sábado, 4 de julio de 2020

Aquelarre privatizador

Aquelarre privatizador

de “PDVSA Ad Hoc”

Carlos Mendoza Pottellá

4 de julio de 2020

A propósito de los 100 años de la primera Ley de Hidrocarburos.

El comportamiento ético y nacionalista de Gumersindo Torres, en medio del mar de corrupción reinante en su tiempo, es un ejemplo que, lamentablemente,  en 100 años no ha sido seguido consecuentemente.

A propósito de esa triste realidad, recomiendo la lectura del trabajo del periodista Werther Sandoval en Últimas Noticias: La ignorancia petrolera del venezolano, un festín de corruptos  [1] donde reseña el destacado comportamiento vertical de ese Ministro de Fomento en el gobierno de Juan Vicente Gómez, autor de esa primera Ley de Hidrocarburos, y el desconocimiento generalizado de su destacada labor e integridad, en medio del cual florece la corrupción en el ejercicio de la función pública.

Hoy, en este centenario, no estamos honrando su memoria, sino, por el contrario,  siendo testigos de las  manipulaciones de quienes pretenden desmontar todo el ordenamiento legal y constitucional venezolano en materia de hidrocarburos so pretexto de una pretendida “modernización a tono con los nuevos tiempos”, para convertir a Venezuela  en tierra de nadie, sin Estado y sin Nación.

Precisamente estos sectores convocaron hace dos días, con abierta desvergüenza, a un foro con motivo de este centenario.

La estrella central del mismo fue el padre de la “apertura petrolera” y de “la inevitable privatización” de los años 90 del siglo pasado en Venezuela,  Luis Giusti (“Petroleum Executive of The Year 1998” que confieren las publicaciones  Energy Intelligence/International Herald Tribune, Petroleum Intelligence Weekly al más destacado líder de la industria a nivel mundial, según el dictamen de un jurado integrado por directivos de las principales corporaciones petroleras internacionales, por su  destacado papel en la promoción de los valores de la industria petrolera mundial… al frente de PDVSA [2]),  a lo cual suma  posteriores emprendimientos privados  ruinosos en Colombia –Pacific Rubiales, Alange Energy-,  Antigua –Stanford Bank-, y otros destinos. Aparece ahora, de nuevo, como el iluminado tecnócrata salvador, con las mismas recetas de siempre,  al lado de uno de los principales ideólogos de la Nueva Ley pulverizadora y del Presidente de la Comisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional, donde se procesa complacientemente el desaguisado.



La incongruencia de este evento con la gesta de Gumersindo Torres es tal, que sólo me viene a la mente la posibilidad   de que  el próximo 24 de junio, el Rey de España y los descendientes del Mariscal Miguel de la Torre presidan los actos conmemorativos del bicentenario de la batalla de Carabobo.

Porque no se trata sólo del centenario de esa Ley, sino también de los noventa años de la creación en 1930, por el mismo Gumersindo Torres,  del Servicio Técnico de Hidrocarburos, semilla del cuerpo de fiscales nacionales -encargados de velar por el interés nacional en materia de hidrocarburos,  con funciones de control sobre las actividades de las concesionarias extranjeras-  integrados primero al Ministerio de Fomento y luego al Ministerio de Minas e Hidrocarburos.

Ministerio que, precisamente, aparece como candidato a ser vaciado de potestades y capacidades técnicas en los proyectos que promueven estos próceres de la “modernización” institucional.

En efecto, desde julio del año pasado cursan en la Comisión de Energía y Minas de la Asamblea Nacional  varias versiones de proyectos de Ley de Hidrocarburos que comportan un retroceso más que centenario en el ordenamiento jurídico de la materia y, particularmente, el desmantelamiento de la potestad controladora  del Estado venezolano sobre  actividades de explotación que se desarrollan sobre el patrimonio público.

Desde entonces vengo denunciado ese renacimiento privatizador.

Ahora una vez más y dado el actual ambiente de desesperación generalizada, propicio para aceptar cualquier fórmula mágica salvadora,  quiero insistir en esta desigual batalla comunicacional.

En el escenario mundial contemporáneo, en cual los grandes Estados dirimen entre ellos el reparto del planeta, la salida propuesta por nuestros modernos epígonos de la libertad económica sin restricciones socialistoides, es una huida hacia adelante: desmantelar el Estado-Nación venezolano. Pulverizarlo.

Estos proyectos constituyen la materialización de un discurso pretendidamente anti estatal, pero en realidad antinacional, que se viene insuflando desde los centros nacionales e internacionales del extremismo neoliberal, desde los tiempos del “Consenso de Washington” y del “fin de la historia”.

Su núcleo central lo constituye el desmantelamiento del Ministerio del Petróleo y la conversión de PDVSA en una operadora más, en competencia minusválida con  las extranjeras, las cuales gozarán, además de “condiciones competitivas”,  de la intangibilidad de contratos protegidos por el arbitraje internacional.

Tal como lo declarara,  después de Foro in comento, el Presidente de la Comisión Legislativa  citada, Elías Matta:

“Mientras se avanza con la nueva ley, se trabaja con la reforma a través de las disposiciones transitorias y en un mediano plazo van entrando en vigencia los aspectos fundamentales como la necesidad de crear una agencia nacional de hidrocarburos, la nueva modalidad de regalía, y un marco fiscal flexible que hoy día no lo tenemos y no es competitivo”, acotó. [3]

Como en otras oportunidades, no me queda otro recurso que apelar a los argumentos esgrimidos previamente y que aquí reitero parcialmente:

En mi trabajo del 17 de julio del año pasado, “Ley Orgánica para la regulación del comercio de esclavos en Venezuela”,  sostengo, -sin hacer concesiones a nadie, ni ocultar las culpas de los actuales dirigentes  petroleros- lo siguiente:

Ahora, ante el evidente desastre operativo y gerencial que es la actual administración petrolera estatal, cundida de incapacidad, corrupción y abierta delincuencia; enfrentada a la inviabilidad de megaplanes fantasiosos y de resultados ruinosos, cercada, además, por las agresivas sanciones políticamente motivadas y aplicadas por el Estado más poderoso del planeta, llegó la hora de cobrar para los privatizadores ancestrales.

De restituir todos los negocios que garantizan el aprovechamiento privado de un bien colectivo. [4]

Posteriormente, el 21 de julio, en “La oportunidad la pintan calva… para la rebatiña petrolera”, después de ratificar mi visión sobre  las trágicas circunstancias que vive nuestra industria, sostengo:

Este reiterado diagnóstico ha estado animado siempre por la voluntad de encontrar vías de solución, medios para la preservación del principal patrimonio minero nacional. De ello dejo testimonio en las referencias de esta nota:

[Política Petrolera a la manera de los músicos del Titanic,   20 de mayo de 2018,  https://petroleovenezolano.blogspot.com/2018/05/a-la-manera-de-los-musicos-del-titanic.html#.Xv_O-yhKjM4  ]

Pero la evidencia de las trágicas circunstancias actuales ha estimulado una nueva proliferación de propuestas y soluciones perversas, cargadas de la ancestral voluntad privatista: aquella que promueve el despojo del patrimonio colectivo en beneficio de los sectores más capacitados para obtener pingües beneficios del libre mercado.[5]

Seguidamente, cinco días después, el 26 de julio, en “El Cartero siempre llama dos veces”,  reitero el panorama crítico nacional y cómo tales circunstancias son propicias para propuestas estafadoras:

En primer lugar: nadie niega que estamos al borde del precipicio y que tendremos que hacer todos los esfuerzos necesarios para rescatar una industria petrolera en su peor momento.

Que inevitablemente tendremos que negociar con empresas y centros financieros internacionales, pero, definitivamente, considero que no podemos ir a esa negociación colocándonos en posiciones previas de absoluta minusvalía.

En un país contra la pared, cercado por sanciones internacionales, con una industria petrolera en colapso indetenible, padeciendo de una hemorragia de capacidades técnicas, minada de corrupción, pésima gerencia y proyectos de pajaritos preñados inviables económicamente, -que nunca han funcionado a su favor, como la "internacionalización" y los "megaproyectos de la Faja del Orinoco".

Con el hambre ya instalada en los sectores más desfavorecidos y acechando al 98% de la población para fines de 2019, es tentadora la oferta mefistofélica:

"Esto es un programa de entre 5, 8 y 10 años, en ese lapso ocurren las cosas. De 8 o 10 puede alcanzar entre 3,5 millones y 4 millones de barriles diarios, pero creemos que los primeros 2 millones de barriles de recuperación petrolera, que son los más sencillos, porque son pozos de reciente baja de producción pudieran ser con un costo bastante menor que reactivar 100.000 barriles normales o nuevos 100.000 mil barriles que requerirían entre 20.000 millones y 30.000 millones de dólares. Esos 2 millones de barriles, nosotros estimamos que podrían recuperarse en 3 o 5 años, quizás menos, todo depende de cómo estén las instalaciones porque, como ya hemos dicho, no tenemos información oficial ni inventario, pero repito una vez más que podemos subir 1,5 millones de barriles en 5 años." [6]

En mi trabajo “Agencia Venezolana de Hidrocarburos Marca A.C.M.E.”,  del 28 de noviembre pasado, expongo la génesis y orientación de esta “novedosa” Agencia autónoma e independiente de los poderes públicos nacionales, que asumirá todas las atribuciones del actual Ministerio del Petróleo.

Citaré in extenso:

“… en su versión criolla, expuesta inicialmente desde CEDICE por el Académico Ingeniero Diego González Cruz en sus "Propuestas para Venezuela", queda claro el propósito de minimizar la injerencia de los poderes públicos constituidos en la determinación de las políticas energéticas y petroleras, su gestión y control, trasladando esas competencias a dos organismos "independientes del gobierno de turno, autónomos y autárquicos":

Un "Ente Regulador" y una "Comisión Nacional de Energía", caracterizados de la siguiente manera…

1. Proceder a crear el Ente Regulador de los Hidrocarburos, órgano del Estado, independiente del gobierno de turno, autónomo y autárquico, responsable de la administración, implantación y vigilancia del cumplimiento de las políticas públicas correspondientes, y regulación de las actividades; otorgar las licencias y permisos para abrir todos los negocios "aguas arriba y abajo", elaborar la estadísticas, aplicar las multas, calcular y distribuir las regalías, entre otras actividades

2. Proceder a crear la Comisión Nacional de Energía (CNE), órgano del Estado, independiente del gobierno de turno, autónomo y autárquico, ente responsable de la elaboración de propuestas de políticas públicas para el Sector Energético y de velar por el éxito del propósito y objetivos de las mismas. Con el fin de garantizar un balance en las grandes decisiones y orientación de la actividad de la IPN, se debe incorporar a la CNE una representación significativa de los venezolanos, más allá de representantes del Estado, tales como las Empresas, Entes Financieros, Academias, Universidades, Gremios y Asociaciones y Sociedades civiles vinculadas al sector, entre otras, siguiendo un esquema organizativo y de trabajo como el existente en el exitoso "National Petroleum Council-NPC" de los EE.UU.

3. Dar todos los pasos necesarios para tener un Ministerio de Energía Moderno, encargado de presentar las propuestas de políticas públicas a la Asamblea, promover la investigación y desarrollo en el sector, y representar al país en los asuntos internacionales en materias de energía… [5]

Mi comentario de entonces: Es decir, un convidado de piedra que a lo sumo podrá realizar actividades decorativas, de promoción y representación formal.

Hice referencia en esa oportunidad a lo que significa la inspiración de la propuesta en “el exitoso NPC” de los Estados Unidos:

Valga entonces la oportunidad para destacar, una vez más, que se trata del acomplejado desconocimiento y repudio de nuestra historia y de su jurisprudencia republicana, al querer trasladar instituciones semiprivadas, características de un país donde rige excepcionalmente el régimen de la "accesión minera", el cual considera a las minas como un accesorio de la propiedad privada de la tierra, hacia países como los nuestros y el resto del mundo no anglosajón, donde impera, el régimen "regalista o dominial" [9], que reserva esa propiedad a la Nación, sea cual fuere su forma de organización política: república, confederación tribal, imperio, emirato o reino. Nación representada en todos los casos por sus particulares y específicas instituciones estatales.

En nuestros días, y en el caso venezolano, la "modernización" propuesta implicaría, simplemente,

"…el desconocimiento de todo el ordenamiento legal y constitucional que regula las asociaciones con capitales extranjeros, ofreciendo completo sometimiento del país a la legalidad corporativa internacional, garantizando rendimientos y e intangibilidad de los contratos, anulando toda la capacidad del Estado-Nación venezolano para legislar y darle rango constitucional a esta materia."

[https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/11/el-cuervo-el-pozo-y-el-petroleo.html#.XdYadJNKjIU ] [7]

Remito al lector a los textos completos referidos en los enlaces insertados a pié de las páginas respectivas y, en particular, a los que contienen todos mis trabajos:

https://petroleovenezolano.blogspn ot.com

https://www.aporrea.org/autores/mendoza.potella

La trascendencia de estos temas para el destino de la Nación venezolana me lleva a insistir en que los mismos tienen que ser debatidos con la mayor amplitud pública, independientemente de posiciones políticas circunstanciales, fuera de cenáculos especializados, partidizados o  ideologizados,  se trata de una materia que concierne a cada venezolano vivo hoy y a sus descendientes y, por ello mismo, mucho menos se puede dejar en manos de “expertos” imbuidos de las fórmulas diseñadas en los think tanks de las principales universidades norteamericanas y los centros nativos vectores del extremismo neoliberal.

CMP/04/07/2020



[2] Creo pertinente esta puntillosa cita para mostrar los valores e intereses del personaje en cuestión. Precisamente en 1998 los precios del petróleo venezolano cayeron hasta 7 dólares el barril,  dada la violación de la cuota OPEP, a la cual Venezuela aportó la mitad, casi un millón de barriles diarios.

"The process by which the winner of this award is selected is particularly noteworthy and assures that the selection is fully representative of the views of the industry”.  Nominations for the award were solicited from CEOs and other senior managers of over 100 of the world's largest oil and gas firms, as they appear in the annual rankings by Petroleum Intelligence Weekly (PIW). The nominations were reviewed by a group of senior oil executives, who made the final selection.

Einstein Millán Arcia aporta más datos sobre esta meritocrática trayectoria en artículo publicado recientemente: “La Huella Putrefacta de la Mitocracia Ad Hoc”  https://www.aporrea.org/energia/a292324.html , citando, entre otros fiascos, el caso de Alange Energy: https://settysoutham.wordpress.com/2011/01/20/alange-giusti-insider-ouster-story/

Personalmente, ya referí algunos indicios, el pasado 14 de septiembre,  en “Ecopetrol, Fracking y la asesoría meritocrática… venezolana” https://www.aporrea.org/energia/a282364.html

 


sábado, 20 de junio de 2020

PDVSA "Ad Hoc"

PDVSA “Ad Hoc”: Volviendo a las viejas mañas

Carlos Mendoza Pottellá

20 de Junio, 2020

Cuando está por terminar el primer semestre del año en curso la situación venezolana no puede ser peor: semiparalizada por la pandemia y acentuado el cerco que desde 2017 mantiene sobre nuestra Nación el Estado más poderoso del planeta, su industria petrolera ha llegado a niveles críticos impensables, con una capacidad operativa que viene colapsando desde hace más de siete años y que hoy, a duras penas, sólo puede sostener su producción en volúmenes inferiores a los alcanzados  siete décadas atrás.

El desconcierto generalizado ante ese trágico presente, y el aún más oscuro futuro que augura la falta de perspectivas claras de superación de estas circunstancias, ha permitido el florecimiento de recetas simplemente reactivas, incoherentes, desesperadas e improvisadas, muchas de ellas cargadas de las buenas intenciones que pavimentan el camino del infierno y otras - contradictorias con el discurso político que pregonan-  con  por las malas de aprovechar el sálvese quien pueda.

Frente a ese incierto panorama se levantan otras propuestas que sí son coherentes y que provienen de sectores socioeconómicos con intereses particulares y específicos muy claros, que están fundamentadas en estudios realizados desde hace décadas en los think tanks del pensamiento neoliberal nacional e internacional.

En particular, y en artículos anteriores, me he referido a las novedosas propuestas de Ley de Hidrocarburos que cursan en la Comisión de Energía y Petróleo de la Asamblea Nacional, destacando en ellos los planes privatizadores que las mismas incorporan en sus cláusulas.

En esos trabajos  denuncio los intentos de imponer el desconocimiento absoluto de toda nuestra tradición legal y constitucional, al punto de transferir figuras características de la legislación anglosajona, la denominada “common law”, la cual se fundamenta en la casuística de la jurisprudencia y es absolutamente ajena a la tradición legal de la mayoría de los países del mundo.

Sobre el primero de estos proyectos, escribí, el 17 de julio del año pasado, lo siguiente:

Los términos de este anteproyecto desconocen todos los aportes de Gumersindo Torres, en tiempos de Gómez, de Néstor Luis Pérez Luzardo en tiempos de López Contreras, de Manuel Egaña en tiempos de Medina Angarita, para no hablar de Juan Pablo Pérez Alfonzo, demoníaco estatista que hasta se atrevió a proponer y constituir una compañía petrolera auténticamente nacional, la CVP, de cortos 15 años de mal ejemplo, porque fue desmantelada en 1976 para fundirla con las “culturas corporativas” herederas de las concesionarias Mobil y Gulf, en Corpoven, munida de sus respectivos convenios de asistencia técnica y comercialización,  y así borrar, de paso, todo vestigio de la anterior administración petrolera, autóctona y alineada con los intereses de esa “Nación que somos todos”.

Ahora, ante el evidente desastre operativo y gerencial que es la actual administración petrolera estatal, cundida de incapacidad, corrupción y abierta delincuencia; enfrentada a la inviabilidad de megaplanes fantasiosos y de resultados ruinosos, cercada, además, por las agresivas sanciones políticamente motivadas y aplicadas por el Estado más poderoso del planeta, llegó la hora de cobrar para los privatizadores ancestrales, de restituir todos los negocios que garantizan el aprovechamiento privado de un bien colectivo.

Ley Orgánica para la regulación del comercio de esclavos en Venezuela” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/07/ley-organica-para-la-regulacion-del.html#.Xu1KkGhKjM4

El título  en cuestión, intencionalmente provocativo,  refleja también mi opinión sobre la magnitud del retroceso institucional que representan este y los subsiguientes proyectos introducidos en esa Comisión legislativa hasta el día de hoy.

Según la opinión que he sustentado, se trata de desmontar la soberanía nacional sobre sus recursos. Con la excusa de “desestatizar”, se promueve una desnacionalización. Se minimizan para Venezuela las atribuciones que caracterizan a todos los Estados-Nación en el mundo de hoy, cuando los más poderosos de ellos pretenden imponer sus condiciones a todos los demás, convirtiendo a nuestro país en tierra de nadie, una “no man’s land” en el lenguaje bélico que aplicarían.

Sólo con un retroceso de esas magnitudes es posible fundamentar la creación de un “ente regulador”, -concepto bastante plástico y maleable, como lo muestran los proyectos en cuestión- autónomo e independiente de los poderes públicos nacionales, que asumiría potestades omnímodas, por encima de esos poderes, a los cuales  corresponde, histórica, legal y constitucionalmente la administración, gestión y control, de todos los recursos, naturales y de cualquier clase, de la República.

En el empeño de difundir mis argumentos he citado permanentemente las referencias a los sitios en los cuales he publicado esos alegatos.

Y no será distinto en esta oportunidad, porque es la única manera que encuentro, no por vanidad sino por compromiso de conciencia, de no dejar morir esos argumentos, expresados en notas periodísticas que, por su propia naturaleza efímera, tienen una limitada exposición ante los posibles  lectores de esos portales electrónicos.

Considero que se trata de un debate en  el que debemos participar todos, sin distingos,  para poder decidir conscientemente, con el más amplio e los consensos posibles, nuestro destino como Nación soberana

“Ley Orgánica  para la regulación del comercio de esclavos en Venezuela” (Loc. Cit.)

“El Cartero siempre llama dos veces”  https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/07/el-cartero-siempre-llama-dos-veces.html#.Xu1T02hKjM4

“Agencia Venezolana de Hidrocarburos Marca A.C.M.E.” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2019/11/agencia-venezolana-de-hidrocarburos.html#.Xu1Vf2hKjM4

“Vuelan los Rebullones” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2020/02/vuelan-los-rebullones.html

“Petróleo Venezolano en la Tercera Década, Cerco y Aniquilación” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2020/02/petroleo-venezolano-en-la-tercera-decada.html#.Xu1a5mhKjM4

“Cambalache Petrolero” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2020/03/cambalache-petrolero-la-nueva-apertura.html#.Xu1XAGhKjM4

“AVH: Agencia para el  despojo del patrimonio público” https://petroleovenezolano.blogspot.com/2020/05/avh.html

Es pertinente mencionar que debo agradecer al portal  aporrea.org., que ha publicado y  reunido mis trabajos en un perfil: https://www.aporrea.org/autores/mendoza.potella

Igual mención debo hacer sobre el portal de la emisora güireña Costa del Sol FM,  https://www.costadelsolfm.org/.

También con la misma intención de difusión argumental, desde entrega anterior inicié la utilización del recurso directo a los textos de años pasados, para tratar de demostrar que las posiciones que estoy criticando ahora han tenido sus orígenes en prácticas ancestrales.

En esta oportunidad lo voy a repetir con un texto sobre la interpretación laxa que hacía la gerencia petrolera aperturista de los años 90 sobre los costos en la industria. 

Práctica que ahora reitera la nueva “PDVSA Ad Hoc”, al promocionar sus proyectos de restauración de esa “apertura”, con la oferta a los futuros inversionistas extranjeros, además de condiciones “competitivas” en cuanto a la mínima intervención estatal en los negocios,  crudos de la Faja con costos de producción inferiores a 10 dólares el barril, en un ejercicio de ofertas ilusorias a la manera de Narnia. Y valga la cita:

“Los supuestos de ese `Plan País Petrolero´ son tan auspiciosos, según Szabo, puesto que

Venezuela no logrará nunca sacar del subsuelo todo el petróleo que tiene en reservas. Pero se puede aprovechar una buena parte de ello, tomando en cuenta que el costo de producción de un barril no pasará de los 10 dólares. “Es un costo muy competitivo”, asegura.

“Cambalache Petrolero” (Loc. Cit.).

Al revisar como jugaban con los costos en los años 90 estos mismos gerentes resurrectos, no resistí la tentación de transcribir mi comentario de entonces:

 

Los costos en la industria petrolera venezolana:

Al gusto del consumidor*

Carlos Mendoza Pottellá, 1995.

Cuando se intenta un análisis de los costos en la industria petrolera venezolana con la información disponible en las publicaciones oficiales, lo primero que se constata es que no hay un criterio uniforme para su registro y que se realizan presentaciones al gusto del consumidor.

Hay costos de producción que demuestran que tenemos una industria petrolera muy eficiente y capaz de competir con cualquiera por los bajos niveles relativos de este indicador. Este es el caso de la información registrada en el PODE 1994, según el cual, para este último año tales costos (1.347 mm USD) son inferiores a los 1.382 mm USD de 1984. Si tomamos en cuenta que la producción se ha elevado de manera considerable en esta década, al pasar de 660 millones de barriles en 1984 a 903 millones en 1994, la disminución es mayor aún en términos unitarios, al pasar de 2,09 dólares el barril a 1,50 USD/b en ese mismo lapso. La sola mención de estos ínfimos niveles de costos, equiparables a los vigentes en el Medio Oriente, revela la irrealidad de tales cifras.

En la misma fuente (PODE 1994) los costos operativos totales, que incluyen el resto de las actividades de la industria a nivel nacional, mantienen una impresionante horizontalidad al pasar, en diez años, de 2.540 millones de dólares en 1984 a 2.685 en 1994.

A la hora de declarar impuestos, sin embargo, los costos operativos muestran un comportamiento diametralmente opuesto y es así como en las declaraciones a la Oficina Nacional de Presupuesto (Ocepre) para fines presupuestarios –e impositivos, desde luego– los costos se duplican con holgura en siete años, al pasar de 3.165 millones de dólares en 1987 a 6.592 millones en 1994. Esta última cifra de la Ocepre supera a la registrada por el Ministerio de Energía y Minas (MEM) para el mismo rubro en casi 4.000 millones de dólares. Sería interesante encontrar las razones de esta diferencia. ¿De qué naturaleza son estos costos operativos que pueden registrarse con cifras tan dispares?

Las cosas se complican, o tal vez se aclaran, cuando revisamos las cifras aportadas por el Informe Anual de Petróleos de Venezuela, S.A. (Pdvsa), las cuales se refieren al conjunto de las actividades de la casa matriz. Entre 1987 y 1989, podemos observar que, aunque ligeramente superiores, son cifras comparables a las declaradas a Ocepre, dando un salto descomunal a partir de 1990 por la inclusión de los costos incurridos en las actividades de internacionalización.

 Y es así como se llegan a registrar, para 1994, costos operativos de 14.676 millones de dólares, doce mil millones más que lo registrado por el PODE para las actividades petroleras internas y ocho mil millones más que lo declarado a Ocepre para el conjunto de los costos –petroleros y no petroleros– incurridos a nivel nacional.

La última de estas diferencias es, sin embargo, inferior a lo que debería ser, por lo que se sabe sobre los costos operativos incurridos en la internacionalización: entre 12 y 13 mil millones de dólares. ¿O es que en verdad las cifras de costos declaradas a Ocepre están infladas y la diferencia que hay que considerar es la que se produce al comparar las cifras de Pdvsa con las del MEM?

En fin, tomadas tal cual como son presentadas, estas magnitudes solo sirven para realizar inferencias, interpolaciones y suposiciones sobre las cuales no tenemos ninguna seguridad, por cuanto no se informa de los criterios con los cuales la única fuente de tales informaciones, que es Pdvsa, las elabora y suministra.

* Publicado en 1995.  Reproducido en Mendoza P. Carlos, Nacionalismo Petrolero en Cuatro Décadas, Págs. 256-257. BCV. Colección Venezuela y su Petróleo, Caracas 2017

CMP/20/6/2020


viernes, 12 de junio de 2020

Magia, esoterismo y chapucería en la política petrolera venezolana

La OPEP hace 22 años…

Y hoy, tal como ayer

Carlos Mendoza Pottellá

12 de junio 2020

Las desastrosas circunstancias de las que estamos siendo espectadores y víctimas hoy en el mercado petrolero mundial, enfrentado a las consecuencias de la ruptura de los compromisos adquiridos por los países miembros de la OPEP y sus recientes asociados en la OPEP Plus, particularmente Rusia,  acentuadas por la pandemia del COVID-19, nos han colocado, también, frente al el insólito espectáculo de un Donald Trump, que había prometido el combate a las prácticas cartelizadas de esa Organización en el primer documento político de su gestión “An America First Energy Plan”, amén de anunciar su propósito de aislar y combatir a los países forajidos, Irán, Rusia y Venezuela, convertido en supremo intermediario, una especie de Super-Secretario General de la Organización, conminando al Presidente Putin y al Príncipe Mohamed Bin Salman a ponerse de acuerdo, ofreciendo ayuda a México para que cumpliera con los recortes pautados y finalmente, felicitando en mayo a esos líderes por los acuerdos de extensión de ese pacto.

Todo, desde luego, para salvar de la bancarrota a sus productores domésticos, tanto a los independientes de las envejecidas cuencas tradicionales de Texas,  Oklahoma y otros estados, como  a los nuevos emprendimientos del “shale oil” de los campos de lutitas.

Nuevamente, como desde hace 60 años, cuando fue fundada la OPEP, los detractores de los mecanismos de defensa de los precios tienen que tragarse sus palabras. 

Esos detractores, por cierto, no han estado solamente en los principales países consumidores y las corporaciones internacionales, los cuales pretendían seguir disfrutando de las indefensión de los productores, aislados hasta entonces, sino también dentro de cada uno de los países miembros de la Organización, donde los sectores “modernos y competitivos”, siempre la han enfrentado como un mecanismo al cual se le deja un pedazo de la soberanía: la voluntad de producir lo que nos venga en gana al precio que sea.

Son históricas las filípicas competitivas venezolanas contra el “poder de captura de nuestros mercados naturales” que han ejercido nuestros fementidos socios-competidores en la OPEP, como histórico fue el debate al respecto entre Pérez Alfonzo y Uslar Pietri.

Iguales fuerzas centrífugas se manifiestan en cada uno de los otros miembros y en más de una oportunidad se han registrado trampas de cada uno de ellos en el cumplimiento de las cuotas acordadas –que no impuestas como se acostumbra a decir en el lenguaje corporativo y  de sus palangristas criollos.

Para algunos venezolanos productivistas a ultranza, “la OPEP es una merienda de árabes donde los venezolanos estamos de pepa asomada” y para algunos de los países miembros  del Medio Oriente, sería “el invento de un venezolano loco”.

Sobre este conflicto del “cartel that it’s not”, como refiriera un autor iraní, muchas veces citado por mí, Abbas Al Nasrawi, he escrito desde hace décadas varios trabajos. Revisándolos y comparando aquellas circunstancias con las actuales, se puede percibir que la resiliencia de los argumentos anti-OPEP es eterna.

Valga el ejemplo contemporáneo:

En un foro de discusiones en el que participo, se planteó  recientemente el análisis de las sanciones norteamericanas contra Venezuela y quiénes estarían, dentro y fuera de los Estados Unidos a favor de esas medidas agresivas… Pues bien, si no hubiera estado presente, el consenso habría sido el de que los demás miembros de la OPEP estaban en primera fila de los interesados en el mantenimiento de las sanciones para “cogerse” la cuota venezolana.

Volviendo al pasado, para ubicarnos en el contexto de la discusión de hace 22 años y explicar el tono satírico del trabajo que inserto después de estos párrafos, debo aclarar que en ese momento el debate era álgido y los términos del mismo eran bastante agresivos, hasta el punto de que la Gerencia de PDVSA llegara a considerar que “una dictadura modernizante garantizaría el cumplimento pleno de los objetivos de la corporación”. Una muestra previa, de mi propia cosecha:

Es así como Luis Giusti se atreve, desde la Presidencia de la empresa petrolera pública, a plantear la conveniencia de “privatizar” a esa empresa; una privatización que, por su magnitud,  no puede ser asumida sino por los grandes capitales transnacionales; es decir, que se trataría de una simple desnacionalización.

Es así como el 21 de junio de 1997 se inserta un millonario aviso en la Revista “Time” ponderando la tarea fundamental en la que están inmersos estos gerentes-cónsules: ablandar a una opinión pública todavía “demasiado nacionalista para aceptar lo inevitable: la completa privatización de PDVSA” 

 “Una dictadura modernizante garantizaría el cumplimento pleno de los objetivos de la corporación”, textualmente: “Se elimina el VFE. Se modifica el esquema tributario para promover la inversión. Apertura amplia a capitales privados  nacionales y extranjeros en todas las actividades petroleras. Promoción efectiva de la industrialización de los hidrocarburos. Precios del mercado interno competitivos... Venezuela se sale de la OPEP” (PDVSA, Coordinación de Planificación Estratégica, “Escenarios Nacionales a Mediano y Largo Plazo”, Caracas junio de 1993. Luis Giusti, Coordinador).

“Venezuela ha venido sobreproduciendo desde hace unos diez años”.  Luis Giusti, El Nacional, 21 de Febrero de 1998. Pág. E-1. (Traducción: PDVSA viene violando las cuotas de la OPEP desde hace 10 años)

“Compensaremos la caída de los precios con más producción”. Giusti, Graff y Arrieta. Etc.,  etc., etc. [1]

 


 

COMBATE A LA "APERTURA" DEL PODER PETROLERO

Magia, esoterismo y chapucería

En la política petrolera venezolana

 Lunes 23 de marzo de 1998, Fundapatria y Reporte de la Economía

Reproducido en

 “Política Petrolera Contemporánea: Crónicas disidentes sobre la apertura y el poder petrolero 1996-1999”  /Carlos Mendoza Pottellá / FACES-UCV, págs. 117-120, Caracas, 2000.

 

Venezuela fue colocada, en materia de política petrolera, al borde del abismo. Pero como los abismos producen vértigo, los dirigentes políticos y económicos del país tratan de no ver hacia abajo y siguen aferrados a la cornisa de su voluntaria ignorancia en la materia. Cierran los ojos y rezan.

Rezan porque sea verdad que PDVSA compensará la caída de los precios con más producción. Que los costos de producción de Venezuela sean, en verdad, de los más bajos del mundo (a pesar de producir por 14.000 pozos a una tasa promedio de 250 barriles diarios, 20 veces menor que el promedio en el Medio Oriente) Que un milagro nos permita competir de tú a tú con Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y los Emiratos Arabes Unidos, -países donde no hay una gota de crudos extra-pesados- para  mantener e incrementar nuestra participación en el mercado mundial al precio que sea. Que Irak nunca se incorpore al mercado. Que se produzcan retardos en la construcción de los oleoductos de Kazajastán. Que la guerrilla vuele los pozos petroleros colombianos. Que no sean reparadas las obsoletas instalaciones del campo petrolero gigante de Romashkino en Rusia. Que... en fin, son tantas las cosas por la que habría que rezar, que para algunos se hizo ineludible tomar el atajo de pactar con el diablo.

Y es así como esa dirigencia nacional ha vendido su alma a los  expertos y gerentes  de vocación transnacional, quienes  continúan produciendo “análisis” que buscan la paja en el ojo ajeno,  “demuestran” el carácter coyuntural de la crisis, dejan de lado todos los factores negativos y sólo ven las tendencias positivas para así producir unos bonitos escenarios donde Venezuela gana, la OPEP pierde y nuestros rubios clientes nos compensan con el primer premio al “suministrador seguro y barato” estampado en un bello certificado con derecho a un viaje al mundo de las fantasías de Disney.

Debo pedir perdón a los lectores por insistir con las comparaciones esotéricas, pero  es que sólo en estos términos es posible responder a un discurso ayuno de seriedad y argumentos como el del Ministro Arrieta el pasado domingo 22 de marzo, en el diario El Universal, presentado bajo el curioso título de “La OPEP está anacrónica” (sic)

Allí, el Ministro hace gala de un arte que cada día se populariza más entre nuestros dirigentes petroleros: el de hacer afirmaciones sin demostrarlas, amparados en la irrebatible autoridad que les da su experticia técnica: Lo digo yo, que soy ingeniero petrolero y sé de eso más que ustedes que nunca han visto un barril de petróleo. Y punto. ¿Cómo es posible que estos legos se atrevan a discutirle a los miles de técnicos de PDVSA?

Eluden con ello el hecho de que se trata de un problema político-económico. Y que son las decisiones políticas de los gerentes de PDVSA y de su cómplice Ministro las que violentan los criterios de los técnicos anónimos y muy capaces que están al frente de las operaciones diarias, y que no tienen nada que ver con esas decisiones.

El Ministro insiste en que la anacrónica OPEP se reúne para discutir siempre las mismas cosas, ahora que los tiempos han cambiado. Repite –como siempre- lo dicho con extrema ligereza por Luis Giusti al afirmar que la OPEP tiene una “agendita” pasada de moda.

Esta invocación de la modernidad, representada por ellos, los partidarios de la expansión petrolera a como dé lugar, frente al anacronismo atávico de quienes sostienen posiciones diferentes –como la defensa de los precios y la participación fiscal- es la clásica posición de quienes quieren convencer sin tener reales argumentos para ello. ¡Ah! ¿Es que tú no sabes que después que Einstein formuló la teoría de la relatividad se acabó con el mecanicismo atávico ese de que dos más dos son cuatro?

Una Organización de Exportadores Netos de Petróleo es una antigualla. El propio atavismo. Rezago de tiempos de confrontación, cuando “creíamos” que nuestros clientes desarrollados nos querían esquilmar. Lo moderno es vender más y más barato. Total, tenemos petróleo para 400 años. Y si no es así, que el que venga atrás que arree. La OPEP debe modernizarse, abandonar eso de estar “monitoreando” precios y producciones y dedicarse ahora a combatir a los ecologistas que pretenden culpar al petróleo por las emisiones de gases carbónicos, responsables del acentuamiento del efecto invernadero. Debemos hacer campañas contra los autos eléctricos e inscribirnos –en este caso sí- en los movimientos ecologistas antinucleares. Retomemos las viejas consignas de nuestros maestros transnacionales: Muera el ferrocarril, vivan las gandolas y las autopistas.

Tenemos que hacer “lobby” en el Congreso de los Estados Unidos para lograr la derogación de leyes anti-petroleras como la del “Aire Limpio”. Y... en cuanto al valor del petróleo, bueno... lo moderno, lo chic, en estos tiempos de globalización y apertura, es dejar esas cosas complicadas al “mercado”, es decir, a los cultos y desarrollados compradores, quienes fijarán los precios con sus sistemas cibernéticos, de acuerdo a sus mejores conveniencias. Y nosotros, los salvajes y subdesarrollados poseedores de “apenas” un poco más del 80% de las reservas mundiales (porcentaje que no nos dá ningún derecho a tener voz en un “mercado” donde sólo tienen voz los compradores), nos contentaremos con vender todo lo que podamos al precio que ellos quieran. (Cumpliremos así con la beatífica admonición presidencial, hecha desde Miraflores el pasado 11 de febrero, de contribuir al “equilibrio universal”, dándole al “mercado” lo que el “mercado” quiere). Vamos a competir, que es lo moderno y dejemos atrás a los carteles decimonónicos que restringían la oferta. (Por cierto que este argumento increíble es también usado para promover la desnacionalización total de PDVSA; hay que acabar con los monopolios –estatales- para que vuelvan los monopolios transnacionales).

Repito algo dicho en oportunidades anteriores: podríamos reirnos de los malabarismos argumentales de los gerentes petroleros y su Ministro, pero debemos contener las carcajadas, porque se trata de algo demasiado serio y de graves consecuencias para el país y, sobre todo, para sus sectores de más bajos recursos, sobre cuyas espaldas recaerá todo el peso de los huecos fiscales y de los recortes presupuestarios.

Concluidos los párrafos anteriores, nos enteramos que finalmente, contra la voluntad del Ministro y sus jefes de PDVSA, -quienes en cualquier país serio ya habrían sido destituídos- Venezuela fue llevada a una mesa de negociaciones en Arabia Saudita, donde se impuso la  realidad de la conveniencia de los productores en lo tocante a la restricción de la oferta, decidiéndose un recorte de los suministros de crudo.

Después de desbordarse, hasta el último día y tal como lo reseña la prensa del domingo 22 de marzo que venimos comentando, en argumentos demostrativos de que la OPEP y las políticas restrictivas  de la oferta son algo  pasado de moda... los genios de PDVSA y su Ministro títere han doblado la cerviz ante la evidencia del desastre que estaban provocando.

Pero, como quienes  no hubieran roto un plato, los departamentos de asuntos públicos comenzaron a funcionar inmediatamente, para remendar el capote, distorsionando la realidad. Según el diario El Nacional de este lunes 23 de marzo, voceros de PDVSA informan que “triunfó una vez más la diplomacia petrolera  de Venezuela”. ¡Válgame Dios! Ahora nos van a decir que todo lo dicho en contra de la OPEP y su incapacidad para influir en los precios era “una estrategia” ¡Hay que ser bien descarados!

Nos íbamos a preguntar hasta qué punto puede llegar el cinismo de nuestros dirigentes petroleros, pero la respuesta nos llegó en el mismo pensamiento: es evidente que no tendrá límites, como tampoco los tiene la voluntad de aferrarse al poder y a los innumerables negocios particulares que se pueden generar desde esas posiciones.  Pero la paciencia nacional sí debería tener límites y, hoy más que nunca, sigue vigente la necesidad de apartar a estos chapuceros de los puestos de comando de la industria petrolera, cuyas incompetentes ejecutorias, movidas por los intereses privados nacionales y extranjeros que los controlan, han producido tantos daños patrimoniales y de soberanía al país y a la inmensa mayoría de sus habitantes. 

CMP /  lunes 23 de marzo de 1998

 

NOTA BENE

Como suele suceder, la historia se repite. En aquélla oportunidad, como ahora, 22 años después,  un acicate de ese acuerdo, suscrito inicialmente por Arabia Saudita, Noruega, México y Venezuela… a regañadientes, y ratificado posteriormente por toda la OPEP,  fueron los intereses de los productores domésticos norteamericanos, los cuales ya no soportaban un precio de 10 dólares el barril.

La Texas Rairoad Commission  y el Secretario de Energía norteamericano de entonces, Bill Richardson, fueron los agentes impulsores trascorrales de este acuerdo entre productores netos internacionales. 

De lo cual se colige que Trump no fue el primer dirigente norteamericano en apelar a la OPEP ante los panoramas de desastre que se ciernen de vez en cuando  sobre su industria petrolera doméstica.

En este sentido, no se puede dejar de mencionar la participación activa y subterránea de Henry Kissinger en el proceso de “lobby”, ante el Shah de Irán y el Jeque Yamani,  que condujo a la multiplicación los precios de referencia del petróleo pactada por la OPEP en diciembre de 1973.

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[1] C. Mendoza P., Crítica Petrolera Contemporánea, FACES-UCV, Caracas 2000. Págs.. 113-117.