PODER Y MERITOCRACIA
Carlos Mendoza Pottellá
Agosto 2019
En mis
anteriores y más recientes trabajos[1]
he estado regresando al pasado con viejos argumentos en la disputa sobre el carácter
nacional, patrimonio colectivo, de los recursos de hidrocarburos depositados
hace 100 millones de años en el subsuelo del territorio que hoy conocemos como
Venezuela.
Ahora
reincido, con nociones veladas en la niebla de los tiempos a mi primer profesor
en la materia, el doctor César Balestrini y a los textos del doctor Rufino
González Miranda, amén de las correciones de mis dislates jurídicos de mi más
reciente ductor en la materia, Álvaro Silva Calderón, a quien, por amistad, le
estoy ninguneando su innegable categoría de doctor.
El carácter
nacional de las minas, heredado de la tradición absolutista hispánica que las
consideraba patrimonio real, tal como fue establecido al ser constituído este
territorio como Capitanía General por el Rey Carlos III en 1777, fue
transferido a la República de Colombia en 1829 –de la cual la Provincia de
Venezuela formaba parte- por decreto del entonces Presidente, Simón Bolívar, y
heredado en 1830 por la escindida República de Venezuela.
Ese sistema es
diferente al establecido en otros países, tales como Estados Unidos, donde
impera la noción extraída del Código Civil
napoleónico, de que los recursos del subsuelo pertenecen al propietario
del suelo, vale decir al ciudadano, quien por esa condición tiene derecho al
voto.
En nuestro
país, esa tradición hispánica dio origen al sistema de otorgamiento de
concesiones por parte del Estado republicano a las personas que quisieran
extraer productos del subsuelo de cualquier naturaleza y a la obligación de los
beneficiarios de pagar a ese Estado una fracción del valor de lo extraído, la
regalía, que conserva ese nombre, vinculado a lo que se le pagaba al Rey para
la explotación del subsuelo.
Con marchas y
contramarchas, avances y retrocesos, ese fue el sistema imperante en Venezuela
hasta 1976, año en el cual, con las galas de una “nacionalización” inducida por
las propias concesionarias extranjeras, se inició un proceso en donde el
interés público, nacional, comenzó a ser minado desde adentro por la casta de “bebés de Rosemary” que ellas mismas
dejaron incubada en la matriz de la industria petrolera “nacionalizada”:
Cuatro meses antes
del “decreto nacionalizador”, Exxon
creó a Lagoven, Shell creó a Maraven, Mobil creó a Llanoven, Chevron creó a
Boscanven, Texas creó a Deltaven, Phillips creó a Roqueven, etc., las 14 “operadoras”
, en total, que las sustituirían, encabezadas por los gerentes nativos de sus
propias filiales, tales como Alberto Quirós Corradi, Presidente de la Compañía
Shell de Venezuela y Guillermo Rodríguez Eraso, Vicepresidente de Creole
Petroleum Corporation.
Allí nace lo
que he denominado el “poder petrolero” y que he descrito en mi libro, editado por
el Concejo Desarrollo Científico de la UCV en 1995, “El Poder Petrolero y la Economía Venezolana”.[2]
De esa obra he
considerado pertinente traer al contexto del debate contemporáneo algunas
consideraciones que, en mi particular percepción, no han perdido vigencia.
Las aporto a
la indispensable evaluación de nuestra historia, que habrá de realizarse para
encontrar el camino de recuperación de nuestra industria petrolera y nuestro
país, eludiendo las soluciones improvisadas y motivadas por intereses
particulares, ajenas al interés colectivo.
Ese “Poder Petrolero” ha sido multiforme y
ha adquirido nombres diversos en distintas oportunidades.
Generalizadamente
se autodenomina como “meritocracia”,
haciendo mención a que la gerencia pública no petrolera es corrupta y
partidizada –lo cual no deja de ser cierto-
pero eludiendo al hecho de ser un sistema de promoción basado en la
lealtad corporativa absoluta y muchas veces en la humillación y en las horcas
caudinas de los “favores” a los jefes en cada escalafón, una escala donde
privan tanto los méritos como la complacencia, que se refleja cada año en una
maléfica campana de Gauss, donde descubres que vas a ser promovido o eres
candidato al degredo, a la congelación eterna (flotaven en la jerga
post-nacionalización) o al despido: meritocracia pura.
Más
recientemente, hace sólo 17 años y a raíz de los conflictos desatados por la
designación de una Junta Directiva de PDVSA con
la inclusión “agentes externos” que
no calzaban los puntos de la meritocracia, ésta se renombró además como la ”Gente
del Petróleo”, birlando una denominación común de todos los venezolanos vivos
actualmente que, de alguna manera, somos todos gente del petróleo.
En la contemporaneidad,
uno de sus principales epígonos, creador de AGROPET, la asociación de gerentes que
impuso el carácter de “Sociedad Anónima” a Petróleos de Venezuela, salivando
ante los catastróficos resultados actuales y previsibles en nuestra industria
petrolera, anuncia que ha llegado una segunda oportunidad para la “gente del
petróleo”, refiriéndose justamente a esa meritocracia que quiere volver a ser
poder petrolero.
Sin más transcribo los textos ya referidos:
El "Poder Petrolero" y sus manifestaciones
En tanto que en la
segunda hipótesis de este trabajo hemos atribuido al conglomerado de intereses
económicos y políticos que denominamos Poder
Petrolero[3] el carácter
de promotor principal de las políticas expansionistas a todo trance dentro de
la industria petrolera, y habiendo iniciado su caracterización en el capítulo
correspondiente a los fundamentos conceptuales de nuestra investigación,
corresponde ahora aportar otros elementos, que terminan de definir los rasgos
de ese factor esencial de la política petrolera venezolana:
Su núcleo matriz,
como ya dijimos, lo constituyeron los "hombres
de confianza" de las antiguas concesionarias, quienes, contando con el
poderoso instrumento de los contratos de asistencia técnica y comercialización
suscritos con sus antiguas casas matrices, -con la absoluta aceptación
gubernamental de los términos presentados por éstas- se convirtieron en
garantes del mantenimiento de los vínculos dependientes de la nueva empresa
estatal con el capital petrolero extranjero.[4]
Esos vínculos
dependientes, han dejado su impronta hasta en la estructura organizativa de
nuestra empresa estatal, la cual, después de un confuso inicio con 14 operadoras,
es sometida a procesos de "racionalización" para concluir con cuatro
operadoras "integradas", Lagoven, Maraven, Llanoven y Meneven, que
inician proyectos paralelos de exploración, explotación y refinación,
garantizando la participación de sus respectivas
ex-matrices, Exxon, Shell, Mobil y Gulf, en los negocios que tales proyectos
comportan: Cuatro cambios de patrón de refinación, cuatro frentes de operación
en la Faja ,
cuatro matrices de asesoría tecnológica... La situación es tan evidente que, cuando
en los Estados Unidos desaparece la
Gulf , en Venezuela se liquida a Meneven.
Pues bien, estos
cónsules de la transnacionalidad generan, en el seno de las operadoras, una
mentalidad corporativa antiestatal, amparados en la necesidad de operar con
criterios "técnicos" y no
político-partidistas, estableciendo artificiosas separaciones entre "el mundo político" y "la industria", sintiéndose,
al igual que sus antecesores extranjeros del enclave petrolero, "una empresa del primer mundo en un
país del tercer mundo", rodeándose de una aureola de eficiencia no
siempre justificada por los hechos, pero si escudada en la inmensa capacidad
generadora de renta del producto que manejan, designando como "meritocracia" a un proceso de
asignación de cargos gerenciales cargado de subjetivismos y exigencias de
incondicionalidad:
La
meritocracia es un vocablo que las nuevas generaciones petroleras oyen
mencionar hasta el cansancio en cursos, discursos y seminarios, pero que en la
práctica no se aplica por ninguna parte. Todo lo contrario. En la medida en la
cual el individuo es competente y capaz, en la medida en que demuestre tener un
alto potencial, en esa misma medida los directivos lo excluyen porque
representa, en el corto y mediano plazo, el reto a la competencia que ellos,
por su incapacidad, no están en condiciones de enfrentar [5]
5 Lorenzo Monti, Venezuela Hoy, Pág. 72-75 "Cuidar
es Querer". Por cierto que lo señalado por Monti, un veterano de 25
años en la industria, es la primera constatación documental de lo que es motivo
frecuente de quejas verbales entre la gente de la industria en tiempos de
evaluación: la arbitraria utilización del método de la campana de Gauss para
estratificar al personal supervisado entre óptimos, buenos, regulares y malos,
con la consiguiente generación de "cadenas de complacencia" entre los
distintos escalones jerárquicos.
La
sobrevaloración de sus méritos, el percibirse como ejecutivos de una empresa
mil millonaria que figura en los primeros puestos del ranking mundial, ("PDVSA
has targeted an aggressive strategy of expansion to assume an increasing role
in the global market as a world class major energy corporation") [6]
los conduce a exigir privilegios de "Nueva Clase", como refiriera un
articulista de El Universal en respuesta a otro, uno de los más connotados
miembros del Poder Petrolero. [7]
Aún cuando no negamos que quien maneja miles
de millones de dólares deba recibir un tratamiento adecuado a la delicadeza y
complejidad de sus responsabilidades, pensamos que tales pretensiones están
vinculadas al olvido -mas que olvido, negación- de su condición de servidores
públicos pues, con igual o mayor nivel de responsabilidad y legitimidad,
podrían exigir tales privilegios el Presidente de la República, sus Ministros,
y las cúpulas de los demás poderes públicos.
A tal punto se
comportan como empresarios privados nos
lo demuestran los numerosos pliegos conflictivos introducidos por los
trabajadores petroleros en las zonas operativas de oriente y occidente,
motivados fundamentalmente porque esa remuneración privilegiada se detiene en
las cúpulas, ante la necesidad de "racionalizar los costos".
Estas
referencias a la mentalidad corporativa privatista que impera en Petróleos de
Venezuela pueden parecer anecdóticas o folklóricas, sin embargo, constituyen
parte fundamental de la razón de ser del expansionismo petrolero y a ellas
haremos referencias en los diversos capítulos donde tratamos específicamente
los resultados de los proyectos surgidos bajo esa concepción.
Por lo pronto,
es oportuno mencionar algunos ejemplos del funcionamiento de ese espíritu
corporativo: Las campañas alarmistas sobre los peligros a que se enfrentaría la
industria petrolera si se produjera una disminución muy pronunciada de su flujo
de caja como consecuencia de la aplicación de políticas "fiscalistas", el reclamo constante de "autonomía operativa" y cese de controles e
interpelaciones, la exigencia -ya aceptada por todo el espectro político
nacional- de eliminar los Valores de Exportación. El recurrir a argumentos que
parten de comparaciones con las grandes empresas privadas transnacionales para
proclamar que la nuestra es la empresa que
"paga más impuestos", olvidando
que, en el caso de Petróleos de Venezuela, son precisamente los impuestos la materialización
del beneficio neto del propietario de los activos: el Estado.
En el
ejercicio de su condición, el poder
petrolero apela a todos los medios a su alcance, utilizando recursos
considerables para la promoción de los escenarios más convenientes a sus
intereses. En ello ha tenido un resonante éxito, al convertir sus "presentaciones" en la
encarnación viva y generalmente aceptada
de "la verdad petrolera".
Sus esfuerzos
han ido desde las campañas
institucionales y el adoctrinamiento de los periodistas que cubren la fuente,
hasta la "toma" de "El Nacional" por uno de sus
más destacados espadachines: Alberto Quirós Corradi.
Ni
los más radicales se han salvado del masaje ablandador y, además de la
particular indiferencia por estos temas que se ha generado en ellos, del dejar
el problema a "los técnicos",
no es ya extraño ver, de vez en cuando, a algunos de los más destacados declarando sobre la exagerada presión fiscal que aqueja a
PDVSA y la urgencia de eliminar los Valores Fiscales de Exportación, o la
necesidad de "ponerle comillas a la OPEP "
[8].[1]
Hace unos seis años, durante nuestra
última visita-almuerzo en el Pent-House de PDVSA, -en tal oportunidad como
miembro de una delegación de profesionales y técnicos del MAS- tuvimos la
desagradable necesidad de manifestar, de
viva voz, nuestro desacuerdo con otro miembro de la delegación, quien inquiría
al complacido Directorio de la Casa Matriz con un enfático "¿Hasta cuándo vamos a
quedarnos en la OPEP?" que hablaba muy bien de la moderación y
modernidad de los técnicos de ese partido.
El otro
ejemplo que queríamos referir respecto a esta manera de presentar las cosas, no
se contrae a una cita, sino a toda una trayectoria documental y declarativa en
ese sentido. Nos referimos a Humberto Peñaloza, Ex-Directivo de PDVSA y maestro
de las "presentaciones", desde la época de "Los Grandes Números
de la Industria Petrolera Nacionalizada":
"...los
recursos financieros que PDVSA y sus filiales proporcionan al fisco nacional
por vía de impuestos..."
"...una
industria tipo primer mundo en un país empeñado en mantenerse en el
tercermundismo."
"...la IPN ha venido cumpliendo a
cabalidad las misiones que le fueron asignadas en el acto nacionalizador, y ha
seguido con rigor y disciplina los lineamientos emanados del Ministerio de
Energía y Minas en representación del Ejecutivo Nacional.
De
modo que no tiene asidero alguno la especie de que la industria petrolera se
comporta como un Estado dentro del Estado."
"...el
Estado, dueño del negocio, toma para sí las dos terceras partes del ingreso por
venta de hidrocarburos. Después de pagos al fisco y de cubrir los costos y
gastos de operaciones, la IPN
apenas retiene como ganancia el 10% de esos mismos ingresos por ventas, una
retención estructuralmente insuficiente para una industria que, como la
petrolera, es intensiva de capital y exigente de tecnología." [9]
[1]
Humberto Peñaloza, "Ideas
Preliminares para la Formulación de una Estrategia Petrolera Venezolana a Más
Largo Plazo". Ponencia presentada a la Comisión
Asesora del Presidente de la República en Asuntos Petroleros. Agosto de 1991.
Págs., 44-46, 58.
"El
Gobierno ha irrespetado la autonomía financiera de PDVSA. Ese irrespeto no sólo
está dado por la desviación de los recursos en dólares que, en calidad de
reservas, poseía PDVSA en el exterior ganando buenos intereses sino por la
insoportable tasa impositiva." [10] .
[1] H. Peñaloza,
El Universal, 18 de febrero de 1992
La
manipulación es más burda y descarada mientras más nos alejamos de las fechas
en que se levantaron aquellos polvos que hoy producen estos lodos y así, para
dos de sus ex-presidentes y su actual presidente, PDVSA aparece como una pobre
víctima, que se debate
"entre
el endeudamiento y la voracidad fiscal...hoy parece cada vez más afectada por
la crisis financiera y fiscal que sacude al sector público venezolano y a su
economía toda." [11]
[1] El Universal, 13 de marzo de 1993, loc. cit.
[1] "La aplicación de ese régimen fiscal ha
determinado que, vía Valores Fiscales de Exportación (VFE), el fisco nacional
le ha escamoteado a la IPN durante el período 1976-1990 el equivalente a todo
el aporte legal (13.166 MM$) más una ñapa de 4.154 MM$, para un total de 17.320
MM$".
Humberto
Peñaloza, Ideas Preliminares Para la
Formulación de una Estrategia Petrolera a Más Largo Plazo, Caracas agosto
de 1991. Vers. Mimeog.
[1] "Sector privado solicita eliminar Valor Fiscal de Exportación a
PDVSA" /...Fedecámaras, Colegio de Ingenieros de
Venezuela, las cámaras Petrolera, de la Construcción y de Empresas Consultoras,
y la Asociación de Industriales Metalúrgicos y de la Minería de Venezuela
manifestaron su apoyo firme al planteamiento del Ministerio de Energía y Minas,
MEM, y Petróleos de Venezuela en cuanto a que los fondos necesarios para los
programas de nuestra principal industria surjan de la eliminación gradual del
VFE.
/... La eliminación del Valor Fiscal
de Exportación se ha convertido en punto de honor de la dirigencia petrolera,
la cual considera que es una camisa de fuerza a su crecimiento y operación.
/
Ana Díaz, El Nacional, 18-12-91,
Pág. D-7.
Con lo
anterior estamos reafirmando una posición sostenida por años, como lo demuestra
un artículo escrito en noviembre de 1982 y que transcribimos íntegramente por
su carácter inédito y porque encaja exactamente en la argumentación que venimos
realizando, titulado "El Conflicto
BCV-PDVSA: Petróleo, Poder e Intereses
Nacionales" . Aclaremos
previamente que algunas de las circunstancias descritas en el texto han sufrido
modificaciones, pero el problema planteado sigue siendo sustancialmente el
mismo.
La suscripción de un nuevo convenio cambiario
entre el BCV y el Ministerio de Hacienda, que condujo a la centralización de
las divisas del país en las arcas del instituto emisor, ha provocado un
vendaval de reacciones de variado tono y calibre. Y ello no es gratuito porque
la cuestión tiene una entidad suprema: se trata del PODER con mayúsculas, se
pugna por el control de los excedentes del negocio petrolero.
Para
un grueso sector de la opinión la cuestión se resume diciendo que el Gobierno
le ha quitado las divisas a Petróleos de Venezuela, de lo cual se coligen las
más ominosas consecuencias para la gallina de los huevos de oro.
Desde
nuestro punto de vista, por el contrario, lo anómalo era la situación anterior,
que permitió la conversión de la industria petrolera en un Estado dentro del
Estado, con una autonomía supranacional que le permite no rendir cuentas a
nadie. El Poder de ese ente paraestatal es tan grande que se ha permitido
mostrar públicamente su resistencia a la medida ejecutiva, tornándose intransigente
en la suerte de comisión de avenimiento que hubo de constituirse para negociar
la aplicación del referido convenio. Los voceros de la industria han proclamado
la inconveniencia de todo control externo sobre sus operaciones mercantiles
internacionales. Externo en este caso es el Banco Central, pero también lo
serían la
Contraloría General de la República y el Congreso
Nacional si alguna vez pudieran materializar sus infructuosos intentos en el
mismo sentido. El Presidente de PDVSA se atreve, en acto de suprema soberbia, a
afirmar que "las medidas cambiarias deben ser temporales" (El
Nacional 3-11-82).
Lo cierto del caso es que los dólares en
cuestión no pertenecen a PDVSA ni a sus operadoras. Ellos son el producto de la
liquidación de un patrimonio colectivo de todos los venezolanos: sus recursos
petroleros. Sin embargo, por las peculiaridades de la nacionalización llevada a
cabo en el país, a las operadoras nacionalizadas se les aplica un tratamiento
similar al que recibían las antiguas concesionarias, cobrándoseles regalías e
impuesto sobre la renta a partir de una previa fijación de "valores de
exportación" con fines exclusivamente fiscales. Esta circunstancia
determinó que parte de los beneficios obtenidos por el país en la venta de
petróleo y productos pudiera ser represada en los "fondos de reserva"
mantenidas por la industria en cuentas bancarias en el extranjero. Estos
fondos, que por su magnitud dejan de constituir un simple capital de trabajo,
fueron pilar de la referida autonomía de la industria: en ninguna instancia del
poder estatal venezolano se discuten, revisan, aprueban o desaprueban los
gastos e inversiones de PDVSA y sus operadoras. Tales magnitudes son siempre un
dato que se conoce las más de las veces como hecho cumplido. Es patética en
este sentido la incómoda situación del máximo organismo planificador del
Ejecutivo, CORDIPLAN, cuando tiene que explicar las razones de tal o cual
partida de los planes petroleros: sencillamente no las conoce.
La
gravedad de la situación no está en la minusvalía de un órgano del Estado
frente a otro, sino en que esa autonomía de la industria petrolera sólo es tal
frente al país y se alimenta de una relación subordinada con el capital
petrolero transnacional a través de los Contratos de Asistencia Técnica,
Comercialización y Gestión, que han permitido a esas grandes corporaciones
seguir teniendo injerencia en el negocio petrolero venezolano, obteniendo
pingües ganancias sin riesgo alguno y determinando el rumbo de la industria
como proveedor seguro del mercado petrolero norteamericano y con sustanciales
descuentos sobre los precios marcados por la OPEP , hasta el punto de convertir al país en el
oferente del petróleo más barato del mundo.
Ahora
bien, es evidente que en la escogencia del momento para suscribir el referido
convenio han influido las "intenciones cosméticas" -según la
calificación que le diera el Wall Street Journal- de un gobierno apremiado por
presentar garantías a la hora de refinanciar sus deudas en la banca
internacional. Pero la discusión sobre el destino de esas divisas es materia de
interés público y es sólo ahora, que han salido de la caja negra en que eran
mantenidas por la industria petrolera, cuando la opinión nacional puede tener
injerencia real en la determinación de ese destino.
La
oportunidad debe ser aprovechada para ponerle bridas al desbocado poder de un
enclave gerencial que opera con criterios no contrastados con las prioridades
del país y generalmente desconocidos por una voluntad de ocultamiento que es
parte de su base de poder.
El
papel de las operadoras y su casa matriz tiene que limitarse a la eficiente
gestión y desarrollo de la industria, de los recursos petroleros del país. La
administración de los beneficios de esa actividad es de la competencia del
poder público a través de sus diversos órganos ejecutivos y debe estar, sin
omisiones ni privilegios de confidencialidad, bajo control y supervisión
legislativa. [12]
[1]
C. Mendoza P., Loc. Cit.
"En este sentido, PDVSA contempla
presentar al Ejecutivo un Proyecto de ley para la eliminación gradual del VFE
partiendo de una tasa del 19% a partir de 1992. El año siguiente, la proporción
sería del 16%, en 1994 el 13% y el 10% y 5% para 1995 y 1996, respectivamente.
Hacia 1997, el Valor quedará eliminado, pero Venezuela tendrá una posición más
holgada y ventajosa en el mercado petrolero internacional con una industria
solvente, sin problemas de flujo de caja, y adaptada a las necesidades de sus
clientes.[13]
[1]
Ana Díaz, Loc. Cit., El Nacional 18-12-91.
Subrayado nuestro.
La
alta tributación fiscal, la cual ni siquiera permite en el futuro inmediato
hacer las inversiones necesarias para compensar la declinación y mantener la
capacidad de producción, es el principal obstáculo que encuentra la Industria Petrolera
Nacional para su desarrollo.
De
mantenerse esta situación, mucho menos se realizarán las inversiones en los
proyectos en refinación requeridos, tanto para aumentar la capacidad de
procesamiento de nuestros crudos P/XP, como para cumplir los requisitos de
calidad de productos exigidos por nuestros mercados, reduciendo nuestra
habilidad para competir en un mundo con tendencias ambientalistas cada vez más
acentuadas.
Por
ello, el Plan de la IPPCN
se basó en la premisa fundamental de aliviar la carga tributaria sobre PDVSA
mediante la reducción progresiva del valor fiscal de exportación hasta su total
eliminación en tres o cuatro años...[14]
[1]
PDVSA, Loc. Cit.
En el trienio
pico de 1981-83, campeaban por sus fueros los megaproyectos de la Faja,
farragoso emprendimiento del poder petrolero venezolano, de cuyas consecuencias
todavía se resiente el país, aunque sus dirigentes no tengan conciencia de ello
y los gestores de tales fiascos sigan pontificando y haciendo gala de "eficacia gerencial". El repunte de
1990-91 se hace al calor de nuevos megaproyectos, "el megadisparate de PDVSA" al que alude el Dr. Mieres,
con el cual los petroleros venezolanos pretenden mantenerse dentro de "las grandes ligas" de la
industria mundial.
"Para
emprender estos planes 'grandiosos', PDVSA necesita liberarse de los controles
'parroquiales' del MEM, de Hacienda, de CORDIPLAN, de la Contraloría -de todo
lo que la ate al Ejecutivo Nacional-, del Congreso, por supuesto, y de
cualquier 'cuota' u obligación con la
OPEP. Liberarse de la estrecha dependencia nacional' y manejarse como la 'gran
transnacional' que se siente".[15]
Con este
conjunto de cifras, extraídas con pinzas de los resbalosos Informes de PDVSA,
en la época en la cual todavía aparecían explícitamente rubros que luego se
consolidaron según la práctica habitual,
podemos aproximarnos a un estimado conservador de recursos comprometidos en los
proyectos de la Faja
entre 1978 y hasta el presente, del orden de los 5.000 millones de dólares,
entre inversiones clasificadas como tales y desembolsos cargados a "costos operativos".
Tales cifras
muestran la desaprensiva largueza con la cual se comprometieron los recursos de
la Nación en un proyecto inviable. La pauta de esa generosidad la marcó el para
entonces Presidente de Lagovén, Guillermo Rodríguez Eraso, quien en 1981, en un
discurso en Nueva York, describe así los planes de PDVSA en la Faja :
At present we are actively working on two specific
projects in the Orinoco Oil Belt Area... (Se
refiere al DSMA y Guanipa 100+
The investment required for these two projects is
estimated at eight billion dollars of 1979 and includes substantial
expenditures for infraestructure as this is virtually virgin territory. Other
projects of similar magnitude will necessary to raise production level from the
entire Orinoco Oil Belt to one million barrels per day the year 2000, as
contemplated in Venezuela 's
long range energy plans.
...
The total
investment program that we have undertaken will require some $ 25 billion over
the next six years. Afterwards and until the end of this century, the yearly
rate of investment is likely to average some $ 5 billion (in 1980 dollars. We
expect to generate most, if not all, of this capital internally, through
reinvestment of future earn. Up to now, we have set aside more than six billion dollars to be used exclusively for future oil development activities. [16]
Destaquemos de
paso la majestuosa declaración según la cual "por ahora hemos apartado más de seis mil millones de
dólares..." como una confirmación del funcionamiento de la mentalidad
corporativa del poder petrolero, al asumirse a sí mismos como gerentes de una
empresa con soberanía supraestatal. Ello nos permite también comprender la
furia con la cual reaccionaron los ejecutivos petroleros cuando ese fondo en
dólares fue bolivarizado por el Banco Central en tiempos de Díaz Bruzual.
Al escuálido
resultado de esos cuantiosos desembolsos
se puede aplicar el viejo símil "...y
la montaña parió un ratón". En efecto, si nos atenemos a los datos de la Memoria del Ministerio de
Energía y Minas de 1991, de los 30.292 millones de barriles de crudo
extrapesado de la Faja
identificados para ese año como "reservas
probadas" del país, se producen, en promedio, 14.767 barriles diarios,
que representan el 0,018% de tal acumulación y, a ese ritmo, un horizonte
productivo de más de 5.620 años. Para 1992, y de acuerdo con la Memoria de Minas de ese
año, la producción de extrapesados aumentó a 38.147 barriles diarios (0,045% de
30.304 miles
de millones de barriles y la relación
reservas-producción descendió a 2.176,4 años.... [17]
El 2 de marzo
de 1993 fueron reproducidas por la prensa venezolana algunas de las
conclusiones de un estudio de la British Petroleum, "Producción de Venezuela 1920-2030", que confirman, por
si algo faltara, todo lo dicho:
"Desde
el punto de vista económico, sostiene la British, los programas de la Faja no
son todavía lo suficientemente atractivos pues se trata de proyectos con una
ingeniería muy compleja y altos costos de inversión. A los actuales precios del
petróleo, los proyectos de crudos pesados resultan marginales "en el mejor
de los casos" (comillas de la periodista,
n.n.) y si se comparan los rendimientos con la
magnitud de la inversión requerida el barril de petróleo debería tener un
precio constante de 25 dólares" [18]
El informe en cuestión no tiene desperdicio.
Así, por ejemplo, confirma nuestra estimación sobre el monto de lo invertido
hasta ahora en la Faja ,
cuando asienta que "una planta de
procesamiento de 110.000 barriles/día de capacidad cuesta entre 4.000 y 4.500
millones de dólares". (Recuérdese que hablamos de un monto global de
5.000 millones de dólares entre inversión y "costos
operativos" y que la capacidad instalada actualmente es de 103.000
barriles diarios)
Por lo demás,
British se recrea en las posibilidades venezolanas de expansión de las reservas
de crudos livianos y medianos, recomendando el inicio de "un esfuerzo concertado de exploración", perforar 350
pozos exploratorios, etc., que merecerían consideración crítica y detallada,
pero, por ahora, nos interesa destacar la acotación final de la periodista, en
la cual se asienta la autoridad con la cual British Petroleum hace el estudio:
"Cabe
destacar que BP firmó con PDVSA, en marzo de 1991, una carta de intención para
estudiar la factibilidad de un desarrollo conjunto en la Faja del Orinoco. Un año más
tarde, la empresa petrolera británica decidió no continuar, alegando que no
tenía tecnología para adelantar un proyecto de esa naturaleza". [19]
Veinte días
más tarde, recibimos otro mensaje del capital petrolero internacional, esta vez
de boca del Presidente de la empresa petrolera francesa Elf-Aquitaine quien, de
paso, refuta la idea de que la
inviabilidad de los proyectos de la Faja dependa exclusivamente de la alta
tributación. Respondiendo al periodista
que le trasmite la "verdad
petrolera" sobre tributación, dice:
"Eso
es cierto, pero no niega que usted no puede rivalizar hoy en día con un crudo
pesado, cualquiera que sea la
voluntad de disminuirle el impuesto, [Subrayado nuestro] y un crudo ligero de zonas fáciles de
explotar. Eso es imposible. Está claro que para la economía venezolana ustedes
tienen un petróleo que puede costar diez veces más que otro.
...
Venezuela
para preparar el futuro de sus nietos tiene ganas de demostrar que el petróleo
pesado, que es una de sus riquezas, puede ser explotado.
...
Ahora,
desde el punto de vista económico es más interesante tanto para Venezuela como
para las compañías hacer ese trabajo con el petróleo liviano. Y esto es cierto
también para la refinación".
....
No
hay posibilidad de decir hoy en día que se va a aumentar de dos millones de
barriles diarios a cuatro millones de barriles diarios gracias al crudo pesado.
Esa es una posibilidad que no existe. [20]
La respuesta
no se hizo esperar, al día siguiente, la transcriptora habitual de noticias de
PDVSA en el diario de Puerto Escondido titula: "En la estrategia de PDVSA, Petróleos liviano/mediano y la Faja pesan lo mismo". [21] Es decir, llueva truene o relampaguee en los
campos de la factibilidad económica, los proyectos de la Faja se mantienen.
Al concluir la
referencia a uno de los proyectos más irracionales del inversionismo petrolero,
creemos propicia la oportunidad para llamar la atención, una vez más, sobre la
impunidad con la cual los miembros del poder petrolero planifican fiascos
colosales que gravitan negativamente y por décadas sobre la economía nacional,
mientras siguen pavoneándose con sus deslumbrantes auras de eficiencia
empresarial.
No nos
llamamos a engaño buscando explicaciones
de esta paradoja en la simple ceguera y capacidad de olvido de la gente, o en
la eficiencia de los departamentos de Relaciones Públicas. Ratificamos la
convicción de que se trata, por sobre todo, de un prestigio bien merecido,
contante y sonante para los eternos aprovechadores: los fracasos del sector empresarial
público siempre han sido generosas fuentes de enriquecimiento privado. Para
Gloria Eterna de los Mecenas petroleros. Esto es lo que importa.
"Así, en
base a un análisis típicamente folklórico y como producto de innumerables
viajes turísticos, entró la industria petrolera a formar parte del mundo de las
empresas multinacionales...
La
realidad se presentó, casi de inmediato, bajo un aspecto muy diferente. Los
pronósticos de nuestros "expertos petroleros" resultaron fatales. Los
precios de los crudos a finales de 1985 y principios del 86 se encontraban en sus valores más bajos en los últimos diez años.
Por
otra parte, lo que en principio se había considerado como una apertura en la
exportación de crudos pesados, en la realidad se transformó simplemente en el
desplazamiento de volúmenes de petróleos medianos y livianos que se estaban
procesando en nuestras refinerías. En el caso específico de la Refinería El Chaure,
ubicada en el área de Puerto La
Cruz , la planta de parafina proyectada para ser construida
allí para procesar crudos serosos, tuvo que ser cancelada para satisfacer la
demanda de ese mismo tipo de crudo en las instalaciones de la Veba Oel. " [22]
Ahora bien,
volviendo al argumento principal: la posesión de refinerías en los mercados finales
garantiza la colocación de crudos venezolanos en los mismos. A nuestra manera
de ver, esa suposición -premisa de mercado para las políticas de expansión de
la producción en condiciones de competencia abierta por colapso de la OPEP- olvida que tal garantía
sólo podrá obtenerse en condiciones de precios desfavorables para el país: no
basta con ser accionista o dueño absoluto de refinerías en los mercados
finales. Cuando se pretende conquistar tales mercados por el camino de la
complacencia, es necesario ofrecer ventajas efectivas, las cuales tienen solo
un nombre: menores precios.
"PDV's internationalisation drive, which began in
Germany in 1983, has always been controversial. Critics said that the discounts
PDV was obliged to apply on its heavy crude to meet German market
specifications made the whole undertaking unprofitable. In any case, the
company does not apply transfer prices between its various subsidiaries. [23]
Esta condición
se refuerza aún más por la exigencia de los socios externos, a los cuales hay
que garantizar un margen de beneficios aceptable. Esa garantía es incompatible
con un esquema de precios relativos favorable al crudo. Es historia
estadísticamente comprobable el hecho de que, en períodos de alza de los
precios del crudo, el margen del refinador tiende a minimizarse, y en
muchos casos a hacerse negativo -como ya
lo hemos referido y presentaremos en los ya anunciados gráficos y cuadros-,
ante la imposibilidad de asimilar inmediata y completamente, en los precios de
los productos, las variaciones registradas en los crudos. En consecuencia,
ofrecer garantías sobre un margen positivo, como prenda para tales
asociaciones, significa una sola cosa: precios del crudo siempre inferiores a
los prevalecientes en el mercado de que se trate.
De una cierta
manera esto es lo que está sucediendo, pues al ir "downstream", la industria petrolera venezolana se está
comprometiendo en fases menos rentables del negocio, alejadas de la ventaja
inicial (y fundamental) que otorga la
simple posesión de las reservas de crudo. Se está incurriendo en mayores costos
de venta, proceso y distribución, en el exterior, sin que necesariamente ello
represente un incremento en la percepción neta por barril de crudo o productos,
más aún esos resultados netos pueden ser negativos, es decir, generar un
rendimiento inferior al de la venta pura y simple de crudo y productos
refinados localmente. Tal es el caso cuando, por ejemplo, se somete el ingreso
por ventas a acuerdos de tipo net-back como sucede en las relaciones
establecidas dentro de la
Veba Oel.
Los acuerdos
tipo net-back han sido inventados justamente para eso: El refinador tiene
garantizado un margen de beneficios preestablecido, cargando el peso de la
incertidumbre sobre la remuneración del productor del crudo, porque esa
remuneración será siempre el resultado, residual, de la evolución de los
precios de los productos.
Pues bien, los
resultados del net-back sobre los envíos de crudo a Ruhr Oel, correspondientes
a 1990 y 1991, 12,04 y 10,04 dólares por barril, respectivamente, arrojan un
saldo negativo de 8,29 y 5,88 dólares por barril con respecto al promedio de
los ingresos unitarios del país por ventas exportadas de crudo y productos en
cada uno de esos años: 20,33 y 15,92 dólares por barril. [24]
En la misma fuente se informa que los
resultados de este net-back ya están incluidos dentro de las cifras de ventas
exportadas desde Venezuela.
Desde luego,
sólo así PDVSA ha podido ubicarse como un proveedor considerable en Alemania, y
en Europa en general: al costo de disminuir la percepción unitaria por barril
de crudo producido y procesado. Este camino para ubicarse en una franja del
mercado no es objetable en sí mismo y,
por lo tanto, no es en ese plano donde se plantea la discusión. El
problema radica, más que en la evaluación cuantitativa de los resultados
globales que arroja este programa de adquisiciones externas para la Nación venezolana, tasas de
retorno de la inversión, etc., en la cuestión de la soberanía y de los costos
de oportunidad a que hemos hecho referencia tantas veces: el carácter ilegítimo
de la disposición de recursos nacionales sin conocimiento de los poderes
públicos y sus órganos competentes. ¿Quién decidió que ése era el destino
óptimo de tales recursos? ¿En el marco de cuál estrategia macroeconómica?
La forma como
el poder petrolero toma sus decisiones y elude el control de los poderes
públicos es del dominio público, hasta internacionalmente. Así lo evidencian
los comentarios de María Kielmas, analista ya citada, sobre la posición de los
ejecutivos de PDVSA frente a la orden presidencial de vender parte de los
activos adquiridos en el exterior -orden, por cierto, referida en lo
fundamental al capital accionario de Citgo, a la cual la posesión en un 100%
por parte de PDVSA colocaba en una situación de empresa extranjera, vulnerable
y pasible de medidas proteccionistas por parte de las autoridades norteamericanas,
mientras que se consideraba factible alcanzar los objetivos propuestos con una
participación menor, aunque mayoritaria,
en ese capital accionario :
"...Die-hard proponents of internationalization
believe they can delay Perez's orders until he leaves office in little more
than a year's time.[25]
[1]
https://www.aporrea.org/autores/mendoza.potella
[2] Carlos Mendoza
Pottellá, El Poder Petrolero y la Economía Venezolana, UCV, CDCH, Caracas
1995.
[3]El uso del concepto "poder" en
este caso, está referido, tal como lo señalamos en el texto, a la
caracterización de un conglomerado de intereses económicos y sociales, uniformados por una cultura particular: el
expansionismo petrolero. Debemos, sin
embargo, y ante las dudas expresadas por algunos colegas, aclarar que no
pretendemos adentrarnos en los mares procelosos de la politología, ciencia por
la cual sentimos un gran respeto.
[6]PDVSA UK, S.A. A Review of European Issues and
Strategies, Alternate options for PDVSA, London, KD274R263. ¿1991?
[7] Rubén Jaén C., "Una Industria Compleja", El Universal, 31-8-91, al responder a otro artículo de Alberto
Quirós Corradi sobre la "política de
envidia por los gastos faraónicos de PDVSA", donde sostiene que los
ejecutivos de PDVSA "tienen derecho
a usar los aviones de la empresa en viajes particulares,..., disfrutar de
vacaciones pagadas en el extranjero, ir a los mejores hoteles, viajar en
primera clase y disponer de carros con chofer, dentro y fuera del país".
[15] F. Mieres, "Los Megaplanes de PDVSA y la Quimera del Norte", en "El
megadisparate...", Loc. Cit.,
pág. 14.
[16] Address of
Guillermo Rodriguez Eraso, President of Lagoven, S. A., to the
Venezuelan-American Association of the United States. St. Regis Hotel, New York, January 8,
1981. Versión de Teletipo.
[17] En capítulo subsiguiente hacemos un
detallado análisis de la significación de estas cifras.
[18] El
Nacional, 2 de Marzo de 1993, pág. D-8, Ana Díaz, "Recomienda British Petroleum: Concentrar las Asociaciones en
Crudos Livianos y Medianos"
[19] Ibíd.
[20]
"Venezuela debe invertir su dinero en el desarrollo de crudos
livianos", Loik Le
Floch-Prigent, presidente de ELF-Aquitaine, en declaraciones a Alfredo
Palacios. El Universal, 22 de marzo de 1993, pág. 2-1.
[21] Ana Díaz, El Nacional, 23 de marzo de 1993, pág. D-8.
[23] María Kielmas, "Little Moves Ahead of an
Explosion", Petroleum
Economist, November 1992, págs. 14-17.
[24] PDVSA, Resultados Año 1991, Introducción.
[25]
María Kielmas, Loc. Cit. ¡Y así sucedió!
Pérez hubo de concluir involuntaria y anticipadamente su mandato y, hoy,
Citgo sigue siendo una filial 100% propiedad de PDVSA.
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