viernes, 26 de julio de 2019

POLÉMICA PETROLERA DE SIEMPRE


Revisión  2019 de una polémica de 2017

A propósito de las complejidades tecnológicas que convierten a la industria petrolera en campo de acción exclusivo de la ingeniería

Carlos Mendoza Pottellá

24 de julio de 2019

ILUSTRACIÓN:
Muelle en la Petroquímica de El Tablazo (1975)
Entonces ultra moderna instalación automatizada, que recogería los productos petroquímicos a granel para ensacarlos automáticamente. Una cinta transportadora movería los sacos hacia los transportadores helicoidales que, como se ven en la foto,  sobresalen a un costado del muelle hacia el lago y ... descenderían hasta el interior de los cargueros anclados para depositar cada saco directamente en las bodegas...

El inconveniente fue que allí nunca ancló un carguero y hubo que adapatar nuevas correas transportadoras, que devolviera al saco, después de su paseo sobre el lago, a la plataforma de un camión... que es lo único que se ha cargado allí desde su inauguración.

Un claro ejemplo de planificación y tecnología sion estudio previo de la realidad del mercado: Si la economía se opone... ¡lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!

(Material para fines docentes, 
que se hizo público inadvertidamente)

Dedicada a mis alumnos de la Academia Diplomática Pedro Gual y del Instituto de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV, éste, el último refugio que me queda en mi Alma Mater, de cuya Escuela de Economía, y del Postgrado en Economía y Administración de Hidrocarburos, que ayudé a fundar en 1974,  fui echado desde el 2005, por sostener posiciones superadas por la modernidad y que no satisfacían los  estándares científicos de mis también modernos colegas liberales.

En la oportunidad de 2017, el debate fue con un técnico puro y duro, representante del sector político contrario, “revolucionario”, Edmundo Salazar, quien me acusó de traidor, infiltrado y otras lindezas,  pero que sostiene el mismo dogma del destacado gerente de los tiempos de la “apertura”, Humberto Peñaloza: “PDVSA es una empresa de ingenieros para ingenieros”.

Esa aparente exclusividad profesional, que podría interpretarse como una inocentada estudiantil, está realmente fundamentada en la necesidad de mantener a la  industria incontaminada de consideraciones político-económicas, que se sospechan contrarias a  particulares y circunstanciales intereses.

En este caso, ello es una muestra de que en el extremismo tecnocrático no hay ideologías, ni izquierdas ni derechas, sino atrincheramiento para escurrir el bulto del debate y la evaluación pública.

De hecho, el primer “Economista Jefe" de PDVSA en los 90, promotor del “escenario productor” enfrentado al “escenario rentista”, Ramón Espinasa, era un ingeniero y en la actual Junta Directiva de PDVSA, la Vicepresidencia con competencia en la materia de proyectos se denomina Planificación e Ingeniería,  responsable de los ruinosos megaplanes inviables, fundados en la existencia en la Faja del Orinoco de 1.300  millardos de barriles de recursos recuperables que, con un “moderado” factor de recobro del 20% (estimado matemáticamente) resultan en reservas petroleras “probadas” de 260 mil millones de barriles de crudo extrapesado, las cuales, sumadas a las más de 40 mil millones de reservas probadas convencionales, resultan las mayores del mundo, 303 mil millones de barriles, el 17,5% del total mundial, según el BP Statistical Review of World Energy de junio de 2019.

https://www.bp.com/content/dam/bp/business-sites/en/global/corporate/pdfs/energy-economics/statistical-review/bp-stats-review-2019-full-report.pdf

Precisamentte, esas “reservas” fueron previamente certificadas por Ryder Scott, https://www.ryderscott.com/ previo el pago de la módica suma de 600 millones de “USD” y reconocidas luego en todos los anuarios y boletines estadísticos internacionales.

Como diría Salazar, nuestros técnicos petroleros conocen el color del petróleo, tienen las capacidades e instrumentos necesarios y por eso, saben y siempre han sabido lo que hay que hacer. No hablan paja política, sociológica, legal o económica.
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En torno al monopolio ingenieril
de la sabiduría petrolera [1]

Comentando mi trabajo Petróleo Venezolano, Recursos, Reservas y Fantasías (I) publicado el lunes pasado en Aporrea, el Ingeniero Petrolero y Geólogo, con 30 años en la cadena de valor de la Industria petrolera venezolana, Edmundo Salazar, investido como cruzado defensor de la IPV de ataques injustificados, arremete contra mí, llenándome de improperios, levantando sospechas sobre mi integridad moral y política y poniendo en duda mis argumentos, dada mi ignorancia en la materia, que está dictaminada por la “razón técnica” que lo asiste.

Normalmente, se recomienda hacer oídos sordos a las ofensas personales infundadas, sobre todo porque la carga de indignación puede conducirnos a caer en el mismo plano, pero hay un aspecto del libelo del Ingeniero Salazar que me inquieta:

Cual moderno Torquemada, comienza preguntándose en nombre de qué ocultos grupos hablo cuando me refiero a “nuestra opinión”.

Desde luego que no puedo culpar al Ingeniero Salazar por su desconocimiento de esta fórmula discursiva de expresar “mi opinión”. En verdad, reconozco que es poco recomendable por su origen mayestático (ahora sólo la usan los papas) y por esconder mucho de falsa modestia y vanidad.

Pero, aterrorizado, debo aclarar que me refiero a mí mismo, porque no sé cuáles serán los métodos que se me aplicarán, amarrado a un potro inquisitorial, para arrancarme, además de los dientes, el nombre de los demás complotados en esta apostasía petrolera.

Precisamente, y de partida, el Ingeniero Salazar me coloca en el bando de los “enemigos de la industria” –ergo de la Patria- uno de los atributos que me han acompañado, junto al de “profeta del desastre”, desde los años 70, cuando comencé a sostener posiciones críticas en materia petrolera y económica, bajo el magisterio de Juan Pablo Pérez Alfonzo, Francisco Mieres, Gastón Parra Luzardo, Domingo Felipe Maza Zavala, Orlando Araujo y muchos otros que no debo nombrar porque todavía viven y podrían quedar expuestos a la furia vengativa del algún técnico calvinista ofendido. Y además, porque tampoco me cubro con la capa de mis maestros cuando digo “nuestra opinión”.

Fuera de todo esto, la discusión técnico-económica sobre la confusión entre reservas, recursos recuperables, petróleo in situ, factor de recobro y otros conceptos, está inserta en artículos que comenzaron a aparecer en el Portal Aporrea, lunes y jueves de la semana pasada, y seguirán las próximas semanas, pero que están también insertos en mi blog http://petroleovenezolano.blogspot.com

Sería redundante refutar las ignorancias que impunemente se me atribuyen, sobre todo cuando ellas se basan en utilizar mis propios argumentos , que no han sido leídos por el público pero sí por el Ingeniero Salazar, a quien le he enviado previamente mis artículos. Remito, pues, a los lectores de Aporrea a las próximas entregas de mi columna.

                                          cmp  Domingo, 29/10/2017 03:45 PM.


Continuando mi respuesta a los contundentes comentarios científicos del ingeniero petrolero y geólogo Edmundo  Salazar, con los cuales  refuta mis ofensivas injerencias en una materia para la cual  no estoy formado, dada mi tara fundamental de ser economista, la cual me obliga a limitarme a la contabilidad presupuestaria y del producto interno bruto, quisiera recordar, con toda la inmodestia del mundo,  por la cual pido excusas a los lectores, que desde marzo de 1971, fecha en la cual tuve la inmensa suerte de integrarme como aprendiz a un equipo de análisis e investigación sobre el tema petrolero, liderado por el Dr. Juan Pablo Pérez Alfonzo y conformado por veteranos técnicos, políticos e investigadores universitarios, quedé automáticamente ubicado en un sector bastante conflictivo, el cual era, según la matriz de opinión promovida e impuesta por el poder petrolero nativo, pero de alma transnacional:  el de los “enemigos de la industria”, condición que mantuve por más de tres décadas y  que ahora, a manera de chantaje,  resucita Salazar en tiempos de revolución.

Para muestra, varios botones:

PARRA LUZARDO Y MEDOZA POTTELLÁ,
ENEMIGOS DE LA INDUSTRIA

Programa Especial de Globovisión, Caracas, 10 de Marzo de 2002.

Periodista: José Toro Hardy

Invitados: Julio César Arreaza.- Vicepresidente fundador de PDVSA, Gustavo Coronel.- Director Fundador de PDVSA, Humberto Calderón Berti.- Ex Ministro de Energía y Minas y Ex presidente de PDVSA, Pablo Reimpel.- Ex Presidente de PDVSA, Alfredo Gruber.- Ex director de Corpoven y Maraven y Ex presidente de Deltaven, Nelson Olmedillo.- Ex Director de Corpoven, Ronald Pantin.- Ex Presidente de PDVSA Servicios, y Alberto Quirós Corradi Ex Presidente de Maraven y Lagoven

Extractos del Programa:

H.Calderón Berti: ¨… yo creo que lo que ha ocurrido ahora con la industria petrolera ha sido un verdadero zarpazo, un asalto a la industria petrolera, se constituye por gente venida de afuera que han sido objetores históricos de la industria petrolera, de todos los programas importantes que la industria ha tenido, han sido objetores, Gastón Parra y Mendoza Potella, también el ministro actual de Energía y Minas, Alvaro Silva Calderón, se opusieron a la apertura petrolera, a los cambios de patrón de refinación, a los proyectos de la Faja, a la internacionalización de la industria, ¿cómo pueden entonces estos señores ahora dirigir una industria petrolera cuando todos los programas de aliento han sido objetados por ellos? 

J. Toro Hardy: Y de hecho Humberto, estos que estás nombrando de afuera son perseguidos por la gente de la industria petrolera como sus adversarios naturales de toda la vida.

Quirós Corradi: ¿..y cómo puede el gobierno nombrar una junta directiva donde hay dos tipos externos que han sido enemigos de la Corporación…?

“…esta es una clara intención ideologizante, ideológica y esa ideología es la que se cierra con el nombramiento de Gastón Parra y Mendoza Potellá en la directiva de Petróleos de Venezuela, enemigos del concepto de la empresa rentable, de la empresa verdaderamente comercial, de la empresa que fundaron o que fundamos los venezolanos…” [2]

Desde 1972  me incorporé al equipo que, inspirado en las enseñanzas de Pérez Alfonzo y liderado por Francisco Mieres,  fundó el Postgrado en Economía y Administración de Hidrocarburos de la Universidad Central de Venezuela. Allí estuve como asistente de investigación, alumno y profesor por 28  años en total,  los  últimos 14 de ellos como coordinador, hasta mi jubilación en el año 2000.

Lo que quiero destacar de esa experiencia  es  la declarada voluntad de formar profesionales petroleros integrales que se estableció desde entonces como uno de los principios rectores de esa iniciativa.

Profesionales que tuvieran un horizonte que fuera más allá de su particular formación de pregrado. Por ello, su matrícula fue siempre, como me consta, multiprofesional: Ingenieros, Economistas, Abogados, Internacionalistas, Contadores, Administradores, Politólogos, Médicos, Educadores, Geógrafos, etc. Muchos funcionarios del MEM, PDVSA, el MRE, y otros organismos públicos y privados pasaron por sus aulas.

Desde luego, su pensum también fue multidisciplinario: legislación venezolana de los hidrocarburos, técnicas en sus diversas aplicaciones de exploración, producción, refinación, petroquímica, transporte y comercialización internacional, análisis de estados financieros petroleros, historia de la política petrolera venezolana, economía de la energía y de los hidrocarburos, mercados internacionales, geopolítica petrolera, métodos cuantitativos aplicados a los hidrocarburos,  etc. 

(Por cierto, haber cursado esas materias es una de las razones por las cuales me atrevo a opinar sobre temas que el Ingeniero Salazar supone reservado a “los técnicos puros”)

¿Cuál fue la razón de tanto generalismo? 

Precisamente, enfrentar la estrechez ingenieril corporativamente motivada que privaba en la Industria petrolera pre y post nacionalización, detrás de la cual se urdían manejos económicos y políticos lesivos de los intereses  de la Nación en cuanto a la gestión adecuada de su más valioso patrimonio.

El díctum “PDVSA es una empresa de ingenieros para ingenieros” esgrimido por los primeros gerentes de mentalidad transnacional que la dirigieron en su etapa aperturista y “meritocrática”, se ha mantenido vigente, si tenemos en cuenta lo que muestra el Ingeniero Salazar con sus argumentos que excluyen la posibilidad de que ignaros economistas opinen sobre una industria de “altísimo nivel”.

Esa estrechez  profesional deja de lado el carácter multifacético de la industria petrolera. 

Si se obvian las realidades económicas y políticas, nacionales e internacionales, es factible llegar a las definiciones de reservas probadas como las que esgrime el Ingeniero Salazar, cuando habla en español y olvida el original inglés “comercially recoverable” de su propia transcripción del texto sagrado original: “reserves are those quantities of petroleum anticipated  to be comercially recoverable”.  

(Parece suponer, como lo hacían los antiguos meritócratas, que unas tres parrafadas en inglés serían suficientes para hacer retroceder despavoridos a los críticos ignorantes)

Si los resultados de los increíblemente complejos hallazgos de los científicos  petroleros determinan las magnitudes físicas de los recursos de hidrocarburos existentes en un yacimiento (palabra que tiene que ver con la condición “yacente” de los hidrocarburos, de la cual  nunca había oído hablar el ingeniero Salazar, según propia confesión) con sus respectivas  profundidades, porosidades, espesor  neto de las arenas,  porcentaje de saturación de agua,  permeabilidades, gravedades, viscosidades, contenidos de azufre y otros metales, balance energético del proceso y tantas otras características que determinan la factibilidad física de su extracción y los costos que ello implica, ¿por qué un economista o cualquier otro profesional de las ciencias sociales al que se le suministren graciosamente esos datos, no puede estimar las reservas realmente recuperables y la factibilidad económica y política de un proyecto, dadas minucias tales como los precios vigentes en el mercado, la oferta, la demanda, los inventarios, las tendencias de los mercados financieros, las opciones y futuros, los planes y designios económicos y geopolíticos de las grandes potencias, otros países productores y consumidores, empresas estatales y corporaciones transnacionales, amén de las perspectivas futuras de todas estas variables? ¿Y no es acaso ese conjunto de variables el  que aporta el carácter de comercialmente recuperable a una acumulación de hidrocarburos?

Claro que eso siempre lo hará mejor un omnisciente ingeniero, munido además de la razón técnica “que le asiste”, de la razón política y el poder derivado de ella,  que lo autoriza para descartar como maliciosos y ofensivos ataques infundados, merecedores de escarmiento, a cualquier visión crítica que difiera de sus particulares y circunstanciales preferencias.

Como una muestra de que he venido debatiendo estas circunstancias desde hace varios años, le voy a trascribir al Ingeniero Salazar unos párrafos donde me  refiero al tema, hace dos años, utilizando  las mismas fuentes que el asegura que desconozco, extraídas de mi trabajo “Venezuela, Potencia o Botín” [3]

Aquí surge una discusión entre geólogos, ingenieros y políticos sobre la significación de estas cifras: si ellas son en realidad reservas probadas, probadas desarrolladas, probables o posibles, o si son “recursos contingentes”. Los puntos de vistas de estos expertos –reales o supuestos- están completamente cargados de intencionalidad política, bien sea que se quiera inflar o disminuir la magnitud de los recursos  existentes en Venezuela.

Este debate político más que técnico puede evaluarse dentro del sistema de clasificación de recursos acordado por las sociedades geológicas e ingenieriles de petróleo norteamericanas e internacionales, con el cual se pueden medir las  probabilidades y certezas de las estimaciones que se debaten, y que insertamos de seguidas:

Es la intención que el término “recursos”, como se usa aquí, incluya todas las cantidades de petróleo de ocurrencia natural sobre o dentro de la corteza terrestre, descubiertas o no descubiertas (recuperables y no-recuperables), además de aquellas cantidades ya producidas. Además. Incluye todas las clases de petróleo que actualmente se consideran “convencional” o “no convencional”.

La Figura 1-1 es una representación gráfica del sistema de clasificación de recursos de SPE/WPC/AAPG/SPEE. El sistema define las clases principales de recursos recuperables: Producción, Reservas, Reservas Contingentes, y recursos Prospectivos, tanto como Petróleo No Recuperable.















[4]












[5]

No es necesario enfatizar más la complejidad de este sistema de clasificación y los riesgos de un manejo politizado del mismo. 

En cualquier caso, los “recursos recuperables” de Venezuela son inmensos y su incorporación a la producción efectiva es una cuestión de cientos de años.

Particularmente queremos llamar la atención sobre algunas circunstancias manifiestas en las cifras oficiales. Del monto global de reservas certificadas por 298.353 millones de barriles, sólo 12.960 [6] son reservas desarrolladas, es decir, conectadas a facilidades de producción. Ello quiere decir que, al ritmo de 3 millones de barriles diarios esas reservas alcanzarán para unos 14 años.

La magnitud de los recursos necesarios para desarrollar reservas suficientes para sostener una producción de 6 millones de barriles como la que se registra como meta en los Planes de Inversión de PDVSA para 2019, son de una magnitud inalcanzable para las actuales posibilidades financieras de la Nación: 302.316 millones de dólares según sus propios cálculos.

















Como se puede observar, los argumentos del último párrafo son los que han desatado la furia del Ingeniero Salazar.

Además, dada la inocultable procedencia del cuadro, le informo al Ingeniero Salazar de dónde saqué yo mis cifras. Espero que él presente muy pronto, si puede,  las cifras ajustadas a las nuevas realidades del mercado que desmienten mis malvadas opiniones.

Para finalizar, y como una muestra de que ese combate contra los escenarios de pajaritos preñados de “potencia” para complacer vanidades y pescar incautos y las visiones de ingenieros transmutados en economistas  tiene ya varias décadas, inserto un comentario de julio de 1998 revelando las trapacerías confesas contra la OPEP del Ingeniero  Luis Giusti, según las declaraciones del Economista Jefe de PDVSA, el Ingeniero Ramón Espinasa:

Como confesara en febrero pasado el Presidente de PDVSA, esa Corporación ha violado consistentemente las cuotas de la OPEP desde hace unos diez años, porque la gerencia petrolera venezolana no cree en la política de defensa de los precios y, por el contrario, se trazaron planes para alcanzar los 7 millones de barriles diarios en el año 2007
(Intervención del Economista Jefe de PDVSA en un evento del World Energy Council, echando más leña al fuego en plena zambullida de los precios)   [7]

                         cmp,  Lunes, 23/10/2017 10:54 AM
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Volviendo a 2019, la polémica sigue en los mismos términos, ahora y de nuevo, con la “Gente del Petróleo Inc.” que ve llegada su tercera oportunidad para imponer la modernidad neoliberal.

Mi insistencia actual en este debate, que me ha obligado en repetidas oportunidades como ésta a traer discusiones del pasado,  está contenida en los artículos insertos en este mismo blog y cuyos enlaces externos copio de seguidas:

“La Oportunidad la  pintan calva”

“Volver al Futuro IV”

“Ley Orgánica para la regulación del comercio de esclavos en Venezuela”


cmp/ 26 de julio de 2019








[4] Sistema de Gestión de Recursos Petrolíferos, Auspiciado por Society of Petroleum Engineers (SPE), American Association of Petroleum Geologists (AAPG), World Petroleum Council (WPC) y Society of Petroleum Evaluatión Engineers (SPEE) (Versión castellana del original inglés). 2008.

[5]  Ferruh Demimen,  Society of Petroleum Engineers (SPE),  Petroleum Consultant.

[6] PDVSA, Loc. Cit.

[7] C. Mendoza P.: Petróleo, chambonería e  impunidad, artículo en El Nacional, Julio 1998, reproducido en CRÍTICA PETROLERA CONTEMPORÁNEA, ¿Predicando en  el desierto?, Crónicas Disidentes Sobre la Apertura y el Poder  Petrolero. (1996-1999), Ediciones FACES-UCV 1999


miércoles, 24 de julio de 2019

EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES


El cartero siempre
llama dos veces

Carlos Mendoza Pottellá
24 de julio de 2019

Este film de Lana Turner en 1941, basado en un libro de James M. Cain y protagonizado por Jack Nicholson y Jessica Lange en su versión de 1981,  nos muestra que la suerte no te acompañará siempre y que algún día te tocará pagar la cuenta.



Aquí, en verdad,  me refiero a otro mensajero insistente.

En mis últimos trabajos he tratado de denunciar el extremismo  privatizador que se esconde tras las novedosas propuestas de quienes promueven la medicina neoliberal como cura de todos los males estatistas que infectan a nuestra industria petrolera.

Sin embargo, y como en todo proceso en el que se juzgan inocencias y culpabilidades, a confesión de parte, relevo de pruebas.

Y este es el caso de ahora, con el Anteproyecto de Ley de Hidrocarburos que ha sido presentado ante la Subcomisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional por el Partido Voluntad Popular y al cual me referí como “Ley Orgánica para la regulación del comercio de esclavos en Venezuela”. (https://www.aporrea.org/energia/a280531.html)

Mi trabajo hizo reaccionar al mensajero, el Diputado Luis Stefanelli, quien reconoce, en declaraciones posteriores  a Petroguía, (http://www.petroguia.com/pet/noticias/petr%C3%B3leo/nueva-ley-de-hidrocarburos-en-venezuela-prev%C3%A9-recuperar-2-millones-de-barriles-en)
que se trata de parte del Plan Venezuela Energética de Baquero-López, sobre el cual escribí “La oportunidad la pintan calva” (https://www.aporrea.org/energia/a280644.html)

El titular Petroguía de la entrevista a Stefanelli comienza con la oferta caza bobos de siempre: “Nueva ley de hidrocarburos en Venezuela prevé recuperar 2 millones de barriles en tres años”.

Se trata de un instrumento legal, verdaderamente mágico, que pretende soplar y hacer botellas. Veamos, pues, como lo refiere  el cartero:

“…cuyo objetivo es masificar la producción petrolera lo antes posible, rescatar la producción nacional petrolera y desde luego hacer el aporte que siempre el petróleo hará, al menos en los próximos años, a la economía venezolana.”

E inmediatamente viene el mazazo privatizador:

Para lograr estos objetivos planteamos la apertura a la inversión privada nacional e internacional, para lo cual nosotros no limitamos, es decir no obligamos a una asociación para explotar el petróleo venezolano en la cual el Estado venezolano sea necesariamente el socio mayoritario en las acciones, sencillamente desde 0% a 100%, es un proceso de negociaciones, de ganar- ganar.
Si no se abre la industria petrolera, el país está condenado al fracaso. Entonces, lo primero será incentivar la inversión nacional e internacional en la industria petrolera suprimiendo la reserva de la actividad primaria al Estado venezolano, pero teniendo en cuenta que sí mantiene la propiedad de los pozos petroleros y PDVSA, como lo establece la Constitución.
En las disposiciones transitorias se aclara muy bien que los contratos deben ser respetados y que no puede haber cambios en los contratos que no sean autorizados por las minorías. ¿Quiénes son las minorías? Los del 40%, las trasnacionales.

Mención especial merece la frase en donde vincula el ejercicio de la soberanía con la muerte por hambre de los venezolanos, de niños en los hospitales y de 32 balseros desaparecidos en las aguas de Falcón.

Ese término de soberanía, ultroso, grandilocuente que maneja esta gente y que llevan al país a que 5 millones de venezolanos estemos en el exterior, es un término que nosotros vamos a combatir en todos los terrenos.

En un mundo donde las grandes naciones soberanas y sus Estados pugnan por el control de su espacio vital, sojuzgando a las que no tienen como defender su propia soberanía,  Venezuela se adelanta a renunciar a la suya y ofrecer graciosamente su territorio y sus recursos como tierra de nadie, una “no man’s land” esperando a ser capturada.

Dejo al cartero en su laberinto y vuelvo al origen de las propuestas. 

Petroguía nos ofrece una entrega reveladora:

La participación en CERA-Week, evento petrolero norteamericano de importancia global, de los representantes venezolanos de la nueva era petrolera aperturista, Luisa Palacios y Ricardo Hausmann:


Hausmann: PDVSA al mínimo
La intervención de Ricardo Hausmann estuvo centrada en señalar los aspectos que se contemplan adoptar en un eventual gobierno de transición para atraerá inversiones y recuperar la producción petrolera. "Necesitamos abrir la industria petrolera a la inversión privada sin la participación de la compañía petrolera nacional", dijo Ricardo Hausmann en la conferencia, según la reseña de Bloomberg.

Sin la anestesia encubridora de Stefanelli, Hausmann habla con la autoridad de un halcón de los centros financieros y corporativos internacionles, auténticas hermanitas de la caridad, que tienen un generoso “plan de rescate” para Venezuela: Banco Mundial, FMI, Exxon, Conoco, Chevron, Shell, BP, Soros, Trump, etc…

La propuesta se centra en que las empresas transnacionales puedan participar en el negocio petrolero sin que necesariamente se rijan por el esquema de empresa mixta con mayoría accionaria de PDVSA como se impuso en Venezuela después de 2001 y sobre todo de 2007 cuando se migró del esquema de asociaciones estratégicas y convenios operativos a un modelo de empresas mixtas.


Podríamos decir, como en las matemáticas de bachillerato: L.Q.Q.D., Pero el asunto no es tan sencillo.

En primer lugar: nadie niega que estamos al borde del precipicio y que tendremos que hacer todos los esfuerzos necesarios para rescatar una industria petrolera en su peor momento.

Que inevitablemente tendremos que negociar con empresas y centros financieros internacionales, pero, definitivamente, considero que no podemos ir a esa negociación colocándonos en posiciones previas de absoluta minusvalía.

En un país contra la pared, cercado por sanciones internacionales, con una industria petrolera en colapso indetenible, padeciendo de una hemorragia de capacidades técnicas, minada de corrupción, pésima gerencia  y proyectos de pajaritos preñados inviables económicamente,  -que nunca han funcionado a su favor, como la “internacionalización” y los “megaproyectos de la Faja del Orinoco”.

Con el hambre ya instalada en los sectores más desfavorecidos y acechando al 98% de la población para fines de 2019, según pronósticos de Luis Vicente León (http://www.eluniversal.com/el-universal/45982/quien-se-queda-aqui), es tentadora la oferta mefistofélica:

“Esto es un programa de entre 5, 8 y 10 años, en ese lapso ocurren las cosas. De 8 o 10 puede alcanzar entre 3,5 millones y 4 millones de barriles diarios, pero creemos que los primeros 2 millones de barriles de recuperación petrolera, que son los más sencillos, porque son pozos de reciente baja de producción pudieran  ser con un costo bastante menor que reactivar 100.000 barriles normales o nuevos 100.000 mil barriles que requerirían entre 20.000 millones y 30.000 millones de dólares. Esos 2 millones de barriles, nosotros estimamos que podrían recuperarse en 3 o 5 años, quizás menos, todo depende de cómo estén las instalaciones porque, como ya hemos dicho, no tenemos información oficial ni inventario, pero repito una vez más que podemos subir 1,5 millones de barriles en 5 años.”

La eterna danza de los cientos de miles de millones de barriles  anunciada desde 1978 por Guillermo Rodríguez Eraso y fracasada siempre por la insistencia de los “técnicos puros”, quienes no quieren, o pretenden no querer, distinguir entre el 90% de los recursos de crudos extrapesados técnicamente recuperables  del mundo, efectivamente estimadas por el US Geological Survey al norte del Orinoco, y las supuestas mayores reservas  probadas del mundo, “certificadas” con 600 millones de dólares pagados a Ryder Scott entre 2005 y 2007, para engañar a los incautos planificadores públicos.

Pero ahora… ¿Quién quita Venezuela? ¡Sólo tienes que vender tu alma!
¿O es que acaso a los puertorriqueños les ha ido mal? Sin soberanía, pero con nacionalidad norteamericana de segunda, pero que les da derecho a viajar a Miami sin visa, ¡Que envidia!
cmp / 24 de julio 2019

OTROSÍ:

Tal como en trabajos anteriores, la antigüedad y persistencia del debate me obliga a traer al presente viejos argumentos. Las circunstancias cambian, pero los argumentos son los mismos. El 21 de mayo del año pasado, después de terminar el día anterior el trabajo titulado “Política Petrolera a la manera de los músicos del Titanic”,  reproduje dos trabajos de 1997, que ahora mantienen su pertinencia y anexo una vez más:

Bonus Track: Viejos argumentos
para un debate permanente

Carlos Mendoza Pottellá
21 de mayo de 2018

En la sustentación de las posiciones que he venido sosteniendo en torno a las causas y perspectivas de solución de los graves problemas que confronta la industria petrolera nacional y el país mismo, hurgué en materiales propios para encontrar datos y argumentos procesados en otros tiempos sobre situaciones similares . 

Además de los datos que presenté en mi trabajo anterior, terminado el día de ayer en medio de la turbulencia electoral y, por ello mismo, con la sensación de estar en la misma posición  de los músicos del Titanic,  encontré dos textos que reproduzco aquí por considerar que los argumentos esgrimidos en ellos siguen estando vigentes y ponen en evidencia que las circunstancias críticas y las posiciones de los participantes en el debate no han cambiado.  

Escenarios, falacias y caballos de Troya

FUNDAPATRIA, “ABC Petrolero”, 30 de enero de 1997. 

"Crítica Petrolera Contemporánea 1996-2000" 

                                                                                    
En la entrega anterior de “Apuntes...” prometíamos continuar la historia de las relaciones que se instauran en Venezuela en torno al petróleo y su explotación industrial, cuyos protagonistas, contradictorios pero mutuamente dependientes, han sido el Estado venezolano y las grandes corporaciones petroleras internacionales.

Decíamos entonces que esas relaciones florecieron inicialmente dentro del marco del régimen concesionario heredado de nuestro pasado colonial. Concluido el ciclo concesionario, esas relaciones cambiaron de forma con la “nacionalización” de la industria, pero no sólo se mantuvieron, sino que se intensificaron y extendieron a campos inusitados.

Hacíamos referencia a los contratos de Asistencia Técnica y Comercialización, suscritos pocos días antes del tránsito formal de la industria petrolera a manos del Estado, como los eventos paradigmáticos en cuanto a los vínculos Estado-Corporaciones en los años que siguieron hasta nuestros días. 

Utilizando una terminología contemporánea, en esos contratos se plasmaron los pasos iniciales de la apertura petrolera, porque fue a través de ellos que las antiguas concesionarias pasaron a tener injerencia en espacios distintos a los de las concesiones de las que habían sido titulares hasta 1976.

Fue así como se inició un curso fatal de deterioro de la participación nacional en el negocio petrolero, constituyendo la llamada “apertura petrolera” sólo el Capítulo contemporáneo de una política que ha tenido siempre el mismo signo: la expropiación del patrimonio colectivo en beneficio del gran capital transnacional y de las elites aprovechadoras criollas, cuya punta de lanza la constituyen hoy, y desde hace 20 años, las cúpulas gerenciales de mentalidad privatista enquistadas en los puestos de comando de la empresa estatal.

En los últimos eventos de esa política hubo todo un proceso previo de preparación y hasta un ensayo general: el Proyecto Cristóbal Colón.

En cada escaramuza por la “internacionalización”, la Orimulsión, el mejoramiento de crudos extrapesados y la entrega de los “campos marginales”, se quedaron pedazos de soberanía, de capacidad de control y fiscalización, jurisdicción de las leyes y tribunales nacionales, y, como se constata en las cifras oficiales, de integridad de la participación fiscal.

Todo ello, en nombre del mantenimiento de la autonomía operativa y financiera de PDVSA y sus filiales, pero con los propósitos reales abiertamente planteados por su Presidente: expansión del negocio y “estímulo” a la participación del capital extranjero.

De esta manera es que llegamos "preparados"  para negociar nuevas concesiones con nuestros antiguos y renovados socios extranjeros: con un viejo cuerpo legal, reglamentario y de control desmantelado, pero con un instrumento completamente nuevo y aceitado para el regreso transnacional: el “esquema de ganancias compartidas”.

Es así, pues, como PDVSA ha devenido en la antítesis de lo que debería ser y la empresa del Estado para la administración eficiente de los recursos públicos de hidrocarburos se transforma en facilitadora de oportunidades de negocios privados, promoviendo paulatinas modificaciones legales o propiciando transgresiones legales, multiplicando proyectos de limitada o nula rentabilidad fiscal, impulsando múltiples formas de participación privada, desde la internacionalización, la contratación de servicios y el “outsourcing” de ciertas funciones considerada no medulares, hasta los diversos niveles de “asociaciones estratégicas” que desembocan en el presente otorgamiento subrepticio de concesiones, paso previo a la “democratización del capital” mediante la colocación de bonos y  la venta en forma de acciones de PDVSA y sus filiales.

Tal es nuestra opinión en torno al proceso de la política petrolera venezolana en los últimos 20 años. A contrapelo de las formulaciones legales y reglamentarias, de las tradiciones y rituales de la política petrolera venezolana, con el disfraz de la nacionalización hemos introducido en nuestra casa un caballo de Troya antinacional, el cual, en nombre de supuestos “escenarios productores” y de “combate al rentismo” ha liquidado la capacidad efectiva de captación nacional de una renta que de todas maneras se produce, en tanto que su determinación es el resultado de un intrincado conjunto de relaciones económicas internacionales, establecidas y consolidadas en un proceso que se inició a principios de siglo.   

La falacia del “escenario productor” enfrentado a otro “rentista” queda en evidencia cuando constatamos que uno de los resultados evidentes que tendrá el “esquema de ganancias compartidas” será la minimización de la participación de PDVSA, tanto en su condición de operadora como en la de perceptora de beneficios, colocándose en una posición que no tiene otro nombre sino el de rentista, en tanto y en cuanto usurpa el papel que le corresponde al Ministerio de Energía y Minas en la fiscalización y control de entes operadores extranjeros.

Ahora bien, todo lo anterior constituye una visión particular de un proceso que puede ser evaluado desde ópticas más modernas y con colores menos sombríos. Visiones que, entre otras cosas,  desechen anticuados principios nacionalistas, de soberanía o autarquía, muchos de los cuales se resumen en el antediluviano y pavoso concepto de “patria”.
Visiones que entiendan la realidad unipolar y las condiciones que nos son exigidas para integrarnos a los mercados mundiales, cumpliendo más eficientemente, y sobre todo competitivamente, con nuestro tradicional papel de suministradores de materias primas baratas.

Que tomen en cuenta que, si en alguna oportunidad nos pudimos colar entre los resquicios de la guerra fría y ello nos permitió invertir transitoriamente el sentido de la corriente expoliadora de nuestras riquezas y capacidades productivas, ahora esa posibilidad ya no existe y debemos renunciar a lo que “modernamente” se considera como una participación “exagerada” en la renta generada por nuestro subsuelo.

Eliminemos controles e impuestos, minimicemos esa excrecencia feudal que es la regalía, acordemos depreciaciones aceleradas para la inversión extranjera, reconozcamos toda clase de gastos como costos deducibles para fines fiscales y recibamos los beneficios de empleo y prosperidad que nos ofrecen los capitales internacionales que vendrán a ubicarse dentro de nuestras fronteras, los cuales no serán “capitales golondrinas” aprovechadores de ondas especulativas, sino avezados “capitales vampiros” que chuparán nuestros recursos mientras ello sea lo suficientemente rentable y luego nos dejarán, como siempre, enfrentados a otro “viernes negro” y preguntándonos ¿ en qué nos equivocamos esta vez?

La realidad es terca... pero mucho más lo son los planificadores petroleros 

Carlos Mendoza Pottellá
FUNDAPATRIA, “ABC Petrolero”,  20 de enero de 1997
 "Crítica Petrolera Contemporánea 1996-2000"  (CDCH-UCV 2000)                                                                                                                                                                                                                
Enero comienza y ya casi termina, con noticias nada auspiciosas en materia petrolera: Una caída de los precios del petróleo que ha obligado a redefinir los cálculos presupuestarios y  ha puesto a los planificadores petroleros a producir declaraciones apresuradas sobre el carácter coyuntural del fenómeno: un invierno moderado y los coletazos del “efecto dragón” –que se suponen también coyunturales- son los factores que más se mencionan.

Como comentáramos ya en la columna anterior, algunos llegan al cinismo de achacar el desencadenamiento del proceso a “la sobreproducción saudita” sin mirar la viga en el ojo propio, materializada en varios años de sobreproducción venezolana, la cual en el último de ellos promedió bastante más de un millón de barriles diarios.
De esta manera se pretende, con la clásica “viveza criolla” que no engaña a nadie, que nuestros excesos son benignos y no causan sobreoferta y que la culpa es de los demás.

Por otro lado, considerar coyuntural la crisis de los países asiáticos cuyas monedas han caído entre un 30 y un 80 por ciento desde julio del pasado año, tal como lo reportara recientemente el Wall Street Journal en su versión de El Nacional, deja ver a las claras la voluntad gerencial de cerrar los ojos ante realidades que anuncian tendencias distintas a las pregonadas.

El dogmático optimismo de los escenarios en los cuales basan su política expansiva los planificadores de PDVSA puede evaluarse por su inmutabilidad. 

En efecto, desde 1991 se han mantenido incólumes –salga sapo o salga rana- las proyecciones de un crecimiento de la demanda energética global a una tasa del 2% anual “en los próximos 20 años”.

Más recientemente, en su “Plan de Negocios 1997-2006”  el optimismo siguió creciendo: ahora se proyecta que ya no será la demanda energética, sino la petrolera, la que crecerá a esa tasa  interanual y un poco más (2,1%), con lo cual resulta que el consumo petrolero pasará de 70 millones de barriles diarios en 1995 a 88 MMBD en el año 2006, es decir,  un crecimiento de casi 26 por ciento respecto al año inicial.

Pero las cosas no se quedan allí. Según las previsiones de ese Plan de Negocios, el suministro No-OPEP se mantendrá estacionario durante el lapso considerado lapso, registrándose al final del período una disminución del 1,2%. 

La emergencia de Kazajastán, Colombia, Vietnam, Papúa Nueva Guinea, Uzbekishtán y otros nuevos productores, y la próxima recuperación de un tradicional productor gigante, Rusia, en el cual el capital petrolero internacional está realizando grandes inversiones, será compensada con la inevitable caída de la producción en Estados Unidos, México y el Mar del Norte.

Por el contrario, el suministro petrolero aportado por los miembros de la OPEP crecerá a una tasa del 5% interanual, al pasando de 27,8 millones de BD en 1995 a 47 millones en el 2006, para registrar un 69% durante el lapso considerado. (Nota 2019: trece años después esa producción es de 29 millones de bd)

Y dentro de esas auspiciosas perspectivas de la OPEP a Venezuela se le asigna, por arte de Birlibirloque,  la mayor tasa de crecimiento: un 7,5% interanual, que elevará la producción del país desde los 2,7 millones de BD de 1995 a los proyectados 6 millones de 2006, un crecimiento total de 122,22% durante el lapso.

¡Que sabroso es “planificar” así! Minimizar los factores negativos, espolvorear las dificultades sobre los competidores y  paralizarlos:

Así, PDVSA aprovecha que ellos seguirán empeñados en defender los precios y se lanza a la conquista de una mayor tajada del mercado.

Para ello es necesario asignarse a sí misma todas las bondades competitivas: eficiencia productiva, cercanía a los mercados, garantía de suministro sin perturbaciones bélicas, cultura occidental, bajos precios, apertura a la inversión extranjera con impuestos mínimos y ofertas de privatización total a mediano plazo ¡y ya! la producción comenzará a crecer a tasas aceleradas.

Poco importa que los incrementos de producción se hagan a costos unitarios crecientes y con una participación fiscal y nacional cada día menor. En fin, lo que importa es la expansión del “negocio” y las oportunidades de ganancias rápidas que ofrece a los potenciales socios e inversionistas.

Ah, pero cuando los efectos de la sobreoferta comiencen a sentirse, habrá que echarle la culpa a otros, en particular a “nuestros competidores”, quienes han tenido la osadía de seguir nuestro ejemplo y comienzan a recorrer el camino de la sobreproducción. ¡El colmo es que hasta santificaron nuestra sobreproducción en su última Asamblea OPEP, para poder hacer lo mismo! “Pero eso es coyuntural”.

Venezuela, que tiene 27.000 pozos en capacidad de producir y que en efecto produce por unos 14.000, a una tasa de 250 barriles diarios es, a pesar de ello, y según los cálculos de PDVSA, uno de los productores de más bajos costos unitarios, tanto, que puede competir ventajosamente con  Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Irán y los Emiratos Arabes, los cuales producen por mucho menos pozos y a una tasa promedio de 5.000 barriles diarios.

Sólo los eternos inconformes se atreven a insinuar que en esos países el costo unitario por barril está por debajo de los dos dólares y que en el nuestro pasa de cuatro de esos billetes... y hasta de seis si es para declararle costos a la OCEPRE.

Ironías aparte, se trata de un asunto de una gravedad particular, donde están en juego gigantescas cantidades de recursos materiales y financieros y donde un tratamiento subjetivo, falaz y sesgado por los intereses particulares, nacionales y sobre todo extranjeros, que han impuesto la política de expansión a todo trance, tendrá consecuencias catastróficas para el país y, sobre todo, para los más golpeados sectores de la población.
cmp / 24 de julio de 2019