Carlos Mendoza Pottellá - 1998
Las declaraciones del Ministro Arrieta, según las cuales la OPEP no tiene ninguna posibilidad de influir en el nivel de los precios es parecida a la de esos esposos que, después de patear todos los días a su cónyuge, comenta con sus amigos “es que nuestro matrimonio no funciona”.
Oficialmente formamos parte de una Organización cuyo fin es la maximización los ingresos unitarios que obtienen sus miembros de cada barril de crudo y, en tanto que poseedores de más del 80% de las reservas mundiales y proveedores de más del 35% de los requerimientos petroleros actuales, con suficiente capacidad para influir, de manera determinante en el nivel de los precios. Pero tenemos una empresa estatal, PDVSA, cuya gerencia concibe el problema como una simple cuestión de competencia.
Que nuestros aliados de la OPEP no son tales y que lo que interesa a Venezuela es producir volúmenes mayores, a cualquier precio y con garantías de suministro, para complacer a nuestros clientes desarrollados. (Y para que florezcan los negocios... desde luego) Por eso, desde hace más de un año, está forzando una costosa sobreproducción que ya promedia un millón trescientos mil barriles diarios, casi el 2% de la oferta mundial.
Ah, pero cuando esa burla a los compromisos asumidos comienza a tener efectos negativos evidentes en las previsiones presupuestarias, “hueco fiscal” en un año electoral, se buscan los culpables en otro lado: la “coyuntura” asiática, maluquezas de Arabia Saudita, con una sobreproducción equivalente a la tercera parte de la nuestra, Irak producirá más, etc.
Es bien sabido que nuestros excesos no son dañinos, como sí lo son los de los demás
¡Así no se puede!... diría el inefable y “caribe” titular del MEM: Esos tontos árabes tienen que seguir defendiendo firmemente los precios, mientras nosotros sobreproducimos.
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