domingo, 11 de noviembre de 2018

A PROPÓSITO DE CITGO (i)



Apuntes de política petrolera venezolana 

(V y VI)

Carlos Mendoza Pottellá

7/11/2018

A propósito de CITGO y la "internacionalización" 

(Primera Parte) 

La situación económica y social que padece el país, cuyas manifestaciones se pueden palpar en todos los ámbitos del mismo, tiene en su industria petrolera uno de sus principales escenarios, tal vez el más importante, en donde se pueden identificar causas y efectos de esas circunstancias.

Uno de esos factores, a los que hemos dedicado "Apuntes" anteriores en petroanalysis.net  es el referido a la caída de los ingresos de esa industria, y en particular de sus ingreso netos, los ingresos fiscales, el cual ha generado una incapacidad general para honrar los compromisos financieros adquiridos por la República, en particular los que son consecuencia de la multiplicación,  desde hace décadas, de planes inviables y decisiones erradas en el manejo de PDVSA, tal como lo referí recientemente en "Política petrolera a la manera de los músicos del Titanic" [1].

Con seguridad, dentro de las más ruinosas de esas políticas perversas, que sin embargo es presentada con orgullo por la autodenominada meritocracia, se encuentra la política de "internacionalización", con la cual se pretendió convertir a PDVSA en una "corporación global", a la par de Exxon-Mobil, Shell, BP con refinerías y otros activos en Alemania, Suecia, Bélgica, Reino Unido, Antillas Holandesas y Estados Unidos (Texas, Illinois, Pensilvania, Georgia, Islas Vírgenes).

A la denuncia de lo que considero uno de los mayores saqueos privados del patrimonio público he dedicado varios trabajos desde 1993, en particular en mi libro El Poder Petrolero y la Economía Venezolana [2], reproducido y ampliado en Nacionalismo Petrolero en Cuatro Décadas" [3]





Citgo es el nombre del actual residuo pírrico de ese megaplan meritocrático para eludir lo que el gobierno se coge, "the government take" en el lenguaje corporativo internacional. Es decir, para minimizar la participación fiscal, auténtico resultado nacional de las actividades petroleras en el país. Así lo constataba el comisario de PDVSA en 1999:

‘...cabe destacar que el precio de venta de crudo inferior al precio de mercado, significa una transferencia al fisco norteamericano según el siguiente detalle: incrementa las ganancias de Citgo en 210 millones de dólares, con un efecto de impuesto [norteamericano, n.n.] estimado a la tasa nominal de 71 millones de dólares y disminuye las ganancias de PDVSA en 210 millones de dólares, lo cual representa una disminución nominal de impuesto sobre la renta venezolano de 142 millones.’ [4]

Según la historia oficial, la marca CITGO fue creada en 1965 por Cities Service Company, empresa comprada por Occidental Petroleum en 1982, a la cual CITGO fue incorporada como una subsidiaria de refinación, comercialización y transporte en la primavera de 1983.[5] 

Fue comprada posteriormente por la Corporación Southland quien, amenazada de quiebra por los márgenes negativos en el negocio de la refinación que imperaban en esos años, vendió como ganga y en artículo mortis, el 50% al Estado venezolano en 1986 y luego, ya quebrada, el otro 50% en el año 1990, pese a la reticencia expresa del Presidente Carlos Andrés Pérez, quien exigió que esa porción fuera nuevamente vendida, dados los riesgos para la República de poseer  el 100 por ciento de los restos de una bancarrota. 

Sin embargo, y tal como reseñaba la revista Petroleum Economist en su momento, “los defensores intransigentes de la internacionalización creen que pueden retrasar el pedido de Pérez hasta que deje el cargo en poco más de un año”  [6]

¡Y efectivamente así sucedió, incluso antes, cuando Pérez fue defenestrado por el Congreso Nacional! [7]

Así pues, en 1990, nació la posesión venezolana del 100% de CITGO. Las prevenciones del Presidente Pérez se están materializando ahora, cuando los acreedores de la República levantan la tesis del "alter ego", para cobrarse a la brava, capturando un patrimonio nacional desguarnecido, fuera del ámbito territorial y del amparo de los poderes públicos nacionales.

 

Un patrimonio muy valioso hoy, tasado en varios miles de millones de dólares, pero que fue el resultado de desangrar al país para beneficio privado de empresas extranjeras, de sus  pícaros promotores criollos que hoy disfrutan del resultado de sus andanzas... y del fisco norteamericano.




[1]  https://petroleovenezolano.blogspot.com/2018/05/a-la-manera-de-los-musicos-del-titanic.html
https://www.aporrea.org/energia/a263621.html

[2]  El Poder Petrolero y la Economía Venezolana.  Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Caracas 1995. Cap. V.2.3 La internacionalización, págs. 211-243.

[3] Nacionalismo petrolero venezolano en cuatro décadas. La Internacionalización, págs. 157-215
  BCV, Publicaciones, Fondo Editorial, Colecciones, Colección Venezuela y su Petróleo. 

[4]  Rafael Darío Ramírez Coronado, Informe del Comisario de PDVSA 1999, p. 28. Caracas 2000.

[5]  Eleuteria Uhuru / Rebelión  El caso CITGO ¿Revolución o Desencanto?:  https://www.aporrea.org/energia/a15370.html

[6] María Kielmas, "Little Moves Ahead Of an Explosion", Petroleum Economist, noviembre 1992, págs. 14-17, citada en "El Poder petrolero", pág. 215 y 217.  
La articulista concluye afirmado que “La campaña de internacionalización de PDVSA, que comenzó en Alemania en 1983, siempre ha sido polémica. Los críticos han dicho que los descuentos que PDVSA está obligada a aplicar en su crudo pesado para cumplir con las especificaciones del mercado alemán hacen que esa empresa no sea rentable.”

[7]  Una exposición de estas incidencias se encuentra en mi prólogo a la obra de Juan Carlos Boué,Internacionalización - Una Costosa Ilusión”, que titulé con palabras del ya citado Comisario de PDVSA 1999, Ramírez Coronado: "Exportación de beneficios, importación de costos"   http://petroleovenezolano.blogspot.com/2010/04/prologo-internacionalizacion-de-juan.html


 (VI)

 CITGO y la "internacionalización" 

 (Segunda parte)

Continuado la reseña iniciada en el anterior “Apuntes”, debo decir que mi posición sobre la materia in comento, sostenida desde el inicio del proceso de adquisición de refinerías en el exterior, en 1983, ha sido fundamentada extensamente por otros investigadores del tema, en particular por el ya citado Juan Carlos Boué [1]

Posteriormente, en el informe sobre la gestión de PDVSA en su política de “apertura”, aprobado por la Asamblea Nacional en 2006, se reproducen aspectos indignantes de las circunstancias que referíamos en el antes, no siendo el menor de ellos el monto de los pagos al impuesto sobre la renta norteamericano, declarados  a partir de ganancias inexistentes y producto de los descuentos otorgados por PDVSA a sus filales:  


La plenaria de la AN aprobó, por unanimidad, el informe de la Comisión Especial designada para investigar la apertura petrolera, ente legislativo, presidida por el diputado Rodrigo Cabezas (Independiente/Zulia), declarando la responsabilidad política de todos los funcionarios que formularon, celebraron y ejecutaron los convenios operativos, las asociaciones estratégicas y los negocios de internacionalización durante las décadas de los 80 y 90, particularmente a la Directiva de Pdvsa (1994-1999) presidida por Luis Giusti [2]

El siguiente gráfico, con cifras de los informes financieros de PDVSA entre 1998 y 2001, deja claro el verdadero carácter del negocio de la internacionalización: ruinoso para el país pero jugoso para los participantes privados. 



Obsérvese allí  el último de esos años:

26.927 millones de dólares en ingresos por ventas, que generan 638 millones de ganancias ficticias, financiadas por 938 millones de descuentos sobre el precio del petróleo venezolano enviado a ese destino. Por su parte, el accionista, la República de Venezuela, tuvo que invertir en ese año otros 517 millones de dólares en sus afiliadas-chatarra para mantenerlas en operación.

Uno de los puntos más controversiales de la movida internacionalizadora fue su presentación como una alternativa frente a la OPEP, sostenida abiertamente en su momento por el Presidente Rafael Caldera: la posibilidad de aumentar la producción sin estar comprometidos a cuotas, cuando nos liberáramos de esa odiosa organización.

 Para ello se compraron capacidades de refinación que desbordaban las posibilidades de suministro desde Venezuela y que, desde un principio y hasta hoy en día han tenido que ser abastecidas por crudos mexicanos, árabes, canadienses y norteamericanos. El porcentaje de esas compras dentro de los costos consolidados de PDVSA es una evidencia clara del carácter ruinoso de ese emprendimiento.






Allí puede observarse como, a partir de 1989, el costo de adquisición de crudos en el exterior se cuadruplicó, al elevarse  a un 40,4% de los costos consolidados netos, desde el 9,5% registrado el año anterior. También se observa que ese porcentaje siguió escalando niveles superiores desde entonces hasta nuestros días, superando el 60% en 2005, 2006 y 2012.[3]

Consecuentemente con esa evoución, desde 1989 se produjo un salto en los costos globales  y una caída violenta de la participación fiscal que, tal como se observa en el siguiente gráfico, no ha cesado de caer, hasta llegar en 2016 a un escuálido 13,17% de los ingresos totales.




¿Pueden estos resultados darnos alguna pista sobre el por qué hemos comenzado a dejar de ser un país rentista en contra de nuestra voluntad?

Treinta y cinco años después del inicio de este ruinoso programa, las 19 refinerías y otros activos que llegó a adquirir PDVSA en el exterior han quedado reducidos a las tres refinerías de CITGO y su sistema de oleoductos y estaciones de servicio "embanderadas" con esa marca, la Refinería  de Curazao cuyo arrendamiento concluye el próximo año y algunos tanques herrumbrosos en las otras tres Antillas Holandesas (Aruba, Bonaire y San Eustaquio)

Sobre ese patrimonio valioso, pero de sangriento origen, como ya mencioné, se ciernen voraces los acreedores de la República, quienes ven allí la posibilidad cierta de cobro a un deudor maula.

Al análisis de estas circunstancias contemporáneas y de sus perspectivas dedicaré el próximo “apuntes”.
cmp/ 7 de noviembre de 2018






[1] Boué, Juan Carlos  La internacionalización de PDVSA. Una costosa ilusión,
 Caracas, Ediciones del Ministerio de Energía y Minas de la República Bolivariana de Venezuela (Fondo Editorial Darío Ramírez), 2004

[3] Debo señalar, sin embargo, que el crecimiento de estas compras en los últimos años ha estado alimentado también por las importaciones de crudos extralivianos argelinos y rusos para diluir crudos extrapesados de la Faja del Orinoco y producir el crudo “Merey 16°”, cuestionable resultado de otra de las fantasías de los tecnócratas petroleros: producir 6 millones de barriles diarios en 2019.



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