ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN SOBRE ECONOMÍA Y POLÍTICA PETROLERA VENEZOLANA ---------------------------- Carlos Mendoza Pottellá
lunes, 24 de febrero de 2020
CONVERSANDO CON MOSQUERA: CARLOS MENDOZA POTELLÁ / PETROLERO
jueves, 6 de febrero de 2020
PETROLEO VENEZOLANO EN LA TERCERA DÉCADA
Cerco y aniquilación
Carlos Mendoza Pottellá
05/02/2020
La
situación de sálvese quien pueda que está viviendo el país es de tal magnitud y gravedad, a
niveles de Sodoma y Gomorra en los planos éticos y morales, que hace parecer intrascendentes
las discusiones neutras sobre la situación presente y futura de sus recursos petroleros y de su industria, principales motivadores de nuestros pecados capitales.
En
esta materia no se puede atravesar el charco sin salpicaduras. Por ello, si la charca tiene dos o más
orillas, debo advertir que yo trato de ubicarme en una de ellas, aquélla en la
cual considero que se agrupa, con todas sus falencias y contradicciones
internas, el nacionalismo petrolero.
Ello sin pretender ser árbitro imparcial,
dueño de la verdad y, mucho menos, hipócrita inquisidor de las culpas de los
demás.
Inmersos en el profundo abismo
donde han terminado los sueños de ser el primer país petrolero del mundo...
...es
muy fácil encontrar culpables, pero muy difícil establecer un diagnóstico
certero, que nos permita encontrar un piso sólido para remontar la cuesta y no
terminar, como Sísifo, de nuevo en el foso, con la roca a cuestas. Tal es la
magnitud del reto.
El comienzo de esta tercera
década del siglo es ocasión propicia para continuar desentrañando las claves de
una realidad que con frecuencia se nos hace inasible.
Al respecto, creo indispensable ratificar
mi visión y opinión sobre el estado actual de la industria petrolera
venezolana, registrada en trabajos publicados
en mi blog y en otros portales electrónicos como Aporrea.org y Costa del Sol, a
los cuales refiero a los lectores:
A partir de esas exposiciones, centradas
en un enfoque personal, con un balance crítico profundamente pesimista, al cual
deberé incorporar las más recientes manifestaciones de esa inenarrable catástrofe, creo
indispensable comenzar la tarea de este año y década por la revisión del
entorno en el cual se debe desempeñar nuestro país y su industria petrolera.
Vale decir, despejar el panorama de opciones que se nos plantean en los
espacios de lo económico, geopolítico y energético global.
En el más amplio de esos
espacios, el de la geopolítica, las condiciones para nuestro país han estado y
estarán determinadas por su pertenencia al patio trasero norteamericano. Así
nos lo recordó la declaratoria de Venezuela como una “amenaza inusual y
extraordinaria”, por parte de Barak Obama, ratificada ahora por su
caracterización como “país forajido” dentro de la política energética “Estados
Unidos Primero” de Donald Trump.
El Presidente Trump está comprometido con lograr la independencia energética del cartel de la OPEP y cualquier otra nación hostil a nuestros intereses. Al mismo tiempo, trabajaremos con nuestros aliados del Golfo para desarrollar una relación positiva sobre la energía como parte de nuestra estrategia antiterroristmo. [1]
Esa política, materializada en
las crecientes sanciones a funcionarios e instituciones gubernamentales y en el
bloqueo de las transacciones financieras y mercantiles de todo tipo, ha sido elemento
fundamental en la profundización, a partir de 1917, de la situación crítica que
confrontaba ya desde 2014 la economía venezolana y, en particular, su industria
petrolera, hundida -como he repetido
insistentemente- por la terca y ciega planificación de “pajaritos preñados”
(1981
-1999 y 2005-2018) [2],
... además de la siempre presente y rampante corrupción generalizada.
Hoy, el país todo –y no sólo el
gobierno- se encuentra con la soga al cuello, parado en tambaleante equilibrio
sobre una silla y tratando de eludir la patada fatal.
En tales circunstancias aparecen
todas las propuestas aprovechadoras posibles, sobre todo, las de quienes
consideran que “la oportunidad la pintan calva” y a las cuales me referí en
varios de los artículos anteriormente
citados [3]
2020 comienza con una creciente
proliferación de las propuestas aperturistas y privatizadoras, apelando a todos
los medios de presión y de convencimiento de la inevitabilidad de las mismas,
tanto si se mantiene en funciones el actual gobierno, como si se dan los
escenarios políticos alternativos y se implantan los programas prediseñados
desde los centros de difusión del pensamiento neoliberal como CEDICE y las
Universidades norteamericanas.[4]
Precisamente, el masaje mediático
recomenzó este año con un “tubazo” marca Bloomberg, fabricado sin ninguna
confirmación efectiva, a partir de hipótesis y especulaciones sobre una
realidad innegable: el gobierno, acorralado por las sanciones, está buscando
todos los medios para eludirlas y en ese intento, se encuentra en permanente
contacto con los operadores extranjeros que son sus socios en las empresas
mixtas ya constituidas, Chevron, ENI, Repsol, Rosneft, China National Petroleum
Corporation.
La primera de ellas, junto a las
prestadoras de servicios petroleros Schlumberger, Halliburton, Weatherford, ha
obtenido licencias sucesivas del propio gobierno norteamericano para posponer
la cancelación de sus operaciones en el país. (Una brillante muestra de que los
movimientos tácticos no deben comprometer a los intereses estratégicos).
Rosneft ha apelado a la excusa de
que los envíos petroleros que realiza son para cancelar deudas previas y
embarca crudo venezolano que luego vende a los clientes de PDVSA en China y la
India.
Repsol y ENI continúan en
operaciones en el Campo Gasífero Perla IX, del Bloque Cardón IV en el Golfo de
Venezuela, por muy buenas razones:
Repsol ha confirmado que el pozo Perla 1X en Venezuela es el mayor descubrimiento de gas de la historia de la empresa y el más grande jamás realizado en ese país. El campo podría contener reservas de gas recuperables de entre 1.000 y 1.400 millones de barriles equivalentes de petróleo, suficientes para satisfacer la demanda de gas en España durante 5 años.[5]
CNPC America Ltd., está
recuperando el “mejorador" de Petrosinovensa en Jose, utilizado hasta
ahora como “mezclador” de crudos livianos y extrapesados para producir crudo
Merey de 16° API.
Pues bien, es muy lógico inferir
que PDVSA y el Gobierno mantienen un
permanente contacto y negociación con esas empresas, sobre todo, en un ambiente
de cambiantes condiciones para su relación comercial.
Por tales razones, para la
periodista de Bloomberg no es nada descabellado colegir que, dadas las
presiones a que está sometido el gobierno, con la soga al cuello, como ya
mencioné, esté intentando un último
recurso para salvarse y esté explorando opciones extremas como la privatización
total de las asociaciones petroleras. De allí a darlo como un hecho inminente
no hay sino un paso.
Y así, sin citar fuentes, dada la
confidencialidad debida, Bloomberg presenta su “tubazo”:
“Venezuela analiza privatizar petróleo ante desplome económico”
Ante el colapso económico y rígidas sanciones, el gobierno socialista del presidente venezolano Nicolás Maduro propuso otorgar participaciones mayoritarias y el control de su industria petrolera a las grandes corporaciones internacionales, una medida que terminaría con décadas de monopolio estatal.
Representantes de Maduro han mantenido conversaciones con la rusa Rosneft PJSC, Repsol SA de España y Eni SpA de Italia. La idea es permitirles hacerse cargo de las propiedades petroleras controladas por el gobierno y reestructurar parte de la deuda de la compañía estatal, Petróleos de Venezuela SA, a cambio de activos, según personas con conocimiento del tema. (subrayado mío) [6]
Como se observa en lo subrayado,
no se trata ni siquiera de fuentes oficiosas, sino de personas “con
conocimiento del tema”.
El estilo de fabricación de un “tubazo”
cubierto de “investigación periodística” es característico de una de las
firmantes del reporte, como me consta personalmente, por la solicitud que esa
misma profesional me hiciera, de informarle, dada mi condición de Asesor del
BCV, sobre cómo y quiénes estaban sacando el oro de las bóvedas del Banco, tal
como se rumoraba insistentemente en
twitterlandia durante la “contingencia eléctrica” de abril del año pasado.
Mi desconocimiento de tales
“operaciones” me valió el calificativo de “cómplice encubridor”. ¡El posible
“tubazo” bien valía la pena el enojoso intento!
Lo cierto del caso es que, ahora
sí, la “matriz de opinión” privatizadora quedó establecida, y en los siguientes
días, hasta hoy, sigue siendo tema de renovadas discusiones e intercambio de diagnósticos
críticos, propuestas salvadoras, acusaciones y negaciones, entre “estatistas” y
“aperturistas”.
No es pues una coincidencia que,
dos días después del tubazo, saliera a la luz un refrito académico de la opción
opuesta: lo que deberá hacer la “nueva administración” para recuperar la
industria petrolera, con el concurso de las “majors” petroleras occidentales y
el FMI.
Se trata de una reposición, al mejor estilo de
Hollywood, de los eternos planteamientos modernizadores citados en la nota 4 de
este trabajo.
Siempre con pretensiones de antiestatismo, pero efectivamente desnacionalizadores, acreditadas en esta oportunidad por universidades americanas e investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo y… ¡que casualidad! profusas citas de la corresponsal de Bloomberg en Caracas.
Siempre con pretensiones de antiestatismo, pero efectivamente desnacionalizadores, acreditadas en esta oportunidad por universidades americanas e investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo y… ¡que casualidad! profusas citas de la corresponsal de Bloomberg en Caracas.
El renacimiento del sector petrolero de Venezuela será la piedra angular de su recuperación económica cuando la transición política tenga lugar. Y dada la destrucción de la petrolera estatal venezolana, las empresas privadas extranjeras serán sin duda la clave para la reanimación de la industria petrolera.
Este informe, basado en entrevistas con representantes de importantes empresas petroleras internacionales, busca comprender mejor el desafío que perciben las compañías petroleras extranjeras y las condiciones que serían necesarias para atraer la inversión privada a Venezuela bajo un nuevo gobierno.[7]
La propuesta es sustanciosa:
aumentar en 10 años la producción petrolera venezolana en 2 millones 600 mil
barriles diarios, con una inversión de 90 mil millones de dólares en gastos de
capital y 122 mil millones en gastos de operación, que incluyen la perforación
de 13.400 pozos adicionales.
¡Nada que envidiar a los Planes
de la Patria de 2005, 2012, 2014 para alcanzar 7 millones de barriles diarios
en 2021 y menos al más moderado de la Agenda de Inversiones de PDVSA en 2018,
para alcanzar 5 millones de bd en 2025!
La pequeña diferencia es que,
ante la evidente incapacidad nativa, estos proyectos serán ejecutados por las
grandes corporaciones extranjeras occidentales,
generosamente remuneradas, según sus propios proyectos y presupuestos de costos
y gastos, con los recursos que obtenga la Nación de los también generosos
rescates del Fondo Monetario Internacional, a cuya ineludible honra quedará
atado el país durante varias décadas.
Además del levantamiento de las
sanciones norteamericanas, asegurado porque se trataría de un nuevo gobierno, las condiciones expresadas por los voceros de
las “western majors” consultadas comportan una limpieza previa total de riesgos,
que deberán ser asumidos por ese gobierno: un favorable régimen fiscal,
estabilidad política, solución de cuellos de botella infraestructurales, disposición
de adecuado capital humano, resolución de problemas de seguridad, remoción previa de peligros y riesgos
ambientales, etc.
Las decisiones de inversión en
Venezuela de estas corporaciones estarían condicionadas también por las
circunstancias externas, tales como la consideración de las perspectivas de alta competitividad que se avizoran en la oferta global, las
restricciones que afrontaría un petróleo de alto contenido de carbono, el nuevo
balance del mercado petrolero alcanzado después que las sanciones
norteamericanas fueron impuestas...
Los autores concluyen que el régimen fiscal establecido por un nuevo gobierno tendrá que ser más flexible y reducir el precio de equilibrio del petróleo extraído en el país, para compensar la cantidad de costos y riesgos que no existen en otras regiones productoras. Un nuevo gobierno tendrá que enviar señales de que allí habrá estabilidad política y una certidumbre regulatoria de largo plazo.
Como se puede observar, para
imponer condiciones al país si cuentan en estos proyectos las limitadas
expectativas de la demanda petrolera mundial y la plétora de oferta actual y de
nuevas localizaciones de crudos livianos en Noruega, Guyana y Brasil, para no
citar las recurrentes expansiones de los yacimientos sauditas y kuwaitíes en la
reabierta Zona Neutral, de Irak e Irán cuando se consolide la “pax americana” y
el “pasajero” boom norteamericano de las lutitas (shale oil) que ha convertido
a ese país en el mayor productor mundial.
Las demás precondiciones de inversión
que se mencionan en el documento citado como consenso de las corporaciones
consultadas son contundentes, e incorporan un cambio radical de la cultura
política venezolana, que alcance hasta
la modificación del ordenamiento legal y constitucional histórico, el
cual establece la propiedad de la Nación sobre sus recursos minerales de
cualquier tipo:
Venezuela tiene una larga historia de nacionalismo de los recursos y expropiaciones en el sector petrolero. Esta ideología podría seguir siendo popular en sectores de la población, incluso después de una transición política.
La afirmación de que los recursos naturales de Venezuela son propiedad del pueblo y que el Estado debe ejercer un alto grado de control sobre ellos, es uno de los pilares del chavismo y sirvió de justificación para la expropiación de algunos proyectos de compañías petroleras extranjeras bajo el presidente Hugo Chávez.
Para no dejar nada al azar, y al
arbitrio de la tradicional irresponsabilidad planificadora de los gerentes petroleros
nativos...
...advierten:
...advierten:
Los autores también consideran que hay numerosos retos para recuperar el sector petrolero venezolano, y que tomará meses, e incluso años para que un monto sustancial de inversiones fluya hacia el mismo, razón por la cual, manejar las expectativas de la población y encontrar fuentes alternativas de ingresos pueden ser la clave.
El mensaje a los venezolanos en
general es claro: Señores, los que
proclaman que somos Salvador con su arpa los están engañando, ¡pónganse a
trabajar en otras cosas y dejen de estar contando con una renta que ya no
existe para ustedes, sino para alimentar nuestros negocios!
Con todo eso en consideración, asegurados
los rendimientos óptimos de su inversión,
a ninguno de los proyectistas importa la tasa interna de retorno neta negativa
para el país en toda la vida útil del proyecto, y mucho menos, los activos
varados después de esta década, que seguirán el destino, ya presente, de los
que constituyeron la capacidad instalada
de 1 millón 400 mil barriles diarios de la Faja del Orinoco, la cual está
siendo utilizada actualmente, a lo sumo en un 20 por ciento, sin perspectivas
de remontar esa cuesta.
Total…, la chatarra puede ser
procesada para producir acero nuevo, budares y ollas mondongueras de aluminio.
Pero tranquilos, ¡que es jugando!.
Venezuela vencerá todos esos
obstáculos y augurios agoreros. Su industria petrolera, con una gerencia
moderna, sin tiquismiquis socialistoides
y patrioteros capturará todo el crecimiento de la demanda petrolera mundial de
aquí al 2030, tal como se ha propuesto varias veces y ha sido saboteada por fuerzas oscuras, como las de ciertos pronosticadores coludidos contra la Patria:
Después de eso, transición
energética de por medio, el que venga atrás que arree. Pérez Alfonzo dixit.
CMP - 05/02/2020
[1] http://www.lacasablanca.com/america-first-energy En su versión original -aquí modificada- publicada
por la Página de la Casa Blanca el primer día de la administración Trump, se
mencionaban específicamente a Irán, Venezuela y Rusia como “rogue states” que
serían combatidos directamente.
[4] González Cruz, Diego, PROPUESTAS PARA
VENEZUELA, CÓMO RESCATAR A LA INDUSTRIA PETROLERA NACIONAL, http://petroleumag.com/wp-content/uploads/2018/08/cedice_petroleo.pdf. Comentadas por mí en: Mendoza P., Carlos, “Agencia Venezolana
de Hidrocarburos ... Marca A.C.M.E.” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/11/agencia-venezolana-de-hidrocarburos.html
[6]
https://www.bloomberg.com/news/articles/2020-01-27/venezuela-analiza-privatizar-petr-leo-ante-desplome-econ-mico-k5wvx14l Fabiola Zerpa, Lucia Kassai y Ben Bartenstein
January
27, 2020, 4:08 PM GMT-4
Lisa Viscidi & Nate Graham, REVIVING
VENEZUELA'S OIL SECTOR, The Role of Western Majors. © 2020, Inter-American
Dialogue.
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martes, 17 de diciembre de 2019
PETRÓLEOS DE VENEZUELA PATRIMONIO NACIONAL INALIENABLE
Forja de un Estatista (II)
Continúo en el arqueo de los argumentos esgrimidos hace más de 20 años sobre el tema del cual versan mis artículos recientes, en particular el último, “The Government take, el Silbón y La Llorona”. [1]
Se trata de traer a colación un viejo discurso, para insertarlo en el debate actual, en los términos y circunstancias que se plantearon desde entonces.
Alcance y
significación
del carácter estatal de
PDVSA
y su nuevo rango constitucional
Carlos Mendoza Pottellá
“ABC Petrolero”, Fundapatria - 10/11/1999
La reserva constitucional al Estado de
la propiedad exclusiva sobre la totalidad de las acciones de PDVSA ha sido
recibida como una gran derrota por parte de las fuerzas interesadas en el
jugoso negocio que ya tenían asegurado, de haber continuado la gestión
petrolera del combo Giusti-Arrieta-Quirós o una parecida.
Como dice Veneconomía en su edición semanal correspondiente al 10 de noviembre
pasado, "El sector privado plenó los diferentes medios de comunicación
para expresar su rechazo a tal decisión". Nada más obvio, cuando ya esos
medios habían silenciado, por dos meses el hecho de que esa propuesta
existiera, y ello obligó a FUNDAPATRIA a publicar un comunicado pagado
anunciando al país que esa medida había sido aprobada por la Comisión de lo
Económico y Social de la Asamblea Nacional Constituyente.
Claro, confiaban en el ejercicio de sus silentes mecanismos de presión, para
torcerle en privado, a la sombra del "bajo perfil", el brazo a la
ANC.
Ahora, como la estrategia les fracasó, se desgañitan en protestas y en
interpretaciones trucadas de las implicaciones de la norma constitucional
aprobada. Por lo demás, se han presentado de cuerpo entero los sectores y
personalidades que, agazapados, han estado trabajando por la privatización de
PDVSA, aunque digan que sólo se trate de prevenir "rigideces" en el
futuro.
En primer lugar es necesario aclarar
que en ningún caso la propiedad exclusiva de las acciones implica la
imposibilidad de contratar o convenir con empresas privadas del sector,
nacionales o extranjeras.
Esto hay que puntualizarlo, por las
falacias voceadas este sentido, pretenden demostrar que ahora PDVSA no podrá
realizar contratos operativos o realizar operaciones de "outsourcing"
sobre actividades no medulares.
Se trata simplemente de satanizar la
norma constitucional y de dar por sentado que la estupidez burocrática es
consustancial con la propiedad estatal.
La realidad es que PDVSA, en tanto que
empresa a la cual su propietario estatal tuvo que darle la forma de sociedad
anónima [3](1), puede
realizar toda clase de operaciones mercantiles, mientras ellas no involucren
enajenación del capital accionario de la empresa.
Es decir, que no puede comprometer la
integridad de la empresa, ni comprometer su patrimonio como garantía en
operaciones financieras o contratos de cualquier índole con terceros.
Pero ello no quiere decir que no
pueda, por ejemplo, enajenar activos cuya prescindencia no dañe el normal
desenvolvimiento de las actividades reservadas al Estado, o contratar servicios
externos para la operación de alguna de sus instalaciones y equipos, cuando así
se considere conveniente.
Más aún, si la propia Constitución la
autoriza a realizar Convenios de Asociación, aún con la previsión de que Estado
deberá detentar el control, automáticamente la está autorizando a participar en
la propiedad sobre los activos de esa Asociación, compartida con las empresas
privadas participantes.
La intención del constituyente es una
sola: mantener bajo el control del Estado, como ejecutor y garante de la
propiedad colectiva de los venezolanos, el poder de decisión sobre esa
industria fundamental.
Para que eso se cumpla a plenitud, es
absolutamente necesario impedir la cesión, por mínima que ella pretenda ser, de
porciones de la propiedad y el control sobre el ente estatal bajo cuya
responsabilidad se ha colocado la administración física de los recursos y las
operaciones de producción que habrán de realizarse, en función de las políticas
que determinen los poderes públicos.
Esa propiedad absoluta es la que
permitirá a la Nación venezolana tener una voz propia, clara y distinta en el
mercado petrolero, no sólo como propietaria de sus inmensos yacimientos, sino
como soberana en las principales decisiones para su disposición, manufactura y
comercialización.
No se trata de cerrar las puertas a
los capitales privados nacionales y extranjeros en esas actividades. Quienes
conocen el negocio petrolero saben que aún con el control estatal exclusivo
sobre PDVSA existen muchas vías para la participación de esos capitales en los
negocios que se generan a partir de la producción petrolera venezolana.
Es más aún, existen múltiples
ventajas, que son las que han atraído permanentemente al capital petrolero
internacional hacia nuestro país y que lo seguirán atrayendo. De lo que se
trata es de una negociación dura, con los capitales internacionales más
avezados, acostumbrados a imponer ruinosas condiciones a quienes no estén
preparados para hacerse respetar.
Venezuela tiene en sus manos un
poderoso instrumento de negociación y no puede renunciar a él. Por el
contrario, debe utilizarlo, debe hacer valer su poder y sus condiciones
inmejorables como suministrador seguro, políticamente estable y cercano al
principal mercado mundial.
Es claro que una de las maneras de
negociar preferidas por el poder petrolero es la del chantaje y el soborno, la
de amenazar con bloqueos, boicots y restricciones y la de comprar
"lobbystas" y fabricar solidaridades automáticas.
Para ello cuentan con inmensos
recursos y el poder suficiente como para lograr coros de aparente unanimidad en
los medios de comunicación.
Pero Venezuela cuenta con suficientes
recursos para enfrentar esa "negociación dura". A las mencionadas
ventajas estratégicas de nuestro petróleo y al control estatal sobre PDVSA, hay
que agregar la pertenencia a la OPEP y la posibilidad de hacer un frente común
con los principales exportadores para evitar posibles boicots de los
consumidores.
Una negociación dura fue la
"disuasión nuclear" de los tiempos de la guerra fría, cuando la mutua
destrucción que aseguraban los inmensos arsenales nucleares de que disponían
los contrincantes impedía que alguno de ellos pensase en la posibilidad de
"ganar" una guerra nuclear.
Aunque en verdad ese escenario de
confrontación no está planteado hoy en día en Venezuela, y las campañas
alarmistas de los corifeos de la privatización no son otra cosa que
"bluff" de fulleros, es necesario estar preparado para algún tipo
de negociación dura.
Claro que hay diversas maneras de
estar preparados para una confrontación o para evitarla, y por ello, mientras
algunos piensan que hay que tener los pantalones bien puestos, otros están
dispuestos a aflojárselos.
En verdad, de lo que se trata es de
una cuestión de intereses. De un conflicto de intereses.
En primer lugar, para nosotros, está
el interés colectivo de los venezolanos. De todos y cada uno de los
venezolanos. Luego está el interés de sectores importantes de la sociedad
venezolana, respetables y valederos dentro de una sociedad capitalista, donde
cada cual busca legítimamente un beneficio particular, pero dentro de los
límites que establece la sociedad nacional, es decir, siempre y cuando ese
interés privado no choque con el interés colectivo.
Si se tienen claros esos límites,
siempre será posible una actividad lucrativa privada en cualquier actividad sin
afectar el interés colectivo sino, por el contrario, contribuyendo a su
salvaguarda. El conflicto de intereses se presenta de manera muy aguda en este
caso, cuando es estimulado por la intervención de intereses foráneos claramente
antagónicos a los nacionales en lo que respecta al control del negocio
petrolero venezolano y de los grandes beneficios que genera: el capital
petrolero internacional.
.cmp miércoles, 10 de noviembre de 1999
Se
trata de que el 1º de enero de 1976 se inició un proceso de desmovilización de aquel
sentimiento y movimiento nacionalista que inspiró las luchas de insignes pensadores
venezolanos, y que dio pie a los sueños de una plena independencia económica
del país que abrigaron varias generaciones a partir de los años veinte del
siglo pasado.
Pero
se trata también de que, más allá de la mera frustración intelectual del ideario
nacionalista, en esa misma fecha se comienza a poner en ejecución una de las
mayores y más efectivas estrategias de que tengamos noticia, enfilada hacia la
merma paulatina, constante y creciente, de la participación nacional en los
beneficios de la liquidación de nuestro principal patrimonio colectivo.
Con
las galas de la “nacionalización” se inició el desmontaje de todos los logros laboriosamente
obtenidos, entre avances y retrocesos, por la política petrolera de inspiración
nacionalista entre 1920 y 1973: comenzando por la liquidación del control y
fiscalización total de la industria por parte del Ministerio de Minas e Hidrocarburos
y llegando al desmoronamiento de la regalía y de las tasas del Impuesto sobre
la Renta (ISRL)
El
“adelanto de la reversión” de 1976 resultó en la completa frustración del camino iniciado
por Pérez Alfonzo con la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP) y el
principio de “no más concesiones”, camino que, sustentado definitivamente en la
Ley sobre Bienes a Reversión, debía concluir en una auténtica nacionalización en
1983.
.cmp /Vigencia del nacionalismo petrolero (13/01/2006).
[2]
Mendoza P., Carlos, Nacionalismo
Petrolero Venezolano en Cuatro Décadas, Pág. 417. Banco Central de
Venezuela, Colección Venezuela y su Petróleo, Caracas 2017.
[3]
El gobierno se vio obligado a ello por
la presión que ejercieron los hombres que irían a ocupar los niveles
gerenciales y altos cargos técnicos en la empresa nacionalizadas, quienes
amenazaron, a través de la asociación que los agrupaba, AGROPET, con decretar
una estampida, una verdadera "fuga de cerebros", si no se les
garantizaban los niveles de sueldos de los cuales disfrutaban en las empresas
concesionarias extranjeras.
La figura de sociedad anónima,
del dominio del derecho privado, era la única que permitía eludir las normas de
la administración centralizada, que establecían como tope de los sueldos en el
sector público el asignado al Presidente de la República, cuyo monto era unas
diez veces inferior al devengado por los máximos niveles de la gerencia
petrolera de entonces.
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