Conciencia social y ética socialista frente
a la racionalidad económica capitalista
Carlos Mendoza Pottellá
Muchos de nuestros luchadores por el socialismo y la redención humana en La Tierra subestiman el peso de 500 años de racionalidad económica
capitalista y la evidente circunstancia de que en estos 17 años de intento de
construcción de un socialismo renovado, del Siglo XXI, el mensaje redentor, de
conciencia y justicia social, de solidaridad y de todos los valores que se
asocian al pensamiento socialista a ha
sido superado con creces por la cultura del emprendimiento individual y egoísta,
promovida cada día con mayor intensidad y novedosos medios de manipulación de
la conciencia colectiva.
El
dictum neoliberal según el cual no hay otro mecanismo más eficiente que el
mercado para la asignación de los recursos escasos no ha podido ser desmentido
por una planificación pretendidamente socialista que intenta eludir las
complejidades de la realidad y dar saltos en el vacío, a menudo haciendo aguas
en escenarios de pajaritos preñados, como es evidente en nuestra industria
petrolera, que lleva 10 años programando incrementos de la producción hasta 6
millones de barriles diarios, mientras que presenta desde entonces una real declinación
anual de ese indicador. Mucho menos posibilidades tienen los sueños preindustriales
con el conuco como modelo de organización de la producción rural.
Para
los creadores del pensamiento socialista contemporáneo, desde hace más de siglo y medio, la
construcción del socialismo pasa por la superación del capitalismo, por el
desarrollo de las fuerzas productivas y la conciencia del poder de las clases
trabajadoras. Muchas cosas han sucedido desde entonces, entre ellas los fracasos
de esa construcción en sociedades preindustriales, pero los sueños con una
sociedad más justa que el capitalismo depredador, el cual concentra las
riquezas de la humanidad en un ínfimo porcentaje de ella, continúan
inalterables y vigentes.
Por
todo ello, la consolidación de una ética y pensamiento socialistas sigue siendo
una tarea por cumplir para quienes seguimos sosteniendo esos ideales. Pero, por
eso mismo, por ser una tarea pendiente, no cumplida y muy lejos de serlo dado
el comportamiento de los que se proclaman socialistas, no podemos cargar las
culpas de la inexistencia de esa ética y pensamiento sobre los agentes
económicos activos, compelidos a actuar según la racionalidad vigente, so pena
de ser aplastados por las fuerzas del mercado.
Tomemos como ejemplo las hipotéticas circunstancias de un pequeño productor agrícola al cual se le asigna, por vía de gracia estatal, un tractor que sobrepasa los requerimientos de mecanización de su parcela.
Siendo
propietario de 10 hectáreas, se encuentra en posesión de un
medio de producción suficiente para trabajar 100 hectáreas. ¿Qué debe hacer después
de preparar su parcela, teniendo disponible el 90 por ciento de la capacidad de
esa maquinaria? La respuesta es obvia,
si en su vecindario hay otros productores que no poseen ese recurso. No se
trata, simplemente, del afán de lucro y explotación, o de que a la oportunidad la
pintan calva. Es, en términos de cualquier economista, utilización eficiente
del recurso.
En este
caso, la asignación ineficiente fue hecha por el Estado. Si se quería evitar la
explotación de unos sobre otros, ha debido hacerse una asignación colectiva,
evaluando los requerimientos generales. Y aquí entramos en uno de los nudos
gordianos de la cuestión: ¿Con cuáles criterios de eficiencia, justicia y
oportunidad se realiza esa asignación? ¿Cuál es la incidencia de métodos
corruptos y clientelares en ese proceso?
Otro
aspecto de la cuestión es que, en un espacio socioeconómico en el que privan
los valores capitalistas, la búsqueda del lucro, en sí misma y mientras no
transgreda las leyes vigentes, no es un delito punible aunque pueda ser poco presentable entre promotores del
socialismo. Y ese comportamiento es más difícil de objetar en un ambiente en el
que cualquier trámite, permiso, alcabala, entrada o constancia se convierte en
una oportunidad para el lucro ilegal de personeros del Estado en todas sus instancias.
Los ejemplos sobran, como cuando se escuchan testimonios sobre el costo efectivo
de la asignación en usufructo de una vivienda supuestamente gratuita.
La
ética comercial capitalista está en el ambiente, rezuma por todos los poros de
esta sociedad, mientras que la ética socialista tiene que ser promovida, justificada por la
acción ejemplar de sus promotores y de hecho, impuesta, antes de convertirse en conciencia social.
CMP, Rev. 9-1-2017
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