sábado, 14 de septiembre de 2019

ECOPETROL, FRACKING Y MITOCRACIA


Ecopetrol, Fracking y la asesoría “meritocrática”… venezolana

Carlos Mendoza Pottellá

Desde el foso en donde nos encontramos, hundidos junto a nuestra industria petrolera por la ruinosa experiencia de los fiascos planificadores de pajaritos preñados petroleros desde 1981, con el primer “megadisparate de PDVSA”  y hasta el proyectado aumento en 2010 del número de refinerías hasta 37 en el 2030, podríamos decir a los noveles –y noveleros- petroleros colombianos que nadie aprende en cabeza ajena, y menos, si están asesorados por los ilustres meritócratas venezolanos.

Esto viene a cuento porque, comentando noticias internacionales en el grupo de análisis petrolero de Whatsapp al que pertenezco, el pasado 10 del presente mes de septiembre, me enteré, tardíamente, de las incidencias conflictivas que condujeron a la firma, el pasado 31 de julio, de una joint venture entre Ecopetrol y la transnacional Occidental Petroleum (Oxy) para realizar inversiones en la cuenca pérmica norteamericana.

De hecho, mi primera reacción fue de incredulidad, ¿Colombia invirtiendo recursos escasos en los Estados Unidos? Debe ser un error, los yacimientos petroleros de Colombia se encuentran en las arenas del terciario de la Formación La Luna y no en el pérmico. Pero la realidad era otra.[1]

Supe, entonces, que ésta decisión de los gerentes de Ecopetrol fue un desafío directo a la prohibición de utilizar el fracking en Colombia, establecida por la máxima autoridad judicial en  materia de preservación del interés público en esa Nación, el Consejo de Estado de Colombia, Tribunal Supremo de lo Contencioso Administrativo.

La argumentación para ese desafío fue la misma que siempre arguyeron –y arguyen- los tecnócratas petroleros venezolanos, incrementar las reservas petroleras disponibles por la empresa, con un supuesto costo competitivo… sea donde sea, porque lo que importa es “el negocio” y sacar los ingresos petroleros de las garras fiscales del Estado.

El aporte total de Ecopetrol equivale a US$1.500 millones, una transacción competitiva en términos económicos frente a operaciones comparables realizadas en el mercado en los últimos años. (Loc. Cit.)

Las reminiscencias a las 17 refinerías chatarra, compradas por PDVSA desde 1983 y modernizadas con sangre de la verdadera participación nacional en la explotación de sus recursos de hidrocarburos, y cuyos pírricos resultados contemporáneos son los que registran las cuentas perdidosas de CITGO, fueron inevitables. El mismo discurso y los mismos métodos:

Para viabilizar la operación de este JV, la petrolera colombiana constituyó dos sociedades, Ecopetrol Permian LLC y Ecopetrol USA Inc., e igualmente transformó la naturaleza de Ecopetrol America Inc. a Ecopetrol America LLC, (sociedad de responsabilidad limitada), compañía que continuará enfocada en las operaciones del Golfo de México en los Estados Unidos. (Loc. Cit)

Ecopetrol USA Incorporated fue constituida en el estado de Delaware 100% de propiedad de Ecopetrol a través de su filial Ecopetrol Global Energy SLU. Su actividad económica estará orientada a la exploración y producción de hidrocarburos.
Ecopetrol USA Incorporated fue constituida en el estado de Delaware 100% de propiedad de Ecopetrol a través de su filial Ecopetrol Global Energy SLU. Su actividad económica estará orientada a la exploración y producción de hidrocarburos.
Por su parte, Ecopetrol Permian LLC, constituida y en cumplimiento con las regulaciones del estado de Delaware, es 100% propiedad de Ecopetrol USA Incorporated y por vía indirecta de Ecopetrol S.A. en el mismo porcentaje. (Loc. Cit)

¿No suena algo parecido a los conflictos de Citgo con Cristalex y Conoco Phillips sobre la consideración de PDVSA y sus filiales en el exterior como “alter ego” de la República y que, por tanto, se le pueden cobrar a aquéllas las deudas de ésta?

Y también nos recuerda la misma voluntad tramposa de los gerentes petroleros nativos, cuando pusieron en práctica todas las argucias legales posibles para impedir que el Congreso Nacional se enterara de la compra del 50% de una refinería en Alemania, -operación que por su magnitud e implicaciones calificaba como de alto interés nacional y, por tanto, requería de  consideración y aprobación legislativa- para presentar luego como hechos cumplidos la ejecución subrepticia  de “los lineamientos de PDVSA”, como rezaba una de sus presentaciones en abril de 1982:

"La integración de Venezuela hacia los mercados de consumo es una estrategia indispensable para lograr un nivel aceptable de exportaciones en una base estable y confiable. Tal integración sería particularmente importante en la comercialización de crudos pesados/extrapesados..."    [2]

La puesta en práctica de ese lineamiento se inició con la adquisición del 50% de varias instalaciones de la compañía alemana Veba Oel. Las negociaciones se realizaron de manera subrepticia, escurriendo el bulto a la acción contralora del Congreso y presentándose luego el hecho cumplido que, como siempre, se impuso al inoficioso revuelo que se desató en torno suyo.

En las investigaciones promovidas en el Congreso ha quedado de 
manifiesto el hecho de que los consultores jurídicos de PDVSA y el Ministerio de Energía y Minas, de consuno con el Procurador General de la República, constituyeron un "jurado complaciente" para escudriñar en los vericuetos de la Constitución Nacional y las leyes específicas del sector petrolero a fin de encontrar una fórmula que permitiera a la industria eludir la obligatoriedad de someter un contrato de evidente interés nacional a la consideración y aprobación por parte del Poder Legislativo.   [3]

Ahora, basta con registrar los argumentos esgrimidos por Ecopetrol para justificar su decisión de "entrenarse" en materia de fracking, con fondos de la Nación colombiana y en actividades  prohibidas en su territorio por la máxima autoridad judicial, para encontrar la similitud con el proceso de “internacionalización de PDVSA”  
     
Noticia en curso al momento de escribir estas líneas: derrotada en el Consejo de Estado la ponencia de revocar la prohibición de utilización del “fracking”, establecida anteriormente por esa máxima instancia jurídica:

DERROTAN PONENCIA QUE PROPONÍA REVOCAR SUSPENSIÓN DEL ‘FRACKING’

10 septiembre, 2019

Ante la Sala Plena de la Sección Tercera del Consejo de Estado fue derrotada la ponencia que proponía dar vía libre al ejercicio del fracking, mientras se define si su reglamentación es legal o no.[4]

Y la respuesta de Ecopetrol, en la misma fecha, y con la misma soberbia de la meritocracia criolla, fue la de quienes saben que tienen la sartén por el mango y que es cuestión de tiempo para torcerle el brazo a los ignaros juececillos que se atreven a desafiar la excelencia técnica y de negocios de los gerentes petroleros:

Ecopetrol anuncia que seguirá preparándose para el fracking, pese a fallo del Consejo de Estado

La petrolera estatal inicia la próxima semana los trabajos de fracking en Texas, Estados Unido [5]

Ecopetrol ya inició operaciones de no convencionales en Estados Unidos

martes, 10 de septiembre de 2019

Ecopetrol sumará a los libros de la empresa 160 millones de barriles de crudo con operación en Permian, explicó Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol.[6]

En otras palabras, llueva truene o relampaguee en los predios de las instancias judiciales encargadas de vigilar la legalidad y pertinencia de proyectos que por su magnitud comportan riesgos para el interés de la Nación colombiana, Ecopetrol ejecutará su expansión internacional.

De paso, me llama poderosamente la atención la referencia beisbolera, del mismo tenor de las de Rodríguez Eraso y Quirós Corradi en los 80, cuyas consecuencias padece nuestro país:

Ecopetrol entra a las grandes ligas del ‘fracking’ [7]

Y a estas alturas del cuento, aparte de una advertencia solidaria al vecino, ¿por qué nos debe importar tanto esta reláfica colombiana?

Pues porque ésta es una alerta para que no sigamos repitiendo la historia desastrosa de nuestra dirigencia política y petrolera, -de cualquier signo ideológico, por cierto- que se deja deslumbrar por el sueño de una renta que ya no existe y que cuando existía despilfarramos en negocios faraónicos e irreales como esos de las mayores reservas petroleras del mundo, los ocho millones de barriles diarios y las 37 refinerías: La historia de “la cuarta empresa petrolera internacional, lamentablemente inserta en un país que quiere mantenerse en el tercer mundo” (Humberto Peñaloza, passim)

Y también porque esa historia que ahora repiten los colombianos cuenta con la asesoría de los  mismos meritócratas venezolanos, y en particular de uno que, utilizando su experiencia previa como Director de Planificación de PDVSA  y Gerente de Interven[8], condujera a la  ruina a la empresa petrolera privada colombiana “Pacífic Rubiales”, donde fungía como CEO, y que, mientras hacía su faena, recibió el premio al “Ejecutivo  Emprendedor del Año”[9]

En esto siguió los pasos de su antiguo jefe y socio, Luis Giusti, quien también ejercitó sus capacidades gerenciales privadas en el Banco de Antigua, teniendo como resultado la quiebra del mismo, pero que antes, como Presidente de PDVSA fue merecedor del premio “Petroleum Executive of  The Year”, acordado por la revista Petroleum Intelligence Weekly  en 1998, como el más destacado líder de la industria petrolera a nivel mundial en ese año, “fully representative of the views of the industry”, precisamente el año en el cual los precios del petróleo se hundieron por debajo de 10 dólares, como consecuencia de las políticas aperturistas y volumétricas que llevaron a PDVSA a violar los compromisos adquiridos por Venezuela en la OPEP  en casi un millón de barriles diarios, lo cual resultó en pérdidas, estimadas desde ese momento y hasta 1999, en unos 90 mil millones de dólares para el conjunto de los países miembros de la Organización.  Pero que, en contrapartida, y de allí el premio, significaron ahorros sustanciales para los principales países consumidores de petróleo y, sobre todo, mayores ganancias para las corporaciones petroleras internacionales… con la excepción de PDVSA, desde luego.

Pues bien, los accionistas de Pacific Rubiales buscan hoy, infructuosamente, resarcirse de las pérdidas que el  “estilo gerencial internacionalizador y meritocrático” venezolano les ocasionó.[10]

No es ocioso recordar, como seguramente saben los directivos de Ecopetrol, que en Colombia también se encuentra Humberto Calderón Berti, el  Ministro petrolero venezolano que dirigió la compra ruinosa de la mitad de una refinería en Alemania, la primera de las 17 ya referidas.

Pero todo lo anterior no es solamente un merecido pase de factura por la deuda impagable de estos señores con el país, sino también una parte de las advertencias que vengo haciendo en mis trabajos recientes sobre el resurgir de las viejas fórmulas aperturistas, revestidas hoy como novedosas soluciones a la profunda crisis que vive la Nación.

Se trata de destacar, por vía del absurdo, la urgente necesidad un estudio detenido de las perspectivas del mercado y las reales posibilidades de desarrollo de nuestros recursos petroleros para el beneficio de la Nación entera.

Urgencia determinada, a mi angustiosa manera de ver, por la persistencia ciega y unánime, entre tirios y troyanos del espectro político venezolano, de las visiones expansionistas.

Sus disputas se contraen a demostrar que  sus antagónicas propuestas son las pertinentes para elevar los niveles de producción petrolera venezolana a los soñados 5, 7 u 8 millones de barriles diarios para 2025, 2040 y más allá.

Persistencia trágica, cuando consideramos que esos proyectos se formulan en momentos en los cuales la demanda mundial de hidrocarburos líquidos en primera instancia, y gaseosos a la postre, está marcando un camino de crecimientos cada día menores,   hasta alcanzar, en un lapso de pocos años, una “meseta”, a partir de la cual, en otro lapso limitado,  comenzaría  una lenta pero definitiva caída.

Estas constataciones se producen casi diariamente, como las que se registran el día de hoy:

El suministro de crudo de lutitas  estadounidense alcanzará un máximo de aproximadamente 14.5 millones de barriles por día (bpd) alrededor de 2030, según Rystad Energy.  12 de septiembre de 2019, 9:30 a.m. [11]

Si la cifra de crecimiento de la demanda de aproximadamente 890,000 bpd se cumple como lo predice la EIA ahora, sería la primera vez desde 2011 que la demanda de petróleo crezca en menos de 1 mb / d.[12]

Rusia está considerando la idea de que los precios del petróleo pueden ser tan bajos como $ 25 por barril en 2020, dijo el banco central del país en su nuevo pronóstico publicado el lunes, según lo citado por Reuters.

El Banco Central de Rusia registró en su pronóstico macroeconómico que el petróleo podría alcanzar ese mínimo debido a la caída de la demanda de petróleo y productos derivados del petróleo en todo el mundo, así como por el decepcionado crecimiento económico mundial.[13]

El aumento de la capacidad de suministro de oleoductos en el Pérmico y el crecimiento de la demanda mundial de petróleo en su punto más bajo en una década están destinados a generar una mayor volatilidad en los precios del petróleo en el corto plazo, dijo un destacado experto en energía, uniéndose a un creciente número de analistas que ven precios aún más deprimidos por desaceleración de las economías y la demanda de crudo.
 (Daniel Yergin) [*]


[* ] Cita añadida después de haber guardado esta entrada, por su indudable pertinencia en cuanto a los argumentos que vengo exponiendo   https://oilprice.com/Energy/Energy-General/Yergin-Expect-Extreme-Volatility-In-Oil-Markets.html





Esas tendencias y lapsos, algunas de ellas contradictorias y en las cuales se confunden cortos y largos plazos, forman parte del escenario de debates en el campo financiero y corporativo contemporáneo, y sus circunstancias han encendido las alarmas de los accionistas de las grandes y pequeñas empresas petroleras y gasíferas, nacionales e internacionales, dado el riesgo inminente de que parte de sus activos se queden varados, los temidos “stranded assets” generados por la inevitable transición energética, cuyo riesgo se está incorporando,  como una variable indispensable a considerar, en los escenarios de los inversionistas en esa área.

De todas las grandes petroleras, Exxon Mobil tiene el mayor riesgo de activos varados en un mundo con bajas emisiones de carbono, con más del 90% del gasto potencial 2019-2030 en nuevos proyectos fuera de la ruta hacia 1.6˚C. Le siguen Shell (70%), Total (67%), Chevron (60%), BP (57%) y Eni (55%).

Carbon Tracker estima que las compañías de petróleo y gas gastarían $ 6.5 trillones para 2030 en nueva producción en un mundo de 2.7˚C (Escenario de nuevas políticas de la AIE), pero la inversión en proyectos que encajan en un mundo de 1.6˚C asciende a $ 4.3 trillones. Los proyectos de mayor costo corren el riesgo de quedar varados.[14]

Ese riesgo debe ser ponderado, por peores razones, por los planificadores petroleros venezolanos, dado  el carácter extrapesado y de alto contenido de azufre de las acumulaciones presentes en la Faja del Orinoco y la condición declinante de nuestras reservas convencionales. Circunstancias ambas que prefiguran altos costos y limitadas posibilidades de acceso a un mercado que se hace cada día más estrecho, como lo registra el siguiente y final gráfico.




APÉNDICE:

Inserto de seguidas un mensaje del Ing. Einstein Millán Arcia, quien comenta este trabajo y aporta su opinión, que suscribo ampliamente. Es mi opinión, transcrita con mayor elocuencia.

"Resulta hasta ridícula e infantil la acción de Ecopetrol a estas alturas de invertir en tan riesgosa empresa del shale oil en momentos en que entre 2018 y lo que va de 2019 unas 50 empresas independientes de mediano rango se han declarado en quiebra al no poder recuperar flujo de caja para honrar sus deudas financieras y en momentos en que la mayor porción de esos activos está ya segregando gas en solución (RGP).

Creo que más bien Oxy encontró en Ecopetrol un tonto útil que sin saber mucho de tecnología compró la idea de algún “mitocrata” de esos que conviven por allá." (EMA)

cmp, 13 de septiembre de 2019



[2] C. Mendoza Pottellá, “El Poder Petrolero y la Economía Venezolana”, CDCH UCV, Caracas 1995, págs. 211-240

[3] Ibid

[4] http://www.consejodeestado.gov.co/

[5] https://twitter.com/lafm/status/1171569406561968129?_

[6] https://www.larepublica.co/economia/ecopetrol-ya-inicio-operacion-de-no-convencionales-en-estados-unidos-2906955

[7] https://www.eltiempo.com/economia/empresas/ecopetrol-firma-acuerdo-para-hacer-fracking-en-estados-unidos-395710

[8] Ente coordinador de los negocios internacionales de PDVSA como casa matriz de los cientos de filiales LLC, Inc., BV, AG y otras figuras corporativas, en Delaware, Islas Caimán, Panamá, Holanda, Dundee, Curazao, Saint Croix, Gelsenkirchen, Lemont, Saint Paul, etc.

[9] https://www.facebook.com/notes/frontera-energy/ronald-pantin-ceo-de-pacific-premiado-como-ejecutivo-Temprendedor-del-a%25C3%25B1o-por-ern/828320493854990/&ved=2ahUKEwi6zuTqzsfkAhUDvlkKHdCGCZEQFjAQegQICBAB&usg=AOvVaw2zEfTLNxPLKaFNiLhITZkv&cshid=1568165368608

[10] https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://www.dinero.com/edicion-impresa/pais/articulo/accionistas-de-pacific-buscan-recuperar-sus-recursos/274757&ved=2ahUKEwi6zuTqzsfkAhUDvlkKHdCGCZEQFjARegQIBBAB&usg=AOvVaw2tOdsq9RCMTWXm0v1c21cs&cshid=1568165464640

[11] https://oilprice.com/Energy/Energy-General/Rystad-US-Shale-Production-To-Peak-At-145-Million-Bpd.html

[12] https://oilprice.com/Energy/Energy-General/Russia-Considers-Possibility-Of-25-Oil-Next-Year.html


lunes, 2 de septiembre de 2019

EXPANSIONISMO PETROLERO


Expansionismo Petrolero:
¿Resiliencia competitiva o “viveza criolla”?

Carlos Mendoza Pottellá

PREÁMBULO INDISPENSABLE
Concluida la redacción de este trabajo, percibo la aparente incongruencia de hablar de “expansionismo petrolero” en momentos de desmoronamiento de nuestra industria petrolera y  caída perpendicular de sus niveles de producción, pero mantengo el título porque me refiero a una tendencia histórica profundamente arraigada en el alma venezolana, fundada en la mitología neoliberal y  privatista que, con ropajes de modernidad, se postula como la única salida de la crisis actual. CMP

En este mes, el 14 de septiembre, se cumplen 59 años de la fundación de la OPEP. 

Excusa a partir de la cual pienso desenrollar un ovillo problemático, reiterando viejos enfoques críticos y tratando de aportar nuevos:

Desde esa fecha, y partiendo de los debates protagonizados en varias oportunidades por el proponente de esa controversial Organización, Juan Pablo Pérez Alfonzo, y su principal detractor,  Arturo Uslar Pietri, los venezolanos estamos inmersos en un dilema irresoluble en términos de mercado ¿cómo producir más y a mayores precios?

“La OPEP no nos ha beneficiado mucho. Esa Organización nunca ha tomado en cuenta a Venezuela ni sus intereses para nada. El sistema de cuotas es contrario a los intereses de Venezuela.”
"Yo no sé quién tiene la responsabilidad, pero alguien la tiene, de que Venezuela haya aceptado que la OPEP establezca cuotas de producción petrolera. Eso va contra el interés de Venezuela.” [1]

Con esta afirmación, el Dr. Uslar pretendió olímpicamente desconocer –cosa ésta impensable en él- que los objetivos declarados de la Organización en su acta fundacional fueron, precisamente, defensa de los precios y prorrateo de la producción, vale decir, establecimiento de cuotas.

Que eso no se hubiera cumplido durante sus primeros 16 años de existencia, para amargura de su principal promotor, no significaba que fuera un invento de 1986.

Por cierto que, el afirmar irónicamente que desconocía quién había sido el responsable de esta política, es también un despectivo estilo mayestático, clásico y propio de los que se sienten con derecho y poder para decidir quién es digno de mención y quiénes no.

En distintas épocas desde entonces, el debate original ha adquirido connotaciones existenciales y de enfrentamiento agónico entre el expansionismo a todo trapo, que pugna por quitarse las gríngolas de la OPEP, promoviendo su abandono y quienes abogan públicamente por la defensa de los precios pero que, íntimamente, también sueñan con el aumento millonario de la producción.

Ambas posiciones impregnan los actuales enfrentamientos de los liberales, competitivos, modernos defensores de la iniciativa privada, profetas de los nuevos tiempos de globalización y apertura post guerra fría y muro de Berlín, con los “estatistas”, extremistas socialistas, defensores del carácter de propiedad pública que asignan a los recursos petroleros, cicateros promotores de un nacionalismo desfasado y premoderno, anclados en la preservación de una soberanía inútil, de origen absolutista y feudal, que obstaculiza el desarrollo de las fuerzas productivas, el emprendimiento y la generación de riqueza por y para los más eficientes ciudadanos de este país.

En distintas oportunidades y tonos me he referido a estas circunstancias, pero mi motivación actual proviene de recientes  intercambios de ideas con otros colegas, entre los cuales salta la liebre competitiva cuando, a la manera de Uslar Pietri, colocan a los demás miembros de la OPEP, dentro de “nuestros competidores”, quienes se han apropiado de las cuotas que hemos dejado vacantes por la caída de nuestra producción, razón por la cual debemos considerarlos también como interesados en el mantenimiento de las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela, al lado de los demás países latinoamericanos productores de petróleo, los cuales disputan también por el cada vez más estrecho mercado norteamericano.

Y se trata de colegas que concuerdan en la necesidad ineludible de un nivel de precios que permita el sostenimiento de nuestra crecientemente costosa producción, tanto por agotamiento y necesidad de recuperación secundaria ampliada en nuestros yacimientos convencionales, como por las elevadas cotas de ese parámetro -80 a 130 dólares el barril- que debe remontar una cada día más inviable expansión de la producción y mejoramiento de los crudos extrapesados de la Faja del Orinoco, en donde paradójicamente reposa más del 20% del petróleo  de este planeta.

De hecho, el carácter contradictorio de ese discurso “competitivo” que simultáneamente clama por mayores precios, me llevó recientemente a comentar, en un evento público, que el único consenso que existe en la aguda confrontación política actual es el de que todas las facciones enfrentadas “planifican” para alcanzar en el corto plazo una producción de 5 o 7 millones de barriles diarios… si los dejan aplicar sus respectivas fórmulas milagrosas, que eludirán el estancamiento de la demanda, la vertiginosa emergencia de las lutitas norteamericanas,  los nuevos hallazgos de crudos livianos en Guyana, Brasil, Uganda y el Mar del Norte, la expansión de campos gigantes en Arabia Saudita y las crecientes limitaciones al consumo petrolero que impondrá, en el mediano plazo, la inevitable transición energética.

Pese a todo, esa disputa, doméstica y autista, se centra en tratar de demostrar cuál de las opciones políticas actuales está mejor preparada para alcanzar las elusivas metas, legítimas herederas del “megadisparate de PDVSA” de 1982,[3]  y de las  planteadas posteriormente en 1992 para ser alcanzadas en el 2002, de 5 millones de barriles diarios, con las “políticas volumétricas” (“compensaremos la caída de los precios con el aumento de la producción”) de las Guías Corporativas de PDVSA, elaboradas por los entonces Planificadores Mayores Ramón Espinasa y Bernard Mommer [4].

Estas “Guías” nos permiten calibrar la magnitud de los sueños que se formularon en ese año y que se replican hasta nuestros días:
En primer lugar, Espinasa y Mommer estimaron que Venezuela tenía reservas probadas  de petróleo, gas y carbón, que sumaban 88 mil millones de barriles de petróleo equivalente 
“…y si se incluyen las especulativas, los recursos recuperables pudieran alcanzar los 504 MMM BPE”
“Si se deseara explotar por lo menos 160 MMMBPE en vez de los 504 MMMBPE totales, a fin de aprovechar el ciclo de vida de estos recursos, se tendría que alcanzar rápidamente una producción de 9 MMBPED, donde los crudos pesados llegarían a los 5 MMBPED” [5]

Esa “política volumétrica”, que estimaba alcanzar los 5  millones de barriles diarios en el 2002, feneció anticipadamente con el hundimiento de los precios de la mezcla de crudos venezolanos, por debajo de los 14 dólares esperados, a menos de 7 dólares el barril en 1998:

Esa “política volumétrica”, que estimaba alcanzar los 5  millones de barriles diarios en el 2002, feneció anticipadamente con el hundimiento de los precios de la mezcla de crudos venezolanos, por debajo de los 14 dólares esperados, a menos de 7 dólares el barril en 1998:


Pero fue resucitada en 2005,  “coincidencialmente” por vía de uno de sus progenitores en tiempos de ”apertura”, el entonces Asesor Mayor Bernard Mommer,  y ahora Viceministro de Energía y Minas de la nueva era,  luego de que los precios alcanzaron los 40 dólares y siguieran rumbo a los 100, dado el estricto cumplimiento, a partir 1999, de las cuotas pactadas por todos los integrantes de la OPEP, paradójicamente espoleados, en esa oportunidad, por los intereses petroleros independientes… norteamericanos, los cuales no soportaban precios debajo de 10 dólares el barril.

Un renovado respeto a las cuotas que, finalmente, fue refrendado por la II Cumbre de Jefes de Estado de la Organización, convocada por el Presidente Chávez y realizada en Caracas en el 2000.
De tal suerte que, comenzando en el referido año 2005, se volvieron a desatar los sueños expansivos, registrados en el Plan de la Patria de  PDVSA inicial, y en todos los sucesivos, reincidiendo en la fijación de metas inalcanzables de 5, 7 y 8 millones de barriles diarios, en 20010, 2012, 2015 y... septiembre de 2018, cuando se estableció, por enésima vez, que el país produciría 5 millones de barriles diarios en 2025.











Lo peor de todo es la ceguera y la contumacia: tras doce años de fracasos y en pleno hundimiento de los antiguos proyectos, se sigue insistiendo en la “política volumétrica” fundada en las “mayores reservas petroleras del mundo”, centradas en los 270 mil millones de barriles de la Faja del Orinoco: 5 millones de barriles diarios, otra vez, y dentro de 6 años.


Contradictoriamente, todos estos planes fueron –y todavía son- coetáneos con el sostenimiento, dentro de la OPEP y en el discurso público, de la sedicente posición de “halcones”, al lado de Irán, como los  principales aupadores del mantenimiento y profundización de las cuotas para defender los precios.

¡El propio comportamiento esquizoide!

En descargo de nuestros planificadores petroleros, sin embargo, debo decir que esas tendencias centrífugas se han manifestado a través del tiempo en todos sus miembros. A este respecto, en otras oportunidades he citado el trabajo del Profesor iraní Abbas Alnasrawi, titulado “OPEC: The Cartel that it is not”,[6] en el cual describe el comportamiento muchas veces tramposo de sus miembros, en el seno de cada uno de los cuales sectores influyentes alimentan complejos de culpa, por lo que consideran como una dejación de soberanía: la fijación, por consenso internacional, de los niveles de producción de sus respectivos países:

 “Es importante destacar, sin en  embargo, que el carácter conflictivo de la pertenencia a esta Organización es generalizado: en cada uno de los países miembros actúan fuerzas opuestas a prorrateos de producción y fijación concertada de precios.
 En nuestro trabajo de ascenso anterior citábamos el artículo del Profesor iraní Abbas Alnasrawi, en el cual  analiza la resistencia de los miembros de la OPEP a la acción colectiva. Resistencia que, durante los primeros años de su existencia, dificultó la defensa de los precios y convirtió a la OPEP en una organización marginal. En Venezuela pervive esa resistencia y  en las opiniones de destacados dirigentes del país subyace todavía la idea de que la OPEP es una Organización de árabes donde nuestro país está arrimado. De factura más reciente y vinculada a la idea de que el subdesarrollo y el tercermundismo son condiciones ideológicas, mas bien psicológicas, y no materiales, es la percepción que tienen algunos "modernos" analistas sobre la OPEP como instrumento de un pasado de confrontación, no cónsona con las nuevas realidades internacionales: el subdesarrollo estriba justamente en permanecer en ella.” [7]

Haciendo énfasis en las diferencias, políticas, religiosas, culturales e históricas entre todos y cada uno de sus miembros, se resaltan los potenciales antagonismos.    

Pero a la postre, siempre se ha impuesto el interés común a todos los propietarios del recurso, naciones o particulares, de maximizar el ingreso petrolero unitario. Interés que en muchas oportunidades fue compartido por productores nativos de países no miembros de la OPEP, como Noruega, México, Canadá,  Kazajastán y… los Estados Unidos.

Ese interés ha superado situaciones de guerra entre algunos de sus miembros, como sucedió durante casi una década entre Irán,  Irak y Kuwait. Confrontaciones político-religiosas entre los sunitas del Golfo Pérsico y los shiitas iraníes. Diversidad política extrema entre países socialistas y musulmanes, árabes y latinoamericanos occidentales, cristianos y anticomunistas, reinos feudales, democracias y dictaduras.
Creo pertinente, entonces, rememorar mi propia visión, asentada en la obra citada en la nota anterior, sobre el origen y significado de esta “resiliencia competitiva venezolana”, que en los últimos años ha adquirido connotaciones de “viveza criolla”, al pretender estar al mismo tiempo con Dios y con el diablo.

 “Es oportuno mencionar el hecho de que, un punto focal, de convergencia de los intereses privados nacionales y foráneos, con los defensores dentro del sector público del inversionismo petrolero a ultranza, es precisamente la oposición a la pertenencia de Venezuela al único organismo desde el cual, independientemente de sus contradicciones internas y de nuestros gustos históricos, políticos, raciales o culturales, estamos en posibilidad de ejercer el poder al que hacemos referencia: la OPEP.

Siglas de pesadilla para algunos de estos sectores, en tanto que representan limitación y techos de producción, con la consecuente reducción de desembolsos, de negocios y de ejercicio del poder. Son antológicas y grotescas las manifestaciones de alegría que se generan en el entorno gerencial y comercial de la empresa petrolera estatal venezolana durante los momentos de mayores dificultades para la organización. Momentos durante los cuales han ejercido todas sus facultades de presión para lograr la defección de Venezuela.” 
[8]

¡Nos vamos y san se acabó!, Quiros Corradi dixit.

Reseñaba entonces,que las corporaciones petroleras internacionales se ocuparon siempre de desalentar cualquier iniciativa integradora de los países exportadores netos, propalando la urgencia de incrementar la competitividad, vale decir, de bajar la participación nacional en el negocio para enfrentar el creciente “poder de captura de mercados” de los demás:

“Se postula, por el contrario, la necesidad de ser competitivos y de lanzarse a una política agresiva, a una escalada de inversiones "down stream" y acuerdos tipo "netback" que, aunque comporten en definitiva un incremento en el costo de ventas, garanticen el "acceso preferente" a los mercados que permita compensar con mayor producción los disminuidos rendimientos unitarios que tal política determina”. 
“Por esto, en Venezuela, las proposiciones de Pérez Alfonzo chocaron con el escepticismo mayoritario de la opinión pública y la hostilidad manifiesta de las concesionarias extranjeras. La lucha no ha cesado desde entonces. Cada cierto tiempo resurgen los partidos contra y pro OPEP. Unos decididos y con claridad de metas e intereses y otros vergonzantes, consumidos por la duda de estar defendiendo a una organización de perdedores frente a los dueños del éxito, al atraso frente a la modernidad.” [9]

Cabe aquí destacar que un instrumento de este camino competitivo, promotor de la salida de la OPEP y de la garantía de acceso preferente a los mercados lo constituye, precisamente, la citada escalada de inversiones down stream y acuerdos tipo “netback”, iniciada en 1983 por el Ministro de Minas de entonces,   Humberto Calderón Berti, con la anuencia expresa del entonces ex-Pesidente Rafael Caldera, quien alegó, con meridiana claridad, que la “internacionalización” sería la alternativa venezolana a la OPEP. [10]

“En las investigaciones promovidas en el Congreso ha quedado de manifiesto el hecho de que los consultores jurídicos de PDVSA y el Ministerio de Energía y Minas, de consuno con el Procurador General de la República, constituyeron un "jurado complaciente" para escudriñar en los vericuetos de la Constitución Nacional y las leyes específicas del sector petrolero a fin de encontrar una fórmula que permitiera a la industria eludir la obligatoriedad de someter un contrato de evidente interés nacional a la consideración y aprobación por parte del Poder Legislativo.” [11]

A partir de entonces se adquirieron 17 refinerías chatarra en las cuales invertimos montos gigantescos para su modernización y de las cuales nos queda el residuo pírrico de las 4 refinerías de Citgo.[12]

Posteriormente, en 2005, y siguiendo el mismo comportamiento utópico ya referido,  de simultaneidad entre el reconocimiento de la necesidad de defender los precios y la multiplicación de las metas expansivas  de la producción, en materia de refinación, PDVSA se planteó la adquisición de nuevas refinerías, que se sumarían a las 17 mencionadas antes, para colocar en ellas nuestras “crecientes exportaciones”, tal como lo muestran las siguientes láminas:


En 2010, todavía se registraba triunfalmente el resultado expansivo:


Y simultáneamente, se anunciaban los planes de elevar el número de refinerías poseídas por PDVSA en todo el mundo a 37 para 2030.

Estos planes se basaron, desde 2005, en un “Análisis de Entorno” lleno de consideraciones ilógicas, tales como la de constatar que no existían en el mercado nuevos proyectos para la construcción de  refinerías, e inferir de ello, por imperio absurdo, que esa era una señal para “actuar ya”:
Los descuidados capitales petroleros internacionales estaban dejando el campo libre a los perspicaces conquistadores internacionales de PDVSA.


Desde luego que estos planificadores no son idiotas ni inocentes, por el contrario, se pasan de avispados, porque están seguros de que estos mensajes serán comprados, como “paquete chileno”, por la ignara dirigencia política y económica venezolana, la cual también se come el cuento de que en Venezuela están las mayores reservas probadas del globo y, en consecuencia, soñando con el chorro de dólares que administrará, está dispuesta a liberar ingentes cantidades de recursos que, como ya el país entero ha constatado, arderán en las hogueras de los negocios, inviables para la Nación, pero ampliamente favorables para sus gestores particulares.


Estas 37 refinerías, con 4 millones 485 mil barriles de capacidad conjunta, se sumarían  a los 10 “mejoradores” con capacidad de procesar 1 millón 630 mil barriles diarios de crudos extrapesados que estarán instalados para la época.


La sola visión de la infraestructura requerida para el funcionamiento de este complejo mejorador, que se presenta en el siguiente gráfico, es la prueba más palpable de su carácter funambulesco, de pirotecnia para el público de galería:


Seis mejoradores nuevos, una refinería, 282 taladros, 2 nuevos terminales marítimos y la ampliación de Jose, 25 tanques de almacenamiento con una capacidad total de 15,5 millones de barriles, 3.739 kilómetros de oleoductos.

Pues bien,  59 años después de la fundación de la OPEP, tales siguen siendo las posiciones sostenidas  ahora, abiertamente por algunos y solapadamente por otros, en momentos en los cuales las expectativas del mercado petrolero internacional son menos que moderadas en el mediano plazo y con seguridad declinantes en el largo plazo,  etapas en las cuales sólo los países del Medio Oriente pertenecientes a la OPEP podrán elevar, aunque a ritmos decrecientes, sus niveles de producción, según se muestra en el cuadro y gráfico siguientes:





Las expectativas de crecimiento de la producción venezolana son evaluadas como muy limitadas por todos los analistas y organismos internacionales especializados, fundándolas todas en los recursos de la Faja del Orinoco y precios requeridos entre 80 y 130 dólares el barril, como ya referí, y con una ventana volumétrica mínima, como lo reflejan cuadros y gráficos de distintas fuentes [14], dos de los cuales presento aquí:
Pese a todo lo anterior, el germen expansionista, la resiliencia competitiva y la viveza criolla, atacan desde el fondo de una industria hundida por una pésima gestión gerencial y técnica, la corrupción y la planificación de pajaritos preñados, la cual ha consumido una parte sustancial de los ingresos netos de la Nación, desde 1978 hasta nuestros días. Todo ello potenciado a la enésima potencia por las sanciones norteamericanas que pesan sobre el país.

Y para muestra conclusiva de las consecuencias del expansionismo petrolero “nacionalizado”, que ya pasa de 40 años, tres botones finales:
En primer lugar, los resultados de la Internacionalización 1998-2001 y los de CITGO en los últimos cuatro años registrados:

PDVSA: Negocios Internacionales 1998-2001 (Millones de Dólares)



1998
1999
2000
2001
Ingreso por Ventas
12.161
13.989
22.766
26.927
Ganancia en Operaciones
461
174
515
638
Descuento (Suminsitro Vzla)
-617
-642
-764
-936
Inversiones
-277
-517


Ingreso Neto Nación
-156
-468
-526
-298


Suministro Vzla. MBD
768
800
837
1.026


Saldo Neto $/barril "Negocio"
-0,20
-0,59
-1,59
-0,29
















































En 1916, el suministro a CITGO constituyó el 22,7 % de las exportaciones totales de Venezuela a Estados Unidos, según datos del Departamento de Energía de ese país.[16]

De seguidas el gráfico que registra el incremento de los costos netos y la consecuente caída de la suma de la participación fiscal y los aportes al desarrollo social, que se traducen en la desaparición de la renta petrolera, en cumplimiento de la profecía de Pérez Alfonzo en cuando a la inevitable caída de la capacidad generadora de excedentes de la industria petrolera venezolana.



Y finalmente, el gráfico que registra el principal y más indignante resultado de la “internacionalización” y el “posicionamiento en los mercados internacionales”:
El porcentaje  representado por el costo de adquisición de crudo y productos no venezolanos requeridos para alimentar el parque refinador internacional, dentro de los costos totales de la industria.



En resumen, considero que este terrible panorama de caída libre sólo puede ser abordado con un enfoque político nacional de amplio espectro, autocrítico, múltidisciplinario, transversal e integrador de las diferencias, con la supeditación de los intereses particulares legítimos al interés general, con un diagnóstico descarnado y sin contemplaciones, que supere la ignorancia generalizada, que castigue, cauterice y prevenga las corruptelas, que abra las puertas al escrutinio público de esa caja negra donde se han perpetrado y se sigue perpetrando negocios turbios y, por ende, lesivos del patrimonio público e intergeneracional.
Tareas para las cuales, según mi opinión y muy lamentablemente, no estamos todavía preparados ni dispuestos a afrontar. Perdóneseme el optimismo. 

 cmp, septiembre 2019



[1] El Universal, 12 de agosto de 1990, Entrevista a Arturo Uslar Pietri.

[2] USGS, Heavy Oil and Natural Bitumen-Strategic Petroleum Resources.  Richard F. Meyer and Emil D. Attanasi. http://pubs.usgs.gov/fs/fs070-03/fs070-03.html

[3] El primer gran plan de inversiones en la Faja del Orinoco: 100.000 millones de dólares  entre 1980 y 2000, muerto al nacer por la caída de los precios desde 34 dólares en 1983  hasta  29 en 2984 y 11 en 1986.

[4]  PDVSA, Guías Corporativas 1993-1998: Orientación Estratégica, Caracas, julio de 1992.
Ramón Espinasa y Bernard Mommer, Asesores Mayores en Planificación Corporativa de Petróleos de Venezuela, “La Política Petrolera Venezolana en el Largo Plazo". Mimeografiado, Pág. 14.

[5] Ibid.

[6] OPEC Bulletin, febrero 1981, págs. 2 y 3.

[7] . C. Mendoza P., El Poder Petrolero y la Economía Venezolana, Cap. VII. Pág. 285.  UCV-CDCH, Caracas, 1995.

[9] Ibid., págs. 283-284.

[12] Ibid.

[14] IHS-CERA, Wood-Mc Kenzie, Rystad Energy, Agencia Internacional de Energía, FMI, EIA-DOE, OPEP.

[17] Ibíd.

[18] Ibíd.