‐No. Lo que pasa que hay que ver la forma como nace el capitalismo en Venezuela, que era un país feudal, el último territorio de América porque Paraguay era un país más industrializado. Nosotros no teníamos oro ni plata. Solo fue en 1777 cuando el Rey Carlos III de España decide que convertir a Venezuela en una Capitanía General, antes éramos una provincia del Virreinato de Santa Fé de Bogotá e incluso una dependencia de la Real Audiencia de Santo Domingo. Fue dos siglos después del Descubrimiento, que Venezuela adquiere unidad geográfica propia pero después se desangra con dos guerras salvaje: la de Independencia y la Guerra Federal. En 1890 estaba llena de analfabetismo, paludismo y sin una clase dirigente culta. Venezuela era un país destrozado. Había dos fábricas: una en Barquisimeto de capelladas de alpargatas y otra en Valencia de ruedas de carreta.

¿El petróleo entonces logró amalgamar el país?

‐El petróleo no amalgamó el país. Fue a partir de los campos petroleros, en el medio de aquel mar de feudalismos, y en el que Venezuela estaba vinculado al mercado internacional a través de sus cultivos de plantaciones de cacao y de café negociadas por los ingleses y los alemanes que controlaban los puertos y ese era nuestro vínculo con el mundo, que era un vínculo feudal completo. El capitalismo arrancaba en los puertos pero la producción interna era la del peón conuquero y la hacienda del gran latifundio . El capitalismo llega con el petróleo a los campos petroleros y a los comisariatos y la primera masa de consumidores la constituyen los obreros petroleros, entre quienes se implanta ese patrón de leche en polvo y sardinas enlatadas. Recuerdo en mi infancia los muebles que comenzaron a llegar con Sears Roebuck que ya no eran los de paleta. Todo esa "modernidad" la trajo el petróleo y Rockefeller. Nuestra producción manufacturera era artesanal, aquí no había clase obrera sino gremios artesanales. No eran industrias sino gremios precapitalistas porque el capitalismo comienza a irradiarse en el país como un cáncer a partir de los campos petroleros y el ingreso petrolero que se concentra en Caracas por el decreto que concede al Estado la propiedad de las minas hace que las compañías extranjeras hagan el pago al Estado venezolano en Caracas y eso convierte a una ciudad de 300.000 habitantes en otra de 5 millones de habitantes.

¿En ese momento ya había muerto que general Juan Vicente Gómez?

‐Se dice que Venezuela entró en el siglo XX en 1936 después de la muerte de Gómez pero el ingreso petrolero comenzó antes y la riqueza se centralizaba en el centro del país, sobre todo en Caracas. Hubo intentos en el siglo XIX, tanto en el oriente del país como en el Zulia, de otorgar concesiones petroleras por parte de los estados como el de Nueva Andalucia, que era gigantesco, que comprendía todo el oriente y en esos años se le otorgó a Manuel Antonio Olavarría una concesión para sacar productos de los bosques y eso era petróleo. Eso no funcionó mientras que en el Zulia, el general Sutherland, que era el presidente del estado también otorgó una concesión, pero fueron dos excepciones.

¿Hasta cuándo se mantuvo ese modelo de industrialización por sustitución de importaciones?

‐En 1973, Juan Pablo Pérez Alfonzo dijo que la siembra del petróleo era imposible mientras disfrutemos de una renta que es producto externo, no generada por la productividad del trabajo sino por una cierta fertilidad del suelo.

¿Fue cuando dijo entonces que Venezuela se estaba hundiendo en el excremento del diablo?

‐Eso de hundiéndonos en el excremento del diablo no lo dijo así. Lo sé porque fui el editor de ese libro y grabé las conversaciones con él. Yo iba semanalmente a su casa a corregir los originales de las ruedas de prensa que salían publicadas en la página D‐1 de El Nacional porque la mamá de Miguel Henrique Otero (María Teresa Castillo) era hermana de la esposa de Pérez Alfonzo, y el padre de MHO (el escritor Miguel Otero Silva) era amigo de Pérez Alfonzo. Esas entrevistas que salieron publicadas en tiempos del primer gobierno de Rafael Caldera (1969‐1974) se convirtieron en un libro y estuvimos discutiendo qué nombre le íbamos a poner. Él decía que la economía petrolera se estaba hundiendo por la renta y que nos obligaba a una estructura de consumo no productivo. Él había estudiado unos materiales noruegos en los que se hablaba del efecto Venezuela y eso fue lo que determinó que en Noruega posteriormente dijera que no le iba a pasar lo mismo y llevó a constituir un fondo que va a dejar el ingreso rentístico petrolero fuera de Noruega. A Noruega solo entra 4% del ingreso petrolero y hoy tiene un fondo de casi 2 billones dólares para una población de 4 millones de habitantes. Pero volviendo a lo de Pérez Alfonzo y la frase de ¨hundiéndonos en el excremento del diablo”, él quería graficar de alguna manera lo que estaba ocurriendo en el país y nos acordamos –tanto él como yo‐ de unas memorias de los exploradores de Indias, que estando en la isla de Cubagua, vio un celaje sobre las aguas y evidentemente era petróleo. A partir de allí la reina Juana La Loca, madre de Carlos V, mandó a pedir un barrilito de esos para curarle la gota al pobre rey y lo obligó a tomarse unas cucharadas de petróleo venezolano. Dicho en el español de aquella época, Oviedo y Baños dice: preguntádoe cómo fue a los indígenas de qué se trataba eso, ellos respondieron que eso era stercus demonis , entonces a Pérez Alfonzo le encantó la frase y dijo hundiéndonos en el excremento del diablo. Pero él no estaba diciendo que el petróleo era un excremento del diablo sino que usó esa frase que supuestamente dijeron los indios, pero claro, eso era un invento español porque los indios no hablaban latín.

¿En el debate que tuvo Pérez Alfonzo con Uslar Pietri en 1963 por televisión no quedó también planteada las ideas que ambos tenían y que expresaban con sus respectivas frases sobre el tema petrolero?

‐Ese debate fue por el tema de la OPEP, no por si se sembraba o no petróleo. Uslar Pietri era del criterio que Venezuela debía producir y llegar a 8 millones de barriles diarios.

¿Hubo siembre esas discrepancias entre Uslar Pietri y Pérez Alfonzo?

‐Claro. Sobretodo producirlo a mansalva.

¿Y con respecto a la siembra o el uso del petróleo?

‐Sobre la siembra no hubo una discusión. Pérez Alfonzo dijo lo de “hundiéndonos en el el excremento del diablo” al calor de la lectura que hizo de los textos noruegos sobre el efecto Venezuela y comprender lo que había dicho Adriani. Pérez Alfonzo más bien consideraba que era imposible  sembrar el petróleo.

¿Es imposible la siembra del petróleo?

‐Sí. Eso ha quedado muy claro con el tiempo. Lo que han hecho es constituir fondos.

En Venezuela se han creado varios fondos con el fin de sembrar el petrólo, ¿qué paso?

‐Lo creamos hipócritamente. Por ejemplo, el Fondo de Inversiones de Venezuela se creó obligado, a juro, por iniciativa de Pérez Alfonzo porque tenía mucha influencia en el gobierno adeco pero nadie creía en eso. Yo militaba en el MAS (Movimiento al Socialismo) y trabajaba con Pérez Alfonzo, pero los masistas se burlaban de mí porque me decían que me iba a volver loco, como ellos decían que era "mi jefe". Fíjate lo que ocurrió con el presupuesto público, el último del primer gobierno de Caldera (1973) era de 14.000 millones de dólares y en el primer año del gobierno de Carlos Andrés Pérez se pasó a 44.000 millones de dólares; y el salario mínimo que estaba en 600 bolívares mensuales con Caldera, Carlos Andrés Pérez lo subió a 1.500 bolívares y allí iniciamos la escalada inflacionaria que no ha terminado desde entonces.

¿Todos las bonanzas petroleras han sido boom de consumos?

‐Así es.

¿Incluiría también la bonanza que tuvo el presidente Hugo Chávez?

‐También pero eso es otra cosa.

Antes de que llegara Chávez al poder, a fines de los 90, se creó un fondo de estabilización macroeconómica (FEM) que lo administra el Banco Central de Venezuela, ¿por qué no funcionó?

‐Se llegó a acumular algo pero inmediatamente se lo gastaron. Eso ocurre porque nunca se ha tenido la actitud de Noruega de asumir que ese dinero no se va a tocar.

¿Por qué en Venezuela persiste esa actitud?

‐Siempre ha estado el argumento de que la gente tiene hambre.

¿Ese es el mismo criterio que tuvo Chávez y se gastó lo del FEM?

‐Sí. Exacto.

¿Entonces por qué a Noruega si le funcionó lo del fondo y a Venezuela no?

‐Porque las circunstancias venezolanas son distintas. El desarrollo petrolero toma a Noruega ya como un país desarrollado, tiene la primera industria naviera del mundo, tiene una destacada industria pesquera, es dueño de la mitad de Nokia. Eso para tener una pequeña idea de ese país.

Al inicio del gobierno de Chávez se habló de la importancia de ese fondo y eso está en la Constitución de 1999, ¿qué pasó?


‐Nosotros estábamos entre la gente que acompañó a Chávez desde sus inicios y teníamos la idea esa de crear un fondo pero Chávez se enfrentó a una circunstancia que fue la que determinó su popularidad entre las masas como fue la denuncia de que después de 100 años de explotación petrolera, tomando los datos de Fundacredesa, Venezuela tenía 80% de pobreza, es decir, población que está por debajo de la línea de pobreza y 40% en situación de miseria. Entonces Chávez toma como prioridad pagar la deuda social y eso significa de alguna manera utilizar el dinero del petróleo.

¿Entonces cualquier opción de ahorro es imposible por el pago de la deuda social?

‐Ese ha sido el argumento de todos los gobiernos porque todos intentaron pagar la deuda social, pero invertir con ese criterio como el de sustituir importaciones o generar una agricultura mecanizada, termina convirtiéndose en especulación inmobiliaria y los que vemos es la imposibilidad de lograr la siembra del petróleo.

¿Quiere decir que la siembra del petróleo es imposible de concretarla?

‐Yo no parto de esa idea. Eso es la manifestación de la imposibilidad de la siembra del petróleo si no se toma en serio la necesidad de dejar fuera a la renta petrolera. La renta se puede sembrar y cuando vemos que todos los países petroleros tienen fondos de esa naturaleza fuera de su economía.

¿En este momento no se puede pagar esa deuda social porque el precio del petróleo está bajo?

‐No hay como cubrirla y volvemos a los mismos niveles. Es una situación dilemática y dramática. Es una de las cosas más graves a la que nosotros nos enfrentamos. Estos pronósticos que estamos viendo del mercado petrolero son hasta optimistas porque si se ve la curva de futuros, los precios en los cuales los especuladores están comprando para junio 2017 no llegan a 52 dólares.

¿Tiene sentido hoy día hablar de sembrar el petróleo?

‐Siempre tendrá sentido, pero ahora vemos como el petróleo está dejando de ser la sangre del aparato industrial contemporáneo porque el cambio tecnológico que se avecina. El petróleo va a dejar de ser un componente de la fórmula energética y el desarrollo no será sobre la base del cemento, el acero o los automóviles sino microelectrónica y sobre procesos difusos no sobre tecnologías consumidoras de energía masivamente. El transporte va a cambiar, la generación de calor y de energía para los aparatos será cada día más eficiente y eso hará que disminuya el consumo de petróleo. Hasta hace poco se decía que el 85% del consumo energético iba a ser satisfecho por gas natural, petróleo y carbón para el año 2015, pero ese escenario ha comenzado a cambiar radicalmente y después de la última reunión para el cambio climático en París los dos principales contaminadores como China y Estados Unidos accedieron a modificar el paradigma energético y que el petróleo no podría seguir siendo la principal fuente.

¿Cómo queda Venezuela en ese escenario?

‐Nosotros estamos engolosinados porque tenemos 28% del petróleo del mundo según las estadísticas.

¿Qué sentido tiene tener más de las cuartas partes de la reservas del petróleo del mundo si no se podrán explotar?

‐No se van a usar. La Faja del Orinoco se va a quedar como una curiosidad geológica. Después del año 2070 el petróleo fácilmente quede como en la quinta o sexta posición de la oferta energética y Venezuela seguirá siendo un productor de 500.000 o a lo sumo de 1 millón de barriles diarios.

¿No es contradictorio que el Gobierno continúe hablando de sembrar el petróleo cuando está ocurriendo un cambio tecnológico?

‐Ya no estamos sembrando el petróleo porque el precio del petróleo nuestro no está produciendo renta. A duras penas produce un beneficio. La renta sería lo que supera la ganancia socialmente establecida que podría estar en 25%. En el caso nuestro, tenemos una producción muy costosa.

¿Es costosa porque está focalizada en la producción de crudos pesados de la Faja?

‐Sí.

¿Es un error haber apostado a la producción de la Faja?

‐Sí. Esa es mi opinión. La he expresado en muchas partes. Creo que Venezuela ha debido y todavía puede revisar sus campos maduros porque tiene 35.000 pozos perforados y produce sólo por 17.000 de ellos, y de ese grupo hay unos 15.000 que producen medio millón de barriles diarios y si se hacen labores de recuperación secundaria intensas podrían llegar a 1 millón de barriles diarios de petróleo liviano sin mejorador, pero eso implicaría abandonar muchos proyectos costosos en la Faja
del Orinoco.

¿Ahora tiene una posición crítica a la política petrolera que impulsó el presidente Hugo Chávez?

‐Ahora sí. Lo que pasa es que yo no pude decir eso en su momento porque también estaba casado con la idea de que el precio de 100 dólares era un estándar que no iba a bajar. Yo tengo una cita de 2013 en la que repetía casi textualmente lo que pregonaban los pronosticadores internacionales, que 100 dólares era el precio necesario para que no se produjera una explosión de los mismos hasta 200 dólares, porque esa era la garantía de que se iban a hacer las inversiones en aguas profundas del Golfo de México, Alaska, Canadá y Venezuela, que tienen el petróleo que sustituiría a aquellos que se ibaan a agotar. Entonces, para poder garantizar esa producción se necesitan precios de 100 dólares porque si bajaban no iban se a hacer las inversiones requeridas. Ahora, lo que está pasando es que de todas maneras no se harán.

¿Por qué?

‐La estrategia de seguridad energética de Estados Unidos incluyó el desarrollo del crudo de las lutitas, aprovechando unas circunstancias muy peculiares geográficas y de infraestructura que se tenía por la disposición de multitud de vías férreas desde Dakota del Norte y Texas sin necesidad de construir oleoductos ni nada por el estilo y una de las cosas que creció en estos años fue el transporte de petróleo por vía férrea y eso incorporó al mercado 5 millones de barriles.

¿Usted no hubiera imaginado esa situación cuando sostenía que el precio permanecería en 100 dólares?

‐No lo imaginaba. Toda esa masa de petróleo ha obligado a las compañías petroleras más grandes a disminuir 1 billón de dólares sus inversiones. Por tanto, tenía razón lo que se decía antes si el precio del petróleo cae no se van a hacer las inversiones en los lugares costosos, pero ahora no se van a hacer y eso no va a provocar una crisis de oferta porque hay unos oferentes nuevos que no se estaban considerando.

¿La expectativa que tiene el presidente Nicolás Maduro de que el precio del petróleo suba a 70 dólares usted no la ve?

‐No la veo.

¿A cuánto puede llegar el petróleo?

‐En junio 2018 a 60 dólares. Ese es un promedio de expectativas que va desde 45 a 74 dólares, es decir, hay quien dice que en 2018 el precio del petróleo va a estar en 45 dólares.

¿Más nunca volveremos a ver un boom petrolero?

‐Yo no creo ya en un boom petrolero en Venezuela, sobre todo porque vienen cambios tecnológicos radicales que están demostrado que hay suficiente petróleo en el mundo para suplir una demanda que es declinante por naturaleza tecnológica porque los países que se van a desarrollar que son la India y China fundamentalmente, además de Brasil un poco, no necesariamente van a seguir el camino de Detroit, ni de los Caterpillar o cosas por el estilo. La producción industrial va a trabajar con mecanismos menos consumidores de energía.

¿El petróleo es una maldición?

‐No. Eso es igual a decir que Pérez Alfonzo inventó lo de hundiéndonos en el excremento del diablo. Depende de cómo cada país use ese recurso natural y en algunos casos puede ser una maldición pero no lo es para los noruegos, kuwaities y tampoco para los sauditas. Es una maldición si un país se entrega solo a ese recurso y a esa dependencia.

¿Quiere decir que Venezuela en 100 años se entregó a esa dependencia?

‐Totalmente, pero no se puede culpar a nadie, en todo caso a la ignorancia generalizada. Yo tengo un artículo que escribí en 2014 en el que digo cosas que hoy niego por completo porque hay gente que sabe más que uno porque está en los puestos de control del poder.

¿No teme equivocarse y que volvamos a tener un boom petrolero?

-Eso sí no lo creo porque  hay tendencias profundas irreversibles, incluso  en lo político y tecnológico con lo del calentamiento global que llevan  a un cambio  radical de comportamiento en cuanto al consumo de energía.