Carlos Mendoza Pottellá
Martes, 2 de enero de 2001
En esta oportunidad, y teniendo en cuenta que hoy en día están mucho más claros para todos los concurrentes al mercado petrolero cuáles son los factores determinantes de la evolución del mismo, todo parecía indicar que sería un evento más trascendente que sus ediciones anteriores. Las expectativas parecieron confirmarse por la organización previa, el número de países (50) y agencias internacionales participantes, así como por los materiales repartidos, que incluían visiones, pronósticos y propuestas de la OPEP, de la Agencia Internacional de Energía y ponencias de tres destacados analistas internacionales. Sin embargo, la profunda discusión que se pronosticaba nunca sucedió.
En medio del bosque de estadísticas, escenarios y consideraciones sobre la morfología, estructura y conducta del mercado, elasticidades e inelasticidades de la oferta y la demanda, relaciones entre energía y ambiente, el impacto de las nuevas tecnologías y otros tópicos de parecida entidad, los representantes de los mayores países consumidores simplemente expusieron sus exigencias de mayores volúmenes y menores precios y a ello respondieron los países productores denunciando el impacto de los impuestos de los propios países consumidores en la composición del precio del producto final y la minoritaria significación que en el mismo tiene el precio del crudo.
Después de unos primeros escarceos diplomáticos sobre la necesidad de encontrar un terreno común, de arbitrar medios de concertación, incluso habiendo reconocido los extraordinarios esfuerzos realizados por la OPEP en el transcurso de este año y la pertinencia y conveniencia para todos los actores de la banda de precios propuesta por esa Organización, aparecieron las exposiciones que cargaban la responsabilidad de los altos precios del petróleo del lado de los productores.
Así por ejemplo, la Sra. Helen Liddell, Ministra de Energía del Reino Unido, país donde los impuestos constituyen mas del 80 por ciento del precio final de los derivados petroleros, expresó abiertamente su muy directa y particular concepción de lo que significa estabilidad del mercado: precios más bajos, para lo cual requiere que la oferta sea siempre mayor que la demanda:
"Es importante que el compromiso de la OPEP de continuar incrementando sus cuotas de producción, si los precios permanecen altos, sea cumplido para poder restablecer la confianza en el mercado petrolero, nosotros ahora necesitamos ver un período de más bajos y más estables precios”.(Subrayado nuestro) En una clara demostración de lo que es tener un cristal imperial para ver las cosas, atribuyó las protestas que se produjeron a mediados de año en Europa contra los altos impuestos al consumo en los derivados petroleros, a los altos precios del petróleo “... en Europa, los altos precios del petróleo dispararon protestas masivas contra los altos precios de la gasolina”.
La respuesta fue contundente por parte de los delegados de los países de la OPEP, quienes destacaron la profunda hipocresía e inequidad de estas “teorías”. Aunque fueron muchos los argumentos, sobre todo los muy equilibrados y sesudos del Dr. Rilwanu Lukman, Secretario General de esa Organización, quiero destacar la grafica expresión del Ministro Kuwaití, Jeque Saud Nasir Al-Saud Al-Sabah: “Muy bien, nosotros les regalamos el petróleo, pero Uds. nos entregan la mitad de los impuestos”.
El Dr. Chakib Khelil, Ministro de Energía y Minas de Argelia, hizo una pertinente observación respecto a una afirmación que fue repetida insistentemente por varios oradores: “la inestabilidad del mercado afecta por igual a productores y consumidores”, al puntualizar que los consumidores necesitan la estabilidad de los precios para mantener la continuidad y coherencia de su evolución económica, pero, como quedó demostrado con el inmenso impacto sobre las economías de los países miembros de la OPEP que tuvo el colapso de precios de 1986, “es justo decir que el costo de la inestabilidad del mercado no impacta con la misma intensidad en el bienestar de cada grupo de países”.
El Secretario de Energía de los Estados Unidos, Bill Richardson, trató de ser más equilibrado, “10 dólares el barril es demasiado bajo y treinta dólares es demasiado alto”... “para los Estados Unidos el precio ideal está entre 20 y 25 dólares”. Luego se remitió al optimismo de unas expectativas de crecimiento muy grande de la demanda, encabezados por su país y China, lo cual haría necesario incrementar la oferta de los países de la OPEP y de otros nuevos productores, como Kazajastán y el Occidente de Afrecha, muy por encima de los niveles actuales, si se considera también la declinación de las producciones del Mar del Norte y de los propios Estados Unidos. Según sus estimaciones, la demanda mundial de petróleo se duplicara en los próximos treinta años: la preocupación no será a quién venderle, sino dónde estarán los barriles para suplir esa demanda.
En su intervención, el Ministro de Energía y Minas venezolano, Dr. Alí Rodríguez Araque, destacó aspectos que no habían sido suficientemente considerados y que demuestran que los altos precios actuales no son el resultado del balance oferta-demanda. En primer lugar, señaló que la demanda de crudo está más que cubierta y que el suministro la supera en aproximadamente 1,4 millones de barriles diarios. Mencionó también los factores que a su entender generaron el alza de los precios: La caída de la capacidad de refinación de los Estados Unidos, que produjo un cuello de botella en el suministro de productos y restringe mercados a los productores. El incremento de los costos de transporte por la obsolescencia de casi el 40% de la flota mundial de tanqueros, lo cual generó otro cuello de botella. El sostenido incremento de los impuestos al consumo, que han llegado a representar, en promedio, el 60% del precio final de la gasolina en los países de la OECD. La especulación en los mercados “virtuales”, a futuro, en donde se negocian “papeles” hasta por 150 millones de barriles diarios, es decir, el doble de la demanda física real. En su exposición del Ministro Rodríguez sustentó también lo expresado en otras oportunidades respecto a los peligros de un violento colapso de los precios en el primer trimestre del próximo año, debido a que la OPEP esta suministrando al mercado 1,4 millones de barriles diarios más de los que requiere la demanda efectiva actual y, pasados los posible picos de la demanda que se podrían producir en este invierno, en el primer trimestre del próximo de año la sobreoferta sería aun mayor y ello podría provocar el referido colapso.
Pues bien, no hubo necesidad de llegar al próximo año: ya se produjo la rápida caída esperada. Comenzaron a aparecer los inventarios ocultos –los llamados inventarios secundarios y terciarios- mantenidos por grandes consumidores particulares y no registrados como tales. Las “temperaturas de otoño” que prevalecen en este comienzo del invierno norteamericano, han llevado a estos consumidores a deshacerse de sus previsoras existencias de productos y a volcarlas sobre un mercado sin compradores. El efecto ha sido inmediato y no ha podido ser detenido ni siquiera por la salida del mercado de los crudos irakíes. Ya se anuncia el necesario recorte que tendrá que aplicar la OPEP, el frenazo requerido para que el aterrizaje de los precios sea suave y nos sea leve.
Esta es una impactante demostración del duro juego de los consumidores, quienes pretendían presentarse en este Foro Internacional como palomitas víctimas del “cartel” de los productores, para obtener suministros adicionales cuando ya para entonces era evidente el exceso que existía en el mercado.
Para nosotros queda clara, una vez más, la reiterada enseñanza de que a estos foros no se viene a defender posiciones académicamente justas y equilibradas, ni verdades científicas, sino a pujar por los particulares intereses de los países según su posición en cada polo del mercado y, también, aunque en estos tiempos con mucha discreción, el interés de las corporaciones empresariales más poderosas.
A propósito de dichas corporaciones, aunque el papel de las mismas en la determinación y aprovechamiento de los vaivenes del precio del petróleo no fue mencionado directamente, es bueno destacar también que este Foro fue realizado parcialmente bajo los auspicios de ocho de las mayores corporaciones transnacionales, principales beneficiarias de los altos precios –tal como se ha visto en los resultados corporativos de los últimos dos años- pero que también están interesadas en mayores niveles de producción a cualquier precio, porque la lógica de sus negocios a largo plazo las hace preferir el escenario de bajos precios, el cual permitiría alargar el período de sustitución del petróleo por otras fuentes energéticas. Además, mas producción significa mayor ocupación de sus capacidades operativas, mayores inversiones y mayores costos para los productores estatales, lo cual se traduce siempre en mayores ingresos de las empresas que realizan las operaciones. Y si además obtienen el crudo a bajos precios, el rendimiento unitario de esas inversiones se maximizará. Cabría concluir, respecto a estas corporaciones y las discusiones entre países productores y países consumidores, con el dicho venezolano que sostiene que “en río revuelto, ganancia de pescadores”.
(*) El autor es Embajador de Venezuela en Arabia Saudita
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