y su “justificación” CITGO
Carlos Mendoza Pottellá
Abril 1999
Uno de los últimos actos del pasado gobierno, el pasado mes de enero, fue la firma de un tratado con los Estados Unidos para evitar la doble tributación. El intenso y poderoso “lobby” que precedió a la suscripción de ese acuerdo apenas trascendió a la opinión pública, pero alcanzó momentos culminantes durante la visita que hiciera a nuestro país el presidente estadounidense, Bill Clinton.
En esa oportunidad, uno de los voceros de la conveniencia para nuestro país de la firma urgente de semejante tratado fue el Embajador de Venezuela en los Estados Unidos, a cuyos argumentos hube de referirme críticamente en una carta enviada a “El Nacional”, porque el diplomático su posición en los grandes beneficios que dicho acuerdo significaba para la Citgo, filial norteamericana de PDVSA. La gigantesca desproporción entre las magnitudes de las operaciones de los capitales estadounidenses en Venezuela y las de Citgo es tal, que equivale a comparar un elefante con una hormiga. Si no fuera algo tan serio, por sus graves implicaciones económicas y políticas, parecería cosa de chiste.
Respeto mucho la especificidad del conocimiento y, aunque el asunto me huele mal, debo dejar el aspecto tributario del asunto en manos de los especialistas en la materia. Algunas claves importantes en ese sentido las da el Dr. Humberto D´Ascoli, ex consultor jurídico del Seniat en entrevista concedida al diario El Nacional el pasado 29 de marzo (pág. E-2): “Imponer la renta mundial al ISLR solo beneficia a países industrializados”.
Ahora, cuando se plantea nuevamente el asunto, ya suscrito el acuerdo por el gobierno anterior, entre gallos y media noche y a pesar de las objeciones de la Comisión de Política Exterior del Senado y el Ministerio de Relaciones Exteriores de la época, vuelven a aparecer como estandarte justificador los grandes beneficios que obtendrá Citgo. Y aquí si tengo alguna cosas que decir, muchas de ellas ya referidas en otros contextos:
En primer lugar y de una buena vez: Según cifras de resultados que han llegado a mis manos desde hace años, procedentes de la propia empresa estatal, las ganancias registradas por Citgo surgen de una transferencia de ingresos de las operadoras de PDVSA, por la vía del descuento en los suministros del crudo para aquella filial refinadora y vendedora de derivados en el mercado estadounidense.
Cada vez que he mencionado públicamente estas circunstancias, desde el IV Congreso Venezolano del Petróleo, donde las presenté en una ponencia, se me responde que Citgo no existe para dar ganancias, sino para garantizar el mercado, y que los descuentos son el costo de mantener esos mercados. Tal es la lógica expansiva, que no para mientes en incrementar el costo del barril colocado, con tal de colocar el barril. No importa que caiga la participación fiscal unitaria: habrá mayores volúmenes colocados, mayores operaciones de producción, mas negocio para el sector privado conexo e internacional y, en algún momento en el lejano futuro, se compensarán las cargas y el fisco volverá a obtener cantidades considerables de ingresos.
Pero si se reconoce que ello es así, si no existen realmente las supuestas ganancias, ¿cómo argüir ahora que el Tratado para evitar la doble tributación con los Estados Unidos se justifica por los beneficios de Citgo?
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